La mesita del comedor: lo más sencillo puede ser lo más grandioso
POR: FERNANDA LOZADA
12-01-2024 13:35:06
La mesita del comedor, película del español Caye Casas, es una propuesta interesante en todos los aspectos que la conforman pero sobre todo es una “pasada” (como dirían los españoles) de guion, muestra perfecta de que menos es más y que lo sencillo puede ser grandioso.
Esta cinta, que resulta un comercial de noventa minutos muy poco afortunado para IKEA, se cataloga como una comedia negra y un thriller de terror, una mezcla de géneros que si bien hemos visto antes, La mesita del comedor decide extrapolar y llevar a sus últimas consecuencias para cubrir realmente lo que estas clasificaciones abarcan y es que su propio director advierte y cito, “al cine uno va a disfrutar pero ustedes han venido a sufrir, a pasarla mal por noventa minutos…”.
El gran acierto de inicio es definitivamente el guion, es la muestra perfecta de que menos es más, que lo sencillo puede ser grandioso. Muchos podrían encontrar un problema en el dilema clásico sobre los límites entre el teatro y el cine, ejemplo lo que hizo Aronofsky con The Whale porque La mesita del comedor juega con una fórmula similar en su núcleo, tenemos una anécdota central de la cuál se desarrolla toda la película, la elipsis temporal es más cercana al tiempo real, hay escasos dos escenarios y pocos personajes pero el éxito del producto filmicamente hablando es solo un reflejo de lo bien escrita que está.
Podríamos decir que uno de los defectos de La mesita del comedor es que le sobran varios minutos de metraje a la película, hay varias secuencias innecesarias y otras demasiado largas pese a que sabemos que para construir la tensión al estilo del ejemplo clásico de Hitchcock (sobre la bomba debajo de la mesa cuya existencia es conocida por el espectador pero no por los personajes) se debe uno tomar su tiempo, pero aquí de pronto se consigue el efecto contrario pues comienza a disiparse la tensión que se había conseguido al tratar de alargar este efecto demás; otros muchos consideran también que un punto en contra es la sobremusicalización y, es que, sí, el filme está casi en su totalidad musicalizado pero en realidad no es algo que impida el protagonismo de la narrativa, al contrario, esta vez el soundtrack resulta una herramienta buenísima para la progresión y para establecer el tono de la historia, definitivamente en este caso la banda sonora (por cierto a cargo y magistralmente realizada por Bambikina) aporta un toque muy especial y característico al resultado final.
Y, justo hablando del tono, es algo que sí o sí se debe mencionar porque es la base de la película, si éste no estuviera tan definidido todo se hubiera caído, la dirección de los actores y el trabajo actoral en sí recaen totalmente en la convención de la diégesis, vaya, como espectador le compras totalmente a todos los involucrados que por noventa minutos formas parte de esa realidad tan exagerada, tan ficcionada (en el aspecto en que de pronto hayamos situaciones o reacciones muy casualmente funcionales para la trama), tan dramáticamente cinematográfica.
La mesita del comedor no es para todo público, incluso aquellos que gustamos de estas obras podríamos reír incómodamente y cuestionar nuestra propia moralidad, juicio y sanidad mental pero es justo a eso a lo que vamos. El director consigue tanto el humor negro que anuncia (y de los tonos de negro más oscuros del cine español) como las risas cuestionables pero honestas, genera sin problema la tensión característica del thriller, te tiene al borde de la butaca y tapándote la boca con ambas manos, ofrece silencios incómodos y por qué no, también varios aspectos del terror, conjuntando todo y para acabarla cerrando con broche de oro de la mano de una catarsis que explota (como la bomba antes referida de Hitchcock) de toda esa maraña de embrollos que crece como bola de nieve.
La mesita del comedor ya está disponible en salas mexicanas y te aseguro dos cosas: uno, vale la pena ir a verla y dos, después de haberlo hecho no vas a querer comprar mesitas de centro con diseño sueco (perdón IKEA pero desbloquearon un trauma que no tenía).
La mesita del comedor, película del español Caye Casas, es una propuesta interesante en todos los aspectos que la conforman pero sobre todo es una “pasada” (como dirían los españoles) de guion, muestra perfecta de que menos es más y que lo sencillo puede ser grandioso.
Esta cinta, que resulta un comercial de noventa minutos muy poco afortunado para IKEA, se cataloga como una comedia negra y un thriller de terror, una mezcla de géneros que si bien hemos visto antes, La mesita del comedor decide extrapolar y llevar a sus últimas consecuencias para cubrir realmente lo que estas clasificaciones abarcan y es que su propio director advierte y cito, “al cine uno va a disfrutar pero ustedes han venido a sufrir, a pasarla mal por noventa minutos…”.
El gran acierto de inicio es definitivamente el guion, es la muestra perfecta de que menos es más, que lo sencillo puede ser grandioso. Muchos podrían encontrar un problema en el dilema clásico sobre los límites entre el teatro y el cine, ejemplo lo que hizo Aronofsky con The Whale porque La mesita del comedor juega con una fórmula similar en su núcleo, tenemos una anécdota central de la cuál se desarrolla toda la película, la elipsis temporal es más cercana al tiempo real, hay escasos dos escenarios y pocos personajes pero el éxito del producto filmicamente hablando es solo un reflejo de lo bien escrita que está.
Podríamos decir que uno de los defectos de La mesita del comedor es que le sobran varios minutos de metraje a la película, hay varias secuencias innecesarias y otras demasiado largas pese a que sabemos que para construir la tensión al estilo del ejemplo clásico de Hitchcock (sobre la bomba debajo de la mesa cuya existencia es conocida por el espectador pero no por los personajes) se debe uno tomar su tiempo, pero aquí de pronto se consigue el efecto contrario pues comienza a disiparse la tensión que se había conseguido al tratar de alargar este efecto demás; otros muchos consideran también que un punto en contra es la sobremusicalización y, es que, sí, el filme está casi en su totalidad musicalizado pero en realidad no es algo que impida el protagonismo de la narrativa, al contrario, esta vez el soundtrack resulta una herramienta buenísima para la progresión y para establecer el tono de la historia, definitivamente en este caso la banda sonora (por cierto a cargo y magistralmente realizada por Bambikina) aporta un toque muy especial y característico al resultado final.
Y, justo hablando del tono, es algo que sí o sí se debe mencionar porque es la base de la película, si éste no estuviera tan definidido todo se hubiera caído, la dirección de los actores y el trabajo actoral en sí recaen totalmente en la convención de la diégesis, vaya, como espectador le compras totalmente a todos los involucrados que por noventa minutos formas parte de esa realidad tan exagerada, tan ficcionada (en el aspecto en que de pronto hayamos situaciones o reacciones muy casualmente funcionales para la trama), tan dramáticamente cinematográfica.
La mesita del comedor no es para todo público, incluso aquellos que gustamos de estas obras podríamos reír incómodamente y cuestionar nuestra propia moralidad, juicio y sanidad mental pero es justo a eso a lo que vamos. El director consigue tanto el humor negro que anuncia (y de los tonos de negro más oscuros del cine español) como las risas cuestionables pero honestas, genera sin problema la tensión característica del thriller, te tiene al borde de la butaca y tapándote la boca con ambas manos, ofrece silencios incómodos y por qué no, también varios aspectos del terror, conjuntando todo y para acabarla cerrando con broche de oro de la mano de una catarsis que explota (como la bomba antes referida de Hitchcock) de toda esa maraña de embrollos que crece como bola de nieve.
La mesita del comedor ya está disponible en salas mexicanas y te aseguro dos cosas: uno, vale la pena ir a verla y dos, después de haberlo hecho no vas a querer comprar mesitas de centro con diseño sueco (perdón IKEA pero desbloquearon un trauma que no tenía).