Dogman, un lomito siempre será un compañero fiel
POR: ALEX VANSS
04-01-2024 19:36:31
Reza el dicho que el perro es el mejor amigo del hombre y es cierto, un lomito siempre será un compañero fiel, te brindará su amor incondicional, te acompañara e incluso te defenderá si estás en peligro, uno puede confiar más en un peludito que en un ser humano, eso es una verdad, una verdad que Luc Besson nos muestra en Dogman, su más reciente película.
En este filme nos presenta a Douglas, un hombre del que sabemos poco, al principio lo veremos travestido, maltrecho y nos daremos cuenta que tiene una discapacidad debido a un evento de su pasado que no les voy a contar; pronto sabremos que este hombre vivió una infancia tormentosa a manos de su padre, un hombre alcohólico, psicópata y violento que golpeaba a su madre y a él solo porque no se hacía lo que decía.
Las decisiones de su padre, alentado por su hermano mayor, llevaron a Douglas a encontrar en los perritos, que su papá criaba, a sus mejores aliados, a una nueva familia.
A la par, conocemos a una psicóloga, quien llega para evaluar a Douglas y descubrir que hay detrás de este ser. Gracias a que Evelyn lo trata con respeto y sin condescendencias, es que Douglas comienza a contarle su vida, el camino que tomó para llegar a ese momento tan complicado.
Con una narrativa visual no convencional al cine hollywoodense del que estamos acostumbrados, es decir, a una más lenta, un tanto pausada en diversas secuencias a lo largo del filme, Luc nos va contando de a poco cada uno de los episodios en la vida de Douglas cada una de las decisiones que tomaron sus padres o él mismo para llegar a ser quien es.
Una de las cosas que más me gustó de Dogman recae en el montaje, soportado en los emplazamientos de cámara, el cual logra darle la fuerza necesaria para sumergir poco a poco al espectador, para hacer esas transiciones, en las que escuchamos hablar a Douglas con Evelyn, pasar de la voz en off a la acción y viceversa de una forma orgánica.
Uno de los ejemplos más palpables de lo que les cuento -hay varios pero sería darles spoilers y no pretendo hacerlo- es aquella secuencia en la que, tras contarle cómo es que tuvo que hacerse de un nuevo empleo, Douglas se convierte en miembro del elenco de un show de cabaret, en el que debe mostrarle al dueño su valía por lo que decide travestirse para en encarnar en el escenario a la inmortal Edith Piaf.
Esa secuencia, más la banda sonora en la que podemos escuchar La Foule -aká Que nadie sepa mi sufrir pero no es Que nadie sepa mi sufrir, ustedes entienden- nos recuerda a un Luc como en los mejores años de su vida, haciendo gala de toda su experiencia y de su conocimiento del lenguaje cinematográfico para entregarnos una película realmente disfrutable.
Y déjenme hacer una pausa en este punto, la banda sonora y el soundtrack son realmente maravillosos, no están ahí solo para acompañar y pasar de una secuencia a otra sin más ni más, como suele pasar en muchas películas, ¡no! la banda sonora también cumple su función de contar y contextualizar aquello que estamos viendo de tal forma que la diversidad y riqueza de las canciones que utiliza el director nos permite ir llenando algunos huecos, si es que existen, de lo que estamos atestiguando y hasta en cierto punto estas canciones resaltan el tono del momento que puede ser irónico, cómico y por supuesto dramático.
Regresando a lo que les contaba, como en la típica película en la que el punto de partida se convierte también en el punto de llegada, Luc va cerrando este círculo virtuoso con secuencias memorables en donde los perritos se convierten en los protagonistas principales al mostrarnos su inteligencia pero también su bravura, sólo para cerrar el filme con una estampa poderosa en la que los contrastes y las sombras magnifican esa imagen con la que el filme cierra.
Debo reconocer, ha sido un poco complejo escribir este texto sin dar demasiado santo y seña porque temo que hacerlo signifique revelarles demasiado de la trama y arruinarles la experiencia, el asombro, pero si ustedes ya la vieron y están leyendo este texto es muy probable que coincidan conmigo en que es, tal vez, una de las mejores películas del cineasta francés, porque Dogman logra conjuntar la acción con un drama, con la miseria humana y los personajes que tienen la posibilidad de sobrevolar el pantano sin mancharse demasiado, donde estos seres humanos rotos se pueden resarcir y demostrar que no son tan terribles y que tal vez y solo tal vez pueden compararse y equipararse con un perrito fiel.
Reza el dicho que el perro es el mejor amigo del hombre y es cierto, un lomito siempre será un compañero fiel, te brindará su amor incondicional, te acompañara e incluso te defenderá si estás en peligro, uno puede confiar más en un peludito que en un ser humano, eso es una verdad, una verdad que Luc Besson nos muestra en Dogman, su más reciente película.
En este filme nos presenta a Douglas, un hombre del que sabemos poco, al principio lo veremos travestido, maltrecho y nos daremos cuenta que tiene una discapacidad debido a un evento de su pasado que no les voy a contar; pronto sabremos que este hombre vivió una infancia tormentosa a manos de su padre, un hombre alcohólico, psicópata y violento que golpeaba a su madre y a él solo porque no se hacía lo que decía.
Las decisiones de su padre, alentado por su hermano mayor, llevaron a Douglas a encontrar en los perritos, que su papá criaba, a sus mejores aliados, a una nueva familia.
A la par, conocemos a una psicóloga, quien llega para evaluar a Douglas y descubrir que hay detrás de este ser. Gracias a que Evelyn lo trata con respeto y sin condescendencias, es que Douglas comienza a contarle su vida, el camino que tomó para llegar a ese momento tan complicado.
Con una narrativa visual no convencional al cine hollywoodense del que estamos acostumbrados, es decir, a una más lenta, un tanto pausada en diversas secuencias a lo largo del filme, Luc nos va contando de a poco cada uno de los episodios en la vida de Douglas cada una de las decisiones que tomaron sus padres o él mismo para llegar a ser quien es.
Una de las cosas que más me gustó de Dogman recae en el montaje, soportado en los emplazamientos de cámara, el cual logra darle la fuerza necesaria para sumergir poco a poco al espectador, para hacer esas transiciones, en las que escuchamos hablar a Douglas con Evelyn, pasar de la voz en off a la acción y viceversa de una forma orgánica.
Uno de los ejemplos más palpables de lo que les cuento -hay varios pero sería darles spoilers y no pretendo hacerlo- es aquella secuencia en la que, tras contarle cómo es que tuvo que hacerse de un nuevo empleo, Douglas se convierte en miembro del elenco de un show de cabaret, en el que debe mostrarle al dueño su valía por lo que decide travestirse para en encarnar en el escenario a la inmortal Edith Piaf.
Esa secuencia, más la banda sonora en la que podemos escuchar La Foule -aká Que nadie sepa mi sufrir pero no es Que nadie sepa mi sufrir, ustedes entienden- nos recuerda a un Luc como en los mejores años de su vida, haciendo gala de toda su experiencia y de su conocimiento del lenguaje cinematográfico para entregarnos una película realmente disfrutable.
Y déjenme hacer una pausa en este punto, la banda sonora y el soundtrack son realmente maravillosos, no están ahí solo para acompañar y pasar de una secuencia a otra sin más ni más, como suele pasar en muchas películas, ¡no! la banda sonora también cumple su función de contar y contextualizar aquello que estamos viendo de tal forma que la diversidad y riqueza de las canciones que utiliza el director nos permite ir llenando algunos huecos, si es que existen, de lo que estamos atestiguando y hasta en cierto punto estas canciones resaltan el tono del momento que puede ser irónico, cómico y por supuesto dramático.
Regresando a lo que les contaba, como en la típica película en la que el punto de partida se convierte también en el punto de llegada, Luc va cerrando este círculo virtuoso con secuencias memorables en donde los perritos se convierten en los protagonistas principales al mostrarnos su inteligencia pero también su bravura, sólo para cerrar el filme con una estampa poderosa en la que los contrastes y las sombras magnifican esa imagen con la que el filme cierra.
Debo reconocer, ha sido un poco complejo escribir este texto sin dar demasiado santo y seña porque temo que hacerlo signifique revelarles demasiado de la trama y arruinarles la experiencia, el asombro, pero si ustedes ya la vieron y están leyendo este texto es muy probable que coincidan conmigo en que es, tal vez, una de las mejores películas del cineasta francés, porque Dogman logra conjuntar la acción con un drama, con la miseria humana y los personajes que tienen la posibilidad de sobrevolar el pantano sin mancharse demasiado, donde estos seres humanos rotos se pueden resarcir y demostrar que no son tan terribles y que tal vez y solo tal vez pueden compararse y equipararse con un perrito fiel.