Carnívoras: el arte siniestro de la suplantación
POR: ORIANNA PAZ
14-09-2018 14:32:43
Un hallazgo brillante, así podríamos definir la ópera prima de los actores belgas Jérémie y Yannick Renier, Carnívoras (Francia-Bélgica, 2018), que hace honor al ciclo en el que se exhibe, Talento emergente, de la Cineteca Nacional, la plataforma para descubrir propuestas de cineastas noveles, promesas de la cinematografía nacional e internacional; y vaya que este primer filme es una grata sorpresa y augurio de grandes obras por venir.
Los también hermanos Renier, escriben y dirigen en Carnívoras un thriller psicológico y espeluznante acerca de la competencia, la rivalidad, la manipulación afectiva, el rencor, el odio y la envidia entre hermanos, en este caso, hermanas, en donde el detonante es el deseo de “ser como el otro” “parecerse al otro” hasta llegar a “convertirse en el otro” porque ese otro es exitoso, reconocido, amado y aparentemente superior.
Sam es una joven, bella y famosa actriz de cine. La vida le sonríe: es la protagonista de la nueva película de un destacado director y vive feliz con su atractivo marido y su pequeño hijo. Por su parte, su hermana Mona, quien también es actriz, no ha corrido con la misma suerte. A sus 29 años no ha obtenido siquiera un papel secundario y sufre constantemente el rechazo de productores y directores en todos los castings a los que se presenta. Debido a sus problemas económicos, Mona se ve forzada a mudarse con Sam y su familia. Al principio Sam se siente afortunada y contenta de tener a su hermana cerca: Mona es muy servicial, le ayuda a cuidar a su hijo y pronto se convierte en su asesora de diálogos durante el rodaje de su nueva película.
Sin embargo, lo que al inicio parece apoyo sincero se va transformando gradualmente en oportunismo y obsesión. Mona no puede ocultar su fascinación por la vida de su hermana, la glamorosa en el set de filmación y la personal, por lo que cuando Sam experimenta una grave crisis existencial y emocional que la lleva a desaparecer sin dejar rastro, Mona aprovecha la oportunidad y se adueña del esposo, el hijo y la carrera de su hermana.
Las cosas se complican cuando Sam reaparece un par de años después con la firme intención de recuperar su vida, que, sin sospecharlo, ya le pertenece a Mona. A partir de allí los hermanos Renier atrapan al espectador en una historia donde cada pieza está perfectamente calculada y en la que demuestran un excelente manejo de la tensión que va de menos a más, así como de la violencia implícita y latente que permea en un personaje que está a punto de estallar en cualquier momento. ¿Qué serías capaz de hacer por ser quien siempre quisiste ser? ¿Por tener todo lo que siempre anhelaste? La respuesta a esta premisa es por demás perturbadora e inquietante.
El filme recuerda por su estructura, resortes dramáticos y psique de sus personajes a la gran película noventera de Barbet Schroeder, Mujer soltera busca, en la que una mujer interpretada magistralmente por Jennifer Jason Leigh, llega hasta las últimas consecuencias para usurpar la personalidad y la vida de su roomie, convirtiéndose literalmente en ella (mismo corte de cabello, misma ropa, mismos intereses y mismo novio). No obstante, a diferencia de aquél, Carnívoras plantea con inteligencia una cuestión adicional: el conflicto del amor fraternal que existe entre ambas hermanas y lo contrasta con ese cúmulo de sentimientos oscuros (la rivalidad, la envidia, el rencor, el odio) que muchos hermanos han experimentado al menos alguna vez en su vida por el otro, además de jugar con la dialéctica de las personalidades de cada personaje: Sam vive sin inhibiciones, libre, sin ataduras; mientras que Mona es tímida y conservadora, claro, al inicio, porque cuando suplanta a su hermana adopta también ese lado más salvaje y extrovertido llevándolo al extremo y siendo capaz de cualquier cosa.
Destacan también las actuaciones de las francesas Leïla Bekhti y Zita Hanrot en los protagónicos, además de una fotografía que combina los primeros planos y nos acerca emocionalmente a los personajes, para después retratar espacios muy abiertos donde el paisaje y su belleza sopesan los momentos de angustia y tensión en los que nos envuelve la trama, acompañada también por un estupendo soundtrack que convierte a la película en una experiencia sensorial muy disfrutable y en una ópera prima que sorprende por su gran calidad en todos los sentidos.
Un hallazgo brillante, así podríamos definir la ópera prima de los actores belgas Jérémie y Yannick Renier, Carnívoras (Francia-Bélgica, 2018), que hace honor al ciclo en el que se exhibe, Talento emergente, de la Cineteca Nacional, la plataforma para descubrir propuestas de cineastas noveles, promesas de la cinematografía nacional e internacional; y vaya que este primer filme es una grata sorpresa y augurio de grandes obras por venir.
Los también hermanos Renier, escriben y dirigen en Carnívoras un thriller psicológico y espeluznante acerca de la competencia, la rivalidad, la manipulación afectiva, el rencor, el odio y la envidia entre hermanos, en este caso, hermanas, en donde el detonante es el deseo de “ser como el otro” “parecerse al otro” hasta llegar a “convertirse en el otro” porque ese otro es exitoso, reconocido, amado y aparentemente superior.
Sam es una joven, bella y famosa actriz de cine. La vida le sonríe: es la protagonista de la nueva película de un destacado director y vive feliz con su atractivo marido y su pequeño hijo. Por su parte, su hermana Mona, quien también es actriz, no ha corrido con la misma suerte. A sus 29 años no ha obtenido siquiera un papel secundario y sufre constantemente el rechazo de productores y directores en todos los castings a los que se presenta. Debido a sus problemas económicos, Mona se ve forzada a mudarse con Sam y su familia. Al principio Sam se siente afortunada y contenta de tener a su hermana cerca: Mona es muy servicial, le ayuda a cuidar a su hijo y pronto se convierte en su asesora de diálogos durante el rodaje de su nueva película.
Sin embargo, lo que al inicio parece apoyo sincero se va transformando gradualmente en oportunismo y obsesión. Mona no puede ocultar su fascinación por la vida de su hermana, la glamorosa en el set de filmación y la personal, por lo que cuando Sam experimenta una grave crisis existencial y emocional que la lleva a desaparecer sin dejar rastro, Mona aprovecha la oportunidad y se adueña del esposo, el hijo y la carrera de su hermana.
Las cosas se complican cuando Sam reaparece un par de años después con la firme intención de recuperar su vida, que, sin sospecharlo, ya le pertenece a Mona. A partir de allí los hermanos Renier atrapan al espectador en una historia donde cada pieza está perfectamente calculada y en la que demuestran un excelente manejo de la tensión que va de menos a más, así como de la violencia implícita y latente que permea en un personaje que está a punto de estallar en cualquier momento. ¿Qué serías capaz de hacer por ser quien siempre quisiste ser? ¿Por tener todo lo que siempre anhelaste? La respuesta a esta premisa es por demás perturbadora e inquietante.
El filme recuerda por su estructura, resortes dramáticos y psique de sus personajes a la gran película noventera de Barbet Schroeder, Mujer soltera busca, en la que una mujer interpretada magistralmente por Jennifer Jason Leigh, llega hasta las últimas consecuencias para usurpar la personalidad y la vida de su roomie, convirtiéndose literalmente en ella (mismo corte de cabello, misma ropa, mismos intereses y mismo novio). No obstante, a diferencia de aquél, Carnívoras plantea con inteligencia una cuestión adicional: el conflicto del amor fraternal que existe entre ambas hermanas y lo contrasta con ese cúmulo de sentimientos oscuros (la rivalidad, la envidia, el rencor, el odio) que muchos hermanos han experimentado al menos alguna vez en su vida por el otro, además de jugar con la dialéctica de las personalidades de cada personaje: Sam vive sin inhibiciones, libre, sin ataduras; mientras que Mona es tímida y conservadora, claro, al inicio, porque cuando suplanta a su hermana adopta también ese lado más salvaje y extrovertido llevándolo al extremo y siendo capaz de cualquier cosa.
Destacan también las actuaciones de las francesas Leïla Bekhti y Zita Hanrot en los protagónicos, además de una fotografía que combina los primeros planos y nos acerca emocionalmente a los personajes, para después retratar espacios muy abiertos donde el paisaje y su belleza sopesan los momentos de angustia y tensión en los que nos envuelve la trama, acompañada también por un estupendo soundtrack que convierte a la película en una experiencia sensorial muy disfrutable y en una ópera prima que sorprende por su gran calidad en todos los sentidos.