Quien diga que el cine kaiju es simple entretenimiento, nada más necesita apreciar Godzilla: Minus One para percatarse de lo equivocado que está. En una época donde Hollywood se ha apropiado del rey de los monstruos, Japón llega para demostrar que son ellos y sólo ellos quienes pueden darle un desarrollo/reinicio magnífico a su criatura.

Japón está devastado por los estragos de la guerra, con el espíritu de sus habitantes totalmente quebrantado y fragmentado entre quienes desean la recuperación de la sociedad y quienes viven atormentados por los fantasmas bélicos. Aunque el país se recupera lentamente, pronto deberá hacer frente a una nueva amenaza que podría terminar con los últimos cimientos de su nación: Godzilla.

Seamos claros desde un inicio: ¿Hollywood ha dañado la figura de los kaijus? ¡No, para nada! Por el contrario, nos ha entregado cintas extremadamente entretenidas -e incluso ha popularizado el término- con obras que van desde Pacific Rim hasta Godzilla vs Kong y su esperadísima secuela. Sin embargo, algo que podría ser criticable es entregar más tiempo en pantalla a los humanos que los monstruos en sí, lo cual, sinceramente, es algo que la mayoría de los espectadores lamenta al desear ver más acción en pantalla y menos charla.

Godzilla: Minus One también peca de esto último, pero es precisamente allí donde radica su genialidad; porque sí, es cierto, es más el tiempo que se ve a la raza humana y su plan para destruir a Godzilla que el que se ve a Godzilla mismo en pantalla. Sin embargo, no hay que confundirnos, no, para nada, porque el factor humano es la pieza clave en el éxito de esta película.

¿A qué nos referimos con esto? A que en esta entrega no hay destrucción gratuita sólo por el placer de ver al monstruo causar estragos; por el contrario, la destrucción que miramos es una parte importantísima para la construcción de los protagonistas: son humanos frágiles, atormentados, imperfectos, con miedos e inseguridades...e irónicamente es el catastrófico paso de Godzilla por su ciudad lo que los ayudará a edificar un mejor futuro y superar sus fantasmas del pasado.

Por un lado la trama nos entrega una historia que lo tiene todo: romance (no mucho), humor (tampoco tanto) y un increíblemente bien logrado suspenso y tensión que por momentos nos hace olvidarnos del rey de los kaijus para preferir mirar la historia de fondo entre los protagonistas. Sencillamente el espectador logra conectar de una forma casi íntima con los personajes al saberse testigo de sus tormentos y de sus sacrificios personales.

En pocas palabras, los japoneses logran que la atención se centre en el factor humano de una forma tan magistral y emotiva que resulta totalmente indoloro el que Godzillano no predomine en el tiempo en pantalla. Y sin embargo, cuando Gojira aparece la cámara deja en claro porqué es el rey insuperable de la destrucción y el caos.

Las escenas donde el gran lagarto entra a cuadro son maravillosas, con una acción extrema, explosiva y tensa que deja boquiabierto del más al menos fanático del monstruo. El nuevo diseño del dinosaurio nuclear se mantiene en perfecto equilibrio con los elementos clásicos como lo son su aliento atómico, su rugido y sus imponentes escamas -e incluso se le proporciona nuevas habilidades físicas- como para decir que es uno de los más pulcros diseños que se le han dado.

Los efectos especiales quizá no sean los mejores pero cumplen bastante bien y visualmente son bastante atractivos. La destrucción de la ciudad, si bien no es total, va acorde a la acción que se ve en pantalla, misma que espectacularmente se desarrolla en todos lados. ¿Qué queremos decir con esto? Fácil: ¡Godzilla Minus One tiene acción en cielo, mar y tierra! No hay lugar donde no se enfrente a Gojira y no haya caos a su paso en medio de sorprendentes tomas y FX.

¡Qué viva el Rey!