Morbius: A falta de Spider-Man…

POR: LALO ORTEGA

31-03-2022 23:35:16

Morbius: A falta de Spider-Man…


La nueva entrega del Universo Spider-Man de Sony, toma las decisiones más desafortunadas en su adaptación de Morbius, el vampiro viviente. 

Puede decirse mucho sobre el mérito artístico (o ausencia de él) en el cine de superhéroes. Pero incluso en la producción más inepta, cinematográficamente hablando, puede haber momentos de disfrute mundano. Está el estímulo del misterio en la nueva Batman, por ejemplo, o la alegría edulcorada de ver a tres trepamuros en la más reciente de Spider-Man. Vaya, incluso cuando la condescendencia infantiloide se instala de lleno en Thor: Ragnarok, es imposible no reír aunque sea un poco cuando comienzan las bromas de anos galácticos.


Todo lo anterior es una forma de decir que, sin importar cuán incompetente sea una película de superhéroes, lo que menos puede permitirse es ser más aburrida que ver crecer el pasto. Pero ambos son, lamentablemente, los grandes pecados de Morbius, que finalmente llega a salas de cine de todo el mundo después de incontables retrasos (su estreno estaba originalmente planeado para julio de 2020).


Lo cual, considerando la premisa de la película y el origen del personaje, se siente como un auténtico desperdicio. El “vampiro viviente”, como se le conoce, se originó en las páginas de los cómics de Spider-Man durante los años 70, después de que la Autoridad del Código de Cómics (o Comics Code Authority) levantara la censura contra vampiros y otros personajes sobrenaturales. Desde entonces, se ha convertido en uno de los miembros más populares en la vasta galería de villanos del superhéroe arácnido (que ya es decir), y uno de los más singulares por virtud de sus raíces en el horror.


La película sigue, a grandes rasgos, la misma historia de origen de las páginas: el genio científico Michael Morbius (Jared Leto) padece de una extraña y debilitante enfermedad genética que le requiere constantes transfusiones. Su expectativa de vida no es larga, así que dedica su vida e intelecto a encontrar una cura para esta condición que comparte con otros, como su mejor amigo, Milo (Matt Smith).


Crítica de Morbius


Su ambición lo conduce hasta el “Cerro de la muerte” en Costa Rica (claro que iba a haber exotismo descarado en una película de vampiros), de donde extrae una especie de murciélagos necesarios para sus experimentos. Cuando cree haber encontrado la cura, y con el tiempo en contra, decide aplicársela a sí mismo, cosa que sale espectacularmente mal: desarrolla fuerza, velocidad y un sentido de ecolocalización sobrehumanos, además de una sed incontrolable por sangre humana.


Desde su origen en los cómics, Morbius ha sido, esencialmente, una traducción del mito de Drácula al contexto de los superhéroes, con unas gotas de Jekyll y Hyde en la mezcla: Michael Morbius es el buen y noble doctor, pero un suero trae a flote sus instintos más salvajes y primitivos, haciéndolos cada vez más difíciles de controlar.


En otras palabras, se trata de un personaje que debería ser un terreno fértil para la tragedia y para dilemas morales complejos: para sobrevivir, el doctor tiene que ceder a sus impulsos asesinos, y hacer exactamente lo contrario a su vocación de salvar vidas como médico.


Ese carácter trágico tendría que estar en el corazón de la película, pero mucho de ello se pierde en la traducción a la gran pantalla. Y es que Morbius comparte el origen de sus problemas –y de su ejecución, incluso– con las películas de Venom, sus únicas compañeras hasta ahora en el Universo Spider-Man de Sony que, paradójicamente, tiene muy poco de Spider-Man.


LA ESQUIZOFRENIA DEL VILLANO QUE DEBE SER HÉROE


Si bien el personaje ha evolucionado hasta ser un antihéroe a lo largo de su trayectoria en el impreso, lo cierto es que su origen lo situaba definitivamente como un villano. En su momento era, después de todo, de un nuevo adversario para Spider-Man.


Por motivos ajenos a la película en sí (en resumidas cuentas, que Sony Pictures mantiene los derechos cinematográficos de Spider-Man y personajes relacionados, aunque ahora se comparte al trepamuros con Marvel Studios gracias a un acuerdo), ninguna versión del héroe arácnido hace acto de presencia aquí, tal como sucedió con Venom y su secuela. En otras palabras, al igual que el personaje de Tom Hardy, el de Jared Leto se ve obligado a comenzar como antihéroe desde el inicio.


Morbius con Jared Leto 


Lo cual no quiere decir (o por lo menos no debería) que su caracterización tenga que ser simplista, pero los dilemas morales del protagonista desaparecen cuando todos sus potenciales adversarios son retratados como villanos bidimensionales.


En una escena inmediatamente después de su transformación, Morbius despacha a los mercenarios de un barco. Minutos antes, el capitán había desdeñado a su interés amoroso, la doctora Martine Bancroft (Adria Arjona), llamándola “enfermera” y amenazándola. No hay ninguna consecuencia en su muerte porque es, para todo efecto y propósito, carne de cañón de nula complejidad: es un “malo” que se merece lo que le sucede. Así es con muchos otros de los personajes incidentales de la narrativa.


Por otro lado, los seres queridos del vampiro viviente prácticamente nunca están en peligro real ante él, siempre y cuando el buen doctor tenga una bolsa de sangre a la mano para saciar su hambre. El único antagonista que realmente representa una fuerza maligna es Milo, quien ansía la cura a tal grado que, al inyectársela a sí mismo, decide simplemente hacer lo opuesto que Morbius y entregarse de lleno a sus instintos asesinos. Es malo sencillamente porque la vida ha sido dura con él, y ahora tiene poder. Tampoco podemos sentir empatía por él y por su relación con Michael porque, sencillamente, vemos muy poco de ellos juntos antes de volverse adversarios (aunque, por lo menos, se nota que Matt Smith la pasó de lo lindo con su actuación).


En otras palabras, Morbius pone a Jekyll y Hyde en personajes separados, lo que los despoja de todo lo que los vuelve fascinantes. Lo peor es que esto resulta en el mismo mal que aflije a casi todas las producciones basadas en personajes de Marvel (ya sean de la propia Marvel Studios o de Sony Pictures): que el antagonista es básicamente la versión “mala” del protagonista, con los mismos poderes. Lo vimos en Iron Man, en Ant-Man, en Hulk: el hombre increíble, en Pantera negra, en Venom…


Morbius


Los problemas narrativos serían al menos digeribles si las escenas de acción –lo que debería ser el plato fuerte de una película de superhéroes– fueran entretenidas. Tristemente, tampoco es el caso aquí.


MORBIUS: MUCHO HUMO


Dejando de lado que la ansiada clasificación B (equivalente a la PG-13 de los Estados Unidos) cierra la puerta a cualquier intento de violencia demasiado gráfica en pantalla, la acción en Morbius se percibe demasiado “blanda”. Estamos hablando de un vampiro con colmillos, garras, fuerza y velocidad sobrehumanas, así que “blanda” debería ser el calificativo menos apropiado. Pero aquí estamos.


En buena parte, esto se debe a que las escenas parecen diseñadas no para esconder al letal depredador en que se ha convertido el doctor, sino para esconder la acción del todo, casi como si quisiera ocultarse una mala coreografía. O, quizá, las escenas estaban mal diseñadas desde el principio: en muchas ocasiones, la cámara se mueve demasiado y el montaje desorienta.


La sal a la herida es el efecto visual con el que se decidió representar el vuelo y el movimiento a alta velocidad de los vampiros. Es esta textura de humo, como si sus cuerpos se volvieran vapor al momento de moverse, que resulta más invasiva que atractiva. Sí hay aciertos (como la representación visual de su sentido de ecolocalización), pero cuando los dos vampiros están juntos en pantalla, es difícil ver lo que está sucediendo: ese humo está por todas partes.


Morbius con Adria Arjona


Y es una pena porque, al menos en su premisa, Morbius da para ser bastante más interesante de lo que ofrece esta adaptación cinematográfica. Este “blanqueado” del personaje es un efecto colateral de la ausencia de Spider-Man en este universo narrativo. Incluso si la (muy insulsa) escena poscréditos anticipa la eventual aparición de al menos una de sus versiones, es difícil sentirse emocionado: si esta versión de Morbius es un villano, no es uno muy interesante. Si es un héroe, ¿cuál es el punto de tener al trepamuros?


Cual sea el caso, como vamos hasta ahora, el marcador para el Universo Spider-Man de Sony como franquicia de superhéroes, va tres tantos en contra. Contrario a su congénere claramente más exitosa –y que evidentemente se ha visto mucho más beneficiada del acuerdo con Spider-Man–, cada entrega se siente como un spin-off mediocre de algo mucho más grande e interesante.




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