Memory, la nueva película del director mexicano Michel Franco, llega a salas y sorprende con un cambio de género y estilo que lo ha caracterizado y llevado al éxito; ahora la cinta apuesta por algo distinto, esta vez no tenemos la ya usual película de choque y denuncia, su discurso político expositivo cambia por un relato que si bien se mantiene dramático, es más naturalista y contemplativo.

Memory es una historia sobre la demencia y las consecuencias que acongojan a quien lo padece y los que lo rodean. El cine de denuncia de Franco de alguna manera prevalece pero esta vez acusa y expone una enfermedad que se retrata poco y las veces que se ha hecho se romantiza, cosa que no apoya ni la posibilidad de informar sobre ella y mucho menos normalizarla. 

Protagonizada por Jessica Chastain y Peter Sarsgaard, Memory narra la historia de una mujer con un pasado más bien traumático que termina por trabajar sus heridas y aprende a perdonar a través de la convivencia y la nueva oportunidad de abrirse precisamente con un hombre que padece demencia. 

El estilo de la película parece alejarse de lo que ya habíamos visto de Franco, sin embargo, la manera en la que retrata a sus personajes es de una forma u otra una denuncia social sobre el trato que reciben los que padecen una enfermedad por parte de la sociedad e incluso de su propia familia al representar una nueva responsabilidad pero que lastimosamente para muchos se vuelve una carga, incluso el paciente se ve degradado como persona y pierde muchas de sus cualidades y derechos humanos como consecuencia de sus síntomas o tratando de priorizar su bienestar. 

El trabajo de Chastain es como siempre bueno, muy entregada y con un entendimiento profundo de su personaje, esta vez su interpretación parece un poco plana pero esto se debe al tono y dirección de la historia pues no es una película que requiera un tono exagerado, al contrario, la esencia de Memory es totalmente naturalista, no hay grandes artificios en ningún aspecto ni área de la producción, el centro de todo viene por parte de la exposición del tema que no es solamente el síndrome (demencia) si no que también habla sobre cómo diferentes situaciones ya sean desarrolladas a raíz de otras o que se desencadenan fisiológicamente pueden afectar profundamente a una persona. 

El ritmo de la película la vuelve un proyecto contemplativo pues, aunque sí es una narración lineal y dividida en actos dramáticos, puede llegar a ser al ojo de un público comercial, un poco lenta. La sucesión de hechos es muy similar al ritmo y cadencia de la vida real; se construye una historia que podríamos casi catalogar como romántica pero mucho menos adornada comparada con las narraciones cinematográficas ultra romantizadas y decoradas con música, arte y un guion que complace a los idealistas, aquí tenemos un vistazo del romance de la pareja protagónica pero más que eso podemos explorar una relación simbiótica de entendimiento y apoyo entre dos personas profundamente rotas. 

Un relato poderoso sobre las relaciones y la decadencia humana dirigida de forma discreta que permite dar protagonismo a su tema más que al estilo o sello personal de un director, que permite a sus actores desarrollarse en un tono y un género que, aunque no lo parezca, es muy exigente y demanda mucho trabajo de entendimiento, análisis e interpretación.

Memory ofrece una ventana a la vida de aquellos que se ven azotados por diferentes hechos y situaciones que desencadenan una enfermedad que los aleja de sus seres queridos y los recluye dentro de sí mismos hasta que encuentran un aliado que consigue devolverlos a las posibilidades de la vida.