Pocas, poquísimas veces yo les recomendaré no ver una película, más que nada por evitar desperdicien su tiempo y dinero en una cinta que definitivamente no vale la pena, pero si ustedes quiere ver ¡Que viva México! adelante, pero no digan que no les advertí que se toparán con la visión pueril de un director estancado que busca hacer polémica para vender una película que tal vez sea de lo peorcito que tendrá este 2023.

Y no, no es ninguna animadversión a Luis Estrada y su trabajo, que a título personal me parece continúa en picada tras La ley de Herodes, son simplemente hechos que se constatan en las tres horas que dura la película ¡Sí! tres horas de lo mismo, del refriteo de chistes y situaciones que hemos visto en sus filmes anteriores.

Quizá ustedes han leído y escuchado que la más reciente película de Estrada ha sufrido la censura y la ignominia del IMCINE, el mal trato de Netflix y el agobio del poder, y sobre este tema hay que decir que Estrada sabe hacer bien publicidad -revoloteando el río para que suene aunque no traiga nada- para que vayan a ver su película y sí, muchos van a ir por el morbo y la promesa de encontrar la sátira y la crítica a la actual administración federal.

Desde ya debo decirles que nada de eso encontrarán, en cambio verán un filme anacrónico, atrapado en una burbuja que data de hace treinta años, con chistes -que no es por corrección política ni censura- misóginos y vulgares, con una historia que según Estrada refleja a los mexicanos, si para él así son los mexicanos entonces le hace falta salir de su cueva y descubrir México.

La película nos presenta a Pancho, un hombre que trabaja en una fabrica textil como gerente, él tiene a su familia compuesta por su esposa (Ana de la Reguera) y sus dos pequeños hijos, a está familia la completa un joven que trabaja en el hogar, Pancho, quien lleva más de una década sin ver a su familia, sufre de terribles pesadillas que involucran a su familia. Todo cambia cuando recibe la noticia de que su abuelo ha muerto y debe regresar a su pueblo -La prosperidad- para sepultar a su abuelo pero sobre todo para conocer el contenido de la herencia, lo cual “desata” el “conflicto” de la película.

Es verdad que el cine de oro retrató un tipo de México, el México rural, ese que estadounidenses y europeos conocen y creen que sigue hasta nuestros días, también sabemos que con la época priista se encumbraron dichos como “el que no tranza no avanza” y “político pobre es un pobre político”, así como “todos tenemos un priista dentro”, todas esas frases que nos crearon un estigma, lo cierto es que esos estereotipos son solo eso y los mexicanos somos mucho más que frases de cantina.

En los últimos 20 años la conciencia de los mexicanos ha cambiado, tal vez en la actualidad estamos muy polarizados por ideologías políticas pero es normal en una sociedad joven, que lleva apenas tres sexenios conociendo qué es la democracia y cómo funciona. Fuera de eso ha habido grandes cambios sociales impulsados por el feminismo, el activismo LGBTQ+, la lucha de los pueblos originarios, las organizaciones de la sociedad civil y las minorías que no quiero dejar fuera.

Por eso es decepcionante y frustrante encontrarnos con un filme que refritea situaciones, personajes y chistes en algo que podríamos titular, La ley del mundo del infierno de la dictadura de México, tan absurdo como se lee es lo que el filme nos presenta.

No, no hay crítica, hay insertos de hechos de la actualidad para que parezca crítica; no, no hay sátira, hay una serie de hechos repetitivos y malos; no, no hay comedia, hay una serie de chistes más malos que cualquiera que el Perro Guarumo o comediante regio pueda decir.

A eso hay que sumarle la representación vulgar de lo que él cree son los mexicanos, aprovechados, gandallas, malditos, ojetes pero unidos porque son familia, sí usted cree que así somos los mexicanos, que así es usted, qué triste en verdad.

Ya de las actuaciones, la fotografía y demás elementos del lenguaje cinematográfico ni hablemos, si en México existiera el razzie seguro lo ganaba todo.

¡Que viva México! es en realidad la decadencia de un director sin creatividad, estancado en el pasado, de un director blanco privilegiado que cree que los morenos, los habitantes de los pueblos son ratas, abusivos y huevones, de un director poco empático y sin ningún conocimiento -si lo tiene se lo guarda para él- de los diversos factores que provocan los males de los mexicanos.

Y podría dedicarle más líneas, decirles lo vergonzoso que fue ver y escuchar frases como “el me too me lo paso por los huevos” o la nula sensibilidad en la representación de las personas trans, pero realmente no merece más.

Así es que si usted quiere ir a verla, adelante, solo así podrá forjar una mejor opinión de la película solo le voy a pedir un favor, cuando la esté viendo tómese un momento para analizar y pensar si eso que ve somos los mexicanos, si usted es así y si se merece que le entreguen un producto donde se burlan de su inteligencia, perpetuando el bastardo pensamiento del Tigre Azcárraga: “México es un país de una clase modesta muy jodida… que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil”…  ¿neta?