Rush Hour: el insano modo de vida citadino
POR: ALEX VANSS
12-10-2018 00:07:55
El modo de vida de las grandes ciudades, el estrés constante, los grandes tiempos que se pasa en el transporte público o privado para llegar al sitio de trabajo, fueron los factores que motivaron a la cineasta mexicana Luciana Kaplan para crear el filme Rush Hour.
A través de tres historias ubicadas en Los Ángeles, Estambul y la Ciudad de México, Luciana Lanza dos preguntas el público: ¿a ti te parece que esta es una manera de vivir?, ¿te parece que nuestras ciudades son habitables?
En entrevista con Encuadres la documentalista mexicana aclaró que no tiene respuestas para solucionar el problema de la movilidad pero que a través de este filme intenta generar una reflexión en los espectadores y sus propias vidas.
“Yo no tengo soluciones, no sé lo que vamos hacer pero si tengo muchas preguntas”, y es que a decir de Kaplan, Rush Hour es un filme que nos permite vernos en el otro pues a pesar de nuestras diferencias geográficas o culturales, los habitantes de las grandes ciudades tenemos un común denominador: el tránsito citadino.
“Creo que es una película hecha para los habitantes de las grandes ciudades en la que se habla sobre ir a trabajar, la cantidad de horas que pasamos en el transporte solo para ir de un lugar a otro y esto tiene implicaciones emocionales en nuestra vida diaria de una manera muy contundente, todo lo que dejamos a lado, la vida que se va por estar enfrascados tantas horas en el tránsito”, comentó Luciana.
En Rush Hour, Kaplan acompaña a Meltem Gündogdu, en Estambul; Michael Monosky, en Los Ángeles; y Estela Martínez, en la Ciudad de México, a sus lugares de trabajo y en el trayecto conoce sus sacrificios, los peligros que han enfrentado, sus sueños y las aspiraciones que los motivan día a día a pararse de madrugada.
Para Luciana el reto más importante era conectar emocionalmente con la gente, pero para llegar a esa meta tuvo que sortear los retos propios de una producción, además de vivir en carne propia los traslados de sus protagonistas.
“Fue una película muy compleja, fue como estar haciendo tres películas al mismo tiempo (...) cada ciudad tenía su complejidad, la Ciudad de México y su tránsito, lo que implicaba llegar de un lugar a otro, la cantidad de tiempo que nosotros pasábamos que es al mismo tiempo el problema central de la película y también la inseguridad, el hecho de filmar en Ecatepec y en el transporte teníamos que llevar una patrulla, no nos podíamos mover sin esa patrulla porque nos podían asaltar, los mismos problemas que se ven en la pantalla de alguna manera los tuvimos durante la filmación”.
“En Los Ángeles el problema era la cantidad de permisos que debías sacar para que te permitieran filmar, para poner una cámara afuera de un auto debes pagar un permiso que es muy caro y tienes que cerrar toda la carretera y no podíamos hacer eso, era una cuestión más de permisos, además las grandes distancias porque finalmente estamos siguiendo a una persona que hace seis horas diarias en automóvil y nosotros tenemos que ir con él y hay una gran cantidad de desgaste en la filmación”.
Y si el desgaste provocado por los grandes trayectos ya era un reto a vencer, Luciana y su equipo tuvieron que enfrentarse a un clima social enrarecido en Estambul que estaba al borde de un golpe de Estado.
“Nos tocaron bastante cerca varios atentados afortunadamente no nos tocó ninguno de manera presencial pero estaban ahí se podían sentir. Estambul es una ciudad mucho más tranquila que la Ciudad de México el nivel de violencia no es el mismo pero se sentía un ambiente bastante tenso y nos salvamos de poquito que nos pasará algo, creo que a los tres meses de salir de ahí hubo un intento de golpe de Estado”, relató la cineasta mexicana.
Una vez vencidos esos obstáculos Rush Hour permitió no solo visibilizar los problemas a los que se enfrentan miles de ciudadanos día con día en temas de movilidad, también le dio proyección a miles de mujeres que se enfrentan a la violencia sexual en el transporte público a través de la voz de Estela, quien fue abusada física y emocionalmente.
“Creo que lo que pasó fue muy interesante, fue la idea (de Estela) de sentirse escuchada y vista finalmente, de decir mi historia es muy fuerte pero a la gente le interesa, soy (Estela) portavoz de una situación que es urgente y que hay que hablar de ella”.
Y aunque Luciana acepta que Rush Hour no tiene un final contundente, ni propone soluciones, espera que a través de la vida de estas tres personas y sus sacrificios diarios los espectadores se pregunten si hay otras maneras de vivir.
Ahora ya puedes disfrutar de Rush Hour sin salir de Encuadres; date de alta en Eyelet y disfruta de este y otros titulos sin dejar la revista que pone todo el cine en tus manos
El modo de vida de las grandes ciudades, el estrés constante, los grandes tiempos que se pasa en el transporte público o privado para llegar al sitio de trabajo, fueron los factores que motivaron a la cineasta mexicana Luciana Kaplan para crear el filme Rush Hour.
A través de tres historias ubicadas en Los Ángeles, Estambul y la Ciudad de México, Luciana Lanza dos preguntas el público: ¿a ti te parece que esta es una manera de vivir?, ¿te parece que nuestras ciudades son habitables?
En entrevista con Encuadres la documentalista mexicana aclaró que no tiene respuestas para solucionar el problema de la movilidad pero que a través de este filme intenta generar una reflexión en los espectadores y sus propias vidas.
“Yo no tengo soluciones, no sé lo que vamos hacer pero si tengo muchas preguntas”, y es que a decir de Kaplan, Rush Hour es un filme que nos permite vernos en el otro pues a pesar de nuestras diferencias geográficas o culturales, los habitantes de las grandes ciudades tenemos un común denominador: el tránsito citadino.
“Creo que es una película hecha para los habitantes de las grandes ciudades en la que se habla sobre ir a trabajar, la cantidad de horas que pasamos en el transporte solo para ir de un lugar a otro y esto tiene implicaciones emocionales en nuestra vida diaria de una manera muy contundente, todo lo que dejamos a lado, la vida que se va por estar enfrascados tantas horas en el tránsito”, comentó Luciana.
En Rush Hour, Kaplan acompaña a Meltem Gündogdu, en Estambul; Michael Monosky, en Los Ángeles; y Estela Martínez, en la Ciudad de México, a sus lugares de trabajo y en el trayecto conoce sus sacrificios, los peligros que han enfrentado, sus sueños y las aspiraciones que los motivan día a día a pararse de madrugada.
Para Luciana el reto más importante era conectar emocionalmente con la gente, pero para llegar a esa meta tuvo que sortear los retos propios de una producción, además de vivir en carne propia los traslados de sus protagonistas.
“Fue una película muy compleja, fue como estar haciendo tres películas al mismo tiempo (...) cada ciudad tenía su complejidad, la Ciudad de México y su tránsito, lo que implicaba llegar de un lugar a otro, la cantidad de tiempo que nosotros pasábamos que es al mismo tiempo el problema central de la película y también la inseguridad, el hecho de filmar en Ecatepec y en el transporte teníamos que llevar una patrulla, no nos podíamos mover sin esa patrulla porque nos podían asaltar, los mismos problemas que se ven en la pantalla de alguna manera los tuvimos durante la filmación”.
“En Los Ángeles el problema era la cantidad de permisos que debías sacar para que te permitieran filmar, para poner una cámara afuera de un auto debes pagar un permiso que es muy caro y tienes que cerrar toda la carretera y no podíamos hacer eso, era una cuestión más de permisos, además las grandes distancias porque finalmente estamos siguiendo a una persona que hace seis horas diarias en automóvil y nosotros tenemos que ir con él y hay una gran cantidad de desgaste en la filmación”.
Y si el desgaste provocado por los grandes trayectos ya era un reto a vencer, Luciana y su equipo tuvieron que enfrentarse a un clima social enrarecido en Estambul que estaba al borde de un golpe de Estado.
“Nos tocaron bastante cerca varios atentados afortunadamente no nos tocó ninguno de manera presencial pero estaban ahí se podían sentir. Estambul es una ciudad mucho más tranquila que la Ciudad de México el nivel de violencia no es el mismo pero se sentía un ambiente bastante tenso y nos salvamos de poquito que nos pasará algo, creo que a los tres meses de salir de ahí hubo un intento de golpe de Estado”, relató la cineasta mexicana.
Una vez vencidos esos obstáculos Rush Hour permitió no solo visibilizar los problemas a los que se enfrentan miles de ciudadanos día con día en temas de movilidad, también le dio proyección a miles de mujeres que se enfrentan a la violencia sexual en el transporte público a través de la voz de Estela, quien fue abusada física y emocionalmente.
“Creo que lo que pasó fue muy interesante, fue la idea (de Estela) de sentirse escuchada y vista finalmente, de decir mi historia es muy fuerte pero a la gente le interesa, soy (Estela) portavoz de una situación que es urgente y que hay que hablar de ella”.
Y aunque Luciana acepta que Rush Hour no tiene un final contundente, ni propone soluciones, espera que a través de la vida de estas tres personas y sus sacrificios diarios los espectadores se pregunten si hay otras maneras de vivir.
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