¡ÁNIMO JUVENTUD! Solo se vive una vez
POR: SAÚL ARELLANO MONTORO
24-09-2021 17:37:29
Cuando uno termina de ver la película de Carlos Armella ¡ÁNIMO JUVENTUD! la sensación que recorre el cuerpo es de una satisfacción que pocas veces en el año tenemos los mexicanos respecto al cine que nos representa como sociedad. La satisfacción de vernos naturales en pantalla, alejados por completo de los estereotipos marcados por las televisoras en México que han adulterado los usos y costumbres del espectador creando un tipo de público estancado en lo burdo, lo poco trabajado y la formula del “cantadito” y los extremos sociales.
Y es aquí donde la película de Armella se eleva sobre el común para ofrecernos una película propositiva, fresca y de conciencia para todo el público que vive o vivió los difíciles enfrentamientos generacionales, donde las voces jóvenes son incomprendidas por los adultos que olvidaron lo que era tener ese fuego que quema las entrañas en un mundo que los arrincona sin dejarlos respirar buscando estandarizar su comportamiento en modelos que no se adecuan a su momento de vida.
"ONLY THE YOUNG CAN SAY..."
Si bien es cierto que ¡ÁNIMO JUVENTUD! es una propuesta fresca y necesaria en la cinematografía mexicana, no podemos evitar reconocer narrativas globales que enriquecen la historia porque evidentemente Armella no pretende calcar nada sino adaptar el lenguaje cinematográfico para que fluya en la idiosincrasia nacional del Siglo XXI.
De entrada, el nombre de la película no pudo ser más acertado y contundente; no solo porque encierra todo lo presentado en el filme sino porque nos remite a películas enraizadas en la psique del cine mexicano de las décadas de los 50 y 60 realizadas por directores de la talla de Alejandro Galindo, Ismael Rodríguez, Luis Alcoriza o Emilio Gómez Muriel por mencionar unos cuantos.
A esto sumamos que la película está contada a partir de la narrativa concéntrica, en el más puro y agradecible ejercicio a la Robert Allman, donde los personajes principales nos van siendo presentados poco a poco dando el tiempo necesario para que el espectador vaya asimilando sus historias personales y luego permitirles entrar y salir en el tiempo para finalmente juntarlos de forma sutil para que, en este caso los cuatro jóvenes, cierren el circulo de forma natural debido a la interacción entre ellos sin proponérselo. En esto, Armella fue impecable desde la historia, el guión y desde luego la dirección de los actores jóvenes que en ningún momento de la historia se vio forzada la interacción entre sus personajes. Los cuatro y todos los personajes a su alrededor tuvieron una amalgama de acción sólida y fluida que permitió al espectador no distraerse o perder el hilo de la historia en ningún momento así como tampoco adivinar los giros de tuerca que dieron forma al cierre de la historia.
“TONIGHT IS WHAT IT MEANS TO BE YOUNG...”
Todo lo anterior no podría ser posible sin una precisa elección de reparto, especialmente de los 4 protagonistas que representan los 4 puntos cardinales de la fresca y poderosa rebeldía de ser joven: Rodrigo Cortes como Martín, el graffitero que busca en el arte urbano la expresión del amo, Daniela Arce como la dura pero empática Dulce que solo busca ser querida, Mario Palmerin como Daniel el taxista que no se deja de nadie con un corazón enorme e Iñaki Godoy como el introvertido Pedro cuya comunicación se basa, justamente, en ser un joven con mucho que decir sin que nadie lo entienda salvo cuando alza la voz. Alrededor de estos cuatro personajes se refleja el sentir de toda la sociedad en sus luces y sombras donde la falta de puentes y coincidencias generacionales plantean una apabullante realidad: El adulto olvida muy pronto lo que es ser un joven y todo lo que lo rodea. Una vez más, resulta muy difícil no traer a la mente la narrativa de Alan Parker como guionista o director de películas como Melody (1971), Pink Floyd The Wall (1982) o The Commitments (1991) pero adaptadas al contexto mexicano contemporáneo en calles fácilmente reconocibles no por el nombre sino por la realidad social que las habita, camina y transporta.
Y aquí hay que agradecer el alejamiento consciente de eliminar los estereotipos en los personajes de Martín, Dulce, Daniel y Pedro que están dotados de una complejidad natural por la edad y las circunstancias y que tanto Armella en la exacta dirección como Rodrigo, Daniela, Mario e Iñaki en la pulida interpretación se alejaron de sonsonetes, imagen y lugares comunes para darnos cuatro muchachos con los que el público puede sentir una inmediata, solidaria y enternecedora empatía al reconocer a sus iguales si se está en un rango similar de edad o bien, si como adulto se tienen hijos, sobrinos o nietos. Logrando también la finalidad social del cine al permitir reconocer más fácil modelos de comportamiento propio y hacia los demás al verlos reflejados en la pantalla para permitirnos mirar hacia atrás y recuperar un vínculo si toca alguna fibra interna del espectador.
EN RESUMEN
¡ÁNIMO JUVENTUD! Es una película necesaria en el cine mexicano debido a que presenta una realidad sin pretensiones ni dogmatizar, con matices y oportunidades donde pareciera que es imposible debido a que, así es esa etapa de la vida de todos los seres humanos en el planeta bajo cualquier circunstancia. No pretende ser una guía espiritual de como unir la brecha generacional porque la frescura depende justamente de eso; de mantener las distancias que permitan forjar el carácter bajo cualquier circunstancia manteniendo y salvaguardando la rebeldía natural y victoriosa de la gente joven generación tras generación y justo por eso, esta película no pudo tener un mejor título.
Y OJALÁ que en su momento llegue al formato casero, esta es una película imprescindible en cualquier videoteca de cine mexicano personal.
Cuando uno termina de ver la película de Carlos Armella ¡ÁNIMO JUVENTUD! la sensación que recorre el cuerpo es de una satisfacción que pocas veces en el año tenemos los mexicanos respecto al cine que nos representa como sociedad. La satisfacción de vernos naturales en pantalla, alejados por completo de los estereotipos marcados por las televisoras en México que han adulterado los usos y costumbres del espectador creando un tipo de público estancado en lo burdo, lo poco trabajado y la formula del “cantadito” y los extremos sociales.
Y es aquí donde la película de Armella se eleva sobre el común para ofrecernos una película propositiva, fresca y de conciencia para todo el público que vive o vivió los difíciles enfrentamientos generacionales, donde las voces jóvenes son incomprendidas por los adultos que olvidaron lo que era tener ese fuego que quema las entrañas en un mundo que los arrincona sin dejarlos respirar buscando estandarizar su comportamiento en modelos que no se adecuan a su momento de vida.
"ONLY THE YOUNG CAN SAY..."
Si bien es cierto que ¡ÁNIMO JUVENTUD! es una propuesta fresca y necesaria en la cinematografía mexicana, no podemos evitar reconocer narrativas globales que enriquecen la historia porque evidentemente Armella no pretende calcar nada sino adaptar el lenguaje cinematográfico para que fluya en la idiosincrasia nacional del Siglo XXI.
De entrada, el nombre de la película no pudo ser más acertado y contundente; no solo porque encierra todo lo presentado en el filme sino porque nos remite a películas enraizadas en la psique del cine mexicano de las décadas de los 50 y 60 realizadas por directores de la talla de Alejandro Galindo, Ismael Rodríguez, Luis Alcoriza o Emilio Gómez Muriel por mencionar unos cuantos.
A esto sumamos que la película está contada a partir de la narrativa concéntrica, en el más puro y agradecible ejercicio a la Robert Allman, donde los personajes principales nos van siendo presentados poco a poco dando el tiempo necesario para que el espectador vaya asimilando sus historias personales y luego permitirles entrar y salir en el tiempo para finalmente juntarlos de forma sutil para que, en este caso los cuatro jóvenes, cierren el circulo de forma natural debido a la interacción entre ellos sin proponérselo. En esto, Armella fue impecable desde la historia, el guión y desde luego la dirección de los actores jóvenes que en ningún momento de la historia se vio forzada la interacción entre sus personajes. Los cuatro y todos los personajes a su alrededor tuvieron una amalgama de acción sólida y fluida que permitió al espectador no distraerse o perder el hilo de la historia en ningún momento así como tampoco adivinar los giros de tuerca que dieron forma al cierre de la historia.
“TONIGHT IS WHAT IT MEANS TO BE YOUNG...”
Todo lo anterior no podría ser posible sin una precisa elección de reparto, especialmente de los 4 protagonistas que representan los 4 puntos cardinales de la fresca y poderosa rebeldía de ser joven: Rodrigo Cortes como Martín, el graffitero que busca en el arte urbano la expresión del amo, Daniela Arce como la dura pero empática Dulce que solo busca ser querida, Mario Palmerin como Daniel el taxista que no se deja de nadie con un corazón enorme e Iñaki Godoy como el introvertido Pedro cuya comunicación se basa, justamente, en ser un joven con mucho que decir sin que nadie lo entienda salvo cuando alza la voz. Alrededor de estos cuatro personajes se refleja el sentir de toda la sociedad en sus luces y sombras donde la falta de puentes y coincidencias generacionales plantean una apabullante realidad: El adulto olvida muy pronto lo que es ser un joven y todo lo que lo rodea. Una vez más, resulta muy difícil no traer a la mente la narrativa de Alan Parker como guionista o director de películas como Melody (1971), Pink Floyd The Wall (1982) o The Commitments (1991) pero adaptadas al contexto mexicano contemporáneo en calles fácilmente reconocibles no por el nombre sino por la realidad social que las habita, camina y transporta.
Y aquí hay que agradecer el alejamiento consciente de eliminar los estereotipos en los personajes de Martín, Dulce, Daniel y Pedro que están dotados de una complejidad natural por la edad y las circunstancias y que tanto Armella en la exacta dirección como Rodrigo, Daniela, Mario e Iñaki en la pulida interpretación se alejaron de sonsonetes, imagen y lugares comunes para darnos cuatro muchachos con los que el público puede sentir una inmediata, solidaria y enternecedora empatía al reconocer a sus iguales si se está en un rango similar de edad o bien, si como adulto se tienen hijos, sobrinos o nietos. Logrando también la finalidad social del cine al permitir reconocer más fácil modelos de comportamiento propio y hacia los demás al verlos reflejados en la pantalla para permitirnos mirar hacia atrás y recuperar un vínculo si toca alguna fibra interna del espectador.
EN RESUMEN
¡ÁNIMO JUVENTUD! Es una película necesaria en el cine mexicano debido a que presenta una realidad sin pretensiones ni dogmatizar, con matices y oportunidades donde pareciera que es imposible debido a que, así es esa etapa de la vida de todos los seres humanos en el planeta bajo cualquier circunstancia. No pretende ser una guía espiritual de como unir la brecha generacional porque la frescura depende justamente de eso; de mantener las distancias que permitan forjar el carácter bajo cualquier circunstancia manteniendo y salvaguardando la rebeldía natural y victoriosa de la gente joven generación tras generación y justo por eso, esta película no pudo tener un mejor título.
Y OJALÁ que en su momento llegue al formato casero, esta es una película imprescindible en cualquier videoteca de cine mexicano personal.