Keta y su alucinante viaje por las drogas y el sexo
POR: NANCY MORA
01-02-2020 18:41:51
Temas como el narcotráfico, la drogadicción y el sexo se han abordado en la pantalla grande de distintas maneras, hubo un periodo en el que se decía que en el cine mexicano solo se hablaba de ello; este fin de semana llega a la cartelera El Viaje de Keta, una película que sí, habla de drogas y sexo, pero desde la comedia, la irreverencia y de una realidad muy cotidiana.
El viaje de Keta es un filme que se pudo realizar por voluntad y necedad de un grupo de amigos, Julio Bekhór y Fernando Sama toman el guion de Beto Cohen y reúnen a un envidiable reparto que incluye la participación de Fabiola Campomanes, Regina Orozco, Angélica María, Gabriel Retes, Patricia Reyes Spíndola, Leticia Huijara, Daniela Schmidt, Laura De Ita, Alberto Estrella, Mónica Dionne y Mónica Huarte, así como a Madela Bada y Mayte Vallejo como protagonistas.
Keta, interpretada por la debutante Mayte Vallejo, es una maquillista de caderas tan grandes como sus deudas y su adicción a las drogas, quien por más que intenta conseguir un trabajo no lo encuentra y decide ser una coqueta dealer que reparte sus “pedidos” en bicicleta.
Con coloridos vestidos, tacones altos y exótica cabellera rosa, Keta atiende las llamadas telefónicas de sus clientes que viven en la Roma - Condesa, como si este personaje retratara a una generación de jóvenes “ninis” que al no encontrar un trabajo afín a su profesión u oficio, tienen que buscar la manera de conseguir dinero, aunque sea para costear su consumo personal.
Keta no ha pagado la renta en cuatro meses pero le ofrece a su casera pagar con tachas, que ella misma ha comprobado que “si te ponen”, aunque su casera opine lo contrario y ello implique romper la primera regla de todo dealer: no consumas lo que vendes.
Sus clientes van de la señora de alta sociedad, el artista, el hijo de papi, la monja, la pareja de gays o los jóvenes que se la pasan de fiesta día y noche, ellos consumen todo tipo de estupefacientes y tienen sus propias historias, que si bien no se tocan a profundidad, si vemos a la mujer que tiene como más grande sueño ser mamá, a la actriz que se niega a aceptar que sus años mozos ya pasaron, al marido infiel o a la mamá castrante que quiere llevar a su hijo adicto con el padre de la colonia para que le explique la diferencia entre el bien y el mal.
Así de alucinante es El viaje de Keta, una cinta que no pretende satanizar el consumo de drogas, que no se involucra en temas como la legalidad de su consumo, que tampoco profundiza en las consecuencias de las adicciones, pero que es ahí donde radica su principal acierto, en no ser una película aleccionadora sino una comedia que provoca la risa del espectador, ya sea porque o se sienta identificado o porque está rodeado de personajes tan peculiares como los que se muestran en pantalla.
Como aderezo, está Lucrecia (Madela Bada) y su perrita “Coca”, quienes a través de un videoblog bastante explicativo enseñan a los espectadores desde cómo se prepara un “churro”, hasta los efectos de la cocaína, el éxtasis y otras drogas que en su mayoría son asociadas con el sexo sin inhibiciones.
La película no tiene conflicto como tal, el hilo conductor de las diferentes mini historias que se presentan es Keta, el error fue querer involucrar a la protagonista en un supuesto conflicto cuando ella pierde a la perrita “Coca”, lo que entra con calzador y resulta innecesario, porque lo atractivo y divertido es ver, por ejemplo, a Angélica María tarareando una de sus canciones, ver como Patricia Reyes Spindola arma su propio “gallito” o la destreza de Leticia Huijara en el pole dance, la situaciones con las quue Keta se encuentra en su viaje.
Siete años tardó esta película en llegar a la pantalla y seguramente encontrará a su público con tan solo 20 copias, y después de su estreno en el Festival Internacional de Cine de Morelia, El Viaje de Keta puede verse en algunos cines de la cadena Cinemex y cines independientes, no así en la Cineteca Nacional, donde no fue aceptada “por no cumplir con el perfil”, sea lo que eso signifique.
El viaje de Keta quizá no quede en la memoria colectiva, pero es una propuesta arriesgada que se sostiene por su propia irreverencia, que cuenta con el respaldo de todos los actores y personas que creyeron en ella pero, como en cualquier película, la decisión final de si gusta o no recaerá en el público que se dé la oportunidad de verla sin ideas preconcebidas.
Así, sin pretensiones, en esta película la idea es muy clara: “la cuestión no radica en estar a favor o en contra de las drogas, sino en favor de la información… El conocimiento es poder”.
Temas como el narcotráfico, la drogadicción y el sexo se han abordado en la pantalla grande de distintas maneras, hubo un periodo en el que se decía que en el cine mexicano solo se hablaba de ello; este fin de semana llega a la cartelera El Viaje de Keta, una película que sí, habla de drogas y sexo, pero desde la comedia, la irreverencia y de una realidad muy cotidiana.
El viaje de Keta es un filme que se pudo realizar por voluntad y necedad de un grupo de amigos, Julio Bekhór y Fernando Sama toman el guion de Beto Cohen y reúnen a un envidiable reparto que incluye la participación de Fabiola Campomanes, Regina Orozco, Angélica María, Gabriel Retes, Patricia Reyes Spíndola, Leticia Huijara, Daniela Schmidt, Laura De Ita, Alberto Estrella, Mónica Dionne y Mónica Huarte, así como a Madela Bada y Mayte Vallejo como protagonistas.
Keta, interpretada por la debutante Mayte Vallejo, es una maquillista de caderas tan grandes como sus deudas y su adicción a las drogas, quien por más que intenta conseguir un trabajo no lo encuentra y decide ser una coqueta dealer que reparte sus “pedidos” en bicicleta.
Con coloridos vestidos, tacones altos y exótica cabellera rosa, Keta atiende las llamadas telefónicas de sus clientes que viven en la Roma - Condesa, como si este personaje retratara a una generación de jóvenes “ninis” que al no encontrar un trabajo afín a su profesión u oficio, tienen que buscar la manera de conseguir dinero, aunque sea para costear su consumo personal.
Keta no ha pagado la renta en cuatro meses pero le ofrece a su casera pagar con tachas, que ella misma ha comprobado que “si te ponen”, aunque su casera opine lo contrario y ello implique romper la primera regla de todo dealer: no consumas lo que vendes.
Sus clientes van de la señora de alta sociedad, el artista, el hijo de papi, la monja, la pareja de gays o los jóvenes que se la pasan de fiesta día y noche, ellos consumen todo tipo de estupefacientes y tienen sus propias historias, que si bien no se tocan a profundidad, si vemos a la mujer que tiene como más grande sueño ser mamá, a la actriz que se niega a aceptar que sus años mozos ya pasaron, al marido infiel o a la mamá castrante que quiere llevar a su hijo adicto con el padre de la colonia para que le explique la diferencia entre el bien y el mal.
Así de alucinante es El viaje de Keta, una cinta que no pretende satanizar el consumo de drogas, que no se involucra en temas como la legalidad de su consumo, que tampoco profundiza en las consecuencias de las adicciones, pero que es ahí donde radica su principal acierto, en no ser una película aleccionadora sino una comedia que provoca la risa del espectador, ya sea porque o se sienta identificado o porque está rodeado de personajes tan peculiares como los que se muestran en pantalla.
Como aderezo, está Lucrecia (Madela Bada) y su perrita “Coca”, quienes a través de un videoblog bastante explicativo enseñan a los espectadores desde cómo se prepara un “churro”, hasta los efectos de la cocaína, el éxtasis y otras drogas que en su mayoría son asociadas con el sexo sin inhibiciones.
La película no tiene conflicto como tal, el hilo conductor de las diferentes mini historias que se presentan es Keta, el error fue querer involucrar a la protagonista en un supuesto conflicto cuando ella pierde a la perrita “Coca”, lo que entra con calzador y resulta innecesario, porque lo atractivo y divertido es ver, por ejemplo, a Angélica María tarareando una de sus canciones, ver como Patricia Reyes Spindola arma su propio “gallito” o la destreza de Leticia Huijara en el pole dance, la situaciones con las quue Keta se encuentra en su viaje.
Siete años tardó esta película en llegar a la pantalla y seguramente encontrará a su público con tan solo 20 copias, y después de su estreno en el Festival Internacional de Cine de Morelia, El Viaje de Keta puede verse en algunos cines de la cadena Cinemex y cines independientes, no así en la Cineteca Nacional, donde no fue aceptada “por no cumplir con el perfil”, sea lo que eso signifique.
El viaje de Keta quizá no quede en la memoria colectiva, pero es una propuesta arriesgada que se sostiene por su propia irreverencia, que cuenta con el respaldo de todos los actores y personas que creyeron en ella pero, como en cualquier película, la decisión final de si gusta o no recaerá en el público que se dé la oportunidad de verla sin ideas preconcebidas.
Así, sin pretensiones, en esta película la idea es muy clara: “la cuestión no radica en estar a favor o en contra de las drogas, sino en favor de la información… El conocimiento es poder”.