El thriller como género siempre ha estado intrínsecamente ligado a la creación de empatía por los criminales, desde el momento en que vemos una escena de robo en cualquier película toda la tensión y suspenso recaerá sobre un deseo incontrolable de que el acto ilícito salga como lo planeado.

Esta fascinación del cine por querer extrapolarnos a la mente de los  criminales ha dado pie a una cantidad innumerable de tratamientos y perspectivas distintas durante décadas; las Heist Movies o Caper Films (términos utilizados para referirse a las películas de atracos y que carecen de traducción al español) es un subgénero que cumple con sus propios arquetipos y promesas que han sido impuestas desde el noir clásico.

Steve McQueen, director de 12 years of slave y con una carrera corta pero que comenzó siendo prometedora gracias a Hunger y Shamese propone en esta oportunidad unirse con Gillyan Flynn (guionista y autora de Gone Girl)  para ofrecer un planteamiento fresco de este subgénero; un grupo de mujeres planifican un robo al heredar la deuda de sus esposos, todos ladrones de banco profesionales que fueron asesinados tras un golpe que salió mal.

La historia estaba basada en una serie británica homónima y escrita por Lynda La Plante, pero McQueen y Flynn trasladan la historia a Chicago en un contexto político muy especifico y se dan la libertad de que todas sus protagonistas representen a una minoría o clase social, contrastando sus realidades y con distintas personalidades que se ven unidas ante una tragedia común.

El punto fuerte del filme es que a pesar de que podría recaer fácilmente en otra película de acción típica pero con una premisa “original”, se da la libertad de ahondar en temas y debates políticos de una manera elocuente e ingeniosa.

Pequeños elementos que son presentados al inicio como el hecho de que Viola Davis interprete a una mujer dentro de un matrimonio interracial, termina cobrando una relevancia totalmente inesperada pero no por eso inverosímil. Son detalles que logran agregar más capas y niveles de interpretación aun pasada la hora.

Mas que solo prometer un robo ejecutado por mujeres, hay una latente crítica a la sociedad norteamericana y en especial a todo aquello en torno a la contienda electoral entre los personajes de Colin Farrel y Brian Tyree Henry, que en esencia ambos son una representación de las dos caras de la corrupción enfrentándose entre sí. Este contexto es ideal para describir una atmósfera decadente muy presente en casi todas las historias escritas por Gillian Flynn.

La cinta cuenta con un elenco de profesionales que cumplen con darle vida a personajes que viven en situaciones emocionalmente complejas en un entorno bastante conflictivo; siendo un foco la dualidad del personaje de Viola Davis que debe obligarse a sí misma a ignorar parte de su duelo para manejar de la manera más fría y calculadora una situación de la que depende su propia supervivencia y la del resto de sus compañeras. 

Tanto ella como el personaje de Elizabeth Debicki son quienes parecen tener arcos mejor definidos y son precisamente quienes comparten una conexión más interesante de ver en pantalla, el choque entre sus personalidades es lo que las complementa y termina por dar a cada una el empuje que necesita para llegar a su propia resolución.

Por otro lado, Daniel Kaluuya aunque parezca tener la caracterización de menor complejidad de todas formas termina siendo memorable como un villano clásico para este tipo de películas, un típico asesino impredecible y sin compasión que a la vez resulta fascinante de ver cada vez que intenta obtener algo de los demás a través de la violencia.

La mirada de McQueen no se limita a lo convencional, pues se permite crear planos visuales aparentemente sencillos pero contundentes; siendo destacable una discusión acalorada entre Colin Farrel y su asistente de campaña pero vista desde fuera del capó de su limusina, enfatizando la transición del recorrido que hacen desde un vecindario de pocos recursos hasta una mansión de lujo a solo unas pocas cuadras de distancia.

Todo lo anterior podría dar a entender que se trata de una propuesta con mucho que decir a pesar de tratar algo que debería ser simple como lo podría ser una película de acción, y ciertamente es fácil de digerir. Tiene un ritmo mucho más lento pero en ocasiones también se permite respirar de su propia seriedad y usar cuando le compete secuencias con un ritmo rápido y de mucho dinamismo.  

En fin, Viudas, es una película recomendable que cumple dentro de los parámetros del género y ofrece además algo relevante que decir, quizás algo negativo es que termina sintiéndose mucho más larga de lo necesario y con un ritmo muy lento al inicio con situaciones predecibles que pudieron ser mostradas mucho antes de la primera hora. Sin embargo;  no decepciona en su clímax y trae consigo varios giros dramáticos que no dejaran a la audiencia indiferente.