Black Mirror: contradicción y reafirmación de su propia premisa
POR: FERNANDA LOZADA
12-07-2023 10:35:44
La sexta y más reciente temporada de Black Mirror ha diversificado las opiniones de sus espectadores, quienes estábamos acostumbrados a la premisa que había mantenido durante sus cinco temporadas previas a esta sexta, que después de casi tres años sin actualización, nos muestra la contradicción y reafirmación de su propia premisa.
La serie creada por Charlie Brooker mantiene el tema de la distopía, la relación entre los avances tecnológicos cada vez más sorprendentes y la humanidad, pero para esta nueva entrega decide dar ciertos cambios generales que han tomado por sorpresa al público consumidor de la producción de Netflix y, es que, lo que más ha llamado la atención es el cambio tonal del primer episodio (abrir y empezar con un capítulo tan distinto fue una decisión arriesgada pero acertada) que si bien mantiene la narrativa característica y sello del título en su contenido, la verdad es que lo hace escondido en un género más cercano a la comedia o sátira que a la ciencia ficción que usualmente brinda la vibra futurista de las temporadas anteriores.
En esta sexta temporada como en todas las anteriores el éxito de la serie proviene y emerge del guion, y, es que la narrativa que se nos presenta en cada episodio (pese a no estar relacionados narrativamente ni ser contiguos entre sí) tiene la capacidad de retratar situaciones posibles y potencialmente probables.
Ahora bien, volviendo al primer episodio de la sexta entrega, Joan is awful, podemos entender que el equipo de guionistas mantiene la complejidad y genialidad de episodios pasados pero ahora en un tono y con una intención levemente distinta, pues, aunque al final quien consume el material queda con una moraleja como la que nos han dado en sus cinco temporadas anteriores, esta vez también se lleva un sabor de boca distinto después de varios diálogos y situaciones poco explorados por esta producción, perfectamente ejecutados por grandes personalidades como Salma Hayek, quien se une al juego de los narradores al acceder a interpretarse a sí misma y burlarse desde su propia condición latina y hasta del mismo Netfix quien aprobó su propia sátira bajo el nombre de Streamberry.
Joan is awful no es un episodio sencillo, de serlo dejaría de ser digno de la serie pues, tras su aproximación cómica, logra retratar la teoría del multiverso y utilizar el absurdo y la comedia como una estrategia impresionantemente útil para explicar conceptos bastante complejos.
Terminado el primer episodio y un poco a la expectativa de qué esperar para el siguiente después del cambio radical a lo que se nos tenía acostumbrados, Black Mirror nos presenta Loch Henry donde le apuestan ya no al cambio de tono (pues volvemos al drama y suspenso usual y característico de la serie) si no al de narrativa ya que en este capítulo no tenemos ni distopía ni futurismo como tal, sino que juegan con la condición humana y las perversidades que pueden surgir por naturaleza, mostrando que su premisa no se basa ni depende solamente de que el villano y detonador del desvarío humano sea la tecnología. Este episodio puede resultar similar a otros de sus primeras temporadas por la estructura de la historia, es una anécdota entretenida y que apela al público más gustoso por el suspenso o incluso el subgénero del terror psicológico.
Si la mezcla de géneros y temáticas en los primeros dos capítulos no fueran suficientes, el tercer episodio (considerado el mejor de la temporada por muchos) llega fuerte, con grandes actuaciones por parte de sus protagonistas resaltando a Aaron Paul y una remontada de las tablas que construyeron a Black Mirror, ciencia ficción y una moraleja más relacionada a lo puramente humano, Beyond the sea es todo lo que llevó a la serie al éxito que ha tenido.
La sexta temporada demuestra su versatilidad con sus últimos dos episodios, siendo estos quizá los más criticados negativamente.
Mazey Day y Demon 79’ apostaron por un elemento completamente contrario a Black Mirror pues, la serie proyecta comúnmente el terror u horror dentro del territorio de lo realista o al menos lo posible y estos dos capítulos exploran el dominio de lo sobrenatural; el primero ambientado en el presente nos presenta a una fotógrafa amarillista de celebridades o paparazzi que por diferentes hechos y consecuencias en cadena termina frente a una especie de licántropo, con varias situaciones cuestionables sobre el rumbo de la historia también debe mencionarse que incluso se percibe cierta referencia o similitud con lo que en algún momento fue Twilight o Teen Wolf, hay una coincidencia curiosa hasta en el soundtrack que remite a la adaptación cinematográfica del libro de Stephanie Meyer en su primera entrega con la canción Supermassive blackhole de la banda británica MUSE. Llegado el final de Mazey Day, si se le regala unos minutos de análisis, encontramos la esencia de Black Mirror en cuanto a la moraleja pero esta vez mucho más al estilo de la fábula y muy difuminada entre el intento de cuento de horror.
Pasa lo mismo con el quinto y último capítulo de la temporada Demonio 79' solo que en éste el fenómeno paranormal es un demonio que surge de un talismán antiguo que la protagonista encuentra por mera coincidencia y ahora estamos ambientados en los años setenta, este relato ofrece el elemento moraleja desde su misma historia ya que tiene dejos de la leyenda de Robin Hood directamente, aunque, también se le ha llegado a comparar con una aproximación bastante pobre del manga y posterior animé Death Note.
En conclusión, el regreso de Black Mirror ofrece una variedad narrativa y de género para todos los gustos del consumidor, eso sí, manteniendo únicamente el hilo de calidad visual y de producción que ya presumía desde su primera temporada.
La sexta y más reciente temporada de Black Mirror ha diversificado las opiniones de sus espectadores, quienes estábamos acostumbrados a la premisa que había mantenido durante sus cinco temporadas previas a esta sexta, que después de casi tres años sin actualización, nos muestra la contradicción y reafirmación de su propia premisa.
La serie creada por Charlie Brooker mantiene el tema de la distopía, la relación entre los avances tecnológicos cada vez más sorprendentes y la humanidad, pero para esta nueva entrega decide dar ciertos cambios generales que han tomado por sorpresa al público consumidor de la producción de Netflix y, es que, lo que más ha llamado la atención es el cambio tonal del primer episodio (abrir y empezar con un capítulo tan distinto fue una decisión arriesgada pero acertada) que si bien mantiene la narrativa característica y sello del título en su contenido, la verdad es que lo hace escondido en un género más cercano a la comedia o sátira que a la ciencia ficción que usualmente brinda la vibra futurista de las temporadas anteriores.
En esta sexta temporada como en todas las anteriores el éxito de la serie proviene y emerge del guion, y, es que la narrativa que se nos presenta en cada episodio (pese a no estar relacionados narrativamente ni ser contiguos entre sí) tiene la capacidad de retratar situaciones posibles y potencialmente probables.
Ahora bien, volviendo al primer episodio de la sexta entrega, Joan is awful, podemos entender que el equipo de guionistas mantiene la complejidad y genialidad de episodios pasados pero ahora en un tono y con una intención levemente distinta, pues, aunque al final quien consume el material queda con una moraleja como la que nos han dado en sus cinco temporadas anteriores, esta vez también se lleva un sabor de boca distinto después de varios diálogos y situaciones poco explorados por esta producción, perfectamente ejecutados por grandes personalidades como Salma Hayek, quien se une al juego de los narradores al acceder a interpretarse a sí misma y burlarse desde su propia condición latina y hasta del mismo Netfix quien aprobó su propia sátira bajo el nombre de Streamberry.
Joan is awful no es un episodio sencillo, de serlo dejaría de ser digno de la serie pues, tras su aproximación cómica, logra retratar la teoría del multiverso y utilizar el absurdo y la comedia como una estrategia impresionantemente útil para explicar conceptos bastante complejos.
Terminado el primer episodio y un poco a la expectativa de qué esperar para el siguiente después del cambio radical a lo que se nos tenía acostumbrados, Black Mirror nos presenta Loch Henry donde le apuestan ya no al cambio de tono (pues volvemos al drama y suspenso usual y característico de la serie) si no al de narrativa ya que en este capítulo no tenemos ni distopía ni futurismo como tal, sino que juegan con la condición humana y las perversidades que pueden surgir por naturaleza, mostrando que su premisa no se basa ni depende solamente de que el villano y detonador del desvarío humano sea la tecnología. Este episodio puede resultar similar a otros de sus primeras temporadas por la estructura de la historia, es una anécdota entretenida y que apela al público más gustoso por el suspenso o incluso el subgénero del terror psicológico.
Si la mezcla de géneros y temáticas en los primeros dos capítulos no fueran suficientes, el tercer episodio (considerado el mejor de la temporada por muchos) llega fuerte, con grandes actuaciones por parte de sus protagonistas resaltando a Aaron Paul y una remontada de las tablas que construyeron a Black Mirror, ciencia ficción y una moraleja más relacionada a lo puramente humano, Beyond the sea es todo lo que llevó a la serie al éxito que ha tenido.
La sexta temporada demuestra su versatilidad con sus últimos dos episodios, siendo estos quizá los más criticados negativamente.
Mazey Day y Demon 79’ apostaron por un elemento completamente contrario a Black Mirror pues, la serie proyecta comúnmente el terror u horror dentro del territorio de lo realista o al menos lo posible y estos dos capítulos exploran el dominio de lo sobrenatural; el primero ambientado en el presente nos presenta a una fotógrafa amarillista de celebridades o paparazzi que por diferentes hechos y consecuencias en cadena termina frente a una especie de licántropo, con varias situaciones cuestionables sobre el rumbo de la historia también debe mencionarse que incluso se percibe cierta referencia o similitud con lo que en algún momento fue Twilight o Teen Wolf, hay una coincidencia curiosa hasta en el soundtrack que remite a la adaptación cinematográfica del libro de Stephanie Meyer en su primera entrega con la canción Supermassive blackhole de la banda británica MUSE. Llegado el final de Mazey Day, si se le regala unos minutos de análisis, encontramos la esencia de Black Mirror en cuanto a la moraleja pero esta vez mucho más al estilo de la fábula y muy difuminada entre el intento de cuento de horror.
Pasa lo mismo con el quinto y último capítulo de la temporada Demonio 79' solo que en éste el fenómeno paranormal es un demonio que surge de un talismán antiguo que la protagonista encuentra por mera coincidencia y ahora estamos ambientados en los años setenta, este relato ofrece el elemento moraleja desde su misma historia ya que tiene dejos de la leyenda de Robin Hood directamente, aunque, también se le ha llegado a comparar con una aproximación bastante pobre del manga y posterior animé Death Note.
En conclusión, el regreso de Black Mirror ofrece una variedad narrativa y de género para todos los gustos del consumidor, eso sí, manteniendo únicamente el hilo de calidad visual y de producción que ya presumía desde su primera temporada.