A lo largo de los años la industria ha construido metódicamente una estructura infalible para producir películas exitosas y queridas por el público; una mezcla de ritmo, tono, personajes, anécdotas y muchos elementos más capaces de generar una narrativa que conecta con el espectador y lo hace recomendarla de boca en boca y asistir a salas más de una vez, pero conseguir esta pócima no es tan fácil como parece; un muy buen ejemplo de la precisión de relojería del story telling es justamente ARTHUR, una película que exhibe la fórmula perfecta.

La decisión de llevar a la pantalla grande una historia real es siempre arriesgada pero también un elemento que, si se adapta correctamente, puede asegurar el éxito. La anécdota verídica sobre este atleta y el cómo durante una competencia extrema encuentra un perrito callejero que se le une en la expedición, resulta en una historia perfecta para llevar al cine pues, además de apelar al sentimentalismo humano (más en estos días donde afortunadamente el activismo en pro de los animales está en auge) se puede dirigir a todo público.

La película dirigida por Simon Cellan-Jones y protagonizada por Mark Wahlberg, es una comedia familiar con un mensaje francamente bonito, capaz de llegar hasta los más pequeños; con un guion escrito metódicamente en cuanto a su arco, su presentación de personajes y estructura clásica, la película de una hora cuarenta minutos se convierte en un limbo temporal pues no se siente su duración real, entre diálogos cómicos y personajes con vicios muy clásicos del género, la progresión adopta un flujo muy dinámico aunque igualmente tiene sus momentos de tensión en puntos estratégicos de su línea narrativa ofreciendo un péndulo entre la tensión y una risa relajante o un momento de ternura que le sigue a uno nostálgico.

Otro elemento de su éxito es el tiempo que se toma la película en presentar a sus personajes, de esta forma consigue la empatía para con ellos de parte del espectador y con esto no solo hablamos de los personajes humanos sino que desde muy temprano en la historia conocemos al personaje peludo, el coprotagonista, ya que sin este amigo de cuatro patas la narración no tendría el factor para volverla digna de lo literario y menos de lo fílmico, con este perrito se nos deja todavía más en claro desde un inicio el paralelismo con el protagonista, ambos son tercos y luchadores, se aferran a conseguir sus propósitos y así tenemos ya en mente la idea de que son el uno para el otro.

 

Si bien es una película de aventura también nos habla de la lealtad, el amor y la amistad incondicional a través de esta pareja de amigos que se encontraron en circunstancias adversas tanto literal como emocionalmente y con su historia nos demuestran que a veces podemos encontrar un compañero en quien menos lo esperabas y que siempre será más importante y gratificante el camino y quienes te acompañan que el anhelo de un premio tras una línea de meta, el verdadero trofeo son las experiencias y los amigos que se quedan a tu lado incondicionalmente. 

Con locaciones impresionantes, risas sencillas y algunas lágrimas también, ARTHUR es una película que cabe perfectamente en muchas categorías pero debemos decir que también se vuelve parte de la lista de películas de perritos que nos recuerdan por qué son nuestros mejores amigos. 

ARTHUR llega a salas mexicanas el jueves 4 de abril.