El amor después del amor es una serie hecha, sí, desde el amor, desde el dolor, desde la música, desde la admiración, una serie que nos permite acercarnos a un grande del rock argentino, acercarnos al ser humano, al enorme Fito Páez.

Entre las leyendas vivientes del rock suele haber un halo de misticismo, de misterio, de divinidad, los convertimos en seres inalcanzables, perfectos, ídolos que mueven masas con unos cuantos acordes, rara vez -fuera de perfiles, reportajes y algunas películas- podemos acercarnos al ser humano detrás de la leyenda.

Y es justamente lo que El amor después del amor nos permite, conocer a ese ser humano sensible, un ser virtuoso cuya infancia no fue fácil, donde la música se convirtió en un escape pero también en un bálsamo y en la conexión entre él y su padre.

Esta cercanía, está comprensión de Fito y sus circunstancias es posible gracias a la construcción de la serie, de los entronques entre el presente y el pasado de Fito, su niñez en Rosario y su vida profesional en Buenos Aires, acompañadas con un soundtrack que incluye a Charly Garcia, el Flaco Spinetta y claro, Fito Páez.

Mención aparte merece Iván Hochman, quien da vida a un joven Fito Páez, que debe enfrentar diversas pérdidas mientras se construye a sí mismo, se encuentra y se transforma, en medio de un entorno donde las sustancias ilícitas, drogas controladas y el alcohol rodean, exprimen y consumen a Fito.

El amor después del amor no es una simple bioserie, tiene elementos que nos acercan al thriller, que mantiene cierta tensión en lo que develamos una pieza que no encaja en el rompecabezas.

Por todo lo anterior, y otras varias razones más, esta serie se vuelve una bella carta hacia Fito, hacia la música pero también a los cientos de miles de fans que hemos crecido con sus temas, que nos hemos identificado y que en momentos de oscuridad nos han acompañado hacia el final del túnel. (procede a escuchar 11 y 6)