Las biopics o películas biográficas se han vuelto muy populares en últimos tiempos y la mayoría sigue una fórmula y tienen una temporalidad y ritmo similares pero la grandeza de ciertas personalidades y las cosas que les acontecieron inspiran nuevas formas de contar su historia, es el caso de Maria Callas, la famosa cantante de ópera a quien podemos conocer de forma bastante peculiar gracias a la visión de Pablo Larraín, que la retrata de dos formas en una misma película, es La Diva, una celebridad inalcanzable idolatrada como deidad pero también la conocemos como La Mujer, una persona común que sufre y erra. 

La visión del director aprovecha las características más únicas de esta gran cantante para compartir su historia desde una perspectiva mucho más empática que en cualquier otra biografía; la vida de Maria estuvo llena de tristezas y maltratos pero todo eso estuvo oculto tras sus grandes interpretaciones, su talento, su belleza y presencia escénica. Su vida privada al alcanzar la fama perdió el beneficio de ese adjetivo, al dominio popular se expusieron sus relaciones y sus intereses personales pero como todo bajo el escrutinio del ojo público en algún momento comenzó a perder relevancia, pasó de moda y cuando poco a poco Maria dejó de aparecer en las óperas su estabilidad general comenzó a decaer.

La salud mental es un tema importante y en auge afortunadamente, pues finalmente se le ha comenzado a dar la importancia y el valor que realmente tiene y en esta película se retrata la valía de la misma; Maria, a consecuencia de sus vivencias y experiencias vitales comienza a perderse a sí misma a tal grado que su salud física decae proporcionalmente, aún acompañada de personas que realmente la quieren, ella se ve diluida y difuminada entre quien es verdaderamente y quien fue como artista y figura pública, se bifurca entre un personaje y su persona de forma tan intensa que desarrolla una especie de delirio con alucinaciones hiper realistas; si bien este trastorno perceptivo es posiblemente uno de los episodios más duros y tristes de Callas, también es una oportunidad creativa para Larraín pues decide compartir el punto de vista directo de su protagonista a la par de uno visto desde fuera retratando lo que los demás veían de ella.

Una película de corte contemplativo de una belleza visual sin igual que podría parecer lenta en ritmo para cierto tipo de espectador, sin embrago, también una historia fuerte y sensible que es capaz de conectar con muchos, de temporalidad ambigua gracias a la elipsis y el montaje donde conocemos fragmentos de la vida de Maria a través de recuerdos y de la intención del personaje de dejar un registro tangible de su propia vida. 

Angelina Jolie da vida a Callas y demuestra que tiene un talento brutal, la verdad que plasma en su personaje es impresionante y se transforma totalmente, conmueve con su interpretación y deja ver un profundo entendimiento y análisis sobre su personaje pero sobre todo le imprime muchísimo amor y empatía para Maria. 

Con una propuesta narrativa interesante y muy fresca llega Maria a salas mexicanas, la historia de una gran mujer cuyo porte y talento inspiraron a más de uno y que ahora viene a desmentir que existe la perfección aunque se le haya rozado en algún momento con la yema de los dedos.