Historia de un crimen: giro a los crímenes de guerra
POR: MAURICIO HERNÁNDEZ
06-11-2020 12:11:15
La Segunda Guerra Mundial puede clasificarse ya como un subgénero dentro del cine bélico, pero no podríamos decir los mismo cuando se trata de los thrillers judiciales, del quién-lo-hizo institucional. En este sentido, Historia de un crimen (The Collini Case por su título en inglés) plantea una historia interesante.
Un joven y mediobobo abogado (Elyas M’Barek) se topa con uno de sus primeros casos grandes, pero aparentemente de fácil resolución: el asesinato del magnate Hans Meyer, quien fue su benefactor por buena parte de la infancia. Además, se enfrenta en la defensa a su exprofesor de la Universidad, quien trata de intimidarlo y llevarlo por el camino fácil de la no victoria.
Quizá la mayor virtud de la cinta es incluir giros en la manera que se exponen los casos, pues (no adelantaré) pero hay consideraciones hacia el acusado por crímenes de guerra. Usualmente, este tipo de matices se apegan demasiado a largos diálogos jurídicos para crear verosimilitud que hacen cansado el desarrollo. En esta oportunidad, para exponer el caso, se valen de recreaciones que utilizan recursos como la edición para crear la sensación del flashback, mecanismo que funciona para quitarle un poco lo cuadrado al asunto. Quizá las transiciones no fueron las más útiles porque dan la impresión de formato televisivo, pero son fallas menores.
Hablando más sobre este formato, considero que una de las carencias es el exceso de dramatismo que se le trata de insertar a ciertas escenas que, finalmente, son mayormente intrascendentes o sirven como puntos de cambio. Por ejemplo: el primer encuentro con su profesor, donde le anima a tomar el caso, se remata con una de esas pistas musicales estridentes como si se tratara de una secuencia telenovelera de la tarde. Aunado a esto, el diseño fotográfico suele alejarse -con cierto atrevimiento, he de decirlo- de las convenciones planas como los emplazamientos demasiado medidos y esquemáticos con planos de dron que son… peculiares, por decir lo menos. Es decir, extravagante no quiere decir funcional ni mucho menos virtuoso.
Y son este tipo de usos estructurados los que intentan suplir carencias claras en el ritmo. El inicio toma un considerable tiempo para el planteamiento del personaje y del caso y, es en esto, donde se abusa de -extrañamente- un sobredesarrollo de las situaciones que debe enfrentar el personaje. Es hasta el último tercio donde conoces para qué tanta charla, para qué tanta investigación e incluso, resulta un tanto desalentador conocer la resolución que se olía a leguas.
La dirección de actores es adecuada en buena parte del relato, salvo en aquellos donde la seriedad debe imperar en la corte, cayendo en una extraña zona de falta de expresión dramática aún en los momentos de quietud.
Referir los crímenes de guerra como parte de la segunda gran guerra es, sin duda, un hilo interesante para un subgénero que suele cerrarse a las grandes batallas o héroes. ¿Qué hay de los villanos? Incluso la cinta posee reflexiones sobre el perdón y el avanzar tras lo sucedido. Sin embargo, no resulta una experiencia absolutamente gratificante por los bajones en el libreto, los cuales te dejan preguntando si tanto tiempo de metraje fue sólo para eso.
La Segunda Guerra Mundial puede clasificarse ya como un subgénero dentro del cine bélico, pero no podríamos decir los mismo cuando se trata de los thrillers judiciales, del quién-lo-hizo institucional. En este sentido, Historia de un crimen (The Collini Case por su título en inglés) plantea una historia interesante.
Un joven y mediobobo abogado (Elyas M’Barek) se topa con uno de sus primeros casos grandes, pero aparentemente de fácil resolución: el asesinato del magnate Hans Meyer, quien fue su benefactor por buena parte de la infancia. Además, se enfrenta en la defensa a su exprofesor de la Universidad, quien trata de intimidarlo y llevarlo por el camino fácil de la no victoria.
Quizá la mayor virtud de la cinta es incluir giros en la manera que se exponen los casos, pues (no adelantaré) pero hay consideraciones hacia el acusado por crímenes de guerra. Usualmente, este tipo de matices se apegan demasiado a largos diálogos jurídicos para crear verosimilitud que hacen cansado el desarrollo. En esta oportunidad, para exponer el caso, se valen de recreaciones que utilizan recursos como la edición para crear la sensación del flashback, mecanismo que funciona para quitarle un poco lo cuadrado al asunto. Quizá las transiciones no fueron las más útiles porque dan la impresión de formato televisivo, pero son fallas menores.
Hablando más sobre este formato, considero que una de las carencias es el exceso de dramatismo que se le trata de insertar a ciertas escenas que, finalmente, son mayormente intrascendentes o sirven como puntos de cambio. Por ejemplo: el primer encuentro con su profesor, donde le anima a tomar el caso, se remata con una de esas pistas musicales estridentes como si se tratara de una secuencia telenovelera de la tarde. Aunado a esto, el diseño fotográfico suele alejarse -con cierto atrevimiento, he de decirlo- de las convenciones planas como los emplazamientos demasiado medidos y esquemáticos con planos de dron que son… peculiares, por decir lo menos. Es decir, extravagante no quiere decir funcional ni mucho menos virtuoso.
Y son este tipo de usos estructurados los que intentan suplir carencias claras en el ritmo. El inicio toma un considerable tiempo para el planteamiento del personaje y del caso y, es en esto, donde se abusa de -extrañamente- un sobredesarrollo de las situaciones que debe enfrentar el personaje. Es hasta el último tercio donde conoces para qué tanta charla, para qué tanta investigación e incluso, resulta un tanto desalentador conocer la resolución que se olía a leguas.
La dirección de actores es adecuada en buena parte del relato, salvo en aquellos donde la seriedad debe imperar en la corte, cayendo en una extraña zona de falta de expresión dramática aún en los momentos de quietud.
Referir los crímenes de guerra como parte de la segunda gran guerra es, sin duda, un hilo interesante para un subgénero que suele cerrarse a las grandes batallas o héroes. ¿Qué hay de los villanos? Incluso la cinta posee reflexiones sobre el perdón y el avanzar tras lo sucedido. Sin embargo, no resulta una experiencia absolutamente gratificante por los bajones en el libreto, los cuales te dejan preguntando si tanto tiempo de metraje fue sólo para eso.