Roma: retrato sensorial de una vida
POR: JESSICA MENDOZA
28-11-2018 15:59:15
“Porque el cineasta que es honesto con lo que plasma en la pantalla, puede tocar partes profundas y oscuras del espectador. Y sentir” - Alfonso Cuarón.
Alfonso Cuarón conoce el poder del Cine, sabe que es posible llevarnos de paseo, movernos entre sus planos, tomas, entre luces y sombras, entre sonidos y silencios. Nos engaña. Sabe que el Cine es, sin duda, uno de los mejores inventos del hombre.
Poder presenciar una época diferente a la nuestra, una historia distinta, la vida de alguien a quien no conocemos o una situación que nunca imaginamos, es lo que ha convertido al Cine en una de las industrias más importantes.
Sentarnos a ver lo que sucede en la vida de otras personas nos parece interesante pero ¿Qué hace Cuarón con Roma? Nos aleja del papel de espectadores y nos adentra a la historia como un personaje más. Nos hace ver, escuchar y sentir, principalmente lo último.
Nos transmite las emociones de Cleo (Yalitza Aparicio), una joven trabajadora doméstica de una familia de clase media que se enfrenta a diversos conflictos personales, amorosos y sociales. Nos deja sentir las ilusiones de Adela (Nancy García), la tristeza de Sofía (Marina de Tavira), la soledad de Pepe, Toño, Paco o Sofi. Nos presenta un homenaje a las mujeres de su vida.
Roma no es una puesta en escena común, es el retrato fiel de un instante, de una historia cercana o lejana a nuestra infancia, una pintura hiperrealista de la sociedad mexicana en los la década de 1970.
Marchas, desigualdad social, negligencia en el sector salud, clasismo, una sociedad resentida con el gobierno a causa de sus injusticias. Una historia que retrata una diminuta y detallada parte de la sociedad mexicana pero que podría representar un gran porcentaje de la población, específicamente el caso de 2 millones 480 mil personas que se dedican al trabajo doméstico en México, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ONOE).
Sin embargo, en este caso, Cuarón hace un retrato desde lo más profundo de su corazón, desde lo más íntimo de su ser. Una historia cercana a él que deseó que fuera cercana a todos.
Eugenio Caballero, Carlos Benassini, Oscar Tello y el equipo de diseño sonoro, son piezas clave de esta película. Con una precisión impresionante y detallada nos llevan a un viaje en el tiempo que nos transporta a las calles, los patios, los cines y los tendederos de azotea de aquella época. Escenarios perfectamente trabajados, similares y familiares a todos: un cuarto en perfecto desorden, una cocina, un patio, una sala, una casa como la tuya y la mía y no como la de un catálogo de hogar.
Espacios tan minuciosamente planeados que optaron por planos lentos y sobrios que nos dan el tiempo suficiente de apreciar la belleza y realismo del lugar. Mientras los vemos, no tenemos duda de que estamos en el México de los 70’s.
El Diseño Sonoro es, con certeza, el elemento más destacable de todo el filme ya que reconstruye, a la par de la cámara, el oído humano. Con un primer, segundo, tercer plano y más, recrea la atmósfera sonora haciéndonos una invitación a estar en el lugar.
Y por supuesto que las actuaciones enfatizan la atmósfera hiperrealista de este retrato audiovisual. Yalitza Aparicio (Cleo) guía la puesta en escena y nos demuestra que, más que un personaje, es una persona. Con una mirada sutil nos transmite, nos enseña que nos es necesario gritar y tirarse a llorar para llenarnos de emociones. De igual manera, Nancy García García (Adela) y Marina de Tavira (Sofía) nos llevan de la mano por esta historia.
Situaciones de la vida diaria, con personajes reales, hacen de Roma una pieza única que se recordará no por ser una historia conmovedora e impactante, sino por ser real. Por mostrarnos, hacernos sentir y empatizar, por demostrar que las buenas historias existen en todas partes y en cualquier momento.
Roma nos sumerge en el mar, nos deja sentir la lluvia, el agua en nuestros pies, el dolor, la tristeza y la desilución. Roma no nos trata como espectadores, nos envuelve en una experiencia sensorial que nos lleva a un viaje en el tiempo.
Pese a ser una película producida para Netflix, y después de mucha polémica creada por su estreno en pantallas de cine, nos deja en claro que su belleza debe apreciarse en pantalla grande con la instalación sonora adecuada, sólo de esta manera se podrá disfrutar de tan sutil experiencia.
Según la ONOE en México hay 2 millones 480 mil trabajadores domésticos remunerados, que representan el 4.8% del total de ocupados del país. Existen 2 millones 480 mil historias como la de Cloe, quizá igual o hasta más interesantes sobre mujeres que probablemente no tienen la fortuna de contar con un patrón Médico que pueda darles acceso a servicios de salud, que las incluyan en las vacaciones familiares, que sean un poco empáticos con su situación precaria o que no las despidan cuando se embarazan. Historias quizá más complejas. Sin embargo, queda claro que la intención de Cuarón nunca fue contar la mejor historia, sino materializar una historia cercana a él y transmitirla como mejor sabe.
“Porque el cineasta que es honesto con lo que plasma en la pantalla, puede tocar partes profundas y oscuras del espectador. Y sentir” - Alfonso Cuarón.
Alfonso Cuarón conoce el poder del Cine, sabe que es posible llevarnos de paseo, movernos entre sus planos, tomas, entre luces y sombras, entre sonidos y silencios. Nos engaña. Sabe que el Cine es, sin duda, uno de los mejores inventos del hombre.
Poder presenciar una época diferente a la nuestra, una historia distinta, la vida de alguien a quien no conocemos o una situación que nunca imaginamos, es lo que ha convertido al Cine en una de las industrias más importantes.
Sentarnos a ver lo que sucede en la vida de otras personas nos parece interesante pero ¿Qué hace Cuarón con Roma? Nos aleja del papel de espectadores y nos adentra a la historia como un personaje más. Nos hace ver, escuchar y sentir, principalmente lo último.
Nos transmite las emociones de Cleo (Yalitza Aparicio), una joven trabajadora doméstica de una familia de clase media que se enfrenta a diversos conflictos personales, amorosos y sociales. Nos deja sentir las ilusiones de Adela (Nancy García), la tristeza de Sofía (Marina de Tavira), la soledad de Pepe, Toño, Paco o Sofi. Nos presenta un homenaje a las mujeres de su vida.
Roma no es una puesta en escena común, es el retrato fiel de un instante, de una historia cercana o lejana a nuestra infancia, una pintura hiperrealista de la sociedad mexicana en los la década de 1970.
Marchas, desigualdad social, negligencia en el sector salud, clasismo, una sociedad resentida con el gobierno a causa de sus injusticias. Una historia que retrata una diminuta y detallada parte de la sociedad mexicana pero que podría representar un gran porcentaje de la población, específicamente el caso de 2 millones 480 mil personas que se dedican al trabajo doméstico en México, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ONOE).
Sin embargo, en este caso, Cuarón hace un retrato desde lo más profundo de su corazón, desde lo más íntimo de su ser. Una historia cercana a él que deseó que fuera cercana a todos.
Eugenio Caballero, Carlos Benassini, Oscar Tello y el equipo de diseño sonoro, son piezas clave de esta película. Con una precisión impresionante y detallada nos llevan a un viaje en el tiempo que nos transporta a las calles, los patios, los cines y los tendederos de azotea de aquella época. Escenarios perfectamente trabajados, similares y familiares a todos: un cuarto en perfecto desorden, una cocina, un patio, una sala, una casa como la tuya y la mía y no como la de un catálogo de hogar.
Espacios tan minuciosamente planeados que optaron por planos lentos y sobrios que nos dan el tiempo suficiente de apreciar la belleza y realismo del lugar. Mientras los vemos, no tenemos duda de que estamos en el México de los 70’s.
El Diseño Sonoro es, con certeza, el elemento más destacable de todo el filme ya que reconstruye, a la par de la cámara, el oído humano. Con un primer, segundo, tercer plano y más, recrea la atmósfera sonora haciéndonos una invitación a estar en el lugar.
Y por supuesto que las actuaciones enfatizan la atmósfera hiperrealista de este retrato audiovisual. Yalitza Aparicio (Cleo) guía la puesta en escena y nos demuestra que, más que un personaje, es una persona. Con una mirada sutil nos transmite, nos enseña que nos es necesario gritar y tirarse a llorar para llenarnos de emociones. De igual manera, Nancy García García (Adela) y Marina de Tavira (Sofía) nos llevan de la mano por esta historia.
Situaciones de la vida diaria, con personajes reales, hacen de Roma una pieza única que se recordará no por ser una historia conmovedora e impactante, sino por ser real. Por mostrarnos, hacernos sentir y empatizar, por demostrar que las buenas historias existen en todas partes y en cualquier momento.
Roma nos sumerge en el mar, nos deja sentir la lluvia, el agua en nuestros pies, el dolor, la tristeza y la desilución. Roma no nos trata como espectadores, nos envuelve en una experiencia sensorial que nos lleva a un viaje en el tiempo.
Pese a ser una película producida para Netflix, y después de mucha polémica creada por su estreno en pantallas de cine, nos deja en claro que su belleza debe apreciarse en pantalla grande con la instalación sonora adecuada, sólo de esta manera se podrá disfrutar de tan sutil experiencia.
Según la ONOE en México hay 2 millones 480 mil trabajadores domésticos remunerados, que representan el 4.8% del total de ocupados del país. Existen 2 millones 480 mil historias como la de Cloe, quizá igual o hasta más interesantes sobre mujeres que probablemente no tienen la fortuna de contar con un patrón Médico que pueda darles acceso a servicios de salud, que las incluyan en las vacaciones familiares, que sean un poco empáticos con su situación precaria o que no las despidan cuando se embarazan. Historias quizá más complejas. Sin embargo, queda claro que la intención de Cuarón nunca fue contar la mejor historia, sino materializar una historia cercana a él y transmitirla como mejor sabe.