Wild Diamond: La sobreexposición como forma de terror
POR: JOSÉ LUIS SALAZAR
26-09-2024 15:34:53
Wild Diamond, película inaugural del 20º Festival Internacional de Cine de Monterrey es el debut de la directora Agathe Riedinger, quien con un drama social intenta plasmar la difícil vida de una joven de los barrios más marginados del país persiguiendo su sueño de volverse una influencer de TikTok, sin embargo, más que en su discurso, la cámara y encuadres esconden los prejuicios contra el sector poblacional que representan y que apenas sale a buen término gracias a su protagonista.
Liane es una joven de 19 años que vive con su madre y su hermana menor de quien se hace cargo, gracias a las conversaciones que tiene con ella nos damos cuenta de la mayor parte de su vida; los gastos se comparten entre ambas por lo que Liane para usar vestidos y accesorios ha robado varias veces, su madre entra y sale de relaciones vulnerando su casa y a sus hijas, la joven ha acumulado más de 10 mil seguidores gracias a los bailes que hace en TikTok y aspira a convertirse en una influencer en la red social.
En el espacio virtual como el cotidiano Liane está a merced del acoso y la violencia sexual, ya sea recibiendo nudes no solicitadas o con hombres que le gritan y piropean en las calles. Sin embargo, la directora y el fotógrafo Noé Bach, hacen poco por aminorar o empatizar con la situación pues cada escena es filmada desde un punto de vista voyeurista. Por ejemplo, cuando Liane camina por las calles y es acosada la cámara se posiciona detrás de ella en todo momento o cuando se cambia de ropa desde la esquina de un cuarto como un visitante que espía desde la puerta entreabierta.
Esta posición contrasta con el trabajo que la actriz debutante Malou Khebizi hace con su personaje que, lejos de trivializarlo, le otorga importancia real a sus miedos, preocupaciones e intereses.
La joven se esperanza al ser contactada por una agencia para ser incluida en un reality show; durante el casting se le cuestiona varias veces si estará dispuesta a convivir y tener romances para subir la audiencia, sin embargo, ella duda en varios momentos y determinante contesta ¨son unos cerdos, tratan muy mal a las mujeres¨ cuando se le pide sus impresiones de dos participantes del reality con lo que se busca que conviva. El trabajo de la actriz hace que el cuestionario se sienta genuino pese a la elección del encuadre que la tiene en todo momento de cuerpo completo en ropa interior y el movimiento de la cámara que la recorre de arriba abajo.
Este problema se repite en muchas escenas en donde la actriz gestual y emocionalmente realiza su mejor trabajo, pero la cámara no deja de bajar a sus nalgas o a sus pechos. Abrazando un discurso que busca visibilizar la violencia y marginación de estos barrios la cámara entorpece y contradice las intenciones de su directora pues incluso sabiendo y declarando en distintas ocasiones su protagonista que se acaba de operar los pechos o lo lastimado de sus pies por usar tacones, la cámara regresa constantemente a sus pies cada vez más sangrantes y a sus pechos, queriendo asombrarnos o asustarnos.
En la larga lista de dramas sociales que la última década han tratado de visibilizar la violencia y precariedad, la mirada no se limita a la cámara sino también a lo que ponen en ella, Fish Tank, American Honey, My Brother Taught Me, Wasp o Nebraska han destacado no solo por la mirada empática a sus protagonistas sino porque las distintas problemáticas son filmadas de la misma manera levantando cámara y apuntando a sus rostros. No buscando la desgracia ni la nobleza sino la humanidad de quien llora, ríe y sueña con algo mejor.
En Wild Diamond, Riedinger abandera la misma causa, pero es traicionada por una cámara que busca que miremos su cuerpo, no sabemos si porque lo juzga, si le aterra o lo desea. Pero cualquiera de estas tres reduce a su protagonista a lo que el resto de los hombres que la acosan, las redes sociales le exigen y directoras de castings le solicitan, un cuerpo sin alma. Hacia su final lo que Riedinger pudo dejar en tragedia, Khebizi convierte en esperanza porque de una película que solo le apunta al cuerpo, prácticamente Liane tiene que plantársele para que se le vea la cara.
Wild Diamond, película inaugural del 20º Festival Internacional de Cine de Monterrey es el debut de la directora Agathe Riedinger, quien con un drama social intenta plasmar la difícil vida de una joven de los barrios más marginados del país persiguiendo su sueño de volverse una influencer de TikTok, sin embargo, más que en su discurso, la cámara y encuadres esconden los prejuicios contra el sector poblacional que representan y que apenas sale a buen término gracias a su protagonista.
Liane es una joven de 19 años que vive con su madre y su hermana menor de quien se hace cargo, gracias a las conversaciones que tiene con ella nos damos cuenta de la mayor parte de su vida; los gastos se comparten entre ambas por lo que Liane para usar vestidos y accesorios ha robado varias veces, su madre entra y sale de relaciones vulnerando su casa y a sus hijas, la joven ha acumulado más de 10 mil seguidores gracias a los bailes que hace en TikTok y aspira a convertirse en una influencer en la red social.
En el espacio virtual como el cotidiano Liane está a merced del acoso y la violencia sexual, ya sea recibiendo nudes no solicitadas o con hombres que le gritan y piropean en las calles. Sin embargo, la directora y el fotógrafo Noé Bach, hacen poco por aminorar o empatizar con la situación pues cada escena es filmada desde un punto de vista voyeurista. Por ejemplo, cuando Liane camina por las calles y es acosada la cámara se posiciona detrás de ella en todo momento o cuando se cambia de ropa desde la esquina de un cuarto como un visitante que espía desde la puerta entreabierta.
Esta posición contrasta con el trabajo que la actriz debutante Malou Khebizi hace con su personaje que, lejos de trivializarlo, le otorga importancia real a sus miedos, preocupaciones e intereses.
La joven se esperanza al ser contactada por una agencia para ser incluida en un reality show; durante el casting se le cuestiona varias veces si estará dispuesta a convivir y tener romances para subir la audiencia, sin embargo, ella duda en varios momentos y determinante contesta ¨son unos cerdos, tratan muy mal a las mujeres¨ cuando se le pide sus impresiones de dos participantes del reality con lo que se busca que conviva. El trabajo de la actriz hace que el cuestionario se sienta genuino pese a la elección del encuadre que la tiene en todo momento de cuerpo completo en ropa interior y el movimiento de la cámara que la recorre de arriba abajo.
Este problema se repite en muchas escenas en donde la actriz gestual y emocionalmente realiza su mejor trabajo, pero la cámara no deja de bajar a sus nalgas o a sus pechos. Abrazando un discurso que busca visibilizar la violencia y marginación de estos barrios la cámara entorpece y contradice las intenciones de su directora pues incluso sabiendo y declarando en distintas ocasiones su protagonista que se acaba de operar los pechos o lo lastimado de sus pies por usar tacones, la cámara regresa constantemente a sus pies cada vez más sangrantes y a sus pechos, queriendo asombrarnos o asustarnos.
En la larga lista de dramas sociales que la última década han tratado de visibilizar la violencia y precariedad, la mirada no se limita a la cámara sino también a lo que ponen en ella, Fish Tank, American Honey, My Brother Taught Me, Wasp o Nebraska han destacado no solo por la mirada empática a sus protagonistas sino porque las distintas problemáticas son filmadas de la misma manera levantando cámara y apuntando a sus rostros. No buscando la desgracia ni la nobleza sino la humanidad de quien llora, ríe y sueña con algo mejor.
En Wild Diamond, Riedinger abandera la misma causa, pero es traicionada por una cámara que busca que miremos su cuerpo, no sabemos si porque lo juzga, si le aterra o lo desea. Pero cualquiera de estas tres reduce a su protagonista a lo que el resto de los hombres que la acosan, las redes sociales le exigen y directoras de castings le solicitan, un cuerpo sin alma. Hacia su final lo que Riedinger pudo dejar en tragedia, Khebizi convierte en esperanza porque de una película que solo le apunta al cuerpo, prácticamente Liane tiene que plantársele para que se le vea la cara.