The Lost Daughter: el lado oscuro de la maternidad
POR: ORIANNA PAZ
15-01-2022 16:30:48
Qué grato, sorprendente y afortunado debut de Maggie Gyllenhaal en la dirección es The Lost Daughter o La hija oscura, un filme demoledor acerca de lo compleja y dura que es la maternidad, que deja al espectador casi tan devastado como su protagonista, Leda Caruso, interpretada por la sobresaliente Olivia Colman (La Favorita / The Crown), quien ofrece aquí de nueva cuenta una actuación brillante.
Leda, es una profesora de literatura en sus casi 50, que decide ir a vacacionar a un pequeño pueblo costero de Grecia, donde tendrá un encuentro con una joven madre, encarnada con solidez por Dakota Johnson, quien producirá en ella un huracán de emociones acerca de su propia y tempestiva maternidad. Y digo tempestiva, porque lo más notable de esta película es que da voz a ese otro lado de la maternidad, el lado oscuro, en el que muchas mujeres se sienten atrapadas, asfixiadas y completamente subyugadas por sus hijos y sus parejas, hombres que casi siempre están ausentes y dejan sobre sus hombros toda la carga del cuidado de los pequeños.
Parece que tu obligación como mujer y madre es estar disponible las 24 horas para tus hijos, cumplir todos sus deseos, dedicarte en cuerpo y alma a ellos sin tener derecho a una vida propia, a tu realización personal.
Mientras Leda se acerca cada vez más a Nina (Johnson), que tiene que lidiar con los caprichos de su pequeña hija, la violencia de su esposo, la presión y el excesivo control de su hermana y toda su parentela, Leda comienza a recordar su propio viacrucis. A través de flashbacks, Gyllenhaal nos introduce en la vida de la joven y exhausta Leda (interpretada también con gran sentimiento por Jessie Buckley), madre de dos niñas de alrededor de 6 y 4 años y prometedora profesora y catedrática de literatura, que intenta compaginar su ajetreada vida como madre y como docente.
Y es cierto, tampoco es algo que no hayamos visto antes, pero siempre desde el punto de vista del sacrificio de las mujeres, en su rol social de madres abnegadas que tienen que ser madre coraje y apechugar con todo, y no como se plantea aquí, como una mujer joven que ama a sus hijas pero que también está pidiendo a gritos un espacio para sí misma, para su desarrollo interior, para simplemente poder respirar y que por lo mismo terminará pagando un alto precio que la perseguirá toda su vida.
The Lost Daughter es una de esas películas que invita a la discusión, a la reflexión, al intercambio de puntos de vista y que como espectador te sacude dentro y te siembra muchas preguntas. Estamos antes una película de instantes, de momentos que aborda el tema sin concesiones y sin juzgar al personaje, todo ello a través de una mirada íntima, cercana, realista y profundamente honesta.
Basada en la novela homónima de la italiana Elena Ferrante, Gyllenhaal, que obtuvo el Premio al Mejor Guion en la Mostra de Venecia de 2021, realiza aquí una adaptación muy bien lograda que destaca tanto por su narrativa pausada con especial atención en los pequeños detalles, así como en el interior de cada personaje y sus claroscuros.
Por otra parte, el elenco es simplemente espectacular. Olivia Colman vuelve a brindarnos una actuación memorable, en esta ocasión como una mujer contenida y solitaria que está al borde del colapso. Su habilidad para transmitir el tumultuoso interior de la protagonista es simplemente pasmosa. Dakota Johnson, entrega también una buena interpretación como el espejo en el que se mira Colman, asfixiada y abrumada por su pequeña hija y su familia y ni qué decir de Jessie Buckley, quien en verdad nos hace sentir esa desesperación, ese cansancio, ese hartazgo y esas ganas de querer abandonarlo todo y ser libre, ser un individuo, una persona, no una madre o una esposa que vive para los demás y en función de ellos.
Cabe destacar incluso la pequeña pero sustanciosa participación de Ed Harris, y esa sensación permanente de hostilidad contenida, a punto de explotar a la menor provocación, en un aparentemente tranquilo retiro de vacaciones que es un nido de violencia pasiva-agresiva, lo que dota a la historia de un aire aún más inquietante.
¡Bravo! por Gyllenhaal por poner el dedo en la llaga sobre un tema que debe discutirse, con libertad, sin miedo a derrocar los roles establecidos y los cánones sociales y arcaicos.
Qué grato, sorprendente y afortunado debut de Maggie Gyllenhaal en la dirección es The Lost Daughter o La hija oscura, un filme demoledor acerca de lo compleja y dura que es la maternidad, que deja al espectador casi tan devastado como su protagonista, Leda Caruso, interpretada por la sobresaliente Olivia Colman (La Favorita / The Crown), quien ofrece aquí de nueva cuenta una actuación brillante.
Leda, es una profesora de literatura en sus casi 50, que decide ir a vacacionar a un pequeño pueblo costero de Grecia, donde tendrá un encuentro con una joven madre, encarnada con solidez por Dakota Johnson, quien producirá en ella un huracán de emociones acerca de su propia y tempestiva maternidad. Y digo tempestiva, porque lo más notable de esta película es que da voz a ese otro lado de la maternidad, el lado oscuro, en el que muchas mujeres se sienten atrapadas, asfixiadas y completamente subyugadas por sus hijos y sus parejas, hombres que casi siempre están ausentes y dejan sobre sus hombros toda la carga del cuidado de los pequeños.
Parece que tu obligación como mujer y madre es estar disponible las 24 horas para tus hijos, cumplir todos sus deseos, dedicarte en cuerpo y alma a ellos sin tener derecho a una vida propia, a tu realización personal.
Mientras Leda se acerca cada vez más a Nina (Johnson), que tiene que lidiar con los caprichos de su pequeña hija, la violencia de su esposo, la presión y el excesivo control de su hermana y toda su parentela, Leda comienza a recordar su propio viacrucis. A través de flashbacks, Gyllenhaal nos introduce en la vida de la joven y exhausta Leda (interpretada también con gran sentimiento por Jessie Buckley), madre de dos niñas de alrededor de 6 y 4 años y prometedora profesora y catedrática de literatura, que intenta compaginar su ajetreada vida como madre y como docente.
Y es cierto, tampoco es algo que no hayamos visto antes, pero siempre desde el punto de vista del sacrificio de las mujeres, en su rol social de madres abnegadas que tienen que ser madre coraje y apechugar con todo, y no como se plantea aquí, como una mujer joven que ama a sus hijas pero que también está pidiendo a gritos un espacio para sí misma, para su desarrollo interior, para simplemente poder respirar y que por lo mismo terminará pagando un alto precio que la perseguirá toda su vida.
The Lost Daughter es una de esas películas que invita a la discusión, a la reflexión, al intercambio de puntos de vista y que como espectador te sacude dentro y te siembra muchas preguntas. Estamos antes una película de instantes, de momentos que aborda el tema sin concesiones y sin juzgar al personaje, todo ello a través de una mirada íntima, cercana, realista y profundamente honesta.
Basada en la novela homónima de la italiana Elena Ferrante, Gyllenhaal, que obtuvo el Premio al Mejor Guion en la Mostra de Venecia de 2021, realiza aquí una adaptación muy bien lograda que destaca tanto por su narrativa pausada con especial atención en los pequeños detalles, así como en el interior de cada personaje y sus claroscuros.
Por otra parte, el elenco es simplemente espectacular. Olivia Colman vuelve a brindarnos una actuación memorable, en esta ocasión como una mujer contenida y solitaria que está al borde del colapso. Su habilidad para transmitir el tumultuoso interior de la protagonista es simplemente pasmosa. Dakota Johnson, entrega también una buena interpretación como el espejo en el que se mira Colman, asfixiada y abrumada por su pequeña hija y su familia y ni qué decir de Jessie Buckley, quien en verdad nos hace sentir esa desesperación, ese cansancio, ese hartazgo y esas ganas de querer abandonarlo todo y ser libre, ser un individuo, una persona, no una madre o una esposa que vive para los demás y en función de ellos.
Cabe destacar incluso la pequeña pero sustanciosa participación de Ed Harris, y esa sensación permanente de hostilidad contenida, a punto de explotar a la menor provocación, en un aparentemente tranquilo retiro de vacaciones que es un nido de violencia pasiva-agresiva, lo que dota a la historia de un aire aún más inquietante.
¡Bravo! por Gyllenhaal por poner el dedo en la llaga sobre un tema que debe discutirse, con libertad, sin miedo a derrocar los roles establecidos y los cánones sociales y arcaicos.