Codependencia y obsesión: Ana, Mon Amour
POR: ORIANNA PAZ
19-07-2018 15:44:42

Este fin de semana llega al 38 Foro Internacional de Cine de la Cineteca Nacional el drama rumano Ana, Mon Amour(Rumania-Alemania-Francia, 2017), de Calin Peter Netzer, de quien ya habíamos podido ver en la 55 Muestra de la Cineteca la dura y asfixiante película La postura del hijo (2013), ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín.
Si en La postura del hijo, Peter Netzer profundizaba en el amor obsesivo, controlador y perverso de una madre dispuesta a todo por salvar a su hijo de la cárcel, en Ana, Mon Amour vuelve a ahondar en estos temas ahora al interior de una relación de pareja.
Ana (Diana Cavallioti) es una joven insegura y retraída que sufre ataques de pánico y ansiedad. Toma (Mircea Postelnicu) se enamora perdidamente de ella o más bien de su fragilidad y dependencia hacia él. Juntos y rebeldes se enfrentarán a sus padres para vivir su amor contra todo y contra todos. No obstante, la enfermedad de ella empeora con crisis más frecuentes que ocupan toda la atención y la vida de Toma. Poco a poco, el mundo de ambos se va encerrando hasta asfixiarles dentro. No existe nada más en el mundo que ellos y su pequeño universo de dos.
A través de una estructura no lineal que da enormes brincos en el tiempo, con Toma confesándose, ya con cuarenta años y sin pelo, en el diván de un psicólogo; a un joven universitario Toma fumando un porro recostado sobre el vientre desnudo de Ana en un instante de felicidad detenido; a un Toma treintañero con un hijo en brazos y una mujer cada vez más independiente al lado, Peter Netzer construye un tratado acerca de la crisis de pareja, la codependencia, el egoísmo y la obsesión por el otro.

Así, a medida la trama avanza, el espectador se percata que no solamente Ana está enferma, Toma también, ambos viven atrapados en una relación tóxica y destructiva. Cuando ella comienza a superar su condición, consigue un trabajo y con ello el dominio de su vida más allá de su pareja, Toma no puede soportarlo, enloqueciendo al punto de controlar cada movimiento de Ana.
A pesar de su destreza para abordar este tipo de temas, el planteamiento de Peter Netzer en Ana, Mon Amour no logra la contundencia que tuvo con La postura del hijo, ya que aquí la historia se torna lenta, repetitiva y agotadora por momentos en buena medida debido a escenas extremadamente largas y redundantes (el filme tiene una duración de más de dos horas y podría haberlo resuelto en hora y media).
Así, Netzer arrastra al espectador al hartazgo y cansancio que experimentan los personajes que sólo desean terminar con el suplicio en el que se ha convertido su relación.
Por otro lado, destacan las actuaciones de los protagonistas, Mircea Postelnicu (Toma), Diana Cavallioti (Ana) y las disertaciones psicológicas y religiosas acerca de los conflictos amorosos y su complejidad. Un buen intento que convence a medias.
Este fin de semana llega al 38 Foro Internacional de Cine de la Cineteca Nacional el drama rumano Ana, Mon Amour(Rumania-Alemania-Francia, 2017), de Calin Peter Netzer, de quien ya habíamos podido ver en la 55 Muestra de la Cineteca la dura y asfixiante película La postura del hijo (2013), ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín.
Si en La postura del hijo, Peter Netzer profundizaba en el amor obsesivo, controlador y perverso de una madre dispuesta a todo por salvar a su hijo de la cárcel, en Ana, Mon Amour vuelve a ahondar en estos temas ahora al interior de una relación de pareja.
Ana (Diana Cavallioti) es una joven insegura y retraída que sufre ataques de pánico y ansiedad. Toma (Mircea Postelnicu) se enamora perdidamente de ella o más bien de su fragilidad y dependencia hacia él. Juntos y rebeldes se enfrentarán a sus padres para vivir su amor contra todo y contra todos. No obstante, la enfermedad de ella empeora con crisis más frecuentes que ocupan toda la atención y la vida de Toma. Poco a poco, el mundo de ambos se va encerrando hasta asfixiarles dentro. No existe nada más en el mundo que ellos y su pequeño universo de dos.
A través de una estructura no lineal que da enormes brincos en el tiempo, con Toma confesándose, ya con cuarenta años y sin pelo, en el diván de un psicólogo; a un joven universitario Toma fumando un porro recostado sobre el vientre desnudo de Ana en un instante de felicidad detenido; a un Toma treintañero con un hijo en brazos y una mujer cada vez más independiente al lado, Peter Netzer construye un tratado acerca de la crisis de pareja, la codependencia, el egoísmo y la obsesión por el otro.
Así, a medida la trama avanza, el espectador se percata que no solamente Ana está enferma, Toma también, ambos viven atrapados en una relación tóxica y destructiva. Cuando ella comienza a superar su condición, consigue un trabajo y con ello el dominio de su vida más allá de su pareja, Toma no puede soportarlo, enloqueciendo al punto de controlar cada movimiento de Ana.
A pesar de su destreza para abordar este tipo de temas, el planteamiento de Peter Netzer en Ana, Mon Amour no logra la contundencia que tuvo con La postura del hijo, ya que aquí la historia se torna lenta, repetitiva y agotadora por momentos en buena medida debido a escenas extremadamente largas y redundantes (el filme tiene una duración de más de dos horas y podría haberlo resuelto en hora y media).
Así, Netzer arrastra al espectador al hartazgo y cansancio que experimentan los personajes que sólo desean terminar con el suplicio en el que se ha convertido su relación.
Por otro lado, destacan las actuaciones de los protagonistas, Mircea Postelnicu (Toma), Diana Cavallioti (Ana) y las disertaciones psicológicas y religiosas acerca de los conflictos amorosos y su complejidad. Un buen intento que convence a medias.