MARÍA: Bendito es el fruto de tu pecho, la voz

POR: SAÚL ARELLANO MONTORO

21-02-2025 13:18:40

Con cariño para Javier Arellano


MARÍA: Bendito es el fruto de tu pecho, la voz


MARÍA, del director chileno Pablo Larraín, cierra su trilogía de mujeres del Siglo XX formada por JACKIE (2016) que habla de Jackie Kennedy, SPENCER (2021) que habla de la Princesa Diana y ahora esta que cuenta los últimos días de la Diva de la ópera María Callas.

CASTA DIVA

María Callas es, indiscutiblemente, la más grande cantante de ópera que hayan dado las Bellas Artes en la historia del mundo. El dominio de la voz y la presencia en el escenario la elevaron a niveles que no han sido alcanzados por ninguna otra soprano convirtiendo su imagen en algo etéreo, en algo inalcanzable hasta este momento.


Justo por esto es que la película de Larraín queda muy por debajo de las expectativas de quienes conocen la trayectoria de la diosa griega no solo musical sino lo poco que dejó ver en el aspecto personal y amoroso que trascendió igualmente los niveles del dominio público de la Socialite. Y puedo apostar sin temor a equivocarme que en cualquier casa donde hay discos de ópera se tiene, por fuerza, al menos un disco de la Callas en Lp o CD.


En MARÍA, Larraín deja de lado el contexto político de sus anteriores dos películas para adentrarse de lleno en el entorno de la música como motivo de vida y legado de La Callas navegando entre lo biográfico muy conocido y lo onírico que es la libre interpretación del guionista Steven Knight en los días previos a su muerte ocurrida el 16 de septiembre de 1977 en su casa de París.


QUI LA VOCE SUA SOAVE

En medio de una retrospección imaginaria de La Callas, Larraín pone a la vista del espectador a una mujer que sigue luchando contra sus propios demonios en un retiro auto-forzado en París donde pretendía pasar desapercibida el resto de sus días debido a, principalmente, la pérdida de la voz y a la nostalgia de los años que pasó al lado de Aristoteles Onassis, sumado a la sensación del paso del tiempo resulta una narrativa muy interesante en la propuesta de Larraín dado que la forma en la que se muestra frente al espectador se puede interpretar como una confesión o mea culpa que dio como resultado una vida sentimentalmente miserable y co-dependiente de atención pese a contar con dos asistentes, un excelente Pierfrancesco Favino como el mayordomo Ferruccio y Alba Rohrwacher como la ama de llaves y cocinera Bruna, que se muestran más como una pequeña familia donde no existen los papeles jerárquicos patronales sino un amor y empatía sincera de complicidad en el día a día. 


Utilizando como columna vertebral a un reportero/confesor llamado simplemente Mandrax en la persona del joven actor Kodi Smit-McPhee, Larraín permite a La Callas, frente al espectador, entrar de lleno a los momentos más importantes de su vida con flashbacks, interpretaciones - ahora míticas -representadas en las calles de París, los lugares que paso junto a Onassis y un teatro donde trata de recuperar la voz para tener una razón de seguir viva y no presa de las glorias pasadas con momentos realmente brillantes en el guion.



Para mala fortuna del espectador conocedor, la dirección demuestra un rebujado amor incondicional no solo a la Diva sino a la mujer en sus momentos más vulnerables dejando claro que por ningún motivo de la cinta tocará a La Callas por temor a parecer que la juzga en cualquiera de sus momentos de inestabilidad o miedo. Y es justamente aquí donde, a mi parecer, la cinta falla descomunalmente al carecer de principio a fin de un compromiso con la biografía y no con su forma de ver a la Diva. Un inexplicable temor de profundizar – sin la necesidad de caer en la falta de respeto a la intérprete - que se pone en evidencia en los momentos trascendentales de la vida de María Callas que se muestran en la película. Es decir, lo menciona, pero sigue de frente.


Esta falta de Larraín de darle más peso a su visión de lo que para él era la Callas en lugar de abordar imparcial y puntualmente los conflictos y temores que acompañaron a la Diva durante su vida luego del estrellato, hubieran resultado en una imagen más respetuosa y menos imaginaria romantizada de la enorme cantante y mujer que fue María.


LA MAMMA MORTA

Y por otro lado y lo que para mí fue el más grave error que cometió Pablo Larraín, es el haberle dado el protagónico a Angelina Jolie porque es la menos adecuada para acercarse a la complejidad de la auténtica Callas.


Esto porque la Jolie ha demostrado, película tras película, que su arco interpretativo es cada vez más escaso quedando atrapada en una serie de clichés y taras actorales de las que simplemente no puede salir y que los directores con los que trabaja pareciera que no se atreven a exigirle; Larraín entre ellos por desgracia para la Diva.


MARÍA: Bendito es el fruto de tu pecho, la voz


Y si a eso le sumamos la arrogancia propia de la actriz ganada a pulso gracias a lisonjas y poca exigencia, tenemos como resultado el que jamás vemos a Maria Callas en pantalla sino a Angelina Jolie interpretando –y mal– a Angelina Jolie cantando y gesticulando dramatismo como en tantas y tantas otras películas antes de ésta, demostrando al respetable que hay vicios que nunca se pierden.


VISSI D´ ARTE

Lo que sí es muy atinado… No, corrijo.


Lo único que salva la película y por lo que vale la pena pagar boleto, dulcería y estacionamiento es, naturalmente, las arias que fueron seleccionadas para acompañar la película debido a que representan de forma impecable todos los estados, no solo de ánimo sino de la vida misma y el paso del tiempo que la Callas nos permitió compartir con ella.


Y mi consejo, aprendido luego de verla tres veces para estar claro en mi sentir respecto a la propuesta de Larraín desde el año pasado, es que vayan al cine y cierren los ojos cada vez que comience alguna de las tantas hermosas arias que suenan en la película para que, verdaderamente, las vivan en carne propia y se les erice la piel como me sucedió cuando pude abstraerme de lo visual y dejarme llevar por lo musical hasta las lágrimas.



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