American Fiction: ver el Ghetto desde la casa en la playa
POR: SAÚL ARELLANO MONTORO
10-03-2024 12:16:41
Puedo catalogar el 2023 como uno de los más prolíficos y propositivos años cinematográficos de hace muchas décadas;y si fuese un poco más audaz, hasta podría explicarlo como el resultado de los años que pasamos en pandemia donde el impulso creativo de guionistas y realizadores se presentaron en forma de un alud de imaginación desbordada ansiosa de abordar los más diversos temas que navegan de lo íntimo a lo global sin temor. Sobre todo, en historias simples, pero no por eso carentes de complejidad.
Este es el caso de la impecable ópera prima del experimentado guionista Cord Jefferson llamada American Fiction, ganadora del Oscar a Mejor guion adaptado.
LOS BLANCOS CREEN QUE QUIEREN LA VERDAD, PERO NO ES CIERTO; SOLO QUIEREN SENTIRSE ABSUELTOS
No pudo tener un mejor debut en la silla de director el guionista Cord Jefferson al presentar una comedia satírica que da un bofetón con guante blanco a todos aquellos psicópatas de lo correcto y la empatía por pose y no convicción con el personaje del afroamericano burgués y académico Thelonius “Monk” Ellison quien es interpretado de forma irrebatible por un resplandeciente Jeffrey Wright.
Temas que tienen que ver con los estereotipos, los lugares comunes y el miedo a ser lapidado socialmente por no encontrar las palabras adecuadas o las que menos incomoden a todos aquellos grupos que enarbolan las banderas de la justicia social o la empatía sostenida en pilares de cristal no solo son abordados sino cuestionados desde la perspectiva de la raza directamente involucrada en la película: los afroamericanos.
Y como podrán leer, a estas alturas del Siglo XXI, hasta yo me estoy yendo con pies de plomo pese a:
1.- No vivir en los EEUU donde ahora la palabra “Negro” solo puede decirla un sector de la sociedad.
2.- La película abre con esta manipulación y transfiguración hacia lo supuestamente ofensivo de la palabra en ciertos grupos no afroamericanos y eso, como dice el mismo Monk “Si yo ya lo superé, estoy seguro que tú también podrás”.
3.- Y, por último, pero no por eso menos importante: A no ser racista por principios naturales y educación forjada.
Así que, para no alterar mentalidades hipersensibles, usaré el término afroamericano (que por supuesto es más que correcto) aunque sé que, de todas formas, los que buscan siempre encuentran.
Sin más, entremos en materia.
EL PATHOS DEL MUNDO REAL
Cord Jefferson toma de inspiración la novela del 2001 Erasure de Percival Everett para contar la historia de este novelista acostumbrado a las buenas maneras, a la escritura exquisita y al activismo pasivo en clase más por el placer de derribar percepciones fuera de lugar que de establecer un discurso.
Y no es sino hasta que descubre una novela escrita por una mujer de su misma situación social que escribe de la vida en el ghetto y que él considera como un vehículo de lugares comunes que no favorecen a los afroamericanos es que la película se establece en tres notorios actos.
El primero se orienta claramente hacia los motivos del hartazgo de los estereotipos y de cómo él mismo se visualiza por encima de esas percepciones al ser una persona educada tratando de demostrar que no todos los afroamericanos viven y se desarrollan en esas condiciones. Por supuesto que lleva un dejo de conservadurismos, pero para eso tenemos el contexto geográfico de la zona de playas en Massachusetts y reflejar los lugares comunes al otro lado del espectro social.
El segundo acto es la decisión resolutiva presentada en forma de un acto de divertida arrogancia contra los paladines de lo políticamente correcto, en la que escribe a manera de desahogo, una novela urbana y cruda plagada de lugares comunes de cómo se visualiza la comunidad afroamericana en los EEUU; especialmente entre la gente blanca acomodada y con ínfulas de empatía y solidaridad con el sufrimiento de décadas atrás. Una novela retadora y simple que causa revuelo en el mundo editorial y que da pie para el tercer y último acto.
Y es en este tercer acto que podríamos resumir como “las consecuencias” donde todo sale de control obligando al mismo “Monk” a replantear la forma de asumirse como parte de una sociedad donde lo correcto no siempre es lo mejor y que, sin darse cuenta, lo afecta de forma directa donde más cree estar seguro; entre la gente que lo ama trastornando todo su entorno al grado de perder de vista las cosas más bellas y simples de la vida, por esta cruzada pro reeducar a toda una sociedad que no quiere comprometerse más allá de lo que le acomoda y le resulta fácil.
RESPONDE A UN IMPULSO Y ESO ES VALIOSO
Y justo cuando como espectadores damos todo por sentado y dicho y simplemente esperamos el cierre, Jefferson nos arrebata el salvavidas y nos deja a la espera de recobrar el camino luego de un inesperado “giro de tuerca” que demuestra no solo una genialidad narrativa sino una seguridad a prueba de fallas que, no conforme con eso, juega con el espectador durante varios minutos más hasta que, satisfecho con la resolución de su película, por fin nos suelta de la solapa para alisarnos el saco y dejarnos decidir con qué final nos quedamos.
Punto y aparte es la música, no solo la incidental escrita e interpretada por Laura Karpman en la que no podemos evitar rememorar justamente a Thelonius Monk sino la selección musical que cuenta con los mejores ejecutantes del Jazz como, por ejemplo, Cannonball Aderly y su versión de Autumn Leaves que es con la que cierra la película.
En resumen: Una película brillante, inteligente, retadora y emotiva donde la narrativa te permite ser partícipe del arrebato de Monk en pro de su quijotesca lucha contra las posturas forzadas, la pose forzada y las empatías de cristal.
Además de ser producida por la legendaria Orion Pictures.
Puedo catalogar el 2023 como uno de los más prolíficos y propositivos años cinematográficos de hace muchas décadas;y si fuese un poco más audaz, hasta podría explicarlo como el resultado de los años que pasamos en pandemia donde el impulso creativo de guionistas y realizadores se presentaron en forma de un alud de imaginación desbordada ansiosa de abordar los más diversos temas que navegan de lo íntimo a lo global sin temor. Sobre todo, en historias simples, pero no por eso carentes de complejidad.
Este es el caso de la impecable ópera prima del experimentado guionista Cord Jefferson llamada American Fiction, ganadora del Oscar a Mejor guion adaptado.
LOS BLANCOS CREEN QUE QUIEREN LA VERDAD, PERO NO ES CIERTO; SOLO QUIEREN SENTIRSE ABSUELTOS
No pudo tener un mejor debut en la silla de director el guionista Cord Jefferson al presentar una comedia satírica que da un bofetón con guante blanco a todos aquellos psicópatas de lo correcto y la empatía por pose y no convicción con el personaje del afroamericano burgués y académico Thelonius “Monk” Ellison quien es interpretado de forma irrebatible por un resplandeciente Jeffrey Wright.
Temas que tienen que ver con los estereotipos, los lugares comunes y el miedo a ser lapidado socialmente por no encontrar las palabras adecuadas o las que menos incomoden a todos aquellos grupos que enarbolan las banderas de la justicia social o la empatía sostenida en pilares de cristal no solo son abordados sino cuestionados desde la perspectiva de la raza directamente involucrada en la película: los afroamericanos.
Y como podrán leer, a estas alturas del Siglo XXI, hasta yo me estoy yendo con pies de plomo pese a:
1.- No vivir en los EEUU donde ahora la palabra “Negro” solo puede decirla un sector de la sociedad.
2.- La película abre con esta manipulación y transfiguración hacia lo supuestamente ofensivo de la palabra en ciertos grupos no afroamericanos y eso, como dice el mismo Monk “Si yo ya lo superé, estoy seguro que tú también podrás”.
3.- Y, por último, pero no por eso menos importante: A no ser racista por principios naturales y educación forjada.
Así que, para no alterar mentalidades hipersensibles, usaré el término afroamericano (que por supuesto es más que correcto) aunque sé que, de todas formas, los que buscan siempre encuentran.
Sin más, entremos en materia.
EL PATHOS DEL MUNDO REAL
Cord Jefferson toma de inspiración la novela del 2001 Erasure de Percival Everett para contar la historia de este novelista acostumbrado a las buenas maneras, a la escritura exquisita y al activismo pasivo en clase más por el placer de derribar percepciones fuera de lugar que de establecer un discurso.
Y no es sino hasta que descubre una novela escrita por una mujer de su misma situación social que escribe de la vida en el ghetto y que él considera como un vehículo de lugares comunes que no favorecen a los afroamericanos es que la película se establece en tres notorios actos.
El primero se orienta claramente hacia los motivos del hartazgo de los estereotipos y de cómo él mismo se visualiza por encima de esas percepciones al ser una persona educada tratando de demostrar que no todos los afroamericanos viven y se desarrollan en esas condiciones. Por supuesto que lleva un dejo de conservadurismos, pero para eso tenemos el contexto geográfico de la zona de playas en Massachusetts y reflejar los lugares comunes al otro lado del espectro social.
El segundo acto es la decisión resolutiva presentada en forma de un acto de divertida arrogancia contra los paladines de lo políticamente correcto, en la que escribe a manera de desahogo, una novela urbana y cruda plagada de lugares comunes de cómo se visualiza la comunidad afroamericana en los EEUU; especialmente entre la gente blanca acomodada y con ínfulas de empatía y solidaridad con el sufrimiento de décadas atrás. Una novela retadora y simple que causa revuelo en el mundo editorial y que da pie para el tercer y último acto.
Y es en este tercer acto que podríamos resumir como “las consecuencias” donde todo sale de control obligando al mismo “Monk” a replantear la forma de asumirse como parte de una sociedad donde lo correcto no siempre es lo mejor y que, sin darse cuenta, lo afecta de forma directa donde más cree estar seguro; entre la gente que lo ama trastornando todo su entorno al grado de perder de vista las cosas más bellas y simples de la vida, por esta cruzada pro reeducar a toda una sociedad que no quiere comprometerse más allá de lo que le acomoda y le resulta fácil.
RESPONDE A UN IMPULSO Y ESO ES VALIOSO
Y justo cuando como espectadores damos todo por sentado y dicho y simplemente esperamos el cierre, Jefferson nos arrebata el salvavidas y nos deja a la espera de recobrar el camino luego de un inesperado “giro de tuerca” que demuestra no solo una genialidad narrativa sino una seguridad a prueba de fallas que, no conforme con eso, juega con el espectador durante varios minutos más hasta que, satisfecho con la resolución de su película, por fin nos suelta de la solapa para alisarnos el saco y dejarnos decidir con qué final nos quedamos.
Punto y aparte es la música, no solo la incidental escrita e interpretada por Laura Karpman en la que no podemos evitar rememorar justamente a Thelonius Monk sino la selección musical que cuenta con los mejores ejecutantes del Jazz como, por ejemplo, Cannonball Aderly y su versión de Autumn Leaves que es con la que cierra la película.
En resumen: Una película brillante, inteligente, retadora y emotiva donde la narrativa te permite ser partícipe del arrebato de Monk en pro de su quijotesca lucha contra las posturas forzadas, la pose forzada y las empatías de cristal.
Además de ser producida por la legendaria Orion Pictures.