Danzas que han hecho vibrar los sets de cine
POR: MARÍA DEL CARMEN VARELA
28-04-2019 13:40:00
La danza, en sus diferentes géneros, es una añeja disciplina artística que al igual que la literatura ha hecho buena mancuerna con el cine, tal como lo evidencian un sin número de realizaciones que destacan por su sensualidad y belleza, y que en el Día Internacional de la Danza -29 de abril- recordamos para nuestros lectores.
Desde luego que bailarines hay muchos, sobre todo tras el auge del cine musical de los años 30 en Estados Unidos, y el reloaded de los poperos años 80, pero el matrimonio cine y danza es mucho más antiguo y sólido, derivado de su elemento común: el movimiento.
Cabe aclarar que no nos referimos solo a las cintas que abordan la danza clásica, o las que rinden tributo a un género específico, sino a todas aquellas en las que el baile, sin importar la época o el ritmo, han sido el hilo conductor de las tramas cinematográficas.
En ese sentido, quién no recuerda a la dupla de Ginger Rogers y Fred Astaire, que entre 1933 y 1949 filmó una decena de comedias románticas que los inmortalizaron en el Séptimo arte, tales como Volando a Río, Sombrero de copa o La alegre divorciada, donde desplegaban sus mejores pasos.
Astaire, a quien Rudolf Nureyev llegó a considerar el mejor bailarín del siglo XX, filmó un total de 31 cintas, mientras que a Rogers le bastaron 18 para escribir su leyenda.
Gene Kelly, por su parte, se abrió paso con Por mi chica y por mí, al lado de Judy Garland, en 1942, aunque pasó a la historia por sus emblemáticos papeles en Un americano en París, de 1951, y el famoso musical Cantando bajo la lluvia, de un año después.
De esa época es también la cinta Las zapatillas rojas (1948), basada en un cuento de Hans Christian Andersen, dirigida porMichael Powell y Emeric Pressburger, y protagonizada por Moira Shearer, Anton Walbrook, Marius Goring, Robert Helmann, Léonide Massine y Ludmilla Tchérina.
La cinta aborda la historia de una bailarina que se debate entre el amor de dos hombres en medio de la tortura de no poder dejar de bailar a causa de unas zapatillas diabólicas.
Según un listado sobre las mejores películas de danza en la historia, publicado por el portal Fotogramas, también debe incluirse en esta categoría a Isadora (1968), de Karel Reisz, y Danzad, danzad malditos (1969), de Sidney Pollack.
En los años 70, citan los conocedores, sobresalen Cabaret, con Liza Minnelli, y Saturday Night Fever, cuya interpretación de Tony Manero y su ambiente disco catapultaron a la fama a John Travolta, quien volvió a mostrar sus dotes de bailarín enGrease, de 1978, al lado de Olivia Newton John, interpretando a Danny Zucco, y en Pulp Fiction, de 1994, al lado de Uma Thurman, y en el papel de Vincent Vega.
En los años 80 llega Fama (1980), de Alan Parker, con Irene Cara como protagonista; Flashdance (1983), de Adrian Lyne;Foot Loose (1984), con Kevin Bacon, y Dirthy Dancing, con un juvenil Patrick Swayze, cintas que tienen como común denominador sus historias románticas, de superación y de lucha por un sueño.
En 1992 el rudo Al Pacino sorprende en Perfume de mujer interpretando a un militar retirado y ciego, bailando tango al ritmo Por una cabeza, de Carlos Gardel; dos años después haría lo mismo Richard Gere, en Shall will dance.
Entrado el siglo XXI, Stephen Dardly filma Billi Elliot, interpretado por Jamie Bell, quien da vida a un joven que en plena huelga de mineros desafía a su padre al cambiar las clases de boxeo por las de ballet.
Mientras en 2001, Baz Luhrman hace un alucinante viaje al París de los años 30 con Moulin Rouge, protagonizada por Nicole Kidman e Ewan McGregor; Robert Altman se sube a este barco en 2003 cuando dirige a Neve Campbell en The company.
Le sigue Darren Aronofsky que en 2010 hace lo propio con Mila Kunis y Natalie Portman en Cisne negro y en 2011 Win Wenders filma el documental Pina, un tributo a una de las grandes leyendas de la danza Pina Bausch, quien falleció de cáncer a los 68 años.
En 2016 llegan otras dos cintas sobre ballet clásico, la animada coproducción franco canadiense Ballerina, que narra el sueño de Felicia de convertirse en bailarina de ballet y debutar en la Opera de París; y la italiana que rinde homenaje a Loïe Fuller, una de las figuras más relevantes del cabaret Folies Bergères de París, que llegó a ser una de las mayores rivales de Isadora Duncan.
Capítulo aparte merece el trabajo del cineasta español Carlos Saura, quien a lo largo de su multifacética carrera ha filmado cintas como Salomé, Flamenco, Sevillanas, Tango, La J de Saura y Fados, entre varias más, que confirman este amor entre la danza y el llamado Séptimo Arte.
Actualmente, Saura trabaja en su filme El Rey de Todo el Mundo, basado en un fragmento de Fallaste corazón, canción interpretada por Pedro Infante en La vida no vale nada (1955) y en el que participan diversos bailarines de danza, entre ellos Isaac Hernández.
“La idea era hacer un musical donde estuviera la música popular de México (...) y mostrar la evolución que ha habido en la forma de cantar y de bailar. Pasa en todo el mundo, pero especialmente en México”, declaró el director Carlos Saura durante el inicio del rodaje en el Centro de Artes Escénicas de la Universidad de Guadalajara, en marzo pasado.
La danza, en sus diferentes géneros, es una añeja disciplina artística que al igual que la literatura ha hecho buena mancuerna con el cine, tal como lo evidencian un sin número de realizaciones que destacan por su sensualidad y belleza, y que en el Día Internacional de la Danza -29 de abril- recordamos para nuestros lectores.
Desde luego que bailarines hay muchos, sobre todo tras el auge del cine musical de los años 30 en Estados Unidos, y el reloaded de los poperos años 80, pero el matrimonio cine y danza es mucho más antiguo y sólido, derivado de su elemento común: el movimiento.
Cabe aclarar que no nos referimos solo a las cintas que abordan la danza clásica, o las que rinden tributo a un género específico, sino a todas aquellas en las que el baile, sin importar la época o el ritmo, han sido el hilo conductor de las tramas cinematográficas.
En ese sentido, quién no recuerda a la dupla de Ginger Rogers y Fred Astaire, que entre 1933 y 1949 filmó una decena de comedias románticas que los inmortalizaron en el Séptimo arte, tales como Volando a Río, Sombrero de copa o La alegre divorciada, donde desplegaban sus mejores pasos.
Astaire, a quien Rudolf Nureyev llegó a considerar el mejor bailarín del siglo XX, filmó un total de 31 cintas, mientras que a Rogers le bastaron 18 para escribir su leyenda.
Gene Kelly, por su parte, se abrió paso con Por mi chica y por mí, al lado de Judy Garland, en 1942, aunque pasó a la historia por sus emblemáticos papeles en Un americano en París, de 1951, y el famoso musical Cantando bajo la lluvia, de un año después.
De esa época es también la cinta Las zapatillas rojas (1948), basada en un cuento de Hans Christian Andersen, dirigida porMichael Powell y Emeric Pressburger, y protagonizada por Moira Shearer, Anton Walbrook, Marius Goring, Robert Helmann, Léonide Massine y Ludmilla Tchérina.
La cinta aborda la historia de una bailarina que se debate entre el amor de dos hombres en medio de la tortura de no poder dejar de bailar a causa de unas zapatillas diabólicas.
Según un listado sobre las mejores películas de danza en la historia, publicado por el portal Fotogramas, también debe incluirse en esta categoría a Isadora (1968), de Karel Reisz, y Danzad, danzad malditos (1969), de Sidney Pollack.
En los años 70, citan los conocedores, sobresalen Cabaret, con Liza Minnelli, y Saturday Night Fever, cuya interpretación de Tony Manero y su ambiente disco catapultaron a la fama a John Travolta, quien volvió a mostrar sus dotes de bailarín enGrease, de 1978, al lado de Olivia Newton John, interpretando a Danny Zucco, y en Pulp Fiction, de 1994, al lado de Uma Thurman, y en el papel de Vincent Vega.
En los años 80 llega Fama (1980), de Alan Parker, con Irene Cara como protagonista; Flashdance (1983), de Adrian Lyne;Foot Loose (1984), con Kevin Bacon, y Dirthy Dancing, con un juvenil Patrick Swayze, cintas que tienen como común denominador sus historias románticas, de superación y de lucha por un sueño.
En 1992 el rudo Al Pacino sorprende en Perfume de mujer interpretando a un militar retirado y ciego, bailando tango al ritmo Por una cabeza, de Carlos Gardel; dos años después haría lo mismo Richard Gere, en Shall will dance.
Entrado el siglo XXI, Stephen Dardly filma Billi Elliot, interpretado por Jamie Bell, quien da vida a un joven que en plena huelga de mineros desafía a su padre al cambiar las clases de boxeo por las de ballet.
Mientras en 2001, Baz Luhrman hace un alucinante viaje al París de los años 30 con Moulin Rouge, protagonizada por Nicole Kidman e Ewan McGregor; Robert Altman se sube a este barco en 2003 cuando dirige a Neve Campbell en The company.
Le sigue Darren Aronofsky que en 2010 hace lo propio con Mila Kunis y Natalie Portman en Cisne negro y en 2011 Win Wenders filma el documental Pina, un tributo a una de las grandes leyendas de la danza Pina Bausch, quien falleció de cáncer a los 68 años.
En 2016 llegan otras dos cintas sobre ballet clásico, la animada coproducción franco canadiense Ballerina, que narra el sueño de Felicia de convertirse en bailarina de ballet y debutar en la Opera de París; y la italiana que rinde homenaje a Loïe Fuller, una de las figuras más relevantes del cabaret Folies Bergères de París, que llegó a ser una de las mayores rivales de Isadora Duncan.
Capítulo aparte merece el trabajo del cineasta español Carlos Saura, quien a lo largo de su multifacética carrera ha filmado cintas como Salomé, Flamenco, Sevillanas, Tango, La J de Saura y Fados, entre varias más, que confirman este amor entre la danza y el llamado Séptimo Arte.
Actualmente, Saura trabaja en su filme El Rey de Todo el Mundo, basado en un fragmento de Fallaste corazón, canción interpretada por Pedro Infante en La vida no vale nada (1955) y en el que participan diversos bailarines de danza, entre ellos Isaac Hernández.
“La idea era hacer un musical donde estuviera la música popular de México (...) y mostrar la evolución que ha habido en la forma de cantar y de bailar. Pasa en todo el mundo, pero especialmente en México”, declaró el director Carlos Saura durante el inicio del rodaje en el Centro de Artes Escénicas de la Universidad de Guadalajara, en marzo pasado.