Sujo: el valor del libre albedrío

POR: CLARA SÁNCHEZ

06-12-2024 15:33:16

Sujo: el valor del libre albedrío


Sujo (Juan Jesús Varela) tiene 4 años, su padre ha muerto a manos de unos sicarios en un arreglo de cuentas y en ese momento quedó firmada su sentencia con la violencia que lo persigue como una entidad omnipresente y omnipotente pese a los cuidados de su tía quien hace hasta lo imposible por rescatarlo.

La historia toma vida en una comunidad rural mexicana ubicada en Tierra Caliente en Michoacán, pero en realidad podría ser en cualquiera de las muchas poblaciones que en la actualidad están siendo azotadas por el crimen organizado y donde sus principales víctimas son los niños.


Astrid Rondero, codirectora y coguionista con Fernanda Valadez, afirmó durante la conferencia de prensa que ofreció en el marco del 22 Festival Internacional de Cine de Morelia, que ésta es una cinta dedicada a los huérfanos: “era muy importante hablar del tema de la orfandad y de tantas víctimas de violencia. La numeralia es muy inquietante, algunos datos revelan que existen 1.6 millones de huérfanos producto de la violencia de este país”.


La cámara de Ximena Amann muestra al espectador, desde la sutiliza de los detalles, el terror en el que viven estos niños, como la escena en la que Sujo está escondido, debajo de la mesa mientras vemos su mano inundarse por las lágrimas que brotan desde su vejiga y que hablan desde el mutismo de la impotencia.


El tiempo de este coming of age transcurre lento, denso creando una atmósfera asfixiante ad hoc con el entorno del protagonista, dejándonos ver la obscuridad de los caminos por los que transita, al lado de Jai (Alexis Varela) y Jeremy (Jairo Hernández), hacia un destino marcado por la fatalidad y enraizado en la pobreza, la inocencia, el deseo de venganza y el hambre de poder.



Pero la tragedia no es el fin para Rondero y Valadez, por el contrario, éste es, como lo marca la cinta ganadora de los premios a Mejor Película en la sección World Cinema de Sundance y en Festival Internacional de Cine de Morelia, una puerta que se abre para que Sujo huya directamente a la Ciudad de México.


Es aquí donde empieza el pleito interno de este joven por jugar con los hilos del destino. Las tentaciones de la delincuencia lo acechando en cada esquina, se entrometen hasta en en su casa, sin embargo, logra escabullirse, conseguir un empleo y entrar, de contrabando, en un salón de clases de la UNAM donde conoce la maestra Susana (Sandra Lorenzano) personaje que completa este ajedrez cuyo eje es la sobrevivencia.


Las directoras abren heridas profundas que vienen desde Señas particulares, cinta con la que ganaron el Premio del Público en Sundance cuyo eje giraba alrededor de una madre buscadora. En Sujo la presencia femenina es la que salva, son quienes contienen, rescatan, guían, empoderan, centran, pero jamás se permiten ser apapachadoras ni blandengues.


Contada en cuatro capítulos, la película va avanzando en la narrativa al tiempo que modifica la óptica con la que es conceptualiza y el género que viaja desde el terror hacia una mirada esperanzadora anclada en la educación como en su momento lo exploró Luis Buñuel en Los Olvidados.


Lo curioso es que no es cualquier educación, es la filosofía, las letras las que se ponen como vía de salvación desde esta posibilidad que da repensarse, cuestionarse, hacerse consciente y desde esa conciencia hacerse responsable de uno mismo con el costo que implica salirse del victimismo renunciar a las lealtades familiares, a las fraternas, para ser fiel a la voz y el llamado interno.


Es este viraje el que ha sido más cuestionado, esa mirada esperanzadora donde Sujo pueda escapar de un destino marcado por un sicario que le heredó hasta el número, el 8, con el que debía ser respetado por el resto de los delincuentes. En lo personal me parece que es uno de sus grandes aciertos y quizá la razón por la que la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas la haya seleccionado para ser considerada al Oscar y al Goya.


El discurso está centrado entre el determinismo y el libre albedrío, entre el dilema de Sujo de pelearse con sus fantasmas del pasado que lo empujan hacia la zona de confort de los lugares conocidos o enfrentarse a la aterradora posibilidad de escaparse, renunciando así a las lealtades familiares, pero abriendo las manos para asirse de un destino incierto, desconocido, árido en el que pareciera existir una mayor posibilidad de sobrevivencia. Está presente desde el inicio de la película, en el lugar simbólico que ocupa el significado de los nombres en el destino a partir de la teoría psicoanalítica lacaniana. El de Sujo se descubre en los minutos finales de la cinta como regalo del padre al hijo y una revelación al espectador de porque el tránsito de este joven tenía una probable salida alterna.


Lo paradójico está en que el libre albedrío está predeterminado por el contexto del individuo. Pero, cómo lo diría el filósofo español José Ortega y Gasset: “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, esa es la posibilidad que tiene Sujo y que abre una veta esperanzadora en el filme aunque para muchos pueda parecer poco realista.


Sujo representa a México en los Oscars


El guión está tejido con un cuidado minucioso para que la historia no recaiga en los discursos sino en las miradas, en lo que no se dice, pero que se permea como el pasado de Susana; en los detalles que nos conectan con el dolor del personaje como la correspondencia que tiene son su tía; los libros que lee o la lealtad que construye con su mentora. En particular hay una escena casi al final de la película donde Sujo enfrenta una pelea, es el arreglo de cuentas con el pasado, necesita ser golpeado físicamente para pagar sus culpas y desde ese acto de redención, poder alzar la mirada para ver la vida con la dignidad ganada.


La brevedad de los diálogos contrasta con la profundidad de las palabras elegidas, como el de Susan cuando afirma “no lo sabe, pero es un muchacho muy especial”. Más allá de las palabras es el acto de validar y creer en el otro, apostar por él a pesar de sus errores con la fe de que la sabiduría interna podrá guiar sus pasos, tal como sucede en el final alternativo de Los Olvidados.


Sujo duele porque es un espejo que nos muestra una realidad que crece como una metástasis cancerígena de la que cada vez cuesta más trabajo escaparse, pero no es otra película sobre la violencia, es sobre la orfandad, sobre el tejido social que se rompe, sobre las mujeres que contienen este universo roto, pero sobre todo de estas infancias que caen en el abismo y que nos cobran la factura de la deuda social que tenemos con ellas. Y la esperanza es el consuelo, no para el espectador sino para una sociedad que necesita apostar por la educación, el arte, el deporte como salvavidas para que estas infancias no agonicen estranguladas por la delincuencia.



MÁS LEIDAS

Donde duermen los pájaros: Un coming of age cercano a la realidad

POR FERNANDA LOZADA 12-03-2024 12:18:37

La Falla: Un diario documental que se posiciona desde la cámara

POR JOSÉ LUIS SALAZAR 11-11-2024 10:42:53

Mi amigo Robot: Conexiones Inolvidables

POR THALÍA BALLESTEROS 13-04-2024 15:32:32