Necesidades de una viajera: Entre la reflexión y la estafa
POR: JOSÉ LUIS SALAZAR
01-08-2024 12:53:44
Estrenada en el pasado FICUNAM, la nueva cinta de Hong Sang-soo, Necesidades de una viajera, ganadora del premio del jurado en la Berlinale, se distingue apenas milimétricamente del resto de su filmografía, sin embargo, al ser más consciente de la reputación de su director emite un pronunciamiento sobre su obra y legado.
Desde que en 2010 el director surcoreano se alzara con el premio Un Certain Regard en el Festival de Cannes por Ha ha ha sus obras han ocupado un lugar importante en los festivales de cine internacionales y en especial, en los europeos. Tan solo en la Berlinale, la actriz Kim Min-hee ganó el Oso de Plata a mejor actriz con On the Beach at Night Alone en 2017 y Hong ganó el Oso de Plata a mejor director por The Woman Who Ran en 2020 y el Oso de Plata al mejor guion con Introduction en 2021. En los festivales de 2022 y 2023 obtuvo el Premio del Jurado por The Novelist´s Film y , respectivamente.
El mismo reconoce no entender de dónde viene esta pasión tan grande que los europeos profesan por sus películas, siendo más directo al recibir éste último premio en la Berlinale al decir en su discurso de aceptación que no sabe exactamente qué vio el jurado en su película pero que tenía curiosidad y lo agradecía.
En los últimos años esta horda de premios vino acompañada de sesudos análisis, retrospectivas y curaduría de su trabajo previo, llevando a que sus más recientes películas lideren siempre la listas de las mejores del año para distintos medios. Lo que espero al escribir de su obra más reciente no es demeritar o dudar del trabajo de Hong Sang-soo, al que solo puedo profesar admiración, sino defender lo que por años ha puesto en la pantalla, no lecciones filosóficas sino historias divertidas, encantadoras, pero finalmente triviales.
Isabelle Huppert en su tercera colaboración con el director después de Claire´s Camera y In Another Country, aparenta repetir el personaje de ésta última, una despistada turista francesa en Corea ahora llamada Iris. Iris es esencialmente una delatora; bajo la superficie de su escueto emprendimiento de clases de francés a coreanos yacen improvisadas sesiones de terapia en las que sus alumnos convertidos en pacientes terminan desnudando sus flaquezas, temores e inseguridades ante la natural manera de Iris para mirar en el corazón de con quienes se cruza.
En un primer encuentro Iris escucha a Isong, una joven mujer tocar el piano. Al terminar le pregunta cómo se siente mientras toca, a la que le sigue una respuesta seca de Isong: ¨me siento feliz. Iris empuja la misma pregunta una y otra vez reformulándola y haciéndola más específica hasta llegar a una respuesta de Insong totalmente distinta: ¨me siento enojada conmigo misma porque no soy muy buena¨.
La dinámica se repite con Wonju, una mujer mayor y su esposo, quienes a través de su conversación con Iris nos revela que ella está en ese país sin razón evidente ni tiempo definido, sin preparación académica específica para enseñar francés, sin conocer a nadie que la ayude y confiada en su improvisado método de enseñanza siendo ellos sus conejillos de indias. Esta sesión de confesiones que se repite conforme Wonju termina de tocar la guitarra para ella admitirse, como Isong, ̈insuficiente y defraudada de no ser mejor en la guitarra¨, ocurre a lo largo de toda la cinta.
Hay un llamativo contraste entre esta mujer mayor delgada, colorida, de vestidos florales, lengua franca y cabello pelirrojo que aparenta tener clase y educación y con quienes se cruza, regularmente coreanos de clase media alta, instruidos, aspiracionistas, de clases de música, gusto refinado, familia intelectual y tutorías de idiomas del ¨listening¨ y ¨comprehension¨. Para ambos una fachada.
La primera, desprejuiciada, impúdicamente revela sus carencias, los otros la distancia idiomática y el encanto de Iris les juega en contra para desprenderse de etiquetas y revelarse a sí mismos vacíos y hambrientos de identidad.
Esta mujer que oscila entre una alegre poeta, una desahogada calzadora social y una ingeniosa estafadora, es, como lo han sido el resto del repertorio fílmico de Sang-soo, un reflejo de su director quien obsesionado por eliminar la barrera entre su vida personal y sus ficciones ha hecho de su filmografía un conjunto de metáforas sobre su propia vida.
Sus anteriores trabajos protagonizados en su mayoría por cineastas, actrices o gente del medio artístico como poetas, fotógrafos o pintores contenían en esencia lo mismo; personajes torpes en sus relaciones personales, pobremente hábiles para comunicarse, el alcohol como desinhibidor e impulsados por estímulos: mujeres o amor. Razones suficientes para que se le acuse muchas veces de rehacer una y otra vez la misma película sin entender cómo las sutiles variaciones entre cada una producen un discurso totalmente distinto.
Sang-soo ha reconocido escoger este tipo de personajes por ser los que mejor conoce y con los que más ha convivido en el medio. Por ejemplo, en su más celebrado trabajo On the beachat night alone, una actriz de nombre Younghee viaja a Hamburgo para tomarse un tiempo del trabajo tras terminar una aventura que sostenía con un hombre casado, sin embargo, las dudas la seguirán y despertarán una serie de reencuentros con amigos a su regreso a Corea. Historia que concebida y filmada en 2017 remite inmediatamente a lo que, en lo privado, Hong Sang-soo tan solo un año antes había atravesado al sostener una relación extramarital con la actriz Kim Min-hee (quien protagoniza la cinta) lo que derivaría en su divorcio.
Ahora aquí se ve decidido a quitarse tanto dentro y fuera de la pantalla del sello intelectual que los europeos han depositado en sus obras. Por fuera a través del discurso dado en la Berlinale al recibir el premio, siendo no el primero que pronuncia del tema; ya en una entrevista titulada Hong Sang-soo Know If You´re Faking it para The New Yorker con motivo de una retrospectiva de sus trabajos con Kim Min-hee en el Film Lincoln Center describió el ejercicio fílmico como un acto de sincerarse, un acto cruel pero que es primero consigo mismo.
Por eso a este desfile de individuos presuntuosamente intelectuales llega Iris, de quien ellos sacan reflexiones filosóficas de su existencia, mientras ella a través de su timo desenmascara también su fraude, el de un grupo triste e insatisfecho que prefiere hurgar significados antes que abrazar la simpleza.
Ya la madre de In-guk, la joven pareja de Iris que le cede su apartamento, replica lo mismo cuando éste tercamente le enumera sus cualidades: ¨dices que es sabía, pero ella solo es vieja¨. La pelea que ambos protagonizan deja en claro que hay una sensación exótica y de misterio que enarbola Iris frente a él y todos a su alrededor por ser una mujer extranjera y mayor.
Lo mismo ocurre, me atrevo a decir, alrededor del director coreano al que desde filosofías orientales hasta densísimas lecturas les han conferido a sus películas más allá de lo que pone en pantalla. Decidido a que el encanto caiga en la trivialidad y los accidentes, ha hecho de esta una estafadora que ante aquel hombre que la admira y se desvive en su defensa aparece como lo que es, una mujer dormida y embriagada sobre una roca en el bosque. Una mujer a la que, sin un centavo ni erudición, no ha de poder ofrecer más que el cálido empalme de ambas manos.
Este testamento que parece minimizar y simplificar su filmografía genera un efecto contrario con su director, que al no admitirse ni filósofo ni intelectual, desde la mayor de las humildades se concibe dentro y fuera de la pantalla como un hombre a veces reflexivo, a veces estafador, pero por siempre un autor decidido a reflejar desde la sinceridad de su vida la libertad de su obra.
Estrenada en el pasado FICUNAM, la nueva cinta de Hong Sang-soo, Necesidades de una viajera, ganadora del premio del jurado en la Berlinale, se distingue apenas milimétricamente del resto de su filmografía, sin embargo, al ser más consciente de la reputación de su director emite un pronunciamiento sobre su obra y legado.
Desde que en 2010 el director surcoreano se alzara con el premio Un Certain Regard en el Festival de Cannes por Ha ha ha sus obras han ocupado un lugar importante en los festivales de cine internacionales y en especial, en los europeos. Tan solo en la Berlinale, la actriz Kim Min-hee ganó el Oso de Plata a mejor actriz con On the Beach at Night Alone en 2017 y Hong ganó el Oso de Plata a mejor director por The Woman Who Ran en 2020 y el Oso de Plata al mejor guion con Introduction en 2021. En los festivales de 2022 y 2023 obtuvo el Premio del Jurado por The Novelist´s Film y , respectivamente.
El mismo reconoce no entender de dónde viene esta pasión tan grande que los europeos profesan por sus películas, siendo más directo al recibir éste último premio en la Berlinale al decir en su discurso de aceptación que no sabe exactamente qué vio el jurado en su película pero que tenía curiosidad y lo agradecía.
En los últimos años esta horda de premios vino acompañada de sesudos análisis, retrospectivas y curaduría de su trabajo previo, llevando a que sus más recientes películas lideren siempre la listas de las mejores del año para distintos medios. Lo que espero al escribir de su obra más reciente no es demeritar o dudar del trabajo de Hong Sang-soo, al que solo puedo profesar admiración, sino defender lo que por años ha puesto en la pantalla, no lecciones filosóficas sino historias divertidas, encantadoras, pero finalmente triviales.
Isabelle Huppert en su tercera colaboración con el director después de Claire´s Camera y In Another Country, aparenta repetir el personaje de ésta última, una despistada turista francesa en Corea ahora llamada Iris. Iris es esencialmente una delatora; bajo la superficie de su escueto emprendimiento de clases de francés a coreanos yacen improvisadas sesiones de terapia en las que sus alumnos convertidos en pacientes terminan desnudando sus flaquezas, temores e inseguridades ante la natural manera de Iris para mirar en el corazón de con quienes se cruza.
En un primer encuentro Iris escucha a Isong, una joven mujer tocar el piano. Al terminar le pregunta cómo se siente mientras toca, a la que le sigue una respuesta seca de Isong: ¨me siento feliz. Iris empuja la misma pregunta una y otra vez reformulándola y haciéndola más específica hasta llegar a una respuesta de Insong totalmente distinta: ¨me siento enojada conmigo misma porque no soy muy buena¨.
La dinámica se repite con Wonju, una mujer mayor y su esposo, quienes a través de su conversación con Iris nos revela que ella está en ese país sin razón evidente ni tiempo definido, sin preparación académica específica para enseñar francés, sin conocer a nadie que la ayude y confiada en su improvisado método de enseñanza siendo ellos sus conejillos de indias. Esta sesión de confesiones que se repite conforme Wonju termina de tocar la guitarra para ella admitirse, como Isong, ̈insuficiente y defraudada de no ser mejor en la guitarra¨, ocurre a lo largo de toda la cinta.
Hay un llamativo contraste entre esta mujer mayor delgada, colorida, de vestidos florales, lengua franca y cabello pelirrojo que aparenta tener clase y educación y con quienes se cruza, regularmente coreanos de clase media alta, instruidos, aspiracionistas, de clases de música, gusto refinado, familia intelectual y tutorías de idiomas del ¨listening¨ y ¨comprehension¨. Para ambos una fachada.
La primera, desprejuiciada, impúdicamente revela sus carencias, los otros la distancia idiomática y el encanto de Iris les juega en contra para desprenderse de etiquetas y revelarse a sí mismos vacíos y hambrientos de identidad.
Esta mujer que oscila entre una alegre poeta, una desahogada calzadora social y una ingeniosa estafadora, es, como lo han sido el resto del repertorio fílmico de Sang-soo, un reflejo de su director quien obsesionado por eliminar la barrera entre su vida personal y sus ficciones ha hecho de su filmografía un conjunto de metáforas sobre su propia vida.
Sus anteriores trabajos protagonizados en su mayoría por cineastas, actrices o gente del medio artístico como poetas, fotógrafos o pintores contenían en esencia lo mismo; personajes torpes en sus relaciones personales, pobremente hábiles para comunicarse, el alcohol como desinhibidor e impulsados por estímulos: mujeres o amor. Razones suficientes para que se le acuse muchas veces de rehacer una y otra vez la misma película sin entender cómo las sutiles variaciones entre cada una producen un discurso totalmente distinto.
Sang-soo ha reconocido escoger este tipo de personajes por ser los que mejor conoce y con los que más ha convivido en el medio. Por ejemplo, en su más celebrado trabajo On the beachat night alone, una actriz de nombre Younghee viaja a Hamburgo para tomarse un tiempo del trabajo tras terminar una aventura que sostenía con un hombre casado, sin embargo, las dudas la seguirán y despertarán una serie de reencuentros con amigos a su regreso a Corea. Historia que concebida y filmada en 2017 remite inmediatamente a lo que, en lo privado, Hong Sang-soo tan solo un año antes había atravesado al sostener una relación extramarital con la actriz Kim Min-hee (quien protagoniza la cinta) lo que derivaría en su divorcio.
Ahora aquí se ve decidido a quitarse tanto dentro y fuera de la pantalla del sello intelectual que los europeos han depositado en sus obras. Por fuera a través del discurso dado en la Berlinale al recibir el premio, siendo no el primero que pronuncia del tema; ya en una entrevista titulada Hong Sang-soo Know If You´re Faking it para The New Yorker con motivo de una retrospectiva de sus trabajos con Kim Min-hee en el Film Lincoln Center describió el ejercicio fílmico como un acto de sincerarse, un acto cruel pero que es primero consigo mismo.
Por eso a este desfile de individuos presuntuosamente intelectuales llega Iris, de quien ellos sacan reflexiones filosóficas de su existencia, mientras ella a través de su timo desenmascara también su fraude, el de un grupo triste e insatisfecho que prefiere hurgar significados antes que abrazar la simpleza.
Ya la madre de In-guk, la joven pareja de Iris que le cede su apartamento, replica lo mismo cuando éste tercamente le enumera sus cualidades: ¨dices que es sabía, pero ella solo es vieja¨. La pelea que ambos protagonizan deja en claro que hay una sensación exótica y de misterio que enarbola Iris frente a él y todos a su alrededor por ser una mujer extranjera y mayor.
Lo mismo ocurre, me atrevo a decir, alrededor del director coreano al que desde filosofías orientales hasta densísimas lecturas les han conferido a sus películas más allá de lo que pone en pantalla. Decidido a que el encanto caiga en la trivialidad y los accidentes, ha hecho de esta una estafadora que ante aquel hombre que la admira y se desvive en su defensa aparece como lo que es, una mujer dormida y embriagada sobre una roca en el bosque. Una mujer a la que, sin un centavo ni erudición, no ha de poder ofrecer más que el cálido empalme de ambas manos.
Este testamento que parece minimizar y simplificar su filmografía genera un efecto contrario con su director, que al no admitirse ni filósofo ni intelectual, desde la mayor de las humildades se concibe dentro y fuera de la pantalla como un hombre a veces reflexivo, a veces estafador, pero por siempre un autor decidido a reflejar desde la sinceridad de su vida la libertad de su obra.