Vidas pasadas y la idealización del amor
POR: ALEX VANSS
01-02-2024 13:23:43
Todos hemos tenido un amor de infancia, de juventud, de esos que se recuerdan bonito, con los que te preguntas qué hubiera pasado si… que incluso ahora podemos buscar en redes sociales, a veces sin éxito, otras solo para constatar que esa persona continúo su vida y el pasado en el pasado está, a esto nos confronta Vidas pasadas, una película que nos hace reflexionar sobre la idealización del amor.
La cineasta y dramaturga coneano-canadiense Celine Song nos muestra la historia de dos personas que en su infancia se separaron, él, Hae Sung, se queda en Corea con ganas de decirle algo más que adiós; ella, Nora Moon, emigra a Canadá con el sueño de ganar un Nobel. Pasarán 12 años antes de que un post en facebook los reúna, al menos por videollamada solo para darnos cuenta que ese amor fugaz de adolescencia sigue ahí ¿sigue ahí, es amor?
Este reencuentro a distancia tal vez te haga recordar alguna relación vía messenger, skype o alguna plataforma digital actual, y si en la relaciones en persona se idealiza al ser amado, en las digitales, a miles de kilómetros de distancia, esa idealización es mayor y cabe preguntarnos ¿nos enamoramos de esa persona o de una idea romántica de esa persona?
Esta pregunta es válida y pertinente, no solo para nosotros como espectadores sino como seres humanos educados por las comedias románticas americanas, como La boda de mi mejor amigo o Diario de una pasión, película que he de confesar detesto; y es que a partir de ese reencuentro vemos a estos dos seres separados por varios husos horarios platicando, contándose sus vidas, sueños y aspiraciones, desvelándose, enamorándose a distancia solo para tener que separarse una vez más provocando en el espectador la sensación de que vemos un amor imposible.
Vidas pasadas logra sacarnos risas, sonrisas, algunos “awww” tiernos y tristezas al ver a estos dos seres que están condenados a estar separados a pesar de parecer la pareja ideal ¿la pareja ideal? ¿Por qué creemos esto? ¿Por qué a primera vista tomamos esta cinta como un filme de amor?
Exacto, por lo que mencionaba líneas antes, estamos muy educados por las comedias románticas gringas y los cuentos de hadas de Disney, por lo que esperamos un amor bonito, idílico, de película, de esos de vivieron felices para siempre, de esos donde todo se resuelve mágicamente y en los que no hay que esforzarse ni un tantito.
Regularmente, siendo hombres, creemos que este tipo de contenidos norteamericanos sólo afectan a las mujeres pero no, también a nosotros, más si hemos crecido en un mundo patriarcal y machista, fenómenos como el Temach son claro ejemplo de esto, y es que en Vidas pasadas también podemos hablar de la friendzone y de las inseguridades masculinas.
Como hombres, a priori, podemos juzgar fuertemente a Nora, ¿qué a caso no se da cuenta que Hae la ama? Pero ¿la ama o cree que la ama? Y si la ama ¿por qué no se lo dice? Y si no se lo dice ¿por qué es culpa de Nora no saberlo? Y así en nuestras vidas particulares, es más fácil preguntar y aceptar la respuesta que darle cabida a falsos gurús que nos dirán que la culpa es de aquella mala mujer, parece que no.
Afortunadamente, Celine Song plasma en Vidas pasadas a seres más complejos, seres separados por culturas e idiosincrasias pero que al final son capaces de entender y aceptar los resultados no sin antes “sufrir” en el proceso, porque aceptar la realidad sin culpar a nadie no es sencillo.
Celine nos lleva por un viaje de pocos diálogos, de miradas intensas, de silencios abrumadores, de postales hermosas que retratan atardeceres, días lluviosos y lugares muy fotografiables de Nueva York en los que los protagonistas se confrontan con la realidad para descubrir que ese amor bonito es simple nostalgia.
Nostalgia y no amor, qué chistoso cómo dos sentimientos tan diferentes pueden parecer lo mismo cuando son idealizados ¿cuántos no confundimos sentimientos para no ver la realidad?
Vidas pasadas es un bello filme, con grandes valores cinematográficos muy destacables, es una historia que te puede dejar contento, satisfecho por lo que acabas de ver en pantalla, con la que te puedes identificar, o no, pero definitivamente no es una historia de amor.
Todos hemos tenido un amor de infancia, de juventud, de esos que se recuerdan bonito, con los que te preguntas qué hubiera pasado si… que incluso ahora podemos buscar en redes sociales, a veces sin éxito, otras solo para constatar que esa persona continúo su vida y el pasado en el pasado está, a esto nos confronta Vidas pasadas, una película que nos hace reflexionar sobre la idealización del amor.
La cineasta y dramaturga coneano-canadiense Celine Song nos muestra la historia de dos personas que en su infancia se separaron, él, Hae Sung, se queda en Corea con ganas de decirle algo más que adiós; ella, Nora Moon, emigra a Canadá con el sueño de ganar un Nobel. Pasarán 12 años antes de que un post en facebook los reúna, al menos por videollamada solo para darnos cuenta que ese amor fugaz de adolescencia sigue ahí ¿sigue ahí, es amor?
Este reencuentro a distancia tal vez te haga recordar alguna relación vía messenger, skype o alguna plataforma digital actual, y si en la relaciones en persona se idealiza al ser amado, en las digitales, a miles de kilómetros de distancia, esa idealización es mayor y cabe preguntarnos ¿nos enamoramos de esa persona o de una idea romántica de esa persona?
Esta pregunta es válida y pertinente, no solo para nosotros como espectadores sino como seres humanos educados por las comedias románticas americanas, como La boda de mi mejor amigo o Diario de una pasión, película que he de confesar detesto; y es que a partir de ese reencuentro vemos a estos dos seres separados por varios husos horarios platicando, contándose sus vidas, sueños y aspiraciones, desvelándose, enamorándose a distancia solo para tener que separarse una vez más provocando en el espectador la sensación de que vemos un amor imposible.
Vidas pasadas logra sacarnos risas, sonrisas, algunos “awww” tiernos y tristezas al ver a estos dos seres que están condenados a estar separados a pesar de parecer la pareja ideal ¿la pareja ideal? ¿Por qué creemos esto? ¿Por qué a primera vista tomamos esta cinta como un filme de amor?
Exacto, por lo que mencionaba líneas antes, estamos muy educados por las comedias románticas gringas y los cuentos de hadas de Disney, por lo que esperamos un amor bonito, idílico, de película, de esos de vivieron felices para siempre, de esos donde todo se resuelve mágicamente y en los que no hay que esforzarse ni un tantito.
Regularmente, siendo hombres, creemos que este tipo de contenidos norteamericanos sólo afectan a las mujeres pero no, también a nosotros, más si hemos crecido en un mundo patriarcal y machista, fenómenos como el Temach son claro ejemplo de esto, y es que en Vidas pasadas también podemos hablar de la friendzone y de las inseguridades masculinas.
Como hombres, a priori, podemos juzgar fuertemente a Nora, ¿qué a caso no se da cuenta que Hae la ama? Pero ¿la ama o cree que la ama? Y si la ama ¿por qué no se lo dice? Y si no se lo dice ¿por qué es culpa de Nora no saberlo? Y así en nuestras vidas particulares, es más fácil preguntar y aceptar la respuesta que darle cabida a falsos gurús que nos dirán que la culpa es de aquella mala mujer, parece que no.
Afortunadamente, Celine Song plasma en Vidas pasadas a seres más complejos, seres separados por culturas e idiosincrasias pero que al final son capaces de entender y aceptar los resultados no sin antes “sufrir” en el proceso, porque aceptar la realidad sin culpar a nadie no es sencillo.
Celine nos lleva por un viaje de pocos diálogos, de miradas intensas, de silencios abrumadores, de postales hermosas que retratan atardeceres, días lluviosos y lugares muy fotografiables de Nueva York en los que los protagonistas se confrontan con la realidad para descubrir que ese amor bonito es simple nostalgia.
Nostalgia y no amor, qué chistoso cómo dos sentimientos tan diferentes pueden parecer lo mismo cuando son idealizados ¿cuántos no confundimos sentimientos para no ver la realidad?
Vidas pasadas es un bello filme, con grandes valores cinematográficos muy destacables, es una historia que te puede dejar contento, satisfecho por lo que acabas de ver en pantalla, con la que te puedes identificar, o no, pero definitivamente no es una historia de amor.