Extraño pero verdadero: una luz en la basura
POR: ORIANNA PAZ
13-07-2018 14:47:24
La decadencia de la ciudad y la voracidad con la que engulle a sus habitantes aplastados por la dureza de la vida parece ser una constante en la filmografía del cineasta mexicano Michel Lipkes (Malaventura, 2011), quien regresa a la pantalla grande con Extraño pero verdadero (2017), su segundo largometraje, con el que este 13 de julio se inaugura la 38 edición del Foro Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.
Filmada en un crudo blanco y negro que le imprime a la historia un dejo de amargura, Extraño pero verdadero da visibilidad a esos personajes que nadie quiere ver: los pepenadores de basura. Yesi (Itzel Sarmientos) y Jonathan (Kristyan Ferrer) recorren las entrañas de la Ciudad de México en un camión de basura comandado por el “Maestro Limpio” (Luis Enrique Parra) y su impávido secuaz “La Momia” (Alfredo Blanco).
Aún allí, rodeados de la inmundicia y los desechos, Yesi y Jonathan se enamoran, aunque el amor, en su caso, sea un acto subversivo que podría costarles la vida. El mundo en el que sobreviven es un mundo hostil, violento, sin esperanzas. El Maestro Limpio está obsesionado con Yesi y ella sabe que sólo es cuestión de tiempo para que su jefe ceda a sus deseos lascivos.
La situación se complica aún más cuando una noche el grupo descubre un macabro hallazgo entre las bolsas de basura: un cadáver. A partir de entonces, la espiral de violencia escala a niveles insospechados y nos sacude en lo más profundo porque nos demuestra sin concesiones que esa es la ciudad en la que vivimos, una ciudad teñida de sangre, barbarie e impunidad.
Salvo algunas inconsistencias en el guion –resulta poco creíble que los recolectores de basura entren hasta la cocina de las casas a recoger la basura en una ciudad tan violenta como la nuestra —Extraño pero verdadero hunde al espectador en la marginalidad social de personajes condenados a una vida de miseria que no les ofrece oportunidades, ni siquiera un resquicio para respirar, un reflejo de lo que viven en su cotidiano miles de mexicanos hoy en día.
Con tintes de drama negro, planos largos y pausados, y reminiscencias al cine de Luis Buñuel, con todo y simbolismos, Extraño pero verdadero logra transmitir la sordidez de una realidad terrible a la que tristemente nos hemos acostumbrado y que nos golpea ahí donde duele. Duro pero necesario.
La decadencia de la ciudad y la voracidad con la que engulle a sus habitantes aplastados por la dureza de la vida parece ser una constante en la filmografía del cineasta mexicano Michel Lipkes (Malaventura, 2011), quien regresa a la pantalla grande con Extraño pero verdadero (2017), su segundo largometraje, con el que este 13 de julio se inaugura la 38 edición del Foro Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.
Filmada en un crudo blanco y negro que le imprime a la historia un dejo de amargura, Extraño pero verdadero da visibilidad a esos personajes que nadie quiere ver: los pepenadores de basura. Yesi (Itzel Sarmientos) y Jonathan (Kristyan Ferrer) recorren las entrañas de la Ciudad de México en un camión de basura comandado por el “Maestro Limpio” (Luis Enrique Parra) y su impávido secuaz “La Momia” (Alfredo Blanco).
Aún allí, rodeados de la inmundicia y los desechos, Yesi y Jonathan se enamoran, aunque el amor, en su caso, sea un acto subversivo que podría costarles la vida. El mundo en el que sobreviven es un mundo hostil, violento, sin esperanzas. El Maestro Limpio está obsesionado con Yesi y ella sabe que sólo es cuestión de tiempo para que su jefe ceda a sus deseos lascivos.
La situación se complica aún más cuando una noche el grupo descubre un macabro hallazgo entre las bolsas de basura: un cadáver. A partir de entonces, la espiral de violencia escala a niveles insospechados y nos sacude en lo más profundo porque nos demuestra sin concesiones que esa es la ciudad en la que vivimos, una ciudad teñida de sangre, barbarie e impunidad.
Salvo algunas inconsistencias en el guion –resulta poco creíble que los recolectores de basura entren hasta la cocina de las casas a recoger la basura en una ciudad tan violenta como la nuestra —Extraño pero verdadero hunde al espectador en la marginalidad social de personajes condenados a una vida de miseria que no les ofrece oportunidades, ni siquiera un resquicio para respirar, un reflejo de lo que viven en su cotidiano miles de mexicanos hoy en día.
Con tintes de drama negro, planos largos y pausados, y reminiscencias al cine de Luis Buñuel, con todo y simbolismos, Extraño pero verdadero logra transmitir la sordidez de una realidad terrible a la que tristemente nos hemos acostumbrado y que nos golpea ahí donde duele. Duro pero necesario.