Para cerrar el año llega Ritos Ocultos, la nueva entrega del director William Brent Bell (The boy) una película que busca se le encasille dentro del subgénero del terror “folk horror”, un grupo de historias caracterizadas por narrar eventos que involucran protagónicamente el folclore de alguna cultura tornándolo al horror. 

“Lord of Misrule” es una idea que aunque ya conocida, funciona, pero aun así muere en su ejecución, resulta simplemente una mezcla de referencias que no acaban de cuajar. 

Últimamente esta categoría ha tenido grandes y exitosos referentes tales como The Witch, de Robert Eggers, o Middsommar, de Ari Aster, pero hay otros proyectos que se han valido de ellas queriendo referenciar pero casi pecando de plagiar y lamentablemente uno de estos casos es Ritos Ocultos.

Si bien la cinta tiene muchos elementos que pudieron ser muy buenos así como momentos que genuinamente funcionan, se ven opacados por un guion deficiente, sin construcción de personaje que es lo que más afecta en este caso en particular ya que nunca empatizamos con la protagonista y como consecuencia pasamos solamente un largo rato atestiguando acontecimientos desafortunados para ella a manos de otro personaje también bastante desperdiciado, el villano. 

Lo más memorable de la película es la canción que entona el turbio e injustificado pueblo donde todo sucede, donde converge un gentilicio aparentemente creyente y nuestra protagonista, una eclesiástica que es la matrona de la iglesia en el lugar, desde un inicio la narrativa propone una confrontación entre lo religioso y lo pagano, sin embargo y tristemente, no elige una ni otra, incluso de alguna manera las fusiona, pero resulta anticlimático y decepcionante incluso por la forma en que se plantea, de nuevo, buena idea pésima ejecución.

También podemos percibir la misma estructura de otras películas folk, la división en episodios es algo que ya hemos visto y comprobado que funciona pero comienza a hastiar un poco, aunque en realidad esto se debe a que la construcción de estas películas se valen precisamente de los mismos elementos pero Ritos Ocultos se queda corta en muchas cosas, por ejemplo, las escenas tan cuidadas en cuanto a lo que se ve (es entendible que busque cuidar su clasificación pero un requisito importante de este subgénero si no es que vital es la brutalidad y la crudeza) y es que comparada con otras es muy recatada, situación que además nos lleva a abordar otro terrible error que pudo haber ayudado a mejorar el resultado final aunque sea un poquito, y, es que lastimosamente dejaron pasar el hecho de que los poquísimos efectos utilizados se ven francamente muy pobremente trabajados y esto  inevitablemente saca al espectador de la diégesis.

Escribir y dirigir, “hacer” una película en general es complicado, y en realidad esta obra como producto funciona; es el punto de este escrito no es demeritarla, es analizarla cinematográficamente hablando porque para pasar un buen rato, para tener un par de sustos, la cinta sí cumple con su cometido, utiliza bien varios recursos recurrentes, verbigracia, las personas mayores en un punto de demencia consciente gracias a algún tipo de ente o posesión, el estilo visual del folk, los niños en su lado más perturbador y muchas otras cosas que la vuelven disfrutable para una noche con vibra terrorífica pero si eres un fanático empedernido crítico-analítico del género tal vez esta no sea tu película.