The Holdovers: El refugio de la nostalgia
POR: JOSÉ LUIS SALAZAR
17-02-2024 16:29:02
Hace unas semanas llegó a salas de cine The Holdovers, la última película del cineasta Alexander Payne con la promesa de, en medio de un panorama cinematográfico infestado de remakes y actualizaciones de propiedades intelectuales, recuperar de los años 70´s no sus historias sino su espíritu.
Después de un largo viaje recorrido, Paul Hunham, el obstinado profesor de historia de la Academia Barton para varones, Angus Tully, un atormentado niño de familia acaudalada, y Mary Lamb, la cocinera de la misma escuela que atraviesa el duelo por la muerte de su hijo, se disponen a celebrar entre ellos la llegada del año nuevo. Llega la cuenta regresiva televisiva y de repente el nuevo año, 1971.
La novena película del director y guionista Alexander Payne no solamente se sitúa en la navidad de 1970 y el año nuevo de 1971 sino que adorna su forma de artilugios que nos transmiten la noción de que estamos viendo una película filmada en esa época. Elementos que van desde la tipografía de los títulos iniciales, los logos setenteros de Universal Pictures y la advertencia de su clasificación pero que se caen ante personajes tan claramente clasificados y contenidos que tienen más parentesco con las sitcoms americanas que con el Nuevo Cine Estadounidense en el que busca desesperadamente insertarse.
Alexander Payne se ha caracterizado a lo largo de su carrera por sus comedias de protagonistas derrotados, JimMcAllister interpretado por Matthew Broderick en Election, Warren Schmidt por Jack Nicholson en About Schmidt, Woody Grant por Bruce Dern en Nebraska y Paul Giamatticomo Miles Raymond en Sideways y Paul Hunham aquí en The Holdovers. Sin embargo, en esta pila de personajes hay más rebeldía que aquella en Hunham.
El Nuevo Cine Estadounidense de los años 70´s se caracterizó por la espontaneidad y la crudeza de sus relatos. La de un trío de motociclistas en Easy Rider que se sirven del tráfico de cocaína para financiar su viaje al festival Mardi Gras en Nueva Orleans sacrificando su vida en apaleadas y tiroteos; la de un criminal recluido por estupro en un hospital psiquiátrico en One Flew Over The Cuckoo´s Nest que altera la dinámica social del lugar al enfrentarse a una enfermera autoritaria que lo lleva a terminar lobotomizado; en la Wanda, de Barbara Loden que decide participar en un robo de banco con un hombre abusivo que acaba de conocer; o en, A Woman Under The Influence en un hombre que recluye a su mujer en una institución mental solo para reconocerse en la soledad igual de inadaptado que ella.
Cada una de las películas mencionadas destacaron por sus protagonistas asociales, violentos, problemáticos y sobre todo, impredecibles que a través de su comportamiento reflejaban una sociedad. La predictibilidad que ha tomado el cine, al menos el estadounidense, hace mucho tiempo termina moldeando esta nueva obra de Payne que sacrifica su historia por lecciones.
Payne es un seguidor de las obras de los 70´s que, si no es notorio, basta con mirar a algunas de sus elecciones de casting previas como Bruce Dern en Nebraska, un recordado por su participación en películas de Roger Corman, Sydney Pollack o Hal Ashby o Jack Nicholson en About Schmidt que además de las dos mencionadas previamente ha participado en The Last Detail, también de Ashby o en Five Easy Piecesde Bob Rafaelson; pero también sirve observar el sentido que les ha dado, pues de estos individuos y sus defectos, Payne los ha transformado en virtudes, siendo más aleccionador que subversivo.
En The Holdovers, un grupo de muchachos dejados por sus familias, tan solventes como desinteresadas por su crianza, durante las fechas navideñas quedan a cargo de Paul Hunham, un profesor tan rígido en el aula como en su vida, que somete a sus alumnos a una estricta disciplina escolar en temporada vacacional hasta que, el padre de uno de ellos llega en helicóptero a salvarlos dejando solo al estudiante Angus Tully por ser el único con padres incomunicados.
La premisa es sencilla. Personaje gruñón y estricto que esconde tras de sí un pasado tumultuoso que lo ató a esas condiciones y que en el fondo posee una inconmensurable nobleza se hace amigo de personaje buscapleitos que en realidad rehúye de un ambiente familiar hostil.
Nuestro protagonista, interpretado por Paul Giamatti de manera tan magistral que a la fecha ni director ni actor revelan lo utilizado para simular su estrabismo, aunque evoluciona y aprende a abrirse al mundo, sus convicciones y actitudes se mantienen estáticas. A una escena de un hombre vestido de Santa Claus en el bowling no puede más que venirle una explicación del profesor a su imprecisión histórica o un regalo navideño (probablemente el mejor gag del filme) revelarse como la copia de un libro como Meditaciones de Marco Aurelio. A lo que voy es que, cada momento del filme puede uno anticiparse pues sus personajes no han hecho más que reafirmarnos a lo largo del metraje cómo son y quiénes no son.
En Election hace un cuarto de siglo, Payne puso también a un profesor como protagonista, uno que no escatimaba en romper su código moral con tal de afectar a Tracy Flick, una estudiante la cual desprecia y que se postula como favorita en las elecciones estudiantiles que él tiene a cargo. Hacia su final, con el ahora ex-profesor McAllister viendo su vida arruinada tras perder a su esposa por su infidelidad y su trabajo por su sabotaje en las elecciones se encuentra después de años con Tracy mientras ella sube a una limusina con un político. Desdichado y sin nada que perder se apresura a arrojar una coca contra sus vidrios.
Aquí, Hunham en su último momento de odio y cansancio ante Hardy Woodrip, un director escolar inepto y un par de padres irresponsables, no hace más que culparse y salvar al chico de un castigo. Un Hunham del Payne de hace unas décadas no habría dudado al tener al frente la cara de la ineptitud institucional materializada o como él lo llama “cáncer de escroto convertido en persona” en romperle la nariz.
En cambio, Payne considera muy bueno al profesor para ceder ante sus instintos y entregarse al enojo, prefiere elevarlo a un sacrificado, noble e incomprendido cual RobinWilliams de la era Reagan en Dead Poets Society. Antes un mártir que un humano.
La obra de Payne no es mala, como Dead Poets Society Tampoco lo es, pero su desesperado deseo de ser el barco que conduzca la rebeldía y espontaneidad de la época setentera ausente en el cine actual ha hecho que se le vinculé con un tipo de películas muy lejano.
El personaje de Giamatti carga consigo una sabiduría en la mayor parte del filme opacada por su manera de comunicarla a sus estudiantes pero que fácilmente sale a flote en una visita al museo con el joven Tully. Aquí es donde la película se emparenta con Harold and Maude de Hal Ashby en sus personajes luminosos y que buscan ser maestros de la vida de sus alumnos, y aun así su explicación con lo que denominan como “pornografía precolonial” es apenas un rasguño al atrevimiento de Ashby de la ambigüedad de la relación entre una sexagenaria y un adolescente en aquella película.
Entonces si es que me gustó ¿por qué iniciar el texto haciendo ver sus flaquezas? Porque veo en esas mismas sus fortalezas.
Ya me quedó claro que pese a los intentos The Holdovers no es una película setentera, no por ello no apela a la nostalgia de aquella época. Esa nostalgia les ha nublado el juicio a muchos de ver sus sutiles actualizaciones, pues a diferencia de su falsa hermana Dead Poets Society de Peter Weir hay más que decirles a los alumnos que frases motivaciones para afrontar la vida, también recalca que si la situación del mundo está así es en parte su culpa, que de sus flacos salarios ellos son responsables. Un diálogo clave lo dice: “Los hombres de Barton no van a Vietnam, excepto Curtis Lamb”. El fallecido hijo de la cocinera Mary quien se enlistó buscando conseguir una beca universitaria.
“La vida es como la escalera de un gallinero, corta y llena de mierda”. Y para algunos es más larga y menos sucia que la de otros.
¿Qué otra película habría de romper el espíritu navideño con la cuestión de clase? Los pobres nos cruzamos apenas para las limosnas y las lecciones de humildad del pequeño KevinMcAllister.
Si ahora miran con nostalgia a los 70´s con esta película es porque poco recuerdan que Vietnam, al menos en el cine estadounidense más difundido, representaba honor y honra y no falsas promesas y estudiantes bajo tierra, o que la navidad para nosotros, los asalariados, es la de comida congelada y horarios de trabajo nocturnos.
La nostalgia es un refugio que nos protege del ahora y del cambio. En un cine que se ha volcado a los presupuestos de 200 millones y fantasías supremacistas de superhombres, digo, adaptaciones de comics, entiendo el porqué de las ganas de mirar al cine de los 70´s. Una nostalgia pura, no como la que alimenta a quienes piden Ghostbusters 4 o liveaction de Pocahontas ni la que exclama menos LGBT en las calles y por poco, negros en jaulas.
Es la nostalgia de quien cree que el cine aún puede arriesgarse y provocar, no acostumbrarnos a la propaganda y la regurgitación monotemática perpetua.
The Holdovers no es una película setentera y por el tipo de película que es doy gracias que no lo sea.
Hace unas semanas llegó a salas de cine The Holdovers, la última película del cineasta Alexander Payne con la promesa de, en medio de un panorama cinematográfico infestado de remakes y actualizaciones de propiedades intelectuales, recuperar de los años 70´s no sus historias sino su espíritu.
Después de un largo viaje recorrido, Paul Hunham, el obstinado profesor de historia de la Academia Barton para varones, Angus Tully, un atormentado niño de familia acaudalada, y Mary Lamb, la cocinera de la misma escuela que atraviesa el duelo por la muerte de su hijo, se disponen a celebrar entre ellos la llegada del año nuevo. Llega la cuenta regresiva televisiva y de repente el nuevo año, 1971.
La novena película del director y guionista Alexander Payne no solamente se sitúa en la navidad de 1970 y el año nuevo de 1971 sino que adorna su forma de artilugios que nos transmiten la noción de que estamos viendo una película filmada en esa época. Elementos que van desde la tipografía de los títulos iniciales, los logos setenteros de Universal Pictures y la advertencia de su clasificación pero que se caen ante personajes tan claramente clasificados y contenidos que tienen más parentesco con las sitcoms americanas que con el Nuevo Cine Estadounidense en el que busca desesperadamente insertarse.
Alexander Payne se ha caracterizado a lo largo de su carrera por sus comedias de protagonistas derrotados, JimMcAllister interpretado por Matthew Broderick en Election, Warren Schmidt por Jack Nicholson en About Schmidt, Woody Grant por Bruce Dern en Nebraska y Paul Giamatticomo Miles Raymond en Sideways y Paul Hunham aquí en The Holdovers. Sin embargo, en esta pila de personajes hay más rebeldía que aquella en Hunham.
El Nuevo Cine Estadounidense de los años 70´s se caracterizó por la espontaneidad y la crudeza de sus relatos. La de un trío de motociclistas en Easy Rider que se sirven del tráfico de cocaína para financiar su viaje al festival Mardi Gras en Nueva Orleans sacrificando su vida en apaleadas y tiroteos; la de un criminal recluido por estupro en un hospital psiquiátrico en One Flew Over The Cuckoo´s Nest que altera la dinámica social del lugar al enfrentarse a una enfermera autoritaria que lo lleva a terminar lobotomizado; en la Wanda, de Barbara Loden que decide participar en un robo de banco con un hombre abusivo que acaba de conocer; o en, A Woman Under The Influence en un hombre que recluye a su mujer en una institución mental solo para reconocerse en la soledad igual de inadaptado que ella.
Cada una de las películas mencionadas destacaron por sus protagonistas asociales, violentos, problemáticos y sobre todo, impredecibles que a través de su comportamiento reflejaban una sociedad. La predictibilidad que ha tomado el cine, al menos el estadounidense, hace mucho tiempo termina moldeando esta nueva obra de Payne que sacrifica su historia por lecciones.
Payne es un seguidor de las obras de los 70´s que, si no es notorio, basta con mirar a algunas de sus elecciones de casting previas como Bruce Dern en Nebraska, un recordado por su participación en películas de Roger Corman, Sydney Pollack o Hal Ashby o Jack Nicholson en About Schmidt que además de las dos mencionadas previamente ha participado en The Last Detail, también de Ashby o en Five Easy Piecesde Bob Rafaelson; pero también sirve observar el sentido que les ha dado, pues de estos individuos y sus defectos, Payne los ha transformado en virtudes, siendo más aleccionador que subversivo.
En The Holdovers, un grupo de muchachos dejados por sus familias, tan solventes como desinteresadas por su crianza, durante las fechas navideñas quedan a cargo de Paul Hunham, un profesor tan rígido en el aula como en su vida, que somete a sus alumnos a una estricta disciplina escolar en temporada vacacional hasta que, el padre de uno de ellos llega en helicóptero a salvarlos dejando solo al estudiante Angus Tully por ser el único con padres incomunicados.
La premisa es sencilla. Personaje gruñón y estricto que esconde tras de sí un pasado tumultuoso que lo ató a esas condiciones y que en el fondo posee una inconmensurable nobleza se hace amigo de personaje buscapleitos que en realidad rehúye de un ambiente familiar hostil.
Nuestro protagonista, interpretado por Paul Giamatti de manera tan magistral que a la fecha ni director ni actor revelan lo utilizado para simular su estrabismo, aunque evoluciona y aprende a abrirse al mundo, sus convicciones y actitudes se mantienen estáticas. A una escena de un hombre vestido de Santa Claus en el bowling no puede más que venirle una explicación del profesor a su imprecisión histórica o un regalo navideño (probablemente el mejor gag del filme) revelarse como la copia de un libro como Meditaciones de Marco Aurelio. A lo que voy es que, cada momento del filme puede uno anticiparse pues sus personajes no han hecho más que reafirmarnos a lo largo del metraje cómo son y quiénes no son.
En Election hace un cuarto de siglo, Payne puso también a un profesor como protagonista, uno que no escatimaba en romper su código moral con tal de afectar a Tracy Flick, una estudiante la cual desprecia y que se postula como favorita en las elecciones estudiantiles que él tiene a cargo. Hacia su final, con el ahora ex-profesor McAllister viendo su vida arruinada tras perder a su esposa por su infidelidad y su trabajo por su sabotaje en las elecciones se encuentra después de años con Tracy mientras ella sube a una limusina con un político. Desdichado y sin nada que perder se apresura a arrojar una coca contra sus vidrios.
Aquí, Hunham en su último momento de odio y cansancio ante Hardy Woodrip, un director escolar inepto y un par de padres irresponsables, no hace más que culparse y salvar al chico de un castigo. Un Hunham del Payne de hace unas décadas no habría dudado al tener al frente la cara de la ineptitud institucional materializada o como él lo llama “cáncer de escroto convertido en persona” en romperle la nariz.
En cambio, Payne considera muy bueno al profesor para ceder ante sus instintos y entregarse al enojo, prefiere elevarlo a un sacrificado, noble e incomprendido cual RobinWilliams de la era Reagan en Dead Poets Society. Antes un mártir que un humano.
La obra de Payne no es mala, como Dead Poets Society Tampoco lo es, pero su desesperado deseo de ser el barco que conduzca la rebeldía y espontaneidad de la época setentera ausente en el cine actual ha hecho que se le vinculé con un tipo de películas muy lejano.
El personaje de Giamatti carga consigo una sabiduría en la mayor parte del filme opacada por su manera de comunicarla a sus estudiantes pero que fácilmente sale a flote en una visita al museo con el joven Tully. Aquí es donde la película se emparenta con Harold and Maude de Hal Ashby en sus personajes luminosos y que buscan ser maestros de la vida de sus alumnos, y aun así su explicación con lo que denominan como “pornografía precolonial” es apenas un rasguño al atrevimiento de Ashby de la ambigüedad de la relación entre una sexagenaria y un adolescente en aquella película.
Entonces si es que me gustó ¿por qué iniciar el texto haciendo ver sus flaquezas? Porque veo en esas mismas sus fortalezas.
Ya me quedó claro que pese a los intentos The Holdovers no es una película setentera, no por ello no apela a la nostalgia de aquella época. Esa nostalgia les ha nublado el juicio a muchos de ver sus sutiles actualizaciones, pues a diferencia de su falsa hermana Dead Poets Society de Peter Weir hay más que decirles a los alumnos que frases motivaciones para afrontar la vida, también recalca que si la situación del mundo está así es en parte su culpa, que de sus flacos salarios ellos son responsables. Un diálogo clave lo dice: “Los hombres de Barton no van a Vietnam, excepto Curtis Lamb”. El fallecido hijo de la cocinera Mary quien se enlistó buscando conseguir una beca universitaria.
“La vida es como la escalera de un gallinero, corta y llena de mierda”. Y para algunos es más larga y menos sucia que la de otros.
¿Qué otra película habría de romper el espíritu navideño con la cuestión de clase? Los pobres nos cruzamos apenas para las limosnas y las lecciones de humildad del pequeño KevinMcAllister.
Si ahora miran con nostalgia a los 70´s con esta película es porque poco recuerdan que Vietnam, al menos en el cine estadounidense más difundido, representaba honor y honra y no falsas promesas y estudiantes bajo tierra, o que la navidad para nosotros, los asalariados, es la de comida congelada y horarios de trabajo nocturnos.
La nostalgia es un refugio que nos protege del ahora y del cambio. En un cine que se ha volcado a los presupuestos de 200 millones y fantasías supremacistas de superhombres, digo, adaptaciones de comics, entiendo el porqué de las ganas de mirar al cine de los 70´s. Una nostalgia pura, no como la que alimenta a quienes piden Ghostbusters 4 o liveaction de Pocahontas ni la que exclama menos LGBT en las calles y por poco, negros en jaulas.
Es la nostalgia de quien cree que el cine aún puede arriesgarse y provocar, no acostumbrarnos a la propaganda y la regurgitación monotemática perpetua.
The Holdovers no es una película setentera y por el tipo de película que es doy gracias que no lo sea.