Green Book: Matices de amistad en la Norteamérica racista
POR: ORIANNA PAZ
01-02-2019 14:57:03
El más reciente largometraje de Peter Farrelly, Green Book, vuelve a colocar el tema del racismo en Norteamérica, en la agenda y aunque su envoltura, a simple vista, pudiera parecer de “película de comedia ligera”, sobre todo si consideramos el pasado fílmico de Farrelly, la mente escatológica y de humor burdo detrás de películas como Dumb and Dumber, sorprende aquí con una trama muy bien desarrollada donde el racismo es el detonante para abordar otros aspectos igualmente profundos desde la identidad, el sentido de pertenencia, la soledad, los estereotipos, la discriminación no sólo hacia los negros sino hacia los inmigrantes y homosexuales, y la doble moral.
Hace días se estrenó en cartelera el más reciente filme del siempre controvertido y crítico del sistema, Spike Lee, El inflitrado del KKKlan, una aguda y tragicómica (más trágica que cómica) reflexión y denuncia del recalcitrante racismo contra los negros en la Norteamérica profunda durante la década de 1970. La trama gira en torno a las situaciones hilarantes y tremendamente peligrosas que se producen cuando una pareja interracial de policías se infiltra en una de las organizaciones fascistas más extremas, el Ku Klux Klan, con claros paralelismos a los movimientos neo-nazis y a la política de odio de la era Trump.
Más allá de sus puntos en común con el filme de Spike Lee: ambos bucean en el odio, la violencia y el fundamentalismo racial a través del humor (en el caso de Lee, irónico y ácido, y en el de Farrelly, sutil y alimentado por los contrastes mayúsculos entre los personajes); ambos protagonizados por una pareja interracial que carga con el peso de la trama; Green Book es una road movie, un drama disfrazado de comedia cuya narrativa funciona gracias a la teoría de “los opuestos se atraen” o “del odio nace el amor”, en este caso, la amistad.
Tony Vallelonga, mejor conocido como Tony “Lip”, interpretado brillantemente por Viggo Mortensen, es un rudo y muy hambriento italoamericano (ganador del título al mayor depredador de hot dogs del Bronx) que trabaja en la seguridad del club Nocturno Copacabana. Cuando el club se ve obligado a cerrar, Tony se queda desempleado, con una familia que alimentar y una casa que mantener en un barrio que prácticamente sólo brinda oportunidades de negocio con la mafia, (hay ciertos momentos, gestos y actitudes en las que Mortensen recuerda a Robert De Niro en El Padrino, ése tipo de mafia, la pesada).
Tony Lip es un bravucón, un hombre que sabe cómo envolver y manipular a la gente para sacar provecho, un tipo corpulento y con carácter, capaz de poner a cualquiera en su sitio, justo lo que el célebre pianista negro Don Shirley (el estupendo Mahershala Ali, ganador por este papel recientemente del Critic’s Choice Award), necesita para poder trasladarse sin problemas por las carreteras del sur racista y xenófobo de los Estados Unidos de principios de los 60. Sólo que Tony, así como sus amigos y familiares, a excepción de su esposa, posee también su dosis de racismo contra quienes apoda “berenjenas”, no obstante, dinero es dinero y en tiempos de necesidad, los billetes mandan.
Así y sólo de la mano de “El libro verde”, una especie de guía roji de los sitios, bares, hoteles, establecimientos, donde se permite el ingreso de gente de color, ambos se embarcarán en un viaje que exorcizará sus demonios más ocultos y en el que tejerán poco a poco una entrañable amistad, además de enfrentarse a la miseria más honda de la condición humana.
Es cierto, Farrelly dibuja dos personajes extremos y opuestos que pudieran ser muy lineales y sin matices: el pianista negro, con poderío económico, estudios en Leningrado, virtuoso de la música clásica pero impedido para interpretarla en su país por ser música de blancos, petulante, casi perfecto en su modo de conducirse, especialista en el buen lenguaje, refinado y elegante, pero también racista con su propia gente; frente al matón del Bronx, panzón, jodido, sin educación, grosero, exagerado en su modo de comer (en un momento llega a hacerse un taco gigante de una pizza), pero también un hombre de recursos, perspicaz y capaz de leer a las personas.
Este coctel de diferencias y estereotipos juega en este caso a favor del desarrollo de la película pues es gracias a ello que gradualmente los personajes van desprendiéndose de sus máscaras, de lo que la sociedad estipula que “deben ser”, aunado a la dolorosa discriminación que sufre Shirley en varios de los sitios que recorre en la gira con su Trío de Jazz, soportando incluso el rechazo de sus propios clientes que no tienen permitido que un negro coma en el mismo sitio que sus invitados blancos, a pesar de que sea ese mismo negro el genio contratado para ofrecer el show principal.
El duelo actoral entre Mahershala Ali y Mortensen es un absoluto deleite, así como la genialidad de los diálogos, su química en pantalla, y esa notable destreza del director para despertar las emociones en el espectador sin caer en sentimentalismos; y aunque ésta es una película que se sostiene en los actores, el diseño de arte, la ambientación, la fotografía, son simplemente espectaculares.
El filme ha sido nominado a cinco premios Oscar: Mejor Película, Mejor Actor (Viggo Mortensen), Mejor Actor de Reparto (Mahershala Ali), Mejor Guión Original (Nick Vallelonga, Brian Currie y Peter Farrelly) y Mejor Edición (Patrick J. Don Vito).
El más reciente largometraje de Peter Farrelly, Green Book, vuelve a colocar el tema del racismo en Norteamérica, en la agenda y aunque su envoltura, a simple vista, pudiera parecer de “película de comedia ligera”, sobre todo si consideramos el pasado fílmico de Farrelly, la mente escatológica y de humor burdo detrás de películas como Dumb and Dumber, sorprende aquí con una trama muy bien desarrollada donde el racismo es el detonante para abordar otros aspectos igualmente profundos desde la identidad, el sentido de pertenencia, la soledad, los estereotipos, la discriminación no sólo hacia los negros sino hacia los inmigrantes y homosexuales, y la doble moral.
Hace días se estrenó en cartelera el más reciente filme del siempre controvertido y crítico del sistema, Spike Lee, El inflitrado del KKKlan, una aguda y tragicómica (más trágica que cómica) reflexión y denuncia del recalcitrante racismo contra los negros en la Norteamérica profunda durante la década de 1970. La trama gira en torno a las situaciones hilarantes y tremendamente peligrosas que se producen cuando una pareja interracial de policías se infiltra en una de las organizaciones fascistas más extremas, el Ku Klux Klan, con claros paralelismos a los movimientos neo-nazis y a la política de odio de la era Trump.
Más allá de sus puntos en común con el filme de Spike Lee: ambos bucean en el odio, la violencia y el fundamentalismo racial a través del humor (en el caso de Lee, irónico y ácido, y en el de Farrelly, sutil y alimentado por los contrastes mayúsculos entre los personajes); ambos protagonizados por una pareja interracial que carga con el peso de la trama; Green Book es una road movie, un drama disfrazado de comedia cuya narrativa funciona gracias a la teoría de “los opuestos se atraen” o “del odio nace el amor”, en este caso, la amistad.
Tony Vallelonga, mejor conocido como Tony “Lip”, interpretado brillantemente por Viggo Mortensen, es un rudo y muy hambriento italoamericano (ganador del título al mayor depredador de hot dogs del Bronx) que trabaja en la seguridad del club Nocturno Copacabana. Cuando el club se ve obligado a cerrar, Tony se queda desempleado, con una familia que alimentar y una casa que mantener en un barrio que prácticamente sólo brinda oportunidades de negocio con la mafia, (hay ciertos momentos, gestos y actitudes en las que Mortensen recuerda a Robert De Niro en El Padrino, ése tipo de mafia, la pesada).
Tony Lip es un bravucón, un hombre que sabe cómo envolver y manipular a la gente para sacar provecho, un tipo corpulento y con carácter, capaz de poner a cualquiera en su sitio, justo lo que el célebre pianista negro Don Shirley (el estupendo Mahershala Ali, ganador por este papel recientemente del Critic’s Choice Award), necesita para poder trasladarse sin problemas por las carreteras del sur racista y xenófobo de los Estados Unidos de principios de los 60. Sólo que Tony, así como sus amigos y familiares, a excepción de su esposa, posee también su dosis de racismo contra quienes apoda “berenjenas”, no obstante, dinero es dinero y en tiempos de necesidad, los billetes mandan.
Así y sólo de la mano de “El libro verde”, una especie de guía roji de los sitios, bares, hoteles, establecimientos, donde se permite el ingreso de gente de color, ambos se embarcarán en un viaje que exorcizará sus demonios más ocultos y en el que tejerán poco a poco una entrañable amistad, además de enfrentarse a la miseria más honda de la condición humana.
Es cierto, Farrelly dibuja dos personajes extremos y opuestos que pudieran ser muy lineales y sin matices: el pianista negro, con poderío económico, estudios en Leningrado, virtuoso de la música clásica pero impedido para interpretarla en su país por ser música de blancos, petulante, casi perfecto en su modo de conducirse, especialista en el buen lenguaje, refinado y elegante, pero también racista con su propia gente; frente al matón del Bronx, panzón, jodido, sin educación, grosero, exagerado en su modo de comer (en un momento llega a hacerse un taco gigante de una pizza), pero también un hombre de recursos, perspicaz y capaz de leer a las personas.
Este coctel de diferencias y estereotipos juega en este caso a favor del desarrollo de la película pues es gracias a ello que gradualmente los personajes van desprendiéndose de sus máscaras, de lo que la sociedad estipula que “deben ser”, aunado a la dolorosa discriminación que sufre Shirley en varios de los sitios que recorre en la gira con su Trío de Jazz, soportando incluso el rechazo de sus propios clientes que no tienen permitido que un negro coma en el mismo sitio que sus invitados blancos, a pesar de que sea ese mismo negro el genio contratado para ofrecer el show principal.
El duelo actoral entre Mahershala Ali y Mortensen es un absoluto deleite, así como la genialidad de los diálogos, su química en pantalla, y esa notable destreza del director para despertar las emociones en el espectador sin caer en sentimentalismos; y aunque ésta es una película que se sostiene en los actores, el diseño de arte, la ambientación, la fotografía, son simplemente espectaculares.
El filme ha sido nominado a cinco premios Oscar: Mejor Película, Mejor Actor (Viggo Mortensen), Mejor Actor de Reparto (Mahershala Ali), Mejor Guión Original (Nick Vallelonga, Brian Currie y Peter Farrelly) y Mejor Edición (Patrick J. Don Vito).