Felipe Cazals, el cineasta que prefería ser espectador
POR: NANCY MORA
17-10-2021 22:00:42
“Disfruto mucho más ser cinéfilo y espectador que ser cineasta, porque ser cineasta es haber escogido un camino bastante complejo, el cual he caminado por más de 50 años y no estoy seguro de haber acertado, prefiero ser espectador”, solía decir el cineasta mexicano Felipe Cazals, quien falleció la noche de este sábado a los 84 años de edad, dejando un legado que ha marcado a muchos cineastas contemporáneos que conocieron, por el cine del Maestro Cazals, la disidencia y la protesta social a través de su mirada certera, su postura crítica y mordaz, con películas que retrataba una realidad que no se exhibía en las pantallas, que incomodaba a los gobiernos en turno pero que a pesar de la censura de aquel entonces, resultan fundamental para entender el México de hoy.
La primera vez que Cazals quedó impresionado con una película fue a los 12 años, cuando en la escuela militar en la que cursó la secundaria, les proyectaron en 16 milímetros la cinta Wings (1927), de William A. Wellman.
“Yo creo que lo hicieron por los aviones, pero lo cierto que es que a mí la película me impactó de alguna manera porque a lo largo de 60 años cuando la volvía a ver podía recordar escenas con mucha nitidez, secuencias que me intrigaban, en fin, había algo en mis recuerdos que conectaba mi condición de militar siendo escuincle con en esa película”, recordó en una entrevista transmitida por Canal Once.
Esta película despertó en Felipe Cazals su curiosidad cinéfila, se preguntaba el porqué de esas imágenes que veía en pantalla, “es que todo era perfectamente falso pero al mismo tiempo era tan perfectamente creíble”. Años después, en preparatoria, la cual cursó en el Centro Universitario México (CUM) -la escuela de los hermanos Maristas- Cazals se pasaba casi todo el tiempo en el cine Morelia, el cine Gloria y el Moderno, donde mientras veía películas mayormente norteamericanas, volvía a tener esas sensaciones de intriga y curiosidad por cómo se realizaba el cine, se volvió casi una obsesión, tanto que aún sin entender inglés se sabía todos los diálogos de cintas como Proa en el infierno (Hell and high water, de Samuel Fuller, de 1954), “me molestaba muchísimo que el submarino fuera visiblemente falso y al mismo tiempo entendía que esa falsedad era parte de la magia del cine”.
“Me fascinaba ver esas películas porque lo que veía no correspondía a la realidad que yo conocía, inclusive muchas me resultaban contradictorias, porque era evidente que el entorno donde sucedía la película estaba falsificado, no era real, y sin embargo era creíble, sobre todo con el cine norteamericano”, en esta etapa de su vida uno de sus cineastas favoritos era John Ford (Estados Unidos, 1894-1973), mientras que las actrices que lo dejaban sin aliento eran Ava Gardner, Rita Hayworth, por mencionar algunas.
Años más tarde y sin saber que su destino sería dedicarse al cine, Felipe se encontró en la calle a un vendedor ambulante de máquinas para lavar y estufas, este vendedor era Emilio García Arriera, que además de vender estos artículos, era un experto en fichas cinematográficas, éste fue un encuentro decisivo para Cazals, “Nos reuníamos los sábados y en esas charlas entre Emilio, José de la Colina y muchos otros, en las que se trataban de explicar cosas, fue que a mí me despertó ese interés por saber más sobre cine y cómo hacerlo”.
Cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria, Felipe asistió a la Facultad de Medicina, pero pronto se dio cuenta que ese no era su camino, así que decidió aplicar a una de las escuelas de cine más importantes del mundo, así llegó becado al Institut d’Hautes Etudes Cinematographiques (IDHEC) de París, donde tuvo su primer acercamiento cómo realizador, ya no solo como cinéfilo.
UNA LARGA TRAYECTORIA QUE SE CARACTERIZÓ POR UNA NECESARIA CRITICA SOCIAL
De regreso en México, Felipe Cazals inició su trayectoria cinematográfica en 1965, sus primeros cortometrajes estuvieron dedicados a Alfonso Reyes, Mariana Alcoforado, León Felipe y Leonora Carrington. En los años 70, junto con Arturo Ripstein, Rafael Castanedo y Pedro F. Miret, entre otros, formó el grupo Cine Independiente de México, asociación dedicada a la realización de cine experimen- tal, con la cual Cazals produce sus dos primeros largometrajes: La manzana de la discordia (1968) y Familiaridades (1969), obras en las que el cineasta experimenta con el tiempo cinema tográfico y en las que aparecen por vez primera algunos temas constantes de su obra, como la crueldad, la futilidad del esfuerzo humano y la disipación alcohólica.
En 1970, Cazals se integró al cine industrial con Emiliano Zapata, superproducción histórica producida y protagonizada por Antonio Aguilar, con la que obtuvo la Diosa de Plata de Pecime a la mejor ópera prima. Ese mismo año, Rodolfo Echeverría es nombrado Director del Banco Nacional Cinematográfico e implementa una nueva política que fomenta el surgimiento de nuevos cineastas, temáticas y estilos. En ese contexto, Cazals continuó en el cine de época: El jardín de tía Isabel (1971), relato de un naufragio español en el siglo XVI, y Aquellos años (1972), recuento épico de los últimos tiempos de la intervención francesa en nuestro país. Un año más tarde, el cineasta regresa al documental con Los que viven donde sopla el viento suave (1973), registro fílmico sobre los seris, etnia sonorense.
Entre 1975 y 1976 Felipe Cazals dirigió tres títulos fundamentales del cine mexicano: Canoa, basada en sucesos reales investigados por el entonces guionista debutante Tomás Pérez Turrent, cinta pionera en tratar los hechos ocurridos en 1968; El Apando, basada en la célebre novela de José Revueltas, y Las Poquianchis, crónica del auge y caída de las célebres lenonas guanajuatenses, en la que se alterna su narración con una feroz crítica a la corrupción política que afecta al campesinado mexicano.
El siguiente filme de Cazals, tras su famosa trilogía, es La Güera Rodríguez (1977), un encuentro más con el cine histórico y sus personajes, en este caso, la cortesana encarnada por Fanny Cano.
El director obtuvo su primer Ariel a la mejor dirección por un filme de argumento apocalíptico: El año de la peste (1979), inspirado en Daniel Defoe, con guión de Gabriel García Márquez y Juan Arturo Brennan, mientras que con Bajo la metralla (1982), violenta crónica sobre una guerrilla urbana corroída desde sus cimientos, Cazals obtuvo un segundo premio Ariel al mejor director. En 1985 dirigió una de sus obras más destacadas: Los motivos de Luz, basada en el caso de la filicida Elvira Luz Cruz, filme cuyo sobrio distanciamiento formal otorga una fuerte ambigüedad moral al asunto.
Además de realizar algunas series televisivas (Cuentos de madrugada (1984) y Luces de la ciudad (1994), Cazals fue pionero del cine realizado en video: Las inocentes (1986) es el trágico relato de unas religiosas agredidas sexualmente y más tarde rechazadas por su propia institución. El director vuelve al cine de géneros con un western: El tres de copas (1987), antes de filmar una versión libre del Calígula de Camus (La furia de un dios, 1988).
Tras la realización de un filme histórico más, esta vez sobre el sacerdote Eusebio Kino (Kino, 1991), Cazals anunciaba su retiro de los sets, sin embargo, una década después regresó con Su Alteza Serenísima (2001), crónica de los últimos días de Antonio López de Santa Anna, que significó para el cineasta un nuevo comienzo.
Digna Ochoa, personaje polémico del México contemporáneo, es tema de un sobrio docudrama: Digna... hasta el último aliento (2003), ganador del Ariel al Mejor largometraje documental y un año después llegó Las Vueltas del Citrillo (2004), un reencuentro con la barbarie latente en la historia de México, la experiencia alcohólica y la crueldad, lo hace merecedor a un tercer premio Ariel a la mejor dirección en 2006. Además de ser la primera de la trilogía no deliberada sobre la Revolución Mexicana en la que también se incluyen Chicogrande (2010) y Ciudadano Buelna (2013).
Cuando estrenó Ciudadano Buelna Cazals declaró que ya no deseaba contar nuevas historias, “eso sería ser un guerrillero ya vencido, creo que hice algunas cosas que pude haber hecho mejor, fui acompañado de gente valiosísimas y soy un gran deudor, le debo a mis colaboradores, a mis actores, a todos, porque solo no hago ni una película, aunque creo que las pude haber hecho mejor”.
CAZALS Y SU NO RELACIÓN CON LAS INSTITUCIONES
En más se cinco décadas haciendo cine, Felipe Cazals tuvo que lidiar todo el tiempo con la censura y las instituciones, en una entrevista realizada en 2007 comentó: “ya duermo y me baño con la censura”.
Señaló que perdió mucho tiempo tratando de explicar a los funcionarios quién es, qué tipo de cine quiere hacer y por qué un director mexicano tiene derecho a tener fondos del estado para hacer una película.
“Así han sido los últimos 50 años, no me quejo del todo pero si he perdido mucho tiempo en esas antesalas, cada vez hay menos dinero, el cine ha sufrido una fractura con la llegada de la era digital, el cine que hacíamos ha desaparecido”, aseguró el cineasta que celebró 40 años de su filme ‘Canoa’ en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
Cazals señaló que el cine es un fenómeno de expresión que no debe tener compromiso con nadie. También hablo de lo difícil que resulta para él como director volver a ser el espectador que era cuando tenía 14 o 15 años, “el cine es para atletas, algunos serán buenos y otros no”.
EL CINE MEXICANO Y LOS PROYECTOS PENDIENTES
Aunque Cazals había anunciado su retiro y dicho que ya no quería contar más historias, también se aventuró a decir que si hiciera otra película seria sobre Pasta de Conchos y lo que ocurrió con los mineros que fallecieron en ese lugar.
Entre sus proyectos pendientes se quedó su anhelo por restaurar El Apando, como lo hizo con Canoa, cuya versión fue curada por Criterion Collection. Hace 42 años Felipe Cazals filmó El Apando, película basada en la novela homónima que José Revueltas escribió en 1969 durante su estancia como preso político en la cárcel de Lecumberri, una joya cinematográfica que retrata los abusos del sistema carcelario en México durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz.
“Yo quisiera restaurar El Apando, cuyo negativo está en condiciones graves, afortunadamente está a salvo en la Filmoteca de la UNAM pero existen algunas complicaciones de orden administrativo y de titularidad, un lío de abogados que hay que resolver, pero lo que importa es recuperar la película”, aseguró Cazals en entrevista con Encuadres.
Destacó la importancia de rescatar del olvido una película como El Apando porque se trata de una obra de José Revueltas, a quien consideró “un autor capital en la historia del siglo XX mexicano en términos literarios y en la historia de México en términos filosóficos”.
“El cine no tiene un compromiso con nada salvo con su propia creación, en un país donde un éxito editorial no rebasa los siete mil ejemplares vendidos porque somos un país en el que no se lee, el cine tiene un compromiso mucho más importante: divertir. Ese es un compromiso de consumidores no de espectadores”.
EL LEGADO
Para Cazals el cine mexicano tuvo, tiene y tendrá una perdurabilidad indiscutible, esto al margen de su género, “no importa si es cómico, musical, melodramático o de expresión autoral, el cine mexicano es una pieza importantísima de la cultura latinoamericana”.
Sobre su trabajo como realizador, Cazals siempre fue modesto, nunca le interesó quedar bien con nadie, al contrario, fue un cineasta honesto y generoso, siempre agradecido con aquellos que tuvieron el placer de trabajar con él. “Creo que hice algunas cosas que pude haber hecho mejor, fui acompañado de gente valiosísimas y soy un gran deudor, le debo a mis colaboradores, a mis actores, a todos, porque solo no hago ni una película, aunque creo que las pude haber hecho mejor”.
La noticia de la muerte del Maestro Cazals fue no solo triste, también desesperanzadora, porque se fue uno de los grandes, quien es admirado y respetado por todos los que lo conocimos, ya sea que hayan trabajado con él o quienes lo conocimos a través de sus películas, que ahora serán, sin duda, su mejor legado.
“El cine ha perdido a uno de los grandes. Nuestra generacion ha perdido a un maestro ejemplar y noble. Cazals es enorme- ayer, hoy y siempre”, escribió Guillermo del Toro en su cuenta oficial en Twitter.
“En la televisión se anuncia murió Cazals, un cliente que compra en una tienda de ropa dice, Ah caray se murió Cazals, el director de Canoa, se asombra, se sorprende, voltea hacia el televisor a ver la noticia, y yo pienso ¡qué grande fue y es el cine de #FelipeCazals!”, señaló la actriz Norma Pablo.
Sin duda, la noticia de la muerte de Cazals impactó a la comunidad cinematográfica; el actor Roberto Sosa dijo: “Requiescat in pace… Felipe. Gracias por ser y estar… por las comidas, charlas, directrices, direcciones y enseñanzas… #tusolopasabasporaqui Felipe Cazals”.
Mientras que Giovanna Zacarías manifestó, “Prefiero dudarlo. Será que me invade el hubiera y la culpa de nuestra próxima llamada. Debía…y al mismo tiempo…Ya no importa, llegue tarde. ¡Que dolor! Hablamos, le dije: con Cazals hasta donde tope. Soy una privilegiada. Le dije que lo quiero pero no me despedí. QDEP”.
“El cine de Cazals y el libro que sacó Leonardo García Tsao fueron parte importante de mi formación y volvía siempre a ellos antes de filmar. Cuando estaba en la 3er etapa para ingresar al CCC, Cazals fue a presentar Las Vueltas del Citrillo y yo de fan, me le acerqué al final y le agradecí su cine y sus reflexiones profundas en su libro, le dije que apenas estaba haciendo examen y que quería hacer películas también. Años después cuando terminé Noches de Julio, le escribí un mail con un recuento de lo que había sucedido y que por fin, había dirigido mi 1er película, Cazals, amablemente me contestó el mail con una breve pero profunda reflexión: “Con el tiempo descubrirá que todos somos nuestro propio ejemplo”, compartió el cineasta mexicano Axel Muñoz.
Esa gente valiosa que tuvo la fortuna de trabajar, charlar y aprender de Felipe Cazals ahora lamentamos la pérdida de un grande, de un hombre inteligente, buen conversador, amigo de tantos, y maestro de muchos más que no han dejado de manifestarse ante el profundo hueco que deja en el cine mexicano, porque cineastas como él cada vez son menos...
“Disfruto mucho más ser cinéfilo y espectador que ser cineasta, porque ser cineasta es haber escogido un camino bastante complejo, el cual he caminado por más de 50 años y no estoy seguro de haber acertado, prefiero ser espectador”, solía decir el cineasta mexicano Felipe Cazals, quien falleció la noche de este sábado a los 84 años de edad, dejando un legado que ha marcado a muchos cineastas contemporáneos que conocieron, por el cine del Maestro Cazals, la disidencia y la protesta social a través de su mirada certera, su postura crítica y mordaz, con películas que retrataba una realidad que no se exhibía en las pantallas, que incomodaba a los gobiernos en turno pero que a pesar de la censura de aquel entonces, resultan fundamental para entender el México de hoy.
La primera vez que Cazals quedó impresionado con una película fue a los 12 años, cuando en la escuela militar en la que cursó la secundaria, les proyectaron en 16 milímetros la cinta Wings (1927), de William A. Wellman.
“Yo creo que lo hicieron por los aviones, pero lo cierto que es que a mí la película me impactó de alguna manera porque a lo largo de 60 años cuando la volvía a ver podía recordar escenas con mucha nitidez, secuencias que me intrigaban, en fin, había algo en mis recuerdos que conectaba mi condición de militar siendo escuincle con en esa película”, recordó en una entrevista transmitida por Canal Once.
Esta película despertó en Felipe Cazals su curiosidad cinéfila, se preguntaba el porqué de esas imágenes que veía en pantalla, “es que todo era perfectamente falso pero al mismo tiempo era tan perfectamente creíble”. Años después, en preparatoria, la cual cursó en el Centro Universitario México (CUM) -la escuela de los hermanos Maristas- Cazals se pasaba casi todo el tiempo en el cine Morelia, el cine Gloria y el Moderno, donde mientras veía películas mayormente norteamericanas, volvía a tener esas sensaciones de intriga y curiosidad por cómo se realizaba el cine, se volvió casi una obsesión, tanto que aún sin entender inglés se sabía todos los diálogos de cintas como Proa en el infierno (Hell and high water, de Samuel Fuller, de 1954), “me molestaba muchísimo que el submarino fuera visiblemente falso y al mismo tiempo entendía que esa falsedad era parte de la magia del cine”.
“Me fascinaba ver esas películas porque lo que veía no correspondía a la realidad que yo conocía, inclusive muchas me resultaban contradictorias, porque era evidente que el entorno donde sucedía la película estaba falsificado, no era real, y sin embargo era creíble, sobre todo con el cine norteamericano”, en esta etapa de su vida uno de sus cineastas favoritos era John Ford (Estados Unidos, 1894-1973), mientras que las actrices que lo dejaban sin aliento eran Ava Gardner, Rita Hayworth, por mencionar algunas.
Años más tarde y sin saber que su destino sería dedicarse al cine, Felipe se encontró en la calle a un vendedor ambulante de máquinas para lavar y estufas, este vendedor era Emilio García Arriera, que además de vender estos artículos, era un experto en fichas cinematográficas, éste fue un encuentro decisivo para Cazals, “Nos reuníamos los sábados y en esas charlas entre Emilio, José de la Colina y muchos otros, en las que se trataban de explicar cosas, fue que a mí me despertó ese interés por saber más sobre cine y cómo hacerlo”.
Cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria, Felipe asistió a la Facultad de Medicina, pero pronto se dio cuenta que ese no era su camino, así que decidió aplicar a una de las escuelas de cine más importantes del mundo, así llegó becado al Institut d’Hautes Etudes Cinematographiques (IDHEC) de París, donde tuvo su primer acercamiento cómo realizador, ya no solo como cinéfilo.
UNA LARGA TRAYECTORIA QUE SE CARACTERIZÓ POR UNA NECESARIA CRITICA SOCIAL
De regreso en México, Felipe Cazals inició su trayectoria cinematográfica en 1965, sus primeros cortometrajes estuvieron dedicados a Alfonso Reyes, Mariana Alcoforado, León Felipe y Leonora Carrington. En los años 70, junto con Arturo Ripstein, Rafael Castanedo y Pedro F. Miret, entre otros, formó el grupo Cine Independiente de México, asociación dedicada a la realización de cine experimen- tal, con la cual Cazals produce sus dos primeros largometrajes: La manzana de la discordia (1968) y Familiaridades (1969), obras en las que el cineasta experimenta con el tiempo cinema tográfico y en las que aparecen por vez primera algunos temas constantes de su obra, como la crueldad, la futilidad del esfuerzo humano y la disipación alcohólica.
En 1970, Cazals se integró al cine industrial con Emiliano Zapata, superproducción histórica producida y protagonizada por Antonio Aguilar, con la que obtuvo la Diosa de Plata de Pecime a la mejor ópera prima. Ese mismo año, Rodolfo Echeverría es nombrado Director del Banco Nacional Cinematográfico e implementa una nueva política que fomenta el surgimiento de nuevos cineastas, temáticas y estilos. En ese contexto, Cazals continuó en el cine de época: El jardín de tía Isabel (1971), relato de un naufragio español en el siglo XVI, y Aquellos años (1972), recuento épico de los últimos tiempos de la intervención francesa en nuestro país. Un año más tarde, el cineasta regresa al documental con Los que viven donde sopla el viento suave (1973), registro fílmico sobre los seris, etnia sonorense.
Entre 1975 y 1976 Felipe Cazals dirigió tres títulos fundamentales del cine mexicano: Canoa, basada en sucesos reales investigados por el entonces guionista debutante Tomás Pérez Turrent, cinta pionera en tratar los hechos ocurridos en 1968; El Apando, basada en la célebre novela de José Revueltas, y Las Poquianchis, crónica del auge y caída de las célebres lenonas guanajuatenses, en la que se alterna su narración con una feroz crítica a la corrupción política que afecta al campesinado mexicano.
El siguiente filme de Cazals, tras su famosa trilogía, es La Güera Rodríguez (1977), un encuentro más con el cine histórico y sus personajes, en este caso, la cortesana encarnada por Fanny Cano.
El director obtuvo su primer Ariel a la mejor dirección por un filme de argumento apocalíptico: El año de la peste (1979), inspirado en Daniel Defoe, con guión de Gabriel García Márquez y Juan Arturo Brennan, mientras que con Bajo la metralla (1982), violenta crónica sobre una guerrilla urbana corroída desde sus cimientos, Cazals obtuvo un segundo premio Ariel al mejor director. En 1985 dirigió una de sus obras más destacadas: Los motivos de Luz, basada en el caso de la filicida Elvira Luz Cruz, filme cuyo sobrio distanciamiento formal otorga una fuerte ambigüedad moral al asunto.
Además de realizar algunas series televisivas (Cuentos de madrugada (1984) y Luces de la ciudad (1994), Cazals fue pionero del cine realizado en video: Las inocentes (1986) es el trágico relato de unas religiosas agredidas sexualmente y más tarde rechazadas por su propia institución. El director vuelve al cine de géneros con un western: El tres de copas (1987), antes de filmar una versión libre del Calígula de Camus (La furia de un dios, 1988).
Tras la realización de un filme histórico más, esta vez sobre el sacerdote Eusebio Kino (Kino, 1991), Cazals anunciaba su retiro de los sets, sin embargo, una década después regresó con Su Alteza Serenísima (2001), crónica de los últimos días de Antonio López de Santa Anna, que significó para el cineasta un nuevo comienzo.
Digna Ochoa, personaje polémico del México contemporáneo, es tema de un sobrio docudrama: Digna... hasta el último aliento (2003), ganador del Ariel al Mejor largometraje documental y un año después llegó Las Vueltas del Citrillo (2004), un reencuentro con la barbarie latente en la historia de México, la experiencia alcohólica y la crueldad, lo hace merecedor a un tercer premio Ariel a la mejor dirección en 2006. Además de ser la primera de la trilogía no deliberada sobre la Revolución Mexicana en la que también se incluyen Chicogrande (2010) y Ciudadano Buelna (2013).
Cuando estrenó Ciudadano Buelna Cazals declaró que ya no deseaba contar nuevas historias, “eso sería ser un guerrillero ya vencido, creo que hice algunas cosas que pude haber hecho mejor, fui acompañado de gente valiosísimas y soy un gran deudor, le debo a mis colaboradores, a mis actores, a todos, porque solo no hago ni una película, aunque creo que las pude haber hecho mejor”.
CAZALS Y SU NO RELACIÓN CON LAS INSTITUCIONES
En más se cinco décadas haciendo cine, Felipe Cazals tuvo que lidiar todo el tiempo con la censura y las instituciones, en una entrevista realizada en 2007 comentó: “ya duermo y me baño con la censura”.
Señaló que perdió mucho tiempo tratando de explicar a los funcionarios quién es, qué tipo de cine quiere hacer y por qué un director mexicano tiene derecho a tener fondos del estado para hacer una película.
“Así han sido los últimos 50 años, no me quejo del todo pero si he perdido mucho tiempo en esas antesalas, cada vez hay menos dinero, el cine ha sufrido una fractura con la llegada de la era digital, el cine que hacíamos ha desaparecido”, aseguró el cineasta que celebró 40 años de su filme ‘Canoa’ en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
Cazals señaló que el cine es un fenómeno de expresión que no debe tener compromiso con nadie. También hablo de lo difícil que resulta para él como director volver a ser el espectador que era cuando tenía 14 o 15 años, “el cine es para atletas, algunos serán buenos y otros no”.
EL CINE MEXICANO Y LOS PROYECTOS PENDIENTES
Aunque Cazals había anunciado su retiro y dicho que ya no quería contar más historias, también se aventuró a decir que si hiciera otra película seria sobre Pasta de Conchos y lo que ocurrió con los mineros que fallecieron en ese lugar.
Entre sus proyectos pendientes se quedó su anhelo por restaurar El Apando, como lo hizo con Canoa, cuya versión fue curada por Criterion Collection. Hace 42 años Felipe Cazals filmó El Apando, película basada en la novela homónima que José Revueltas escribió en 1969 durante su estancia como preso político en la cárcel de Lecumberri, una joya cinematográfica que retrata los abusos del sistema carcelario en México durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz.
“Yo quisiera restaurar El Apando, cuyo negativo está en condiciones graves, afortunadamente está a salvo en la Filmoteca de la UNAM pero existen algunas complicaciones de orden administrativo y de titularidad, un lío de abogados que hay que resolver, pero lo que importa es recuperar la película”, aseguró Cazals en entrevista con Encuadres.
Destacó la importancia de rescatar del olvido una película como El Apando porque se trata de una obra de José Revueltas, a quien consideró “un autor capital en la historia del siglo XX mexicano en términos literarios y en la historia de México en términos filosóficos”.
“El cine no tiene un compromiso con nada salvo con su propia creación, en un país donde un éxito editorial no rebasa los siete mil ejemplares vendidos porque somos un país en el que no se lee, el cine tiene un compromiso mucho más importante: divertir. Ese es un compromiso de consumidores no de espectadores”.
EL LEGADO
Para Cazals el cine mexicano tuvo, tiene y tendrá una perdurabilidad indiscutible, esto al margen de su género, “no importa si es cómico, musical, melodramático o de expresión autoral, el cine mexicano es una pieza importantísima de la cultura latinoamericana”.
Sobre su trabajo como realizador, Cazals siempre fue modesto, nunca le interesó quedar bien con nadie, al contrario, fue un cineasta honesto y generoso, siempre agradecido con aquellos que tuvieron el placer de trabajar con él. “Creo que hice algunas cosas que pude haber hecho mejor, fui acompañado de gente valiosísimas y soy un gran deudor, le debo a mis colaboradores, a mis actores, a todos, porque solo no hago ni una película, aunque creo que las pude haber hecho mejor”.
La noticia de la muerte del Maestro Cazals fue no solo triste, también desesperanzadora, porque se fue uno de los grandes, quien es admirado y respetado por todos los que lo conocimos, ya sea que hayan trabajado con él o quienes lo conocimos a través de sus películas, que ahora serán, sin duda, su mejor legado.
“El cine ha perdido a uno de los grandes. Nuestra generacion ha perdido a un maestro ejemplar y noble. Cazals es enorme- ayer, hoy y siempre”, escribió Guillermo del Toro en su cuenta oficial en Twitter.
“En la televisión se anuncia murió Cazals, un cliente que compra en una tienda de ropa dice, Ah caray se murió Cazals, el director de Canoa, se asombra, se sorprende, voltea hacia el televisor a ver la noticia, y yo pienso ¡qué grande fue y es el cine de #FelipeCazals!”, señaló la actriz Norma Pablo.
Sin duda, la noticia de la muerte de Cazals impactó a la comunidad cinematográfica; el actor Roberto Sosa dijo: “Requiescat in pace… Felipe. Gracias por ser y estar… por las comidas, charlas, directrices, direcciones y enseñanzas… #tusolopasabasporaqui Felipe Cazals”.
Mientras que Giovanna Zacarías manifestó, “Prefiero dudarlo. Será que me invade el hubiera y la culpa de nuestra próxima llamada. Debía…y al mismo tiempo…Ya no importa, llegue tarde. ¡Que dolor! Hablamos, le dije: con Cazals hasta donde tope. Soy una privilegiada. Le dije que lo quiero pero no me despedí. QDEP”.
“El cine de Cazals y el libro que sacó Leonardo García Tsao fueron parte importante de mi formación y volvía siempre a ellos antes de filmar. Cuando estaba en la 3er etapa para ingresar al CCC, Cazals fue a presentar Las Vueltas del Citrillo y yo de fan, me le acerqué al final y le agradecí su cine y sus reflexiones profundas en su libro, le dije que apenas estaba haciendo examen y que quería hacer películas también. Años después cuando terminé Noches de Julio, le escribí un mail con un recuento de lo que había sucedido y que por fin, había dirigido mi 1er película, Cazals, amablemente me contestó el mail con una breve pero profunda reflexión: “Con el tiempo descubrirá que todos somos nuestro propio ejemplo”, compartió el cineasta mexicano Axel Muñoz.
Esa gente valiosa que tuvo la fortuna de trabajar, charlar y aprender de Felipe Cazals ahora lamentamos la pérdida de un grande, de un hombre inteligente, buen conversador, amigo de tantos, y maestro de muchos más que no han dejado de manifestarse ante el profundo hueco que deja en el cine mexicano, porque cineastas como él cada vez son menos...