El cuadro perdido: Un guion de manual
POR: FERNANDA LOZADA
22-09-2024 18:19:54
El cuadro perdido (Un tableau volé) es una película que cumple el cometido de entretener y explora ámbitos interesantes, sin embargo, de pronto puede sentirse que algo falta y es que la película simplemente está escrita de una forma tan precisa que parece haber seguido al pie de la letra las instrucciones de un manual sobre cómo escribir un guion y últimamente, después de tantas obras tan innovadoras y propositivas, esta película podría percibirse como aburrida o incluso predecible.
La premisa de la historia es buena, un subastador parisino que trabaja en una empresa de mercadeo artístico que recibe la noticia sobre el hallazgo de una obra que se había dado por perdida en la época de la Segunda Guerra Mundial; precisamente de ahí proviene el título de la película, ahora bien, sucede que esta idea sobre un cuadro perdido es confusa ya que en realidad es la historia del cuadro la que habla sobre cómo en el pasado estuvo perdido, ahora después de haber confirmado su autenticidad lo único que mantiene la trama de la historia es la espera por la subasta del mismo.
En medio suceden fragmentos de la vida de los personajes y un giro distinto dentro de tanta precisión en la escritura puede ser que en este caso la vida personal es la que afecta la vida laboral, que es la protagonista, en esta historia es más importante conocer a los personajes en su ámbito como cazadores de arte que como individuos.
Si bien el protagonista está bien definido y es plenamente identificable, hay varios coprotagonistas que se quedan a medias y son francamente confusos en el aspecto en que no queda clara su intención o si tienen un arco, más bien están ahí para cumplir con una acción específica, en momentos incluso podrían sentirse como elementos “deus ex-machina”, excusas básicamente para que la trama continúe avanzando.
Hay varios momentos en que parece que sucederán giros en la historia, incluso llegan a plantearse pero no llegan jamás, de hecho, cerca al final se suscita una situación inesperada que también podría haberse convertido en un plot twist interesante pero de nuevo no llega a suceder y esta vez desafortunadamente se siente como una inclusión de un personaje o tema LGBT+ sumamente forzado.
Fotográficamente hablando, El cuadro perdido tampoco es espectacular, narra la historia satisfactoriamente pero no va más allá. Es de destacar que el acercamiento al funcionamiento del mundo del arte y las subastas es interesante, las dinámicas y peripecias del medio se reflejan bien y aportan narrativamente “la carnita” de la película.
Un tableau volé es una película simple, que si bien pudo haber sido distinta, cumple con su cometido narrativo de capturar una situación en pantalla y da una nueva ventana a un medio de pronto poco explorado y explotado como lo es el del mundo de la subasta artística.
El cuadro perdido (Un tableau volé) es una película que cumple el cometido de entretener y explora ámbitos interesantes, sin embargo, de pronto puede sentirse que algo falta y es que la película simplemente está escrita de una forma tan precisa que parece haber seguido al pie de la letra las instrucciones de un manual sobre cómo escribir un guion y últimamente, después de tantas obras tan innovadoras y propositivas, esta película podría percibirse como aburrida o incluso predecible.
La premisa de la historia es buena, un subastador parisino que trabaja en una empresa de mercadeo artístico que recibe la noticia sobre el hallazgo de una obra que se había dado por perdida en la época de la Segunda Guerra Mundial; precisamente de ahí proviene el título de la película, ahora bien, sucede que esta idea sobre un cuadro perdido es confusa ya que en realidad es la historia del cuadro la que habla sobre cómo en el pasado estuvo perdido, ahora después de haber confirmado su autenticidad lo único que mantiene la trama de la historia es la espera por la subasta del mismo.
En medio suceden fragmentos de la vida de los personajes y un giro distinto dentro de tanta precisión en la escritura puede ser que en este caso la vida personal es la que afecta la vida laboral, que es la protagonista, en esta historia es más importante conocer a los personajes en su ámbito como cazadores de arte que como individuos.
Si bien el protagonista está bien definido y es plenamente identificable, hay varios coprotagonistas que se quedan a medias y son francamente confusos en el aspecto en que no queda clara su intención o si tienen un arco, más bien están ahí para cumplir con una acción específica, en momentos incluso podrían sentirse como elementos “deus ex-machina”, excusas básicamente para que la trama continúe avanzando.
Hay varios momentos en que parece que sucederán giros en la historia, incluso llegan a plantearse pero no llegan jamás, de hecho, cerca al final se suscita una situación inesperada que también podría haberse convertido en un plot twist interesante pero de nuevo no llega a suceder y esta vez desafortunadamente se siente como una inclusión de un personaje o tema LGBT+ sumamente forzado.
Fotográficamente hablando, El cuadro perdido tampoco es espectacular, narra la historia satisfactoriamente pero no va más allá. Es de destacar que el acercamiento al funcionamiento del mundo del arte y las subastas es interesante, las dinámicas y peripecias del medio se reflejan bien y aportan narrativamente “la carnita” de la película.
Un tableau volé es una película simple, que si bien pudo haber sido distinta, cumple con su cometido narrativo de capturar una situación en pantalla y da una nueva ventana a un medio de pronto poco explorado y explotado como lo es el del mundo de la subasta artística.