La boda de la abuela: las secuelas del cine mexicano
POR: MAURICIO HERNÁNDEZ
18-10-2019 14:45:28
Contrario a su aspiración, la industria del cine estadounidense, el cine mexicano “industrial” casi no tiene secuelas. Se me ocurren algunos motivos razonables: el gran parecido que tienen casi todas las cintas de los géneros predilectos (comedia y comedia romántica), haciendo que las secuelas sean virtualmente innecesarias; la limitada visión industrial de los productores privados encargados y, la más importante: no hay muchas cintas que realmente tengan el éxito requerido en taquilla como para que una continuación sea pertinente/posible/pensable.
Piense en el cine nacional contemporáneo: No manches Frida y estas historias de La abuela serán las primeras franquicias mexicanas en mucho tiempo. Pese a quien le pese.
La boda de la abuela es la continuación de El cumple de la abuela, ambas dirigidas por Javier Colinas, algo de lo que incluso se mofa la cinta durante los créditos iniciales. Como en la anterior, La Boda ocurre durante un fin de semana en el que la abuela (Susana Alexander sin mucho esfuerzo) contrae sorpresivas nupcias con Julio (Dino García resucitado), el jardinero, algo que no agrada a su familia, pues ellos son una familia de alcurnia y ¡cómo va a ser! Desde ahí, no hay mucho más que algunas pequeñas subtramas que incluyen la disputa entre los hermanos, el abuelo obsesionado por la crianza pulcra de su hijo y nieto, nuevos romances y otras cosas que sólo se entienden si viste la primera película.
La cinta se desarrolla en el tiempo ficticio de un fin de semana, como tres días comunes y corrientes de una familia privilegiada, pero con algunas situaciones que, se supone, son graciosas. Fuera de que cumple, como si fuera la regla de todas las comedias románticas mexicanas, en no representar ni ser cercana a nadie, las acciones cómicas terminan por apoyarse en el humor situacional o físico; también, en chistes que reflejan clasismo o machismo. Si bien, jamás se declara o se da a entender que se quiera evolucionar el humor de alguna forma, ni siquiera es capaz de ejecutarse con un mínimo de destreza.
Aunado a esto, el desempeño actoral cae en una rara falta de expresión dramática o bien, en una sobreactuación, como si se tratara de una… telenovela. Reproduciendo los peores vicios del género, hay varios indicios de que ésta podría tratarse de un capítulo alargado de cualquier teleserie melodramática cutre que se pueda encontrar en su canal menos preferido. Se percibe una extraña comodidad, como si supieran que el trabajo está hecho sin tener que dar mucho. Cierta indiferencia...
Supongo que es de reconocerse, de cierta forma, que hayan llegado a una segunda entrega. Pero resulta igualmente increíble. Incluso dentro del género, porque hay filmes con un poco más de gracia que esta franquicia… Pero, por ahí dicen que para llegar a las buenas películas, también hay que pasar por… las otras. En fin ¿Qué será lo siguiente? ¿La Herencia de la abuela?
Contrario a su aspiración, la industria del cine estadounidense, el cine mexicano “industrial” casi no tiene secuelas. Se me ocurren algunos motivos razonables: el gran parecido que tienen casi todas las cintas de los géneros predilectos (comedia y comedia romántica), haciendo que las secuelas sean virtualmente innecesarias; la limitada visión industrial de los productores privados encargados y, la más importante: no hay muchas cintas que realmente tengan el éxito requerido en taquilla como para que una continuación sea pertinente/posible/pensable.
Piense en el cine nacional contemporáneo: No manches Frida y estas historias de La abuela serán las primeras franquicias mexicanas en mucho tiempo. Pese a quien le pese.
La boda de la abuela es la continuación de El cumple de la abuela, ambas dirigidas por Javier Colinas, algo de lo que incluso se mofa la cinta durante los créditos iniciales. Como en la anterior, La Boda ocurre durante un fin de semana en el que la abuela (Susana Alexander sin mucho esfuerzo) contrae sorpresivas nupcias con Julio (Dino García resucitado), el jardinero, algo que no agrada a su familia, pues ellos son una familia de alcurnia y ¡cómo va a ser! Desde ahí, no hay mucho más que algunas pequeñas subtramas que incluyen la disputa entre los hermanos, el abuelo obsesionado por la crianza pulcra de su hijo y nieto, nuevos romances y otras cosas que sólo se entienden si viste la primera película.
La cinta se desarrolla en el tiempo ficticio de un fin de semana, como tres días comunes y corrientes de una familia privilegiada, pero con algunas situaciones que, se supone, son graciosas. Fuera de que cumple, como si fuera la regla de todas las comedias románticas mexicanas, en no representar ni ser cercana a nadie, las acciones cómicas terminan por apoyarse en el humor situacional o físico; también, en chistes que reflejan clasismo o machismo. Si bien, jamás se declara o se da a entender que se quiera evolucionar el humor de alguna forma, ni siquiera es capaz de ejecutarse con un mínimo de destreza.
Aunado a esto, el desempeño actoral cae en una rara falta de expresión dramática o bien, en una sobreactuación, como si se tratara de una… telenovela. Reproduciendo los peores vicios del género, hay varios indicios de que ésta podría tratarse de un capítulo alargado de cualquier teleserie melodramática cutre que se pueda encontrar en su canal menos preferido. Se percibe una extraña comodidad, como si supieran que el trabajo está hecho sin tener que dar mucho. Cierta indiferencia...
Supongo que es de reconocerse, de cierta forma, que hayan llegado a una segunda entrega. Pero resulta igualmente increíble. Incluso dentro del género, porque hay filmes con un poco más de gracia que esta franquicia… Pero, por ahí dicen que para llegar a las buenas películas, también hay que pasar por… las otras. En fin ¿Qué será lo siguiente? ¿La Herencia de la abuela?