Emilio “El Indio” Fernández: El creador de un México desaparecido
POR: SAÚL ARELLANO MONTORO
04-04-2020 19:27:19
En Encuadres hemos invitado a críticos cinematográficos a que nos compartan tres películas que consideren son fundamentales en la carrera de cineastas que han pasado por los sets cine. Llega el turno de Saúl Arellano Montoro, quien nos comparte su seleccionado, un director que inventó un México que perdura hasta nuestros días.
Dedicado a mi querido amigo dominicano Humberto J. Almonte, seguidor apasionado del trabajo de “El Indio” desde siempre.
Hablar de la figura totémica de “El Indio” es siempre un reto porque, aún cuando tiene muchas formas de ser abordado, se corre el riesgo de siempre quedarse falto de palabras o conceptos porque es un personaje que trasciende la vida misma gracias a su legado fílmico. Irascible como norma, mentiroso como seducción y genio como característica, “El indio” hizo de México su patio de juegos para desbordar la inventiva - que le fue etiquetada por los intelectuales de la época como “hierática y paisajista melodramática” - de crear un México donde las mujeres, que le pertenecían de principio a fin, eran diosas que rozaban apenas la tierra y los hombres solo eran el complemento estético para establecer la fuerza natural en pantalla que se complementaba con, justamente, los paisajes idílicos de su intérprete visual Gabriel Figueroa.
Desde La Isla de la Pasión (1941) hasta Erótica (1978), “El Indio” estableció una narrativa propia, un cine de autor que se reconoce cuadro a cuadro en cualquier película que seleccione uno; un discurso estético en el que resalta en primer término el amor por México y su gente desde la perspectiva de un creador que tiene a la mano los instrumentos necesarios para bordar una historia que puede ser tanto dramática como romántica con personajes íntegros que conocen sus alcances y límites moviéndose a sus anchas en diversas situaciones para mostrar el abanico interpretativo del actor o actriz que los representan.
Por otro lado, “El indio” siempre se hizo acompañar de gente que entendiera el origen creativo y el impulso imbatible de la dirección de sus creaciones para dejarnos entrar a su México. La cámara siempre impecable de Gabriel Figueroa, así como los sólidos guiones de Mauricio Magdaleno, dieron vista y voz a historias que nacieron en la mente de “El Indio” para llegar vírgenes al espectador que siempre fue sorprendido en este juego de complicidad ente el creador, su equipo y el público de México y el mundo.
Y todo esto viene porque se me ha pedido la ingrata - pero emotiva - tarea de recomendar solamente tres películas - sin un orden establecido - de uno de los mejores directores mexicanos y del mundo para poder entrar de lleno no solo en una época del cine nacional sino a un momento en la historia del país por la que el tiempo jamás opacará el brillo ni apagara las luces que se desprenden de las pantallas de las salas de cine donde se proyecten las películas de “El Indio” Fernández. Por supuesto que tuve que abandonar en el camino varías que me parecen indispensables no solo para entender a “El Indio” sino todo un momento clave del México moderno a mediados del siglo XX.
EMILIO "EL INDIO" FERNÁNDEZ
ENAMORADA (1946)
Escrita por Benito Alazraki, Íñigo de Martino y Emilio Fernández. Ubicada en el periodo de La Revolución, el director presenta a las "fuerzas vivas" expandiendo el mensaje de libertad y lucha contra el poder de los grupos absolutistas del gobierno y la firmeza de convicciones en la hipnótica presencia del General Juan José Reyes representado impecablemente por Pedro Armendáriz (actor fetiche e íntimo amigo de Fernández) en un primer acto de la película para dar paso al segundo acto donde asume pantalla y presencia la no menos hipnótica (pero no tan hábil actriz) María Félix en el papel de la clase pudiente en el personaje de Beatriz Peñafiel. El choque de trenes entre director, actriz y actor resultó de una química inigualable para que los personajes se desenvolvieran con un realismo insólito visto en el cine del mundo donde la historia social se mezcla finamente con el romance teniendo como telón la perfecta fotografía de Gabriel Figueroa que es un actor más que cuenta la historia. Para muchos, el final sigue siendo algo que incomoda a los políticamente correctos defensores de los derechos de la mujer y más siendo la Félix un bastión de empoderamiento femenino, pero cuando la historia - como siempre - supera los designios establecidos en la modernidad es que se permite entender no solo la realidad de una sociedad revolucionaria inquebrantable e inamovible con lo que fueron los tiempos de lucha de ideales para todos sino el papel de ambos géneros en la lucha.
SALÓN MÉXICO (1948)
Escrita por Mauricio Magdaleno y Emilio Fernández. "El Indio" siempre gustó de tener personajes femeninos llevados al límite de su fortaleza para salir adelante de toda situación por desesperada que esta fuera. La manipulación de la mujer que "camina por el lodo sin ensuciarse" como personaje de redención siempre llevó un mensaje conservador por parte de director que jamás quiso ocultar el machismo con el que fue forjado desde niño en sus películas. SALÓN MÉXICO pretende mostrar un México que luchaba por entrar en una nueva etapa de modernidad con el gobierno de Miguel Alemán pero que aún arrastraba los usos y costumbres de una sociedad que no podía - por fortuna - dejar atrás lo que los identificaba. Además, "El Indio" mostró de forma impecable el ambiente de la prostitución en los salones de baile donde la sensualidad avasalladora se mostraba en vestidos entallados, bailes cadenciosos, miradas intensas y cuerpos apretados entre si donde la noche ocultaba el resultado de la seducción y el deseo hasta la salida del sol buscando otra oportunidad de sobrevivir. Una película que, aún cuando de pronto cae en los estereotipos de forma cínica, representa la vida nocturna de forma romántica y que deja el erotismo en la pista de baila y las sombras rotas por la luz de los faroles rumbo a la recamara y la compañía de esa noche.
LA PERLA (1945)
Adaptada por Emilio Fernández y el propio John Steinbeck. Tomando como base el cuento del gran escritor John Steinbeck, Emilio "El Indio" Fernández se va a Puerto Marqués a recrear el desolado universo social de los pescadores; específicamente el de los personajes de Kino (Pedro Armendáriz) y Juana (una María Elena Marqués que sirvió perfecto para consolar al Indio de haber sido rechazado por la Dolores) cuya existencia, lejos de ser beneficiosa, se ve perjudicada al descubrir una perla en el fondo del mar desatando una serie de eventos que resaltan la avaricia, el interés superficial y la cruda realidad de todos los que rodean a la familia en un momento de angustia al tratar de salvar a su hijo de la picadura de un alacrán. Manejada con buena mano, con oficio natural en la fotografía y con un brillante guion adaptado, “El Indio” demuestra una vez más que el México que le criticaban por ser folclorista, no es sino un ejemplo más del profundo amor al país y a la idiosincrasia que como pueblo nos hace salir adelante de las adversidades aún en situaciones que parecen imposibles. Un México en el que, a la fecha, estamos de paso en el imaginario de Emilio “El Indio” Fernández.
Y una última recomendación; pidiéndoles que se dejen llevar a ciegas de la mano por mi porque ya no puedo extenderme más y vean REPORTAJE de 1953 para luego hacerla una tradición casera todos los fines de año. Les prometo que no se arrepentirán de verla.
En Encuadres hemos invitado a críticos cinematográficos a que nos compartan tres películas que consideren son fundamentales en la carrera de cineastas que han pasado por los sets cine. Llega el turno de Saúl Arellano Montoro, quien nos comparte su seleccionado, un director que inventó un México que perdura hasta nuestros días.
Dedicado a mi querido amigo dominicano Humberto J. Almonte, seguidor apasionado del trabajo de “El Indio” desde siempre.
Hablar de la figura totémica de “El Indio” es siempre un reto porque, aún cuando tiene muchas formas de ser abordado, se corre el riesgo de siempre quedarse falto de palabras o conceptos porque es un personaje que trasciende la vida misma gracias a su legado fílmico. Irascible como norma, mentiroso como seducción y genio como característica, “El indio” hizo de México su patio de juegos para desbordar la inventiva - que le fue etiquetada por los intelectuales de la época como “hierática y paisajista melodramática” - de crear un México donde las mujeres, que le pertenecían de principio a fin, eran diosas que rozaban apenas la tierra y los hombres solo eran el complemento estético para establecer la fuerza natural en pantalla que se complementaba con, justamente, los paisajes idílicos de su intérprete visual Gabriel Figueroa.
Desde La Isla de la Pasión (1941) hasta Erótica (1978), “El Indio” estableció una narrativa propia, un cine de autor que se reconoce cuadro a cuadro en cualquier película que seleccione uno; un discurso estético en el que resalta en primer término el amor por México y su gente desde la perspectiva de un creador que tiene a la mano los instrumentos necesarios para bordar una historia que puede ser tanto dramática como romántica con personajes íntegros que conocen sus alcances y límites moviéndose a sus anchas en diversas situaciones para mostrar el abanico interpretativo del actor o actriz que los representan.
Por otro lado, “El indio” siempre se hizo acompañar de gente que entendiera el origen creativo y el impulso imbatible de la dirección de sus creaciones para dejarnos entrar a su México. La cámara siempre impecable de Gabriel Figueroa, así como los sólidos guiones de Mauricio Magdaleno, dieron vista y voz a historias que nacieron en la mente de “El Indio” para llegar vírgenes al espectador que siempre fue sorprendido en este juego de complicidad ente el creador, su equipo y el público de México y el mundo.
Y todo esto viene porque se me ha pedido la ingrata - pero emotiva - tarea de recomendar solamente tres películas - sin un orden establecido - de uno de los mejores directores mexicanos y del mundo para poder entrar de lleno no solo en una época del cine nacional sino a un momento en la historia del país por la que el tiempo jamás opacará el brillo ni apagara las luces que se desprenden de las pantallas de las salas de cine donde se proyecten las películas de “El Indio” Fernández. Por supuesto que tuve que abandonar en el camino varías que me parecen indispensables no solo para entender a “El Indio” sino todo un momento clave del México moderno a mediados del siglo XX.
EMILIO "EL INDIO" FERNÁNDEZ
ENAMORADA (1946)
Escrita por Benito Alazraki, Íñigo de Martino y Emilio Fernández. Ubicada en el periodo de La Revolución, el director presenta a las "fuerzas vivas" expandiendo el mensaje de libertad y lucha contra el poder de los grupos absolutistas del gobierno y la firmeza de convicciones en la hipnótica presencia del General Juan José Reyes representado impecablemente por Pedro Armendáriz (actor fetiche e íntimo amigo de Fernández) en un primer acto de la película para dar paso al segundo acto donde asume pantalla y presencia la no menos hipnótica (pero no tan hábil actriz) María Félix en el papel de la clase pudiente en el personaje de Beatriz Peñafiel. El choque de trenes entre director, actriz y actor resultó de una química inigualable para que los personajes se desenvolvieran con un realismo insólito visto en el cine del mundo donde la historia social se mezcla finamente con el romance teniendo como telón la perfecta fotografía de Gabriel Figueroa que es un actor más que cuenta la historia. Para muchos, el final sigue siendo algo que incomoda a los políticamente correctos defensores de los derechos de la mujer y más siendo la Félix un bastión de empoderamiento femenino, pero cuando la historia - como siempre - supera los designios establecidos en la modernidad es que se permite entender no solo la realidad de una sociedad revolucionaria inquebrantable e inamovible con lo que fueron los tiempos de lucha de ideales para todos sino el papel de ambos géneros en la lucha.
SALÓN MÉXICO (1948)
Escrita por Mauricio Magdaleno y Emilio Fernández. "El Indio" siempre gustó de tener personajes femeninos llevados al límite de su fortaleza para salir adelante de toda situación por desesperada que esta fuera. La manipulación de la mujer que "camina por el lodo sin ensuciarse" como personaje de redención siempre llevó un mensaje conservador por parte de director que jamás quiso ocultar el machismo con el que fue forjado desde niño en sus películas. SALÓN MÉXICO pretende mostrar un México que luchaba por entrar en una nueva etapa de modernidad con el gobierno de Miguel Alemán pero que aún arrastraba los usos y costumbres de una sociedad que no podía - por fortuna - dejar atrás lo que los identificaba. Además, "El Indio" mostró de forma impecable el ambiente de la prostitución en los salones de baile donde la sensualidad avasalladora se mostraba en vestidos entallados, bailes cadenciosos, miradas intensas y cuerpos apretados entre si donde la noche ocultaba el resultado de la seducción y el deseo hasta la salida del sol buscando otra oportunidad de sobrevivir. Una película que, aún cuando de pronto cae en los estereotipos de forma cínica, representa la vida nocturna de forma romántica y que deja el erotismo en la pista de baila y las sombras rotas por la luz de los faroles rumbo a la recamara y la compañía de esa noche.
LA PERLA (1945)
Adaptada por Emilio Fernández y el propio John Steinbeck. Tomando como base el cuento del gran escritor John Steinbeck, Emilio "El Indio" Fernández se va a Puerto Marqués a recrear el desolado universo social de los pescadores; específicamente el de los personajes de Kino (Pedro Armendáriz) y Juana (una María Elena Marqués que sirvió perfecto para consolar al Indio de haber sido rechazado por la Dolores) cuya existencia, lejos de ser beneficiosa, se ve perjudicada al descubrir una perla en el fondo del mar desatando una serie de eventos que resaltan la avaricia, el interés superficial y la cruda realidad de todos los que rodean a la familia en un momento de angustia al tratar de salvar a su hijo de la picadura de un alacrán. Manejada con buena mano, con oficio natural en la fotografía y con un brillante guion adaptado, “El Indio” demuestra una vez más que el México que le criticaban por ser folclorista, no es sino un ejemplo más del profundo amor al país y a la idiosincrasia que como pueblo nos hace salir adelante de las adversidades aún en situaciones que parecen imposibles. Un México en el que, a la fecha, estamos de paso en el imaginario de Emilio “El Indio” Fernández.
Y una última recomendación; pidiéndoles que se dejen llevar a ciegas de la mano por mi porque ya no puedo extenderme más y vean REPORTAJE de 1953 para luego hacerla una tradición casera todos los fines de año. Les prometo que no se arrepentirán de verla.