Vampira Humanista: Preferible la muerte antes que lo inhumano
POR: JOSÉ LUIS SALAZAR
09-10-2024 10:35:55
Dentro del catálogo de estrenos internacionales que Tulip Pictures presentó en el pasado Festival Internacional de Cine de Monterrey destacó Vampira humanista busca suicida, una coming of age canadiense que al tratar de acercarse al mito del vampiro termina vandalizándolos y engrandeciéndonos como humanos, pues pudiendo representarnos como carnada o un pedazo de carne que morder, nos llena de una complejidad que solo nuestra mortandad nos brinda. La visión de una directora que escribió para una audiencia dentro de la que se incluyó ella misma.
Hacia el final de Entrevista con el vampiro, basada en los libros de Anne Rice, el personaje de Louis nos relata su regreso a América donde tras 200 años de absoluta oscuridad el cinematógrafo le permitió ver la luz del sol por primera vez. En una secuencia que incluye escenas desde Nosferatu hasta Superman cuenta cómo pasó de ver los cielos en blanco y negro, a los plateados hasta llegar a los purpuras, rojos y finalmente los azules.
La representación del vampiro, que lejos de despreciar a la humanidad la admira y la anhela, con el pasar de los años se ha vuelto atípica pero no solo de ellos sino de toda figura mitológica o sobrenatural convertidas en fantasías aspiracionales de superioridad y dominancia.
No por nada sagas como Harry Potter han creado una palabrita como muggle con la cual referirse a la humanidad, posicionada en esta ficción por debajo del mundo mágico y a todo lo de nuestra cotidianidad que a lo largo de las 8 películas son símbolo de vulgaridad y motivo de burla entre sus personajes. O de franquicias como las de superhéroes que tienen secuestradas las salas de cine desde hace casi dos décadas y en las que solo aparecemos en la esquinita de la pantalla para ser el interés amoroso de los héroes, el chiste ocasional o los indefensos en espera de ser salvados; el ser humano siendo también visto con desprecio y burla por sus personajes desde el dios Thor hasta todo el mundo alienígena de Guardianes de la Galaxia pasando por Superman o Aquaman.
Esta visión no se limita exclusivamente al blockbuster también invade películas como Only lovers left alive, de Jim Jarmusch donde solo estamos en el cuchicheo de sus protagonistas quienes nos observan desde las esquinas con asco y apareciendo en pantalla apenas como zombies sumergidos en la banalidad y la destrucción.
De ahí la grata sorpresa al encontrar en la ópera prima de Ariane Louis-Seize a una vampira, como su título dice, más que humana, humanista.
Sasha es una joven vampira con una enorme compasión por la vida humana, razón por la que se rehúsa a salir con su familia a cazar y en su lugar solo se sirve de los suministros que estos le proporcionan. Su madre decide cortarle las raciones de sangre y moverla a casa de su prima para, de esta manera, obligarla a conseguir su propia comida.
La palabra humanista no sólo ocupa el título de la cinta sino también un planteamiento y visión al interior de ésta: ¿Cómo sería una forma humanista de resolver una necesidad vital que precisa de la sangre humana? ¿Cómo representar de forma humanista una actividad que involucra cuerpos desangrándose y asesinar personas?
Sasha físicamente afectada por el hambre decide animarse a cazar, pero la torpeza de un joven de nombre Paul que tratando de escapar de ella choca y se desmaya no le favorece sino al contrario hace que se conmueva. Días después decidida a que su alimentación cause el menor dolor posible e involucre una decisión consensuada de ambas partes acude a una reunión de apoyo para personas con tendencias suicidas donde vuelve a coincidir con Paul, quien voluntariamente se ofrece a ser su alimento si con ello puede ayudarla a seguir viviendo y ella a cambio promete cumplirle su último deseo en vida.
Esta tendencia de la producción fílmica en que monstruos, figuras mitológicas, semidioses y superhombres ocupan protagónicos solo comparten el desprecio a lo humano en común pues con más o menos cgi, sus historias y sus diálogos nos plantan como entes inferiores, desechables y casi siempre, cuestionando si merecemos siquiera la existencia. Una forma de fascismo pues los discursos de superioridad podrán salir de la boca de Odín, Drácula, Frankenstein, Superman o el mismísimo Jesucristo en la pantalla, pero detrás de ella un guionista los concibió y puso en papel.
La aparición de ficciones primero fílmicas y luego televisivas en el mainstream como What we do in the shadows que satirizan al vampiro volviéndolo torpe e ingenuo igual o más que un humano borra esa línea de divinidad en que históricamente el cine lo ha colocado. El personaje de Guillermo, la compañía humana del grupo vampírico protagonista de la serie, bebe mucho del contexto actual, no por nada el personaje quiere volverse vampiro no por la inmortalidad o la capacidad de transformarse en un murciélago sino porque al ver a Antonio Banderas en pantalla en Entrevista con el vampiro siendo niño le hizo creer que los hispanos también podían ocupar ese puesto.
Sasha también es reflejo de la juventud del presente: incapaz de abandonar la casa de sus padres, pero también de convivir con ellos, condicionada a vivir en un mundo en que su existencia depende de la violencia y la explotación, pero negada a aceptarlo y perpetuarlo. Sasha es vampiro, alguien que se sirve de la violencia para mantener su estilo de vida, pero también es canadiense, tal vez algo no muy distinto.
Los vampiros aquí no mueren bajo el sol en cambio la condena es tener la vida eterna a costa de lastimar a otros y que sus arrebatos de pasión y deseo no sean más que hambre y sed incontrolables que culminen en tragedias.
De esta condición y la interacción con Paul nuestra protagonista aprende dos cosas; para algunas personas la muerte es una elección y que para muchos el mayor miedo no es morir sino vivir en soledad. Como es el caso de Paul.
La directora no olvida que esto es una comedia y un coming ofage pero se sirve de los gags para ilustrar el cuestionamiento que da título a la cinta y desplegar muchas intertextualidades al universo del que forma parte; la escena en donde la prima de Sasha intenta enseñarle como beber sangre y que parece encaminada a ser una carnicería como la de Raw acaba en ella saboteando con el claxon del carro su cacería; la escena de Paul y Sasha escuchando en su cuarto Emotions de Brenda Lee casi igual que otra ópera prima vampírica, A girl walks home alone at night de Ana Lily Amirpour; o los créditos corriendo al ritmo de Drácula ye-ye de Andrés Pajares.
Pese a su distancia con películas de vampiros que suelen anclarse al horror, Vampira humanista busca suicida desde su música hasta sus chistes posee una mayor cercanía con otro tipo de obras como Las mujeres pantera, Untamed Mistress y House On Bare Mountain que pudiendo asustarnos prefirieron satirizar su historia y divertirnos; pero también con la empatía y compasión de la ya mencionada de A Girl Walks Home Alone At Night o incluso de una Wings of Desire de Wim Wenders porque sus vampiros y ángeles no desatan baños de sangre ni nos miran hacia abajo sino encuentran en nuestra mortandad el vacío y condena de su eterna existencia.
Podrá no ser una película alejada de las convenciones, pero está más cerca de la genialidad de la obra de Wenders, de las películas de Troma Entertainment o de obras maestras de Rene Cardona y Chano Urueta como La mujer murciélago o El espejo de la bruja de lo que alguna vez lo estará Cazadores de sombraso Crepúsculo. De quien en una ópera prima sea capaz de mirar con ternura lo que por norma es violencia y que antes de pensar en sus personajes se pensó a ella como espectadora.
Dentro del catálogo de estrenos internacionales que Tulip Pictures presentó en el pasado Festival Internacional de Cine de Monterrey destacó Vampira humanista busca suicida, una coming of age canadiense que al tratar de acercarse al mito del vampiro termina vandalizándolos y engrandeciéndonos como humanos, pues pudiendo representarnos como carnada o un pedazo de carne que morder, nos llena de una complejidad que solo nuestra mortandad nos brinda. La visión de una directora que escribió para una audiencia dentro de la que se incluyó ella misma.
Hacia el final de Entrevista con el vampiro, basada en los libros de Anne Rice, el personaje de Louis nos relata su regreso a América donde tras 200 años de absoluta oscuridad el cinematógrafo le permitió ver la luz del sol por primera vez. En una secuencia que incluye escenas desde Nosferatu hasta Superman cuenta cómo pasó de ver los cielos en blanco y negro, a los plateados hasta llegar a los purpuras, rojos y finalmente los azules.
La representación del vampiro, que lejos de despreciar a la humanidad la admira y la anhela, con el pasar de los años se ha vuelto atípica pero no solo de ellos sino de toda figura mitológica o sobrenatural convertidas en fantasías aspiracionales de superioridad y dominancia.
No por nada sagas como Harry Potter han creado una palabrita como muggle con la cual referirse a la humanidad, posicionada en esta ficción por debajo del mundo mágico y a todo lo de nuestra cotidianidad que a lo largo de las 8 películas son símbolo de vulgaridad y motivo de burla entre sus personajes. O de franquicias como las de superhéroes que tienen secuestradas las salas de cine desde hace casi dos décadas y en las que solo aparecemos en la esquinita de la pantalla para ser el interés amoroso de los héroes, el chiste ocasional o los indefensos en espera de ser salvados; el ser humano siendo también visto con desprecio y burla por sus personajes desde el dios Thor hasta todo el mundo alienígena de Guardianes de la Galaxia pasando por Superman o Aquaman.
Esta visión no se limita exclusivamente al blockbuster también invade películas como Only lovers left alive, de Jim Jarmusch donde solo estamos en el cuchicheo de sus protagonistas quienes nos observan desde las esquinas con asco y apareciendo en pantalla apenas como zombies sumergidos en la banalidad y la destrucción.
De ahí la grata sorpresa al encontrar en la ópera prima de Ariane Louis-Seize a una vampira, como su título dice, más que humana, humanista.
Sasha es una joven vampira con una enorme compasión por la vida humana, razón por la que se rehúsa a salir con su familia a cazar y en su lugar solo se sirve de los suministros que estos le proporcionan. Su madre decide cortarle las raciones de sangre y moverla a casa de su prima para, de esta manera, obligarla a conseguir su propia comida.
La palabra humanista no sólo ocupa el título de la cinta sino también un planteamiento y visión al interior de ésta: ¿Cómo sería una forma humanista de resolver una necesidad vital que precisa de la sangre humana? ¿Cómo representar de forma humanista una actividad que involucra cuerpos desangrándose y asesinar personas?
Sasha físicamente afectada por el hambre decide animarse a cazar, pero la torpeza de un joven de nombre Paul que tratando de escapar de ella choca y se desmaya no le favorece sino al contrario hace que se conmueva. Días después decidida a que su alimentación cause el menor dolor posible e involucre una decisión consensuada de ambas partes acude a una reunión de apoyo para personas con tendencias suicidas donde vuelve a coincidir con Paul, quien voluntariamente se ofrece a ser su alimento si con ello puede ayudarla a seguir viviendo y ella a cambio promete cumplirle su último deseo en vida.
Esta tendencia de la producción fílmica en que monstruos, figuras mitológicas, semidioses y superhombres ocupan protagónicos solo comparten el desprecio a lo humano en común pues con más o menos cgi, sus historias y sus diálogos nos plantan como entes inferiores, desechables y casi siempre, cuestionando si merecemos siquiera la existencia. Una forma de fascismo pues los discursos de superioridad podrán salir de la boca de Odín, Drácula, Frankenstein, Superman o el mismísimo Jesucristo en la pantalla, pero detrás de ella un guionista los concibió y puso en papel.
La aparición de ficciones primero fílmicas y luego televisivas en el mainstream como What we do in the shadows que satirizan al vampiro volviéndolo torpe e ingenuo igual o más que un humano borra esa línea de divinidad en que históricamente el cine lo ha colocado. El personaje de Guillermo, la compañía humana del grupo vampírico protagonista de la serie, bebe mucho del contexto actual, no por nada el personaje quiere volverse vampiro no por la inmortalidad o la capacidad de transformarse en un murciélago sino porque al ver a Antonio Banderas en pantalla en Entrevista con el vampiro siendo niño le hizo creer que los hispanos también podían ocupar ese puesto.
Sasha también es reflejo de la juventud del presente: incapaz de abandonar la casa de sus padres, pero también de convivir con ellos, condicionada a vivir en un mundo en que su existencia depende de la violencia y la explotación, pero negada a aceptarlo y perpetuarlo. Sasha es vampiro, alguien que se sirve de la violencia para mantener su estilo de vida, pero también es canadiense, tal vez algo no muy distinto.
Los vampiros aquí no mueren bajo el sol en cambio la condena es tener la vida eterna a costa de lastimar a otros y que sus arrebatos de pasión y deseo no sean más que hambre y sed incontrolables que culminen en tragedias.
De esta condición y la interacción con Paul nuestra protagonista aprende dos cosas; para algunas personas la muerte es una elección y que para muchos el mayor miedo no es morir sino vivir en soledad. Como es el caso de Paul.
La directora no olvida que esto es una comedia y un coming ofage pero se sirve de los gags para ilustrar el cuestionamiento que da título a la cinta y desplegar muchas intertextualidades al universo del que forma parte; la escena en donde la prima de Sasha intenta enseñarle como beber sangre y que parece encaminada a ser una carnicería como la de Raw acaba en ella saboteando con el claxon del carro su cacería; la escena de Paul y Sasha escuchando en su cuarto Emotions de Brenda Lee casi igual que otra ópera prima vampírica, A girl walks home alone at night de Ana Lily Amirpour; o los créditos corriendo al ritmo de Drácula ye-ye de Andrés Pajares.
Pese a su distancia con películas de vampiros que suelen anclarse al horror, Vampira humanista busca suicida desde su música hasta sus chistes posee una mayor cercanía con otro tipo de obras como Las mujeres pantera, Untamed Mistress y House On Bare Mountain que pudiendo asustarnos prefirieron satirizar su historia y divertirnos; pero también con la empatía y compasión de la ya mencionada de A Girl Walks Home Alone At Night o incluso de una Wings of Desire de Wim Wenders porque sus vampiros y ángeles no desatan baños de sangre ni nos miran hacia abajo sino encuentran en nuestra mortandad el vacío y condena de su eterna existencia.
Podrá no ser una película alejada de las convenciones, pero está más cerca de la genialidad de la obra de Wenders, de las películas de Troma Entertainment o de obras maestras de Rene Cardona y Chano Urueta como La mujer murciélago o El espejo de la bruja de lo que alguna vez lo estará Cazadores de sombraso Crepúsculo. De quien en una ópera prima sea capaz de mirar con ternura lo que por norma es violencia y que antes de pensar en sus personajes se pensó a ella como espectadora.