Sonora: la inocencia del microrelato
POR: MAURICIO HERNÁNDEZ
18-09-2019 13:52:24
El relato de época no es un confín genérico muy abordado en el cine mexicano actual, entre las causas de esto puede estar el mayor costo que implica la (buena) recreación de una época especifica como se busca en Sonora, las posibilidades de vender una película así o las tendencias de consumo actuales del público. Las exploraciones son pocas, especialmente cuando se remonta a mucho tiempo atrás.
Sonora, quinto largometraje de Alejandro Springall, muestra la travesía de un grupo multidiverso y extrañamente numeroso que busca llegar a Mexicali en un carro, pero antes tendrán que atravesar el duro desierto. Todo enmarcado en el México de finales de los años 1920, época de una crisis migratoria en la que Estados Unidos cerró fronteras por la crisis y los mexicanos buscan expulsar a las comunidades chinas que se establecieron en el país.
Ubicada en un periodo poco conocido de la historia nacional en el que hubo acciones claras contra un grupo étnico -los habitantes chinos, algunos incluso con familias creadas-, la cinta encuentra ciertas luces por su contexto, pues su desarrollo es ciertamente rocoso.
Siempre lo diré: parte de la ilusión cinematográfica suele iniciar de la omisión parcial o total de una lógica terrenal para ingresar en una diégesis (lógica interna), aunque no se puede prescindir totalmente de ésta. Estamos en un universo narrativo que está asentado en un momento histórico real, por lo que las mismas leyes físicas aplican dentro como fuera de la pantalla. Con esto voy a que, de ninguna forma, un auto como el de la película podría atravesar tal distancia y con tal cantidad de peso por tanto tiempo, mucho menos sin recargas constantes de combustible.
La mayor súplica que hace la cinta de ignorar algo que no tiene sentido alguno sucede cuando, tras mencionar por única vez que el coche necesita gasolina, Emeterio (Joaquín Cosío poniéndose la camiseta), un borracho en recuperación y con demostraciones de síndrome de abstinencia, opta por vaciar bebidas alcohólicas en el motor del vehículo como sustituto de combustible -como si se tratara de un motor moderno-… ¡y funciona! La magia del cine (mexicano).
Fuera de esas y otras incongruencias fatales como que nadie podría sobrevivir tantos días con las variaciones de temperatura propias del desierto, adentro de un automovil o acampando y con pocos víveres, el filme expone momentos interesantes en el que se confrontan discursos sobre la etnia -la movida atrevida de incluir a un neonazi mexicano, por ejemplo- y la nacionalidad; sí, con cierta inocencia, pero ocurre.
El diseño de producción es lo mejor del largometraje al haber cuidado los vestuarios y escenarios. También, ciertos emplazamientos fotográficos que buscan sorprender, pero aún son eficientes para lo que se necesita.
Sonora es un pequeño relato de una época poco abordada por la historia oficial y, por ende, poco esparcida. Si el propósito era dar a conocer este periodo, sucederá únicamente por el transcurso de la cinta, pues una trama tan fome y con tales inconsistencias no beneficia a la causa. No creo que se buscara montar un libro de postales de la arena junto con un elenco extrañamente extenso para dar la idea de diversidad y lleno de resoluciones raramente graciosas. Digo, no creo...
El relato de época no es un confín genérico muy abordado en el cine mexicano actual, entre las causas de esto puede estar el mayor costo que implica la (buena) recreación de una época especifica como se busca en Sonora, las posibilidades de vender una película así o las tendencias de consumo actuales del público. Las exploraciones son pocas, especialmente cuando se remonta a mucho tiempo atrás.
Sonora, quinto largometraje de Alejandro Springall, muestra la travesía de un grupo multidiverso y extrañamente numeroso que busca llegar a Mexicali en un carro, pero antes tendrán que atravesar el duro desierto. Todo enmarcado en el México de finales de los años 1920, época de una crisis migratoria en la que Estados Unidos cerró fronteras por la crisis y los mexicanos buscan expulsar a las comunidades chinas que se establecieron en el país.
Ubicada en un periodo poco conocido de la historia nacional en el que hubo acciones claras contra un grupo étnico -los habitantes chinos, algunos incluso con familias creadas-, la cinta encuentra ciertas luces por su contexto, pues su desarrollo es ciertamente rocoso.
Siempre lo diré: parte de la ilusión cinematográfica suele iniciar de la omisión parcial o total de una lógica terrenal para ingresar en una diégesis (lógica interna), aunque no se puede prescindir totalmente de ésta. Estamos en un universo narrativo que está asentado en un momento histórico real, por lo que las mismas leyes físicas aplican dentro como fuera de la pantalla. Con esto voy a que, de ninguna forma, un auto como el de la película podría atravesar tal distancia y con tal cantidad de peso por tanto tiempo, mucho menos sin recargas constantes de combustible.
La mayor súplica que hace la cinta de ignorar algo que no tiene sentido alguno sucede cuando, tras mencionar por única vez que el coche necesita gasolina, Emeterio (Joaquín Cosío poniéndose la camiseta), un borracho en recuperación y con demostraciones de síndrome de abstinencia, opta por vaciar bebidas alcohólicas en el motor del vehículo como sustituto de combustible -como si se tratara de un motor moderno-… ¡y funciona! La magia del cine (mexicano).
Fuera de esas y otras incongruencias fatales como que nadie podría sobrevivir tantos días con las variaciones de temperatura propias del desierto, adentro de un automovil o acampando y con pocos víveres, el filme expone momentos interesantes en el que se confrontan discursos sobre la etnia -la movida atrevida de incluir a un neonazi mexicano, por ejemplo- y la nacionalidad; sí, con cierta inocencia, pero ocurre.
El diseño de producción es lo mejor del largometraje al haber cuidado los vestuarios y escenarios. También, ciertos emplazamientos fotográficos que buscan sorprender, pero aún son eficientes para lo que se necesita.
Sonora es un pequeño relato de una época poco abordada por la historia oficial y, por ende, poco esparcida. Si el propósito era dar a conocer este periodo, sucederá únicamente por el transcurso de la cinta, pues una trama tan fome y con tales inconsistencias no beneficia a la causa. No creo que se buscara montar un libro de postales de la arena junto con un elenco extrañamente extenso para dar la idea de diversidad y lleno de resoluciones raramente graciosas. Digo, no creo...