El cine es un acto de resistencia y amor: Tatiana Huezo

POR: ENCUADRES

25-02-2023 19:07:48


“El cine es un acto de resistencia, un acto de amor", expresó la cineasta mexicana Tatiana Huezo al recibir el Premio a Mejor Documental y a Mejor Dirección de la sección Encuentros con su película El Eco en la 73 edición del Festival Internacional de Cine de Berlin.

Notablemente emocionada, Tatiana Huezo se dirigió en español a la audiencia y dedicó sus premios a las mujeres que hacen cine en México y a su pequeña hija Mirati. También agradeció a las instituciones mexicanas y a su equipo de trabajo que la apoyo trayendo a los niños campesinos de la comunidad de El Eco, "que con enorme ternura y su luz (los niños de El Eco) nos enseñaron el valor que representa el cuidado por el otro". 


Al hablar de su película -coproducción México-Alemania- Tatiana Huezo explicó que El Eco nació de una enorme necesidad de poder seguir hablando de México, de qué es México, de qué somos, de qué tenemos desde un lugar diferente al que ya lo había hecho, “esta vez quería voltear la mirada hacia el cuidado de la tierra, hacia la crianza de los niños, la sorpresa que hay de descubrir el mundo de estos pequeños que crecen en el campo, que se hacen adultos demasiado pronto porque adquieren responsabilidades desde muy pequeños”.


Desde Berlín, Tatiana detalló que quería trabajar con niños campesinos y empezó a buscar en escuelas rurales.


“Me acerqué con el Consejo Nacional de Fomento Educativo y tuve un apoyo muy importante de una autoridad, quien inventó el método ABC, una especie de tutoría en el que un niño enseña a otro niño: un estudiante aprende un tema, lo investiga en los libros que hay en el salón, en su casa, con sus abuelos y luego se lo transmite a otro niño. Me emocionó ver que esto estaba pasando en las escuelas rurales y ahí empezó la búsqueda”. 


En Puebla, Tatiana visitó muchas escuelas rurales: presenciaba las clases, veía a los niños y jugaba con ellos. “Estábamos por Zacatlán de las Manzanas y en la lista de los pueblos que faltaba conocer estaba El Eco. Por intuición, la palabra me cautivó”.


Así, visitaron la comunidad El Eco en el otoño y encontraron un paisaje lunar. ”El Eco está a más de 300 metros de altura y la luz tiene algo particular. Pasé un día en la escuela; la niña que en documental cuida las ovejas, Luzma, estaba tutoreando a los gemelos. Ella tenía mucho miedo, le temblaba la voz, tenía una emoción enorme de poder enseñarle algo a estos niños”. 


Tatiana Huezo triunfa en La Berlinale con El Eco


“Había dos gemelos, el eco, los espejos, muchas señales empezaron a surgir. La escuela me enamoró; fueron los ojos y los rostros de los niños, con la piel muy curtida, de gente mayor. Ahí los niños crecen muy rápido, la vida es muy dura en este lugar. Comí en una casa del pueblo y salieron algunas historias sobre las brujas, que en la noche liberaban a las borregas de la casa. De repente le pregunté a la abuela, Eustolia, (que no aparece en la película; murió durante el rodaje) por qué el pueblo se llama El Eco. Eustolia me dijo: “Cuando sopla el viento, se lleva a volar las voces de la gente por los cerros y todo el mundo puede oír lo que uno dice. Por eso en este pueblo uno debe tener mucho cuidado con lo que dice”.


Fue el primer gancho. Después empezó un proceso de investigación largo, de cuatro años, pero desde ese momento sentí que ahí había un montón de elementos simbólicos, estéticos y narrativos para explorar”.


Tatiana Huezo quería una historia cargada de luz, “voltear hacia el cuidado de la tierra, la crianza, la sorpresa que hay en la mirada de estos niños frente al mundo; elegí el mundo campesino porque es asombroso pero también lleno de dificultades”. 


Explicó que El Eco habla de la herencia de los padres en los hijos, en una voz que se les va quedando guardada desde pequeños. Lo que le heredan a estos niños es la conciencia de cuidar la tierra y los animales para su sobrevivencia. “Ellos adquieren esta conciencia desde muy pequeños, a diferencia de un niño de la ciudad, que de pronto no sabe lo que significa la muerte de un borrego, que una helada destruya la milpa o el problema de una sequía prolongada; es el vínculo con la tierra que tienen los niños campesinos y todo está permeado por esto: su identidad, sus juegos, su forma de ver el mundo”.


Finalmente, aclaró que El Eco no es una película romántica sobre el campo, la amenaza está ahí, este mundo campesino está en peligro por todos los proyectos extractivos para dejar sin recursos naturales a las comunidades del país. “Aunque la película no va de eso, la amenaza sobrevuela, está el apunte, muestra la condición de vida de los campesinos, la dificultad económica que los ahoga y donde las familias tienen que emigrar, donde muchos chicos deciden no querer ser campesino y mejor irse porque no van a poder sobrevivir”.


Para realizar El Eco, Tatiana convocó nuevamente a su equipo de trabajo, con el que ha trabajado en esos anteriores películas: Ernesto Pardo en la fotografía, Lena Esquenazi en sonido y Leonardo Heiblum y Jacobo Lieberman en la música. “Somos un equipo muy sólido y nos conocemos profundamente, eso era un respaldo y la única certidumbre, porque esta película fue una gran incertidumbre, la realidad me arrastró y hubo que reaccionar de manera muy rápida”.




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