THE WHALE: del frenesí autodestructivo a la redención por amor
POR: SAÚL ARELLANO MONTORO
09-02-2023 18:26:33
Teniendo como punto de partida la puesta en escena del dramaturgo Samuel D. Hunter, el renacido director Darren Aronofsky nos abre la puerta a los laberintos más complicados y angustiantes de la psique humana en la figura del personaje de Charlie, profesor y asesor universitario de tesis de literatura, que es interpretado impecablemente por el igualmente renacido Brendan Fraser en The Whale.
Aronofsky regresa a su estado más puro desde Requiem for a Dream (2000), El Luchador (2008) o El Cisne Negro (2010) al mostrar en The Whale a Charlie como víctima de una depresión destructiva que lo acorrala, en plena conciencia, de una de las formas mas compulsivas posibles: La comida.
Perdiendo completamente el control, Charlie sustituye sus duelos, impotencias, negaciones y frustraciones llevándose a la boca todo tipo de comida con resultados funestos.
Desde la secuencia inicial se establece de forma brutal lo que nos espera durante los siguientes 5 días en la vida de Charlie al acompañarlo silenciosamente en todos sus momentos que van del esplendor académico a un indolente cuidado de su estado; del enorme y desesperado gozo por recuperar a su hija al doloroso frenesí que lo atrapa en los momentos que se le presentan como única salida a sus frustraciones. Un arco de emociones que no nos deja respirar en ningún momento.
Y más allá de un impresionante maquillaje y postizos, el trabajo interpretativo de Fraser hace minimizar la obesidad visual para ensimismarnos en el agobiante mundo de un hombre que no puede superar el dolor de la pérdida y que sobrevive navegando entre la comida y la pasión que le representa dar clases por zoom con cámara apagada.
Aronofsky encierra a Charlie en el micro-cosmos de su apartamento donde entran y salen los otros cinco personajes que dan contexto a las frustraciones, obsesiones, esperanzas y motivos a la existencia de Charlie; sobresaliendo las relaciones con su amiga enfermera Liz (Hong Chau) y su hija Ellie (Sadie Sink) que son la justificación y redención de su comportamiento así como Thomas (Ty Simpkins) que representa la argumentación y defensa de los principios fundamentales de un Charlie anclado intelectualmente en los por qué de su decisión de vida.
The Whale nos golpea de principio a fin, es una película que no nos da concesiones, que nos acorrala respecto a nuestros principios, soberbias, desconocimiento y remite de forma inconsciente a nuestras propias carencias emotivas en los momentos depresivos alrededor de frases bien intencionadas pero genéricas como "Échale ganas", "Eres fuerte", "hay quienes sufren más".
The Whale es una película que nos empuja de un lado a otro en los parámetros del estado anímico y de principios más personales e íntimos.
Una película retadora que es todo, excepto complaciente.
Teniendo como punto de partida la puesta en escena del dramaturgo Samuel D. Hunter, el renacido director Darren Aronofsky nos abre la puerta a los laberintos más complicados y angustiantes de la psique humana en la figura del personaje de Charlie, profesor y asesor universitario de tesis de literatura, que es interpretado impecablemente por el igualmente renacido Brendan Fraser en The Whale.
Aronofsky regresa a su estado más puro desde Requiem for a Dream (2000), El Luchador (2008) o El Cisne Negro (2010) al mostrar en The Whale a Charlie como víctima de una depresión destructiva que lo acorrala, en plena conciencia, de una de las formas mas compulsivas posibles: La comida.
Perdiendo completamente el control, Charlie sustituye sus duelos, impotencias, negaciones y frustraciones llevándose a la boca todo tipo de comida con resultados funestos.
Desde la secuencia inicial se establece de forma brutal lo que nos espera durante los siguientes 5 días en la vida de Charlie al acompañarlo silenciosamente en todos sus momentos que van del esplendor académico a un indolente cuidado de su estado; del enorme y desesperado gozo por recuperar a su hija al doloroso frenesí que lo atrapa en los momentos que se le presentan como única salida a sus frustraciones. Un arco de emociones que no nos deja respirar en ningún momento.
Y más allá de un impresionante maquillaje y postizos, el trabajo interpretativo de Fraser hace minimizar la obesidad visual para ensimismarnos en el agobiante mundo de un hombre que no puede superar el dolor de la pérdida y que sobrevive navegando entre la comida y la pasión que le representa dar clases por zoom con cámara apagada.
Aronofsky encierra a Charlie en el micro-cosmos de su apartamento donde entran y salen los otros cinco personajes que dan contexto a las frustraciones, obsesiones, esperanzas y motivos a la existencia de Charlie; sobresaliendo las relaciones con su amiga enfermera Liz (Hong Chau) y su hija Ellie (Sadie Sink) que son la justificación y redención de su comportamiento así como Thomas (Ty Simpkins) que representa la argumentación y defensa de los principios fundamentales de un Charlie anclado intelectualmente en los por qué de su decisión de vida.
The Whale nos golpea de principio a fin, es una película que no nos da concesiones, que nos acorrala respecto a nuestros principios, soberbias, desconocimiento y remite de forma inconsciente a nuestras propias carencias emotivas en los momentos depresivos alrededor de frases bien intencionadas pero genéricas como "Échale ganas", "Eres fuerte", "hay quienes sufren más".
The Whale es una película que nos empuja de un lado a otro en los parámetros del estado anímico y de principios más personales e íntimos.
Una película retadora que es todo, excepto complaciente.