La Hermanastra Fea: un cuentos de hadas que se hace realidad
POR: FER LOZADA
12-09-2025 13:39:47

La mayoría de las infancias crecen rodeadas de cuentos de hadas, historias moralinas llenas de magia, ilusión y ensoñación, sin embargo, a veces podrían tener un lado que no vemos, un lado repleto de horrores y realidades que poco a poco e inconscientemente moldean y adoctrinan a esos niñxs para encajar con el pensamiento social colectivo, esa perspectiva poco reconocida y opacada por el polvo de hadas y ratones que hablan es La Hermanastra Fea, un cuento de hadas que desafortunadamente sí se hace realidad.
Muy comparada con The Substance, llega “The Ugly Stepsister”, una película noruega que adopta y adapta el clásico cuento “La Cenicienta”, original de los hermanos Grimm y más tarde llevado al cine por Disney donde obtuvo una popularidad inimaginable, volviendo a este personaje una de las princesas más famosas e icónicas; obviamente esta primer película estuvo adecuada para un público totalmente infantil, eliminando las partes más crudas y hasta perturbadoras de la historia primigenia, pero conforme ha avanzado el tiempo y se ha estancado el progreso, algunas miradas se revelan, exponen y critican esos aspectos de la sociedad que la enferman de manera brutal; en este caso Emilie Blichfeldt (claramente una visión femenina) se le une a voces fuertes y directas en el cine como las de Coralie Fargeat o Emerald Fenell que se atreven a exponer las cosas que como mujeres nos han hecho callar por generaciones.
“La Hermanastra Fea” narra la historia de Elvira, la hermana política de Agnes, quien es el equivalente a Cenicienta. Aquí la protagonista no es la princesa de cabellos dorados y corazón puro, incluso este personaje es retratado como una persona completa, no es una aspiración o ejemplo, es una mujer ambiciosa que incluso podría hasta pecar de lujuriosa (otro gran acierto y una actividad entretenida es encontrar todas las referencias a los pecados capitales en esta historia); ahora bien, la protagonista consigue quitarle la etiqueta de la villana a su personaje, ahora es simple y sencillamente una mujer real, no es un monstruo que rompe vestidos y da órdenes para limpiar, al contrario, ella es en realidad una víctima.
La obsesión por cumplir un estándar de belleza lamentablemente nos acompaña desde más tiempo del que podríamos pensar y lamentablemente la tenemos tan arraigada que apenas somos capaces de abordar el tema como es, sin tapujos y con todo lo grotesco que puede ser.
Elvira es una niña maltratada hasta la raíz, su propia madre resulta un elemento agresivo en lugar de un espacio seguro y cariñoso (situación que en muchas personas es una realidad no reconocida); ella crece y vive llena de inseguridades y acostumbrada al desprecio de otros e incluso de sí misma, su apariencia física le dicta su propio porvenir en un mundo donde el valor de las mujeres se mide por su belleza (hablando de un estándar hegemónico) y la mayor aspiración en la vida es el nivel socio-económico, claramente Cenicienta nunca estuvo enamorada del príncipe, ella estaba perdidamente amartelada de su título monárquico y lo que viene con ello, incluyendo el castillo.
En esta versión de la historia, Elvira sí está enamorada del príncipe, o al menos de su idealización porque en realidad el caballero azul es lo que podríamos categorizar como un cerdo narcisista, un hombre sin escrúpulos ni respeto por nada.

Elvira en su sueño idílico lo conquista y viven enamorados por siempre y un día (como sabemos de memoria) surge la oportunidad de asistir a un baile donde todas las mujeres casaderas del reino desfilan para el príncipe esperando que las elija como la siguiente heredera al trono.
El cambio tan necesario y esperado por todos los que estábamos cansados de ver a la rubia fregando pisos y cantándole a una estrella llega aquí, pues ahora conocemos la historia desde una perspectiva diferente y a través de un personaje que sufre los horrores más desalmados y crueles que existen.
Buscando alcanzar la imagen perfecta Elvira se somete a cambios físicos aterradores en un verdadero ‘body horror’ que no teme a la sangre ni a lo asqueroso, la película consigue eliminar la romantización de temas como los TCA (trastornos de la conducta alimentaria) o la cirugía estética aludiendo a ellos de formas extrapoladas para causar más impacto pero que aun así se sientes reales, actuales y sobre todo cercanos hablando desde la existencia femenina porque por desgracia, la mayoría de las mujeres hemos sido sometidas por otros o por nosotras mismas a pensamientos y acciones para encajar en un estándar absurdo de belleza.
La película es definitiva y verdaderamente una representante del género del horror (incluso del terror y todo lo que se le parezca o forme parte de sus subgéneros), si bien hay una mezcla de tonos en la narrativa que incluyen la farsa, la comedia y lo onírico, lo que predomina es el auténtico horror que se consigue al llevar a la mente y al cuerpo al límite, la empatía más pura surge de este tipo de imágenes y escenas donde nos retorcemos de dolor junto a la protagonista.
La actuación de Lea Myren es digna de reconocerse, mientras la dirección de Emilie Blichfeldt es impoluta y la lleva a explorar los lugares más aterradores de la experiencia humana a través de un guion inteligente (escrito por la misma Emilie) con una premisa tan brutal como necesaria abordando una crítica social que propone una tesis interesante y digna de debatir así como analizar, a veces lo que más nos perturba es lo que recordamos y reconocemos, como una especie de terapia de choque.
La película claramente no es para todo público, los estómagos más sensibles definitivamente enfermarían temprano en la cinta y la recuperación sería tortuosa aunque sí recomendaría abordar y hablar de este tema que tanta falta hace sí o sí y el cine como medio de denuncia siempre es un acierto, sea el género que sea. Para los amantes del horror y de pasar un muy buen mal rato en una sala, esta es una gran oportunidad que además se puede aprovechar para dar visibilidad y tomar en serio a las narrativas femeninas.
La Hermanastra Fea ya está en cines mexicanos gracias a Cine Caníbal.
La mayoría de las infancias crecen rodeadas de cuentos de hadas, historias moralinas llenas de magia, ilusión y ensoñación, sin embargo, a veces podrían tener un lado que no vemos, un lado repleto de horrores y realidades que poco a poco e inconscientemente moldean y adoctrinan a esos niñxs para encajar con el pensamiento social colectivo, esa perspectiva poco reconocida y opacada por el polvo de hadas y ratones que hablan es La Hermanastra Fea, un cuento de hadas que desafortunadamente sí se hace realidad.
Muy comparada con The Substance, llega “The Ugly Stepsister”, una película noruega que adopta y adapta el clásico cuento “La Cenicienta”, original de los hermanos Grimm y más tarde llevado al cine por Disney donde obtuvo una popularidad inimaginable, volviendo a este personaje una de las princesas más famosas e icónicas; obviamente esta primer película estuvo adecuada para un público totalmente infantil, eliminando las partes más crudas y hasta perturbadoras de la historia primigenia, pero conforme ha avanzado el tiempo y se ha estancado el progreso, algunas miradas se revelan, exponen y critican esos aspectos de la sociedad que la enferman de manera brutal; en este caso Emilie Blichfeldt (claramente una visión femenina) se le une a voces fuertes y directas en el cine como las de Coralie Fargeat o Emerald Fenell que se atreven a exponer las cosas que como mujeres nos han hecho callar por generaciones.
“La Hermanastra Fea” narra la historia de Elvira, la hermana política de Agnes, quien es el equivalente a Cenicienta. Aquí la protagonista no es la princesa de cabellos dorados y corazón puro, incluso este personaje es retratado como una persona completa, no es una aspiración o ejemplo, es una mujer ambiciosa que incluso podría hasta pecar de lujuriosa (otro gran acierto y una actividad entretenida es encontrar todas las referencias a los pecados capitales en esta historia); ahora bien, la protagonista consigue quitarle la etiqueta de la villana a su personaje, ahora es simple y sencillamente una mujer real, no es un monstruo que rompe vestidos y da órdenes para limpiar, al contrario, ella es en realidad una víctima.
La obsesión por cumplir un estándar de belleza lamentablemente nos acompaña desde más tiempo del que podríamos pensar y lamentablemente la tenemos tan arraigada que apenas somos capaces de abordar el tema como es, sin tapujos y con todo lo grotesco que puede ser.
Elvira es una niña maltratada hasta la raíz, su propia madre resulta un elemento agresivo en lugar de un espacio seguro y cariñoso (situación que en muchas personas es una realidad no reconocida); ella crece y vive llena de inseguridades y acostumbrada al desprecio de otros e incluso de sí misma, su apariencia física le dicta su propio porvenir en un mundo donde el valor de las mujeres se mide por su belleza (hablando de un estándar hegemónico) y la mayor aspiración en la vida es el nivel socio-económico, claramente Cenicienta nunca estuvo enamorada del príncipe, ella estaba perdidamente amartelada de su título monárquico y lo que viene con ello, incluyendo el castillo.
En esta versión de la historia, Elvira sí está enamorada del príncipe, o al menos de su idealización porque en realidad el caballero azul es lo que podríamos categorizar como un cerdo narcisista, un hombre sin escrúpulos ni respeto por nada.
Elvira en su sueño idílico lo conquista y viven enamorados por siempre y un día (como sabemos de memoria) surge la oportunidad de asistir a un baile donde todas las mujeres casaderas del reino desfilan para el príncipe esperando que las elija como la siguiente heredera al trono.
El cambio tan necesario y esperado por todos los que estábamos cansados de ver a la rubia fregando pisos y cantándole a una estrella llega aquí, pues ahora conocemos la historia desde una perspectiva diferente y a través de un personaje que sufre los horrores más desalmados y crueles que existen.
Buscando alcanzar la imagen perfecta Elvira se somete a cambios físicos aterradores en un verdadero ‘body horror’ que no teme a la sangre ni a lo asqueroso, la película consigue eliminar la romantización de temas como los TCA (trastornos de la conducta alimentaria) o la cirugía estética aludiendo a ellos de formas extrapoladas para causar más impacto pero que aun así se sientes reales, actuales y sobre todo cercanos hablando desde la existencia femenina porque por desgracia, la mayoría de las mujeres hemos sido sometidas por otros o por nosotras mismas a pensamientos y acciones para encajar en un estándar absurdo de belleza.
La película es definitiva y verdaderamente una representante del género del horror (incluso del terror y todo lo que se le parezca o forme parte de sus subgéneros), si bien hay una mezcla de tonos en la narrativa que incluyen la farsa, la comedia y lo onírico, lo que predomina es el auténtico horror que se consigue al llevar a la mente y al cuerpo al límite, la empatía más pura surge de este tipo de imágenes y escenas donde nos retorcemos de dolor junto a la protagonista.
La actuación de Lea Myren es digna de reconocerse, mientras la dirección de Emilie Blichfeldt es impoluta y la lleva a explorar los lugares más aterradores de la experiencia humana a través de un guion inteligente (escrito por la misma Emilie) con una premisa tan brutal como necesaria abordando una crítica social que propone una tesis interesante y digna de debatir así como analizar, a veces lo que más nos perturba es lo que recordamos y reconocemos, como una especie de terapia de choque.
La película claramente no es para todo público, los estómagos más sensibles definitivamente enfermarían temprano en la cinta y la recuperación sería tortuosa aunque sí recomendaría abordar y hablar de este tema que tanta falta hace sí o sí y el cine como medio de denuncia siempre es un acierto, sea el género que sea. Para los amantes del horror y de pasar un muy buen mal rato en una sala, esta es una gran oportunidad que además se puede aprovechar para dar visibilidad y tomar en serio a las narrativas femeninas.
La Hermanastra Fea ya está en cines mexicanos gracias a Cine Caníbal.