Guerra Civil, un sueño guajiro estadounidense
POR: ALEX VANSS
19-04-2024 16:08:19
El cine hollywoodense tiene un romance con la temática bélica, regularmente lo hace sobre conflictos históricos o en países extranjeros, tiene predilección por el Medio Oriente -por razones ampliamente conocidas- pero ahora realizó una película que habla sobre un conflicto interno, sobre de una Guerra civil, un sueño guajiro estadounidense, que a diferencia de las películas donde exacerba el patriotismo norteamericano, en esta ocasión sólo puede ser alabada o avalada por los simpatizantes pro Trump pero que más allá de eso no podemos tomar en serio.
Sin explicar o ahondar en la razones por las cuales Estados Unidos vive una guerra civil, la película nos presenta a un grupo de periodistas que están cubriendo los acontecimientos bélicos, Lee Smith (Kirsten Dunts), una reportera gráfica especializada en guerras; Joel (Wagner Moura), un reportero adicto a la adrenalina que provocan los tiroteos; Sammy (Stephen McKinley) un viejo periodista del New York Times; y Jessie (Caeilee Spaeny) una joven fotógrafa que busca convertirse en una reportera gráfica como Lee.
Todos ellos, después de una situación violenta en Nueva York, deciden viajar hacia Washington D.C., con el propósito de cubrir el enfrentamiento final entre la Federación y los estados separatistas, aunque Lee y Joel tienen un propósito mayor, llegar a la Casa Blanca y entrevistar al presidente antes de que la capital sea tomada por los renegados.
La película es una road movie que busca hablar del periodismo, los seres humanos y la guerra, aderezada por algunos episodios bélicos que pretenden hacernos sentir empatía por los personajes.
La realidad es que las clases de periodismo que intentan instaurar, las lecciones sobre lo ético o sobre cómo se ejerce esta profesión se quedan por encimita, tampoco escarba en los personajes y sus razones, sus demonios, aquello que los atormenta y los impulsa a tomar ciertas decisiones.
Tampoco explica cómo es que la guerra civil se dio y tampoco va más allá en hablarnos de estos periodistas y su viaje, los conflictos que nos van presentando, aquellas situaciones donde hay disparos y encuentros entre el ejército perteneciente al Estado y los rebeldes, se quedan como simples retablos en los que no pasa mucho, fuera de balazos, fotos y gritos, lo que no infiere demasiado en el arco dramático de los personajes.
La película va transcurriendo entre la carretera y algunos momentos de peligro, incluso hay una secuencia donde unos colegas se presentan y así como entran salen y no pasa realmente gran cosa, salvo que uno de nuestros personajes queda herido de muerte.
Ya en la recta final, una serie de eventos modifican los planes de estos periodistas pero su objetivo sigue firme -porque pues el periodismo se supone que es eso o al menos eso es lo que ellos nos quieren hacer pensar- llegar a la capital y entrar a la Casa Blanca para obtener la foto y la declaración exclusiva del presidente antes de su caída.
Esa última secuencia, la de la confrontación a las puertas de la Casa Blanca, es la que tiene mayor tensión y la que hace que el recorrido valga un poco la pena, sin embargo, como ya lo hizo en un inicio y como lo ha venido haciendo durante el viaje, los motivos que impulsan cierta toma de decisiones -sobre todo de la fotoperiodista Lee- no quedan demasiado claros, siendo que al final encontramos ciertas decisiones basadas en esta cosa muy hollywoodense del sacrificio maternal, de convertirse en una especie de héroes y del adoctrinamiento, que la verdad convierten algo serio en algo más cómico.
Al final, Guerra Civil es una película apantalla gringos, una película que seguramente va a cautivar a aquellos estadounidenses básicos, que están poco informados y que regularmente se dejan llevar por lo que Fox News o CNN transmiten en sus programas de “análisis” pero que definitivamente no podemos tomar como algo serio o pensar que predice -como algunos lo quieren ver- lo que sucederá en EEUU, es sencillamente un ficción “malita”. Creer que es verdad sería como creer en cualquier video publicado en redes sociales donde un supremacista blanco, fanático religioso, cristiano, hable del apócalipsis con la biblia en mano.
El cine hollywoodense tiene un romance con la temática bélica, regularmente lo hace sobre conflictos históricos o en países extranjeros, tiene predilección por el Medio Oriente -por razones ampliamente conocidas- pero ahora realizó una película que habla sobre un conflicto interno, sobre de una Guerra civil, un sueño guajiro estadounidense, que a diferencia de las películas donde exacerba el patriotismo norteamericano, en esta ocasión sólo puede ser alabada o avalada por los simpatizantes pro Trump pero que más allá de eso no podemos tomar en serio.
Sin explicar o ahondar en la razones por las cuales Estados Unidos vive una guerra civil, la película nos presenta a un grupo de periodistas que están cubriendo los acontecimientos bélicos, Lee Smith (Kirsten Dunts), una reportera gráfica especializada en guerras; Joel (Wagner Moura), un reportero adicto a la adrenalina que provocan los tiroteos; Sammy (Stephen McKinley) un viejo periodista del New York Times; y Jessie (Caeilee Spaeny) una joven fotógrafa que busca convertirse en una reportera gráfica como Lee.
Todos ellos, después de una situación violenta en Nueva York, deciden viajar hacia Washington D.C., con el propósito de cubrir el enfrentamiento final entre la Federación y los estados separatistas, aunque Lee y Joel tienen un propósito mayor, llegar a la Casa Blanca y entrevistar al presidente antes de que la capital sea tomada por los renegados.
La película es una road movie que busca hablar del periodismo, los seres humanos y la guerra, aderezada por algunos episodios bélicos que pretenden hacernos sentir empatía por los personajes.
La realidad es que las clases de periodismo que intentan instaurar, las lecciones sobre lo ético o sobre cómo se ejerce esta profesión se quedan por encimita, tampoco escarba en los personajes y sus razones, sus demonios, aquello que los atormenta y los impulsa a tomar ciertas decisiones.
Tampoco explica cómo es que la guerra civil se dio y tampoco va más allá en hablarnos de estos periodistas y su viaje, los conflictos que nos van presentando, aquellas situaciones donde hay disparos y encuentros entre el ejército perteneciente al Estado y los rebeldes, se quedan como simples retablos en los que no pasa mucho, fuera de balazos, fotos y gritos, lo que no infiere demasiado en el arco dramático de los personajes.
La película va transcurriendo entre la carretera y algunos momentos de peligro, incluso hay una secuencia donde unos colegas se presentan y así como entran salen y no pasa realmente gran cosa, salvo que uno de nuestros personajes queda herido de muerte.
Ya en la recta final, una serie de eventos modifican los planes de estos periodistas pero su objetivo sigue firme -porque pues el periodismo se supone que es eso o al menos eso es lo que ellos nos quieren hacer pensar- llegar a la capital y entrar a la Casa Blanca para obtener la foto y la declaración exclusiva del presidente antes de su caída.
Esa última secuencia, la de la confrontación a las puertas de la Casa Blanca, es la que tiene mayor tensión y la que hace que el recorrido valga un poco la pena, sin embargo, como ya lo hizo en un inicio y como lo ha venido haciendo durante el viaje, los motivos que impulsan cierta toma de decisiones -sobre todo de la fotoperiodista Lee- no quedan demasiado claros, siendo que al final encontramos ciertas decisiones basadas en esta cosa muy hollywoodense del sacrificio maternal, de convertirse en una especie de héroes y del adoctrinamiento, que la verdad convierten algo serio en algo más cómico.
Al final, Guerra Civil es una película apantalla gringos, una película que seguramente va a cautivar a aquellos estadounidenses básicos, que están poco informados y que regularmente se dejan llevar por lo que Fox News o CNN transmiten en sus programas de “análisis” pero que definitivamente no podemos tomar como algo serio o pensar que predice -como algunos lo quieren ver- lo que sucederá en EEUU, es sencillamente un ficción “malita”. Creer que es verdad sería como creer en cualquier video publicado en redes sociales donde un supremacista blanco, fanático religioso, cristiano, hable del apócalipsis con la biblia en mano.