Guerrero, donde la colectividad es una forma de perder el miedo

POR: YESENIA TORRES

03-07-2018 15:19:19


Guerrero es uno de los estados con mayor índices de violencia en el país pero también una de las regiones en donde el activismo siempre ha existido: en pocas palabras, las y los guerrerenses son de armas tomar. Bajo este contexto, el más reciente documental del francés Ludovic Vonleux es un trabajo estratosférico, realista y nada romántico de lo que no vemos al interior de algunos los movimientos sociales, siendo la falta de organización un problema evidente y palpable.


 Esta película, bajo ninguna circunstancia pretende ensuciar o denigrar algún tipo de movimiento u organización no gubernamental que se dedique a la lucha por la justicia y los derechos humanos. No. Gratamente se trata de un trabajo íntimo que busca estar lejos de la compasión y el coraje, para acercarse con el mejor camino que lleva a la reflexión: la curiosidad.


 Ludovic Vonleux es de origen francés y es quizá la persona qué más a filmado en estado de Guerrero. Fue en el año 2002 cuando comenzó a trabajar en un documental fotográfico y durante más de quince años ha estado involucrado y retratando las actividades vinculadas a la defensa de los derechos humanos. Fruto de ello han sido sus largometrajes Acuérdate de Acapulco y El crimen de Zacarías Barrientos, y tras el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, nos encontramos con este documental que lleva por nombre Guerrero.


 “La primera vez que llegué a Guerrero fue porque conocí a un señor que se llamaba Luis Olivares. Él vivía en una colonia popular de Coyuca de Benítez en donde se encontraban algunos campesinos refugiados de la violencia proveniente de la sierra. Ahí la gente sin tierra se organizaba para crear colonias de paracaidistas (…) Algo que me llamó mucho desde que llegué al estado y que retrato muy bien en este documental, es la presencia de niños que están siempre viendo y acompañando a sus padres en la lucha. Ellos son los futuros guerrerenses y para otros, los futuros guerreros”, comentó el director en entrevista para Encuadres.


El documental Guerrero se contextualiza en tres voces: Coni, perteneciente a la policía comunitaria Frente Unido para la Seguridad del Estado de Guerrero; Mario, quien se dedica a la búsqueda de fosas comunes; y Juan, un maestro rural de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero. Y así, gracias al lente de Vonleux, somos testigos de los debates y peleas internas de estos grupos.


 


Y.T. ¿Crees que este documental sea una apología sobre el activismo, no solo en Guerrero, sino en general?


 L.V. Yo no quise hacer una apología de nadie ni de ninguna ideología. Quise retratar esos intentos de organización comunitaria, con sus logros y con sus contradicciones. Cuando llegue a Guerrero, después del caso Ayotzinapa, se vivía un ambiente casi de insurrección, la gente bloqueaba las carreteras, tomaba los palacios municipales, pero la gente perdía el miedo y salían a buscar a los desaparecidos…


Me hubiera encantado retratar la historia de un movimiento que logra un cambio en el país, pero no fue el caso. La idea no era mentir sobre lo que pasaba, entonces esos problemas de organización, y esas contradicciones en los movimientos, esa imposibilidad que a veces lleva a la gente hacer cosas que no debería hacer,  todo eso fue lo que retrate porque es lo que pasó frente a mi cámara. No quise hacer un retrato romántico de la lucha, más bien quise enseñar a gente con dignidad que intenta hacer algo en el lugar donde esta.


Y.T. En televisión, en conferencias, y en otros documentales sobre el caso Iguala vemos siempre las entrevistas a los mismos testimonios. ¿Cómo fue tu proceso de selección para los testimonios?


L.V. Casi no hice entrevistas. Quería contar lo que veía. Me resultaba imposible filmarlas y que las imágenes solo me pudieran contar lo que estaba pasando. Es decir, entrevistas a cuadro. El acercamiento con los padres de los 43 era de otra manera.


 Y.T. ¿Para ti que es el activismo?


 L.V. Para mí es algo que no se hace con gusto, pero que se tiene que hacer. Ser ciudadano. Creo que en una población humana todos tiene que obrar un poco para la comunidad, por la colectividad, dar su tiempo y un poco de su energía por los otros. Eso no quiere decir que uno debe ser activista todo el tiempo. El activismo se volvió una palabra de doble filo, se piensa que un activista profesional pasa su vida en la lucha o en un círculo social. Yo creo que la sociedades humanas necesitan que todos obremos un poco para los otros y es la única manera de tener democracia, seguridad y justicia.


 La organización comunitaria indígena nos puede dar pistas para lograr una mejor actividad de comunalismo.



 Y.T. ¿Crees que es necesario actuar con violencia?  


 L.V. El enojo está ahí en Guerrero y en todo el país. Y está ahí porque las autoridades nunca intentaron resolver los problemas básicos: la pobreza, la seguridad, la justicia, la democracia y la educación. Yo no soy partidario de la violencia pero tampoco soy pacifista. Creo que hay que adaptar en el mejor momento, adaptarse al enemigo y usar la mejor táctica para tratar de perder lo menos posible.


Y.T. ¿En algún momento fuiste violentado sobre el rodaje?


L.V. No. Estuve un poco en peligro pero no paso nada. También tuve la suerte de no estar en un lugar equivocado en un tiempo equivocado. No sufrí amenazas ni censura. Lo que si es cierto es que la misma gente de Guerrero corre peligro por el simple hecho de vivir en ese lugar. Y los que son activistas más. De las personas que he filmado, quien sufre más peligro es Mario, quien está en busca de su hermano desaparecido. De hecho, él tiene un botón de seguridad que le da la PGR porque la ONU pidió al estado mexicano que lo protegiera.


Y.T ¿Qué es lo qué más te gusta de México?


L.V. Es un país maravilloso, de paisajes maravilloso. Un país donde lo imprevisto es lo cotidiano. Uno nunca sabe que va a pasar mañana y eso me gusta. Es un país de extremos. Me entristece no poder caminar solo en los cerros por la inseguridad. Ojala algún día podamos caminar por aquí sin el miedo a pensar que nos pase algo y creo que la colectividad es una forma de perder el miedo.


Este largometraje recientemente recibió La Diosa de Plata a Mejor Documental, Mejor Documental de Justicia Social en el Festival de Cine de Santa Bárbara y el Premio del Público en el Festival de Cine de Zanate. Su distribución en salas de cine está a cargo de Ambulante y ya tiene exhibición en el circuito de arte, así como en la plataforma FilminLatino.



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