Pepe, docuficción que intenta ser una metáfora de la colonización
POR: EDUARDO ARAGÓN MIJANGOS
12-06-2024 22:25:40
¿Qué relación puede haber entre Namibia, Colombia, Alemania y República Dominicana, con un hipopótamo llamado Pepe, los negros cimarrones, Pablo Escobar y un cazador alemán? En principio nada, al menos esa hubiese sido mi respuesta antes de ver Pepe, pero la película dominicana que ganó el Oso de Plata a mejor dirección en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale), del director Nelson Carlo de los Santos Arias, nos dará una respuesta.
Aunque antes, vale la pena tener en mente los siguientes antecedentes:
Namibia fue, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, una colonia alemana en África, donde los alemanes, como todos los europeos que invadieron aquel continente, causaron millones de males e intentos de exterminio y de limpiezas étnicas. Al término de la Primera Guerra Mundial, cuando los europeos ganadores de esta guerra, sin ningún derecho, se repartieron África, la maldición de Namibia no concluyó, sólo cambió de manos y a través de la Sociedad de Naciones otorgaron un “mandato” a Sudáfrica para tomar el control de Namibia. Sudáfrica inició el apartheid, hasta que, por ahí de finales de los años ochenta, Namibia alcanzó su independencia.
República Dominicana y Haití (en ese entonces la isla La Española) fue el lugar al que llegaron los primeros negros africanos esclavizados por los europeos, para la explotación de la caña de azúcar, en tierras sobre las cuáles tampoco tenían ningún derecho. Posteriormente, los africanos serían distribuidos en todo el Caribe y luego en gran parte de la Abya Yala. Continuando así la cruel diáspora africana.
Se les conoce como negros cimarrones a los africanos rebeldes y fugitivos, traídos originalmente como esclavos a la Abya Yala y El Caribe por los europeos, que lograron escapar e introducirse en zonas naturales de difícil acceso para tratar de vivir en libertad, aunque en otro hábitat o entorno, fundando los palenques o quilombos.
Por otro lado, resulta que en la década de los ochenta Pablo Escobar introdujo a Colombia 4 hipopótamos, un macho y 3 hembras, para su “Hacienda Nápoles” que se encuentra en los alrededores del Río Magdalena, en Antioquia. Esos 4 hipopótamos se convirtieron en más de 160, ya que a la muerte del capo y ante la dificultad de trasladarlos a algún lugar óptimo, las autoridades colombianas dejaron que los hipopótamos escaparan de la finca y vivieran libremente en la zona como cimarrones.
Pepe, además del título de la película de ficción dramático experimental, es el nombre dado por Néstor de los Santos Arias al personaje central de su filme: un hipopótamo exterminado por un cazador alemán en colaboración con las fuerzas armadas colombianas, ante el miedo que su presencia despertó en una pequeña comunidad.
Pepe relata la serie de acontecimientos que rodearon su vida, hasta el momento de su muerte y después de ésta. Pepe y el grupo de hipopótamos, que vienen siendo su familia, representan a los negros cimarrones que, traídos en contra de su voluntad a otras tierras, logran emanciparse para tratar de vivir en libertad, aunque fuera de su hábitat natural, pero que al final seguirán siendo exterminados por el hombre blanco.
La película intenta ser una metáfora de la colonización europea, no solo en África, sino también en la Abya Yala y de cómo los colonizados seguimos, casi eternamente, envueltos en círculos colonizadores, de tal forma que no hemos podido lograr la total emancipación de nuestros verdugos, los blancos occidentales.
Esa es la relación que tienen entre sí los países y elementos mencionados en la pregunta inicial de este texto: su desagradable involucramiento en círculos colonizadores que han mantenido a la mayoría de la humanidad oprimida y viviendo bajo condiciones terribles en muchos de los casos. Círculos de dominación, saqueo y muerte que hasta la fecha persisten, pero con otras técnicas.
Yo dividiría a la película en dos partes, una parte de Docuficción experimental y otra dramática. La parte de Docuficción experimental es muy buena, la fotografía es maravillosa, el guion cumple con los requerimientos necesarios para que el espectador pueda involucrarse en la trama, en general no tiene vacíos ni cabos sueltos, aunque quizá para reflejar o dejar un poco más claro el simbolismo y metáfora que el director y guionista querían reflejar, debió dejar un poco más de pistas con un par de referencias más claras a la colonización y la esclavitud.
En esta parte, las actuaciones que hacen las voces de Pepe son bastante buenas y cumplen con las necesidades que el guion exigía de las interpretaciones. Son varios actores los que hacen las voces porque Pepe habla en distintos idiomas, entre ellos, se encuentran Fareed Matjila, que hace la voz de Pepe en Afrikaans, y Jhon Narváez que hace la voz en español.
El sonido y la música son extraordinarios. Considero que, si había que darle un premio a esta película en Berlín, debió haber sido al diseño sonoro, aunque ese premio no existe en ese festival y quizá de allí se deriva la decisión del Oso de Plata a mejor dirección. Realmente la película es un viaje espectacular por música experimental y sonidos combinados con, en partes, en la parte Documental, una fotografía fantástica.
Sin embargo, la parte dramática demerita mucho la obra en su integridad. Hay escenas que, ante las limitaciones de producción y financieras, no encuentran en la creatividad la mejor salida y en muchas ocasiones el director decide, por ejemplo, poner la pantalla en negro o muy oscura y que los sonidos sean los que guíen al espectador en la trama. Como recurso está bien usarlo una vez, quizás dos, pero creo que abusa del recurso.
Hay otras escenas, sobre todo al principio de la película, que lucen demasiado artificiales, forzadas, escenografías mal realizadas y planos cerrados muy forzados. Se entiende que todo va relacionado con la falta de recursos, pero creo que se pudieron buscar soluciones más creativas o incluso cambiar las ambientaciones en el guion o incluso cambiar el guion hubiese sido una opción ante la imposibilidad de llevar a cabo ciertas escenas por carencias en la producción. Creo que la condición de experimental, tampoco cubre estas carencias.
La fotografía en el drama tampoco es de lo mejor, salvo por algunas escenas muy bien llevadas. Se podría decir que pasamos de ver imágenes espectaculares con una cámara viva que nos involucra en ellas, a una pantalla en negro o con escenografías muy artificiales o huecas.
Las actuaciones son muy regulares en esta parte y matan todo el drama. El guion, al ser mal ejecutado por los actores, queda superfluo o vacío. El sarcasmo, la sátira, el drama y la comedia que pudiera contener el guion queda invisibilizado por la falta de buenas interpretaciones. No hay guion que aguante actuaciones regulares.
Pero al final, haciendo un balance entre la parte buena y la parte mala de la película, creo que el resultado es positivo, no sé si daba para un Oso de Plata a la mejor dirección, mejor diseño de sonido, seguramente; pero sí que vale la pena verla con la mente abierta y el ánimo de disfrutar un viaje atípico por el mundo y la vida de Pepe.
La película forma parte de la Competencia Internacional del Festival Internacional de Cine de la UNAM (FICUNAM), que se llevará a cabo del 13 al 20 de junio próximo, y por supuesto recomiendo que la vean.
Anécdota.
Para ser honestos, cuando vi Pepe, no entendí la metáfora ni hice una correcta interpretación de todo el simbolismo que tiene la película. Fue hasta después, en la rueda de prensa posterior a su proyección en Berlín, cuando el director Néstor de los Santos Arias habló sobre el contenido simbólico del filme, que pude entender y darle un plusvalor a la obra.
Por eso creo que con los antecedentes oportunos y necesarios se puede disfrutar más la película y por eso me atrevo a contextualizarla históricamente. Para los que tengan oportunidad de verla, estoy convencido que con esos antecedentes contextuales la podrán apreciar de mejor manera. Al final, Pepe es una película que se tiene que vivir y si es en una sala de cine con un buen equipo de sonido, mucho mejor.
¿Qué relación puede haber entre Namibia, Colombia, Alemania y República Dominicana, con un hipopótamo llamado Pepe, los negros cimarrones, Pablo Escobar y un cazador alemán? En principio nada, al menos esa hubiese sido mi respuesta antes de ver Pepe, pero la película dominicana que ganó el Oso de Plata a mejor dirección en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale), del director Nelson Carlo de los Santos Arias, nos dará una respuesta.
Aunque antes, vale la pena tener en mente los siguientes antecedentes:
Namibia fue, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, una colonia alemana en África, donde los alemanes, como todos los europeos que invadieron aquel continente, causaron millones de males e intentos de exterminio y de limpiezas étnicas. Al término de la Primera Guerra Mundial, cuando los europeos ganadores de esta guerra, sin ningún derecho, se repartieron África, la maldición de Namibia no concluyó, sólo cambió de manos y a través de la Sociedad de Naciones otorgaron un “mandato” a Sudáfrica para tomar el control de Namibia. Sudáfrica inició el apartheid, hasta que, por ahí de finales de los años ochenta, Namibia alcanzó su independencia.
República Dominicana y Haití (en ese entonces la isla La Española) fue el lugar al que llegaron los primeros negros africanos esclavizados por los europeos, para la explotación de la caña de azúcar, en tierras sobre las cuáles tampoco tenían ningún derecho. Posteriormente, los africanos serían distribuidos en todo el Caribe y luego en gran parte de la Abya Yala. Continuando así la cruel diáspora africana.
Se les conoce como negros cimarrones a los africanos rebeldes y fugitivos, traídos originalmente como esclavos a la Abya Yala y El Caribe por los europeos, que lograron escapar e introducirse en zonas naturales de difícil acceso para tratar de vivir en libertad, aunque en otro hábitat o entorno, fundando los palenques o quilombos.
Por otro lado, resulta que en la década de los ochenta Pablo Escobar introdujo a Colombia 4 hipopótamos, un macho y 3 hembras, para su “Hacienda Nápoles” que se encuentra en los alrededores del Río Magdalena, en Antioquia. Esos 4 hipopótamos se convirtieron en más de 160, ya que a la muerte del capo y ante la dificultad de trasladarlos a algún lugar óptimo, las autoridades colombianas dejaron que los hipopótamos escaparan de la finca y vivieran libremente en la zona como cimarrones.
Pepe, además del título de la película de ficción dramático experimental, es el nombre dado por Néstor de los Santos Arias al personaje central de su filme: un hipopótamo exterminado por un cazador alemán en colaboración con las fuerzas armadas colombianas, ante el miedo que su presencia despertó en una pequeña comunidad.
Pepe relata la serie de acontecimientos que rodearon su vida, hasta el momento de su muerte y después de ésta. Pepe y el grupo de hipopótamos, que vienen siendo su familia, representan a los negros cimarrones que, traídos en contra de su voluntad a otras tierras, logran emanciparse para tratar de vivir en libertad, aunque fuera de su hábitat natural, pero que al final seguirán siendo exterminados por el hombre blanco.
La película intenta ser una metáfora de la colonización europea, no solo en África, sino también en la Abya Yala y de cómo los colonizados seguimos, casi eternamente, envueltos en círculos colonizadores, de tal forma que no hemos podido lograr la total emancipación de nuestros verdugos, los blancos occidentales.
Esa es la relación que tienen entre sí los países y elementos mencionados en la pregunta inicial de este texto: su desagradable involucramiento en círculos colonizadores que han mantenido a la mayoría de la humanidad oprimida y viviendo bajo condiciones terribles en muchos de los casos. Círculos de dominación, saqueo y muerte que hasta la fecha persisten, pero con otras técnicas.
Yo dividiría a la película en dos partes, una parte de Docuficción experimental y otra dramática. La parte de Docuficción experimental es muy buena, la fotografía es maravillosa, el guion cumple con los requerimientos necesarios para que el espectador pueda involucrarse en la trama, en general no tiene vacíos ni cabos sueltos, aunque quizá para reflejar o dejar un poco más claro el simbolismo y metáfora que el director y guionista querían reflejar, debió dejar un poco más de pistas con un par de referencias más claras a la colonización y la esclavitud.
En esta parte, las actuaciones que hacen las voces de Pepe son bastante buenas y cumplen con las necesidades que el guion exigía de las interpretaciones. Son varios actores los que hacen las voces porque Pepe habla en distintos idiomas, entre ellos, se encuentran Fareed Matjila, que hace la voz de Pepe en Afrikaans, y Jhon Narváez que hace la voz en español.
El sonido y la música son extraordinarios. Considero que, si había que darle un premio a esta película en Berlín, debió haber sido al diseño sonoro, aunque ese premio no existe en ese festival y quizá de allí se deriva la decisión del Oso de Plata a mejor dirección. Realmente la película es un viaje espectacular por música experimental y sonidos combinados con, en partes, en la parte Documental, una fotografía fantástica.
Sin embargo, la parte dramática demerita mucho la obra en su integridad. Hay escenas que, ante las limitaciones de producción y financieras, no encuentran en la creatividad la mejor salida y en muchas ocasiones el director decide, por ejemplo, poner la pantalla en negro o muy oscura y que los sonidos sean los que guíen al espectador en la trama. Como recurso está bien usarlo una vez, quizás dos, pero creo que abusa del recurso.
Hay otras escenas, sobre todo al principio de la película, que lucen demasiado artificiales, forzadas, escenografías mal realizadas y planos cerrados muy forzados. Se entiende que todo va relacionado con la falta de recursos, pero creo que se pudieron buscar soluciones más creativas o incluso cambiar las ambientaciones en el guion o incluso cambiar el guion hubiese sido una opción ante la imposibilidad de llevar a cabo ciertas escenas por carencias en la producción. Creo que la condición de experimental, tampoco cubre estas carencias.
La fotografía en el drama tampoco es de lo mejor, salvo por algunas escenas muy bien llevadas. Se podría decir que pasamos de ver imágenes espectaculares con una cámara viva que nos involucra en ellas, a una pantalla en negro o con escenografías muy artificiales o huecas.
Las actuaciones son muy regulares en esta parte y matan todo el drama. El guion, al ser mal ejecutado por los actores, queda superfluo o vacío. El sarcasmo, la sátira, el drama y la comedia que pudiera contener el guion queda invisibilizado por la falta de buenas interpretaciones. No hay guion que aguante actuaciones regulares.
Pero al final, haciendo un balance entre la parte buena y la parte mala de la película, creo que el resultado es positivo, no sé si daba para un Oso de Plata a la mejor dirección, mejor diseño de sonido, seguramente; pero sí que vale la pena verla con la mente abierta y el ánimo de disfrutar un viaje atípico por el mundo y la vida de Pepe.
La película forma parte de la Competencia Internacional del Festival Internacional de Cine de la UNAM (FICUNAM), que se llevará a cabo del 13 al 20 de junio próximo, y por supuesto recomiendo que la vean.
Anécdota.
Para ser honestos, cuando vi Pepe, no entendí la metáfora ni hice una correcta interpretación de todo el simbolismo que tiene la película. Fue hasta después, en la rueda de prensa posterior a su proyección en Berlín, cuando el director Néstor de los Santos Arias habló sobre el contenido simbólico del filme, que pude entender y darle un plusvalor a la obra.
Por eso creo que con los antecedentes oportunos y necesarios se puede disfrutar más la película y por eso me atrevo a contextualizarla históricamente. Para los que tengan oportunidad de verla, estoy convencido que con esos antecedentes contextuales la podrán apreciar de mejor manera. Al final, Pepe es una película que se tiene que vivir y si es en una sala de cine con un buen equipo de sonido, mucho mejor.