Como autores cinematográficos es importante y necesario tener claras muchas cosas, entre ellas un discurso; existen temas y mensajes que deben ser comunicados pero a veces lo controvertido de los mismos representa un problema de vertientes múltiples, por ejemplo, la aceptación o el rechazo del público, el cómo se expresará tal o cual idea, la forma que debe adaptarse para atraer al espectador deseado, entre varios otros; con El Castigo de Matías Bize, los autores se atrevieron a abordar un tema tabú, una idea y un sentimiento que por años ha sido experimentado pero que se ha negado y ocultado continua y rotundamente en todos lados; es por eso que esta película encarna lo contundente de aquello que no se dice. 

La dupla entre Coral Cruz, la guionista del proyecto y Matías, el director, consiguió plasmar en una película de formato relativamente sencillo, contando con realmente pocos actores en escena y en un mismo espacio, así como narrando una anécdota que conocemos ya incluso habiendo sucedido, la verdadera esencia, belleza y éxito de la película en este caso viene en su tema y en gran parte en sus diálogos. 

Si bien durante los dos primeros actos nos mantenemos interesados en descifrar a sus personajes y su relación entre ellos, en lo que sucede en una trama que transcurre en tiempo real y que vivimos junto a los protagonistas minuto a minuto (apreciando la maravillosa decisión de haberla filmado de esta manera ya que atravesamos por el mismo proceso y emociones que la pareja principal, incluso, la forma de narrar y conseguir este efecto es mediante un plano secuencia mayormente, obteniendo y generando así la sensación de formar verdaderamente parte del evento), el verdadero golpe de realidad y emocional, así como un entendimiento del porqué de todo lo que se ha venido construyendo llega con el último acto y con un monólogo que sacude al espectador y lo pone a reflexionar y no lo deja terminar de hacerlo aun horas después de haber abandonado la sala de cine.

Antonia Zeglers, la protagonista entrega un personaje con el que millones si no es que todas las mujeres podremos empatizar o identificarnos; “ella se atrevió a expresar lo que muchas mujeres callan” se lee en el poster de la película y es que además no es un secreto que lo que veremos en la historia aborda el tema de la maternidad y paternidad fuertemente desde los primeros minutos; Ana, el personaje principal, es una madre a la que se le presenta la oportunidad a través de una  desafortunada circunstancia particular de decir y expresar finalmente lo que se ha guardado por años atada a las normas sociales y morales.

Con una crítica durísima al sistema patriarcal, a los prejuicios bajo los que la mujer vive, al papel de la madre en la sociedad, a la maternidad como una imposición y a la misma como un evento que transforma radicalmente la vida de la mujer para siempre, “El castigo” aborda lo que muchas temen admitir y les ofrece la representación necesaria para no saberse solas, desvariadas o incomprendidas. 

Este tipo de narrativas llegan con fuerza y generan conversación entre los asistentes abriendo así un espacio para debatir y con suerte cambiar los estándares anticuados que someten a la mujer moderna que ha luchado por años por su libertad en todos sentidos y aspectos. Esta historia demuestra la necesidad de perspectivas y diversidad, existen miles de personas que batallan diariamente con pensamientos complejos que no deben afrontar solos y el cine oferta una vía importante para el camino a la propia redención a través de la empatía y el reconocimiento de otras realidades. 

El Castigo ya está disponible en salas selectas y dará mucho de qué hablar, es una película que debe audioverse con la mente abierta y sobre todo con disposición de entendimiento y una apertura a conocer y reconocer lo que otro siente y piensa. 

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