El Depredador. Mucha acción y chistes… cero historia y sustancia
POR: FCO. JAVIER QUINTANAR
24-09-2018 20:32:02
Sin duda, la letal raza espacial conocida comúnmente como Depredador (Predator en inglés) ocupa un lugar especial en el bestiario del cine fantástico, del cual incluso ha trascendido volviéndose objeto central de comics, novelas, videojuegos y de una variada parafernalia dentro de la cultura pop.
Desde su debut en el filme homónimo de 1987 dirigido por John McTiernan, donde ponía en jaque a un comando especial capitaneado por el experimentado Dutch (un fortachón Arnold Schwarzenegge r en su mejor momento), el alienígena se ganó el corazón del espectador y su efigie y grito de guerra se volvieron inconfundibles dentro y fuera del séptimo arte.
Sin embargo, a la par de que su fama en la cultura popular iba en aumento, su carrera en el ámbito cinematográfico experimentó más bien un cuesta abajo: tras una secuela realizada en 1990 por Stephen Hopkins, donde la criatura pasa de la jungla centroamericana a otra de asfalto, escenificada en un convulso y noventero Los Angeles, de pronto el Depredador se desvanece del cine, hasta el año del 2004 en que es reunido para la primera de dos entregas en donde enfrenta a su Némesis mas mortal, en Alien vs. Depredador, y su secuela tres años después, las cuales tuvieron un relativo éxito de taquilla, pero con la crítica no les fue muy bien.
En 2010, al cineasta Nimród Antal se le asigna la responsabilidad de revivir la franquicia con Depredadores, la cual también obtiene buenos números en cartelera, y críticas desiguales. Y es hasta este 2018 que se decide retomar la franquicia, esta vez con Shane Black en la silla del director. Como dato de trivia: Black aparece en la primera película de Depredador, interpretando el papel de Hawkins.
La anécdota sobre la cual Black edifica su filme parte de lo siguiente: A la tierra llega una nave espacial tripulada por una de las criaturas de marras, la cual parece venir huyendo de otro de sus semejantes. Al entrar a la atmósfera terrestre, decide abandonar su nave a bordo de una cápsula de escape, con tan mala suerte que cae justo a la mitad de un operativo militar secreto dirigido por Quinn McKenna (Boyd Holbrook) el cual, entre la confusión desatada por la intempestiva llegada del visitante estelar, se apropia de su casco, de uno de sus brazaletes y de uno de sus dispositivos de invisibilidad, y se las ingenia para sacar los dos primeros de la selva enviándoselos por correo (¡!) en lo que logra eludir las pesquisas llevadas a cabo por un equipo especial capitaneado por su sujeto de nombre Traeger (Sterling K. Brown), quien a su vez recluta a la doctora Casey Bracket (Olivia Munn) para que les ayude en las investigaciones posteriores, cuando logran atrapar y poner en cautiverio al extraterrestre en cuestión. Al mismo tiempo, Rory McKenna, el hijo de Quinn quien padece un tipo de autismo y tiene una habilidad innata para descifrar y aprender lenguajes, recibe por error el paquete que su padre se envió a sí mismo, y al sacar su contenido, accidentalmente activa una señal que revela la ubicación del equipo al perseguidor del Depredador, quien resulta ser otro ejemplar de su especie, genéticamente mejorado, el cual necesita ubicar al fugitivo y hacerse cargo de algo que ocultó en la nave, y que es importante para ellos.
De esa manera, inicia no una, sino tres carreras contra reloj: por un lado la pugna de los Depredadores (perseguidor y perseguido) por la nave y el objeto en cuestión, y por otro lado la de Quinn quien se percata de lo que ocurre, y al descubrir que su hijo está en posesión de los objetos, sabe que este se encuentra en peligro, y para protegerlo apela a un grupo de convictos militares que están presos junto con él a que le auxilien, e incluso también recluta en el camino a la doctora Bracket, quien se pasa de su lado cuando Traeger le voltea bandera y decide aniquilarla. Este último también se une a la frenética búsqueda, en pos de hacerse de la nave extraviada y de su valiosa carga.
El cine de Shane Black no se ha caracterizado por ser particularmente brillante. Si bien es cierto que dirigió el divertido e irreverente Dos tipos peligrosos, también es responsable de uno de los peores filmes del MCU: Iron Man 3, el cual se distinguió por su acción desbordada y disparatada y un humor exagerado y de a ratos socarrón, que solo servía para ocultar la vacuidad de su historia y un cierto sinsentido argumental. Y desafortunadamente, El Depredador padece estos mismos defectos.
Y es que el principal énfasis de la historia que debía enfocarse en los cazadores alienígenas (y cuya diferencia de una criatura que depreda queda asentada en un chiste que se gasta muy rápido), deriva en una especie de buddy movie, donde resultan ser más importantes la anécdotas y los chistes que se cuentan entre los marines disidentes para resaltar esa atmósfera de camaradería masculina, en lugar de poner mayor atención al desarrollo coherente de la trama.
Black enfatiza en exceso este aspecto, en un afán de darle mayor peso a sus personajes a nivel de carácter y empatía. Incluso los personajes femeninos (como es el caso de la doctora Bracket, o la esposa de Quinn) podrían eliminarse de la trama sin que esto suponga una dramática diferencia. De hecho su presencia parece obedecer más a una cuestión de cuota de género que a cumplir alguna funcionalidad narrativa.
Cierto es que hay algunas (pocas) escenas gore, violencia gráfica y algo de incorrección política, pero estos no son más que meros distractores de lo que resulta evidente: Black no quería contar una historia sobre Depredadores, quería una comedia de acción con Depredadores, que no es lo mismo. Igual pudo usar Aliens, Gremlins o Critte rs y el resultado hubiese sido casi el mismo, aunque en el caso de los dos últimos, por lo menos el humor estaría más que justificado.
Es así como El Depredador resulta en un producto que solo satisface a aquellos que buscan evasión con humor inmediato y sin demasiado cerebro; en suma, algo que les distraiga por un par de horas, sin mayor trámite. Quizá, los fans menos exigentes de la saga puedan encontrarle algún atractivo o incluso regodearse con ella, aunque en realidad esto parece algo dudoso porque las apariciones de las criaturas en el filme tampoco son especialmente memorables.
Al final, se echa de menos a McTiernan y su fabuloso sentido de la acción y la aventura, y sobre todo, se echa de menos al Depredador planteado como ser de pesadilla que infundía temor y miedo, siendo aquí más bien una parodia bufonesca al servicio de una bola de marines buscando un mínimo pretexto para disparar y/o matar a alguien o algo. Se nota que la hibridación con humanos para mejorarlos -una de las líneas argumentales de esta entrega- fue un experimento que no les sentó para nada bien.
Sin duda, la letal raza espacial conocida comúnmente como Depredador (Predator en inglés) ocupa un lugar especial en el bestiario del cine fantástico, del cual incluso ha trascendido volviéndose objeto central de comics, novelas, videojuegos y de una variada parafernalia dentro de la cultura pop.
Desde su debut en el filme homónimo de 1987 dirigido por John McTiernan, donde ponía en jaque a un comando especial capitaneado por el experimentado Dutch (un fortachón Arnold Schwarzenegge
Sin embargo, a la par de que su fama en la cultura popular iba en aumento, su carrera en el ámbito cinematográfico experimentó más bien un cuesta abajo: tras una secuela realizada en 1990 por Stephen Hopkins, donde la criatura pasa de la jungla centroamericana a otra de asfalto, escenificada en un convulso y noventero Los Angeles, de pronto el Depredador se desvanece del cine, hasta el año del 2004 en que es reunido para la primera de dos entregas en donde enfrenta a su Némesis mas mortal, en Alien vs. Depredador, y su secuela tres años después, las cuales tuvieron un relativo éxito de taquilla, pero con la crítica no les fue muy bien.
En 2010, al cineasta Nimród Antal se le asigna la responsabilidad de revivir la franquicia con Depredadores, la cual también obtiene buenos números en cartelera, y críticas desiguales. Y es hasta este 2018 que se decide retomar la franquicia, esta vez con Shane Black en la silla del director. Como dato de trivia: Black aparece en la primera película de Depredador, interpretando el papel de Hawkins.
La anécdota sobre la cual Black edifica su filme parte de lo siguiente: A la tierra llega una nave espacial tripulada por una de las criaturas de marras, la cual parece venir huyendo de otro de sus semejantes. Al entrar a la atmósfera terrestre, decide abandonar su nave a bordo de una cápsula de escape, con tan mala suerte que cae justo a la mitad de un operativo militar secreto dirigido por Quinn McKenna (Boyd Holbrook) el cual, entre la confusión desatada por la intempestiva llegada del visitante estelar, se apropia de su casco, de uno de sus brazaletes y de uno de sus dispositivos de invisibilidad, y se las ingenia para sacar los dos primeros de la selva enviándoselos por correo (¡!) en lo que logra eludir las pesquisas llevadas a cabo por un equipo especial capitaneado por su sujeto de nombre Traeger (Sterling K. Brown), quien a su vez recluta a la doctora Casey Bracket (Olivia Munn) para que les ayude en las investigaciones posteriores, cuando logran atrapar y poner en cautiverio al extraterrestre en cuestión. Al mismo tiempo, Rory McKenna, el hijo de Quinn quien padece un tipo de autismo y tiene una habilidad innata para descifrar y aprender lenguajes, recibe por error el paquete que su padre se envió a sí mismo, y al sacar su contenido, accidentalmente activa una señal que revela la ubicación del equipo al perseguidor del Depredador, quien resulta ser otro ejemplar de su especie, genéticamente mejorado, el cual necesita ubicar al fugitivo y hacerse cargo de algo que ocultó en la nave, y que es importante para ellos.
De esa manera, inicia no una, sino tres carreras contra reloj: por un lado la pugna de los Depredadores (perseguidor y perseguido) por la nave y el objeto en cuestión, y por otro lado la de Quinn quien se percata de lo que ocurre, y al descubrir que su hijo está en posesión de los objetos, sabe que este se encuentra en peligro, y para protegerlo apela a un grupo de convictos militares que están presos junto con él a que le auxilien, e incluso también recluta en el camino a la doctora Bracket, quien se pasa de su lado cuando Traeger le voltea bandera y decide aniquilarla. Este último también se une a la frenética búsqueda, en pos de hacerse de la nave extraviada y de su valiosa carga.
El cine de Shane Black no se ha caracterizado por ser particularmente brillante. Si bien es cierto que dirigió el divertido e irreverente Dos tipos peligrosos, también es responsable de uno de los peores filmes del MCU: Iron Man 3, el cual se distinguió por su acción desbordada y disparatada y un humor exagerado y de a ratos socarrón, que solo servía para ocultar la vacuidad de su historia y un cierto sinsentido argumental. Y desafortunadamente, El Depredador padece estos mismos defectos.
Y es que el principal énfasis de la historia que debía enfocarse en los cazadores alienígenas (y cuya diferencia de una criatura que depreda queda asentada en un chiste que se gasta muy rápido), deriva en una especie de buddy movie, donde resultan ser más importantes la anécdotas y los chistes que se cuentan entre los marines disidentes para resaltar esa atmósfera de camaradería masculina, en lugar de poner mayor atención al desarrollo coherente de la trama.
Black enfatiza en exceso este aspecto, en un afán de darle mayor peso a sus personajes a nivel de carácter y empatía. Incluso los personajes femeninos (como es el caso de la doctora Bracket, o la esposa de Quinn) podrían eliminarse de la trama sin que esto suponga una dramática diferencia. De hecho su presencia parece obedecer más a una cuestión de cuota de género que a cumplir alguna funcionalidad narrativa.
Cierto es que hay algunas (pocas) escenas gore, violencia gráfica y algo de incorrección política, pero estos no son más que meros distractores de lo que resulta evidente: Black no quería contar una historia sobre Depredadores, quería una comedia de acción con Depredadores, que no es lo mismo. Igual pudo usar Aliens, Gremlins o Critte
Es así como El Depredador resulta en un producto que solo satisface a aquellos que buscan evasión con humor inmediato y sin demasiado cerebro; en suma, algo que les distraiga por un par de horas, sin mayor trámite. Quizá, los fans menos exigentes de la saga puedan encontrarle algún atractivo o incluso regodearse con ella, aunque en realidad esto parece algo dudoso porque las apariciones de las criaturas en el filme tampoco son especialmente memorables.
Al final, se echa de menos a McTiernan y su fabuloso sentido de la acción y la aventura, y sobre todo, se echa de menos al Depredador planteado como ser de pesadilla que infundía temor y miedo, siendo aquí más bien una parodia bufonesca al servicio de una bola de marines buscando un mínimo pretexto para disparar y/o matar a alguien o algo. Se nota que la hibridación con humanos para mejorarlos -una de las líneas argumentales de esta entrega- fue un experimento que no les sentó para nada bien.