Documental de Everardo González competirá en el FICG38
POR: ENCUADRES
25-05-2023 17:41:45
El cineasta mexicano Everardo González ha dedicado su trabajo cinematográfico a dar voz tanto a víctimas como victimarios, ladrones, migrantes, sicarios, ganaderos… ahora competirá en el 38 Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) con su documental Una jauría llamada Ernesto.
En esta película de no-ficción -que competirá por el Premio Mezcal en el FICG- es un viaje de exploración a las entrañas del eslabón más frágil de la cadena del sicariato: los niños.
Se trata del décimo largometraje dirigido por Everardo González, producido por Animal de Luz Films y Artegios en coproducción con N+ Docs y Films Boutique, y estará disponible en salas y en la plataforma de streaming ViX a finales de 2023.
“En México, la muerte comenzó a tener un rostro adolescente”, señala Everardo Gozález y tiene razón si consideramos que en México 350,000 personas han sido asesinadas en los últimos 15 años por perpetradores armados, de los cuales 30,000 eran menores de 18 años.
Una jauría llamada Ernesto sigue el camino de los jóvenes llamados colectivamente “Ernesto” -tanto víctimas como sicarios- que en un momento determinado de sus vidas tuvieron acceso a un arma, la usaron para matar y pronto se convirtieron en parte de las muchas piezas del crimen organizado.
Después de leer La Virgen de los sicarios (1994) de Fernando Vallejo, Everardo González quedó impactado por la imagen de la mano de un niño de 12 años sosteniendo una escuadra 9mm. “Desde ese momento tuve el impulso de retratar la violencia en manos de los más jóvenes”.
Cabe destacar que los testimonios y anécdotas de “Ernesto” fueron recopilados en tiempo real con el apoyo de una cámara-escorpión, un artefacto que permite al espectador ver a los protagonistas en su desenvolvimiento normal del día a día: jugar, montar bicicleta, correr por las calles, sonreír o estar con amigos.
Un severo retrato emocional de infancias aparentemente cotidianas que de un momento a otro se enfrentan ante la posibilidad y las consecuencias de tomar un arma, jalar el gatillo y de ser incapaces de dar vuelta atrás. Una imagen escalofriante que confirma el dolor que significa tenerle miedo a un niño, todo bajo el guion e investigación de Óscar Balderas, Daniela Rea y Everardo González.
El director de La libertad del diablo (2017), explicó que para los jóvenes el ser sicario “es la búsqueda del poder, del respeto, y como lo dice uno de ellos: 'dejas de ser la víctima con un arma'. Esto te habla de toda la carga previa, del sometimiento, de la invisibilidad, de ser permanentemente el sobajado, y un arma lo que te trae es el poder de dejar de ser la víctima. Es lo que se busca, no sólo dinero”.
Doce, trece o diecisiete años son algunas de las edades en las que estos jóvenes tienen su primer acercamiento con este nivel del sicariato. Así, Una jauría llamada Ernesto es una aproximación sin juicios ni prejuicios morales a estas vidas rodeadas por la violencia organizada en la que se muestra su lado paralelo, en el que también son hermanos, hijos, novios o amigos y no sólo un miembro más de esa fatídica colectividad.
El cineasta mexicano Everardo González ha dedicado su trabajo cinematográfico a dar voz tanto a víctimas como victimarios, ladrones, migrantes, sicarios, ganaderos… ahora competirá en el 38 Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) con su documental Una jauría llamada Ernesto.
En esta película de no-ficción -que competirá por el Premio Mezcal en el FICG- es un viaje de exploración a las entrañas del eslabón más frágil de la cadena del sicariato: los niños.
Se trata del décimo largometraje dirigido por Everardo González, producido por Animal de Luz Films y Artegios en coproducción con N+ Docs y Films Boutique, y estará disponible en salas y en la plataforma de streaming ViX a finales de 2023.
“En México, la muerte comenzó a tener un rostro adolescente”, señala Everardo Gozález y tiene razón si consideramos que en México 350,000 personas han sido asesinadas en los últimos 15 años por perpetradores armados, de los cuales 30,000 eran menores de 18 años.
Una jauría llamada Ernesto sigue el camino de los jóvenes llamados colectivamente “Ernesto” -tanto víctimas como sicarios- que en un momento determinado de sus vidas tuvieron acceso a un arma, la usaron para matar y pronto se convirtieron en parte de las muchas piezas del crimen organizado.
Después de leer La Virgen de los sicarios (1994) de Fernando Vallejo, Everardo González quedó impactado por la imagen de la mano de un niño de 12 años sosteniendo una escuadra 9mm. “Desde ese momento tuve el impulso de retratar la violencia en manos de los más jóvenes”.
Cabe destacar que los testimonios y anécdotas de “Ernesto” fueron recopilados en tiempo real con el apoyo de una cámara-escorpión, un artefacto que permite al espectador ver a los protagonistas en su desenvolvimiento normal del día a día: jugar, montar bicicleta, correr por las calles, sonreír o estar con amigos.
Un severo retrato emocional de infancias aparentemente cotidianas que de un momento a otro se enfrentan ante la posibilidad y las consecuencias de tomar un arma, jalar el gatillo y de ser incapaces de dar vuelta atrás. Una imagen escalofriante que confirma el dolor que significa tenerle miedo a un niño, todo bajo el guion e investigación de Óscar Balderas, Daniela Rea y Everardo González.
El director de La libertad del diablo (2017), explicó que para los jóvenes el ser sicario “es la búsqueda del poder, del respeto, y como lo dice uno de ellos: 'dejas de ser la víctima con un arma'. Esto te habla de toda la carga previa, del sometimiento, de la invisibilidad, de ser permanentemente el sobajado, y un arma lo que te trae es el poder de dejar de ser la víctima. Es lo que se busca, no sólo dinero”.
Doce, trece o diecisiete años son algunas de las edades en las que estos jóvenes tienen su primer acercamiento con este nivel del sicariato. Así, Una jauría llamada Ernesto es una aproximación sin juicios ni prejuicios morales a estas vidas rodeadas por la violencia organizada en la que se muestra su lado paralelo, en el que también son hermanos, hijos, novios o amigos y no sólo un miembro más de esa fatídica colectividad.