XVII Macabro arranca con Nightmare Cinema
POR: MAURICIO HERNÁNDEZ
24-08-2018 16:50:05
El esquema de cinta antológica presenta oportunidades llamativas para combinar distintas visiones cinematográficas en torno a un género o temática. En Nightmare Cinema se juntan cinco creadores de diferentes generaciones que se han dedicado a los sustos: desde el más joven Alejandro Brugués hasta Mick Garris, consolidado por su conocida serie Masters of Horror, la cual es el origen para este largometraje.
Como se puede anticipar, cinco personajes diferentes llegan por cuestiones del destino a un cine aparentemente abandonado, pero que tiene como cuidador a El Proyeccionista (Mickey Rourke, adecuado por su ahora terrorífico aspecto), un ser misterioso -analogía de La Parca- que lejos de mover los fierros, muestra su destino a los desafortunados seres que llegan ahí. Una proyección de sus peores pesadillas.
Un director por relato y, como suele suceder en este formato, eso entorpece la unión entre capítulos; pero, como virtud tenemos una exposición de diferentes capacidades y perspectivas cinematográficas. A grandes rasgos, esta compilación funciona como establecimiento de un panorama general de la actual situación del cine de terror.
En The Thing in the Woods a cargo de Alejandro Brugués, segmento slasher sobre un grupo de jóvenes que son acechados por un desquiciado asesino que resulta ser un conocido de ellos -trama sumamente común dentro de esa rama-, notamos una gran facilidad para desarrollar esta parodia de un subgénero tan popular y que en sus pretensiones de seriedad, usualmente termina en lo absurdo. Un preciso desarrollo fársico que incluye todos los clichés a manera de burla: decisiones ilógicas de los perseguidos, resistencia increíble a los ataques, un villano con gran cuasi-indestructible, abundantes acercamientos de la cámara, entre muchos otros. Un fragmento sumamente gracioso por la desafortunada (¿o afortunada?) verosimilitud que tiene.
Mirare de Joe Dante, otro consolidado, presenta un auténtico cuento de terror sobre una chica que decide operarse una cicatriz facial antes de su boda, proceso que va complicándose… La pieza quizá más accidentada de las cinco por la tensión fallida que se pretende construir y que no consigue equiparar la calidad técnica de las demás.
Mashit, del japonés Ryûhei Kitamura, relata sobre una serie de posesiones que ocurren en una escuela católica, donde los héroes espadachines -claro estilo nipón- son una monja y el padre. Una absoluta locura por lo espectacular de las muertes y lo inconexo de su argumento, desdeñando cualquier sentido de unión congruente entre las escenas y privilegiando las coreografías gore, lo cual, parece, era el objetivo.
This Way to Egress de David Slade, el segmento más interesante y provechoso de todos, va sobre una madre de familia que, sofocada por un aparente padecimiento mental que deforma las caras de sus semejantes, acude a un centro psiquiátrico acompañada de sus ingobernables escuincles. Este thriller psicológico -literalmente, en todo aspecto- juega con la percepción en la supuesta condición de la protagonista, amalgamando provechosamente el suspense con una convencional trama de terror; además, aprovecha su fotografía en “blanco y negro” y técnicamente potente para reforzar su narrativa de un aparente descenso a la locura.
Dead de Mick Garris aborda la duda de un chico entre la vida y la muerte. Sus padres fueron asesinados y, tras ser testigo de ello, los ve frecuentemente, además de que lo invitan a unírseles en el más allá. Con una exposición provocativamente turbia de la maternidad, deseosa de mantener a su hijo cerca a pesar de que esto involucre su muerte, el turno de Garris es más provechoso por el fondo que por la forma, pues aún con toda su experiencia, falla en ciertos momentos donde se debía ofrecer una mayor capacidad de conexión dramática. Aún así, es una pieza lo suficientemente llamativa para reconocer la trayectoria que posee en la dirección.
Sin grandiosos logros fílmicos, pero Nightmare Cinema es más una suerte de autohomenaje de los consolidados y un proyecto valioso porque junta al pasado y futuro del horror en el presente.
El esquema de cinta antológica presenta oportunidades llamativas para combinar distintas visiones cinematográficas en torno a un género o temática. En Nightmare Cinema se juntan cinco creadores de diferentes generaciones que se han dedicado a los sustos: desde el más joven Alejandro Brugués hasta Mick Garris, consolidado por su conocida serie Masters of Horror, la cual es el origen para este largometraje.
Como se puede anticipar, cinco personajes diferentes llegan por cuestiones del destino a un cine aparentemente abandonado, pero que tiene como cuidador a El Proyeccionista (Mickey Rourke, adecuado por su ahora terrorífico aspecto), un ser misterioso -analogía de La Parca- que lejos de mover los fierros, muestra su destino a los desafortunados seres que llegan ahí. Una proyección de sus peores pesadillas.
Un director por relato y, como suele suceder en este formato, eso entorpece la unión entre capítulos; pero, como virtud tenemos una exposición de diferentes capacidades y perspectivas cinematográficas. A grandes rasgos, esta compilación funciona como establecimiento de un panorama general de la actual situación del cine de terror.
En The Thing in the Woods a cargo de Alejandro Brugués, segmento slasher sobre un grupo de jóvenes que son acechados por un desquiciado asesino que resulta ser un conocido de ellos -trama sumamente común dentro de esa rama-, notamos una gran facilidad para desarrollar esta parodia de un subgénero tan popular y que en sus pretensiones de seriedad, usualmente termina en lo absurdo. Un preciso desarrollo fársico que incluye todos los clichés a manera de burla: decisiones ilógicas de los perseguidos, resistencia increíble a los ataques, un villano con gran cuasi-indestructible, abundantes acercamientos de la cámara, entre muchos otros. Un fragmento sumamente gracioso por la desafortunada (¿o afortunada?) verosimilitud que tiene.
Mirare de Joe Dante, otro consolidado, presenta un auténtico cuento de terror sobre una chica que decide operarse una cicatriz facial antes de su boda, proceso que va complicándose… La pieza quizá más accidentada de las cinco por la tensión fallida que se pretende construir y que no consigue equiparar la calidad técnica de las demás.
Mashit, del japonés Ryûhei Kitamura, relata sobre una serie de posesiones que ocurren en una escuela católica, donde los héroes espadachines -claro estilo nipón- son una monja y el padre. Una absoluta locura por lo espectacular de las muertes y lo inconexo de su argumento, desdeñando cualquier sentido de unión congruente entre las escenas y privilegiando las coreografías gore, lo cual, parece, era el objetivo.
This Way to Egress de David Slade, el segmento más interesante y provechoso de todos, va sobre una madre de familia que, sofocada por un aparente padecimiento mental que deforma las caras de sus semejantes, acude a un centro psiquiátrico acompañada de sus ingobernables escuincles. Este thriller psicológico -literalmente, en todo aspecto- juega con la percepción en la supuesta condición de la protagonista, amalgamando provechosamente el suspense con una convencional trama de terror; además, aprovecha su fotografía en “blanco y negro” y técnicamente potente para reforzar su narrativa de un aparente descenso a la locura.
Dead de Mick Garris aborda la duda de un chico entre la vida y la muerte. Sus padres fueron asesinados y, tras ser testigo de ello, los ve frecuentemente, además de que lo invitan a unírseles en el más allá. Con una exposición provocativamente turbia de la maternidad, deseosa de mantener a su hijo cerca a pesar de que esto involucre su muerte, el turno de Garris es más provechoso por el fondo que por la forma, pues aún con toda su experiencia, falla en ciertos momentos donde se debía ofrecer una mayor capacidad de conexión dramática. Aún así, es una pieza lo suficientemente llamativa para reconocer la trayectoria que posee en la dirección.
Sin grandiosos logros fílmicos, pero Nightmare Cinema es más una suerte de autohomenaje de los consolidados y un proyecto valioso porque junta al pasado y futuro del horror en el presente.