El exorcismo de Anna Waters, o la evolución de las posesiones dia
POR: ISRAEL YERENA
29-06-2016 10:59:00
No es raro que el cine de terror sea de los géneros más juzgados tanto por la audiencia como por los críticos, pues sus historias, muchas veces no tan fáciles de digerir, requieren de cierto convenio entre director-espectador para que éste último, principalmente, acepte lo que el primero le plantea en pantalla. Con esto, nos referimos a que de cierta manera, el público debe estar de acuerdo en que los hechos que mirará pueden ser totalmente posibles aunque sea dentro del celuloide.
Entre este tipo de filmes, aquellos que suelen tener el mayor peso de esta relación entre las ideas del director y la ideología del espectador son, precisamente, en los que lo sobrenatural se enfrenta a lo natural, como son las cintas de fantasmas o de temas diabólicos como los exorcismos. Éste último rubro tiende a confrontar al pensamiento crítico y científico contra la religión e ideología personal no sólo de los protagonistas del filme, sino también de los espectadores.
El exorcismo de Anna Waters, del director Kelvin Tong, es una clara muestra de lo anterior. La cinta nos presenta a Jamie Waters, una joven reportera que viaja a Singapur para esclarecer la misteriosa muerte de su hermana Anna y descubre que el fallecimiento de ésta no es un hecho aislado, sino que se suma a múltiples y muy parecidos casos, a raíz de un extraño mensaje que ha aparecido en los sitios de internet de las iglesias más importantes del mundo y, sobre todo, mediante extraños vídeos que circulan en Internet.
La cinta del Tong entra en una nueva corriente que ha ido creciendo desde hace unos años con filmes como La posesión de Deborah Logan (2014), Está detrás de ti (2014) o Eliminar amigo (2015), en las cuales, se utiliza una extraña mezcla entre la enfermedad, los demonios invisibles pero a la vez tangibles y la tecnología actual para explicar no sólo lo sobrenatural, sino también para dejar en claro que los demonios se actualizan y han encontrado un medio para esparcir su malignidad de una forma más rápida y en mayor escala valiéndose de recursos más acordes a nuestros tiempos, tales como el uso de internet y las computadoras en vez de las viejas maldiciones que pasaban de generación en generación o una anticuada tabla ouija.
Así, El exorcismo de Anna Waters se encarga de mostrar los dos polos opuestos que suelen presentar estas cintas, por un lado nos presenta a un viejo sacerdote atormentado por sus demonios y a Anna, una mujer que padece de la enfermedad de Huntington y que está dispuesta a intentar cualquier cosa basándose en su fe con tal de salvarse; en el extremo opuesto se encuentra Jamie, hermana de Anna quien no cree en el más allá y mucho menos la existencia de un dios que permite el sufrimiento en la tierra.
Ahora bien, teniendo en cuenta que el título de la cinta nos predispone más a un filme de exorcismos, cabría decir que más que éste, la historia se deja llevar principalmente por los extraños sucesos e investigaciones que hay detrás de la muerte de Anna, quien sólo aparece durante breves momentos de la película, dejando no sólo las únicas dos secuencias propiamente de exorcismos, bastante breves, tanto al inicio como al final de la cinta, sino que, además y curiosamente, ninguno de ellos es experimentado por la misma Anna.
El exorcismo de Anna Waters está construido para mostrar dos historias paralelas que al final conecten entre sí, esto es, se nos muestra primeramente las investigaciones del viejo sacerdote acompañado de otro cura que lo ayudará a descifrar el enigmático mensaje que ha estado atacando los sitios de internet de diversas iglesias. La otra historia es la de Jamie, quien acompañada del que fuera esposo de su hermana indagan los recientes casos de fallecimientos grabados en videos que parecen estar relacionados con el de Anna.
Aunque la propuesta e historia de la cinta son interesantes, con un par de los ya famososscreamers que valen la pena al producir sustos inmediatos mediante escenas breves y sonidos estruendosos, y aunque las secuencias cumplen con el objetivo de entrelazar las dos historias para que al final converjan en una misma y los personajes se unan para combatir a un mismo enemigo, la cinta carece de trasfondo que explique mejor qué es lo que está sucediendo no sólo en la historia, sino con los personajes mismos.
Aunque entretenida por su forma de contar le relación entre los sacerdotes y la familia de Anna, esto ocasiona que la cinta sea sólo eso, entretenida y nada más, pues debido a que en ésta se nos muestran a dos grupos de personas diferentes, el fallo principal de la cinta es forzar demasiado las relaciones de todos los personajes para que la historia fluya lo más rápido que se pueda y llegar al momento en que éstos se conozcan.
Esto provoca que las relaciones que se dan entre cada uno de los personajes no sean concretas, dejando mucho que desear al no saber la historia de trasfondo y difícilmente formando empatía con ellos, como lo es principalmente el caso de Jamie con el esposo y la pequeña hija de su hermana Anna; bastan los primeros instantes de ver la relación que llevan para saber que hay un rencor entre los adultos, mismo que desaparece casi de manera forzada con tal de congeniar y luchar contra el mal que los aqueja.
Siendo una cinta que muestra la eterna lucha entre creencia y no creencia, representadas esta vez en las ideas contrarias de las hermanas, es un tema que prácticamente se deja de lado apenas comienza la película, pues ni siquiera se muestran secuencias que puedan darnos un mejor ejemplo de la relación que llevaban las hermanas antes de la muerte de Anna y mucho menos se deja ver la conversión de Jamie entre su paso de la no creencia a la total credulidad en un más allá, pues aun cuando ésta se encuentra cara a cara frente a lo demoniaco y ya totalmente convencida de su existencia, con su actuación pareciera que para ella es más extraño ver salir el sol todos los días por la mañana que ser partícipe de una posesión diabólica.
Aunque todos pensaríamos que El exorcismo de Anna Waters es una película sonbre exorcismos, ésta deja de lado uno de los principales elementos en este tipo de cintas, es decir, el ámbito familiar. Por supuesto no todas las cintas de posesiones diabólicas giran en torno a la familia, pero siendo esta cinta una obra donde la malignidad se centra en la relación disfuncional entre dos hermanas, un padre y una hija, la influencia familiar, entonces, debería tener mayor peso, sobre todo si se toma en cuenta que los exorcismos dentro del cine de terror se han caracterizado no sólo por mostrar lentamente la degradación del cuerpo del poseso debido al demonio que habita dentro de él, sino también por mostrar poco a poco el derrumbamiento de los lazos de cariño y confianza entre los amigos y familiares del poseído. De esta forma, conforme avanzan este tipo de filmes, la podredumbre y corrosión que causa la entidad maligna avanza y toma mayor fuerza conforme los lazos ideológicos y familiares se derrumban poco a poco.
En este aspecto, el director Kelvin Tong lamentablemente no se toma el tiempo necesario para dar a conocer de una manera más profunda la relación entre los personajes, mostrando desde un principio una disfuncionalidad familiar que simplemente no avanza, retrocede ni mucho menos decae para después resurgir de entre la adversidad, simplemente se resuelve de un momento a otro para salir de problemas y darle un fin a la historia. Es por este motivo que la cinta no tiene un momento de tensión total, pues apenas se ha dado inicio a una escena o secuencia cuando ésta ya llegó a su fin sin haber pasado por un verdadero nudo, por lo que la presencia diabólica de la historia no tiene la oportunidad de corroer el ambiente pues, totalmente justificable para esta entidad a quien el director no le da mucho tiempo de actuar, debe apresurarse por encontrar un cuerpo que poseer y ser exorcizado por un sacerdote antes de que acabe la película, así por lo menos habrá cubierto el requisito para ser una cinta de posesiones.
Hay que recordar que el cine de terror se nutre principalmente de la sociedad y los eventos actuales que ésta vive y que la van aquejando, y en este sentido, El exorcismo de Anna Waters cumple con esto, pues conforme se desarrolla la trama se nos plantea el peligro que tiene el gran contenido explícito que abunda en el internet y la influencia, igual de peligrosa, de éste cuando llega a personas demasiado susceptibles gracias al fácil acceso y distribución de este material en la red. Así, aunque con fallas en la estructura de sus personajes, lo rescatable de la cinta de Tong es cierta crítica social de la que ya pocas veces se encuentra en el cine de terror actual pero que, lamentablemente, apenas se percibe debido a la falta de cohesión entre los personajes y al estar esperando un clímax que nunca se concreta.
No es raro que el cine de terror sea de los géneros más juzgados tanto por la audiencia como por los críticos, pues sus historias, muchas veces no tan fáciles de digerir, requieren de cierto convenio entre director-espectador para que éste último, principalmente, acepte lo que el primero le plantea en pantalla. Con esto, nos referimos a que de cierta manera, el público debe estar de acuerdo en que los hechos que mirará pueden ser totalmente posibles aunque sea dentro del celuloide.
Entre este tipo de filmes, aquellos que suelen tener el mayor peso de esta relación entre las ideas del director y la ideología del espectador son, precisamente, en los que lo sobrenatural se enfrenta a lo natural, como son las cintas de fantasmas o de temas diabólicos como los exorcismos. Éste último rubro tiende a confrontar al pensamiento crítico y científico contra la religión e ideología personal no sólo de los protagonistas del filme, sino también de los espectadores.
El exorcismo de Anna Waters, del director Kelvin Tong, es una clara muestra de lo anterior. La cinta nos presenta a Jamie Waters, una joven reportera que viaja a Singapur para esclarecer la misteriosa muerte de su hermana Anna y descubre que el fallecimiento de ésta no es un hecho aislado, sino que se suma a múltiples y muy parecidos casos, a raíz de un extraño mensaje que ha aparecido en los sitios de internet de las iglesias más importantes del mundo y, sobre todo, mediante extraños vídeos que circulan en Internet.
La cinta del Tong entra en una nueva corriente que ha ido creciendo desde hace unos años con filmes como La posesión de Deborah Logan (2014), Está detrás de ti (2014) o Eliminar amigo (2015), en las cuales, se utiliza una extraña mezcla entre la enfermedad, los demonios invisibles pero a la vez tangibles y la tecnología actual para explicar no sólo lo sobrenatural, sino también para dejar en claro que los demonios se actualizan y han encontrado un medio para esparcir su malignidad de una forma más rápida y en mayor escala valiéndose de recursos más acordes a nuestros tiempos, tales como el uso de internet y las computadoras en vez de las viejas maldiciones que pasaban de generación en generación o una anticuada tabla ouija.
Así, El exorcismo de Anna Waters se encarga de mostrar los dos polos opuestos que suelen presentar estas cintas, por un lado nos presenta a un viejo sacerdote atormentado por sus demonios y a Anna, una mujer que padece de la enfermedad de Huntington y que está dispuesta a intentar cualquier cosa basándose en su fe con tal de salvarse; en el extremo opuesto se encuentra Jamie, hermana de Anna quien no cree en el más allá y mucho menos la existencia de un dios que permite el sufrimiento en la tierra.
Ahora bien, teniendo en cuenta que el título de la cinta nos predispone más a un filme de exorcismos, cabría decir que más que éste, la historia se deja llevar principalmente por los extraños sucesos e investigaciones que hay detrás de la muerte de Anna, quien sólo aparece durante breves momentos de la película, dejando no sólo las únicas dos secuencias propiamente de exorcismos, bastante breves, tanto al inicio como al final de la cinta, sino que, además y curiosamente, ninguno de ellos es experimentado por la misma Anna.
El exorcismo de Anna Waters está construido para mostrar dos historias paralelas que al final conecten entre sí, esto es, se nos muestra primeramente las investigaciones del viejo sacerdote acompañado de otro cura que lo ayudará a descifrar el enigmático mensaje que ha estado atacando los sitios de internet de diversas iglesias. La otra historia es la de Jamie, quien acompañada del que fuera esposo de su hermana indagan los recientes casos de fallecimientos grabados en videos que parecen estar relacionados con el de Anna.
Aunque la propuesta e historia de la cinta son interesantes, con un par de los ya famososscreamers que valen la pena al producir sustos inmediatos mediante escenas breves y sonidos estruendosos, y aunque las secuencias cumplen con el objetivo de entrelazar las dos historias para que al final converjan en una misma y los personajes se unan para combatir a un mismo enemigo, la cinta carece de trasfondo que explique mejor qué es lo que está sucediendo no sólo en la historia, sino con los personajes mismos.
Aunque entretenida por su forma de contar le relación entre los sacerdotes y la familia de Anna, esto ocasiona que la cinta sea sólo eso, entretenida y nada más, pues debido a que en ésta se nos muestran a dos grupos de personas diferentes, el fallo principal de la cinta es forzar demasiado las relaciones de todos los personajes para que la historia fluya lo más rápido que se pueda y llegar al momento en que éstos se conozcan.
Esto provoca que las relaciones que se dan entre cada uno de los personajes no sean concretas, dejando mucho que desear al no saber la historia de trasfondo y difícilmente formando empatía con ellos, como lo es principalmente el caso de Jamie con el esposo y la pequeña hija de su hermana Anna; bastan los primeros instantes de ver la relación que llevan para saber que hay un rencor entre los adultos, mismo que desaparece casi de manera forzada con tal de congeniar y luchar contra el mal que los aqueja.
Siendo una cinta que muestra la eterna lucha entre creencia y no creencia, representadas esta vez en las ideas contrarias de las hermanas, es un tema que prácticamente se deja de lado apenas comienza la película, pues ni siquiera se muestran secuencias que puedan darnos un mejor ejemplo de la relación que llevaban las hermanas antes de la muerte de Anna y mucho menos se deja ver la conversión de Jamie entre su paso de la no creencia a la total credulidad en un más allá, pues aun cuando ésta se encuentra cara a cara frente a lo demoniaco y ya totalmente convencida de su existencia, con su actuación pareciera que para ella es más extraño ver salir el sol todos los días por la mañana que ser partícipe de una posesión diabólica.
Aunque todos pensaríamos que El exorcismo de Anna Waters es una película sonbre exorcismos, ésta deja de lado uno de los principales elementos en este tipo de cintas, es decir, el ámbito familiar. Por supuesto no todas las cintas de posesiones diabólicas giran en torno a la familia, pero siendo esta cinta una obra donde la malignidad se centra en la relación disfuncional entre dos hermanas, un padre y una hija, la influencia familiar, entonces, debería tener mayor peso, sobre todo si se toma en cuenta que los exorcismos dentro del cine de terror se han caracterizado no sólo por mostrar lentamente la degradación del cuerpo del poseso debido al demonio que habita dentro de él, sino también por mostrar poco a poco el derrumbamiento de los lazos de cariño y confianza entre los amigos y familiares del poseído. De esta forma, conforme avanzan este tipo de filmes, la podredumbre y corrosión que causa la entidad maligna avanza y toma mayor fuerza conforme los lazos ideológicos y familiares se derrumban poco a poco.
En este aspecto, el director Kelvin Tong lamentablemente no se toma el tiempo necesario para dar a conocer de una manera más profunda la relación entre los personajes, mostrando desde un principio una disfuncionalidad familiar que simplemente no avanza, retrocede ni mucho menos decae para después resurgir de entre la adversidad, simplemente se resuelve de un momento a otro para salir de problemas y darle un fin a la historia. Es por este motivo que la cinta no tiene un momento de tensión total, pues apenas se ha dado inicio a una escena o secuencia cuando ésta ya llegó a su fin sin haber pasado por un verdadero nudo, por lo que la presencia diabólica de la historia no tiene la oportunidad de corroer el ambiente pues, totalmente justificable para esta entidad a quien el director no le da mucho tiempo de actuar, debe apresurarse por encontrar un cuerpo que poseer y ser exorcizado por un sacerdote antes de que acabe la película, así por lo menos habrá cubierto el requisito para ser una cinta de posesiones.
Hay que recordar que el cine de terror se nutre principalmente de la sociedad y los eventos actuales que ésta vive y que la van aquejando, y en este sentido, El exorcismo de Anna Waters cumple con esto, pues conforme se desarrolla la trama se nos plantea el peligro que tiene el gran contenido explícito que abunda en el internet y la influencia, igual de peligrosa, de éste cuando llega a personas demasiado susceptibles gracias al fácil acceso y distribución de este material en la red. Así, aunque con fallas en la estructura de sus personajes, lo rescatable de la cinta de Tong es cierta crítica social de la que ya pocas veces se encuentra en el cine de terror actual pero que, lamentablemente, apenas se percibe debido a la falta de cohesión entre los personajes y al estar esperando un clímax que nunca se concreta.