Como si fuera la primera vez: el ciclo de tendencias
POR: MAURICIO HERNÁNDEZ
29-08-2019 19:09:27
Insisto, si nos quejábamos de las repetitivas comedias estadounidenses que, sí, aún formulaicas, conseguían -la mayoría de ellas- la suficiencia técnica y narrativa. El cine mexicano se ha encargado de adaptar varias de estas historias conocidas, algunas clásicas, al contexto nacional; ya sucedió con La boda de mi mejor amigo y ahora tocó al clásico de la filmografía de Adam Sandler -sí, aunque suene raro-, Como si fuera la primera vez (Peter Segal, 2004).
La cinta trata sobre un tipo (originalmente Adam Sandler, ahora Vadhir Derbez) que llega a una isla para trabajar como biólogo marino, enamorándose de inmediato de la encantadora Luci (originalmente Drew Barrymore, ahora Ximena Romo) tras un breve encuentro afortunado. Sin embargo, su historia de amor sufre la complicación del olvido, pues ella padece una condición que la hace olvidar todos los días que ha pasado desde hace varios años, producto de un accidente automovilístico.
En la adaptación mexicana no cambia absolutamente nada de la trama original, salvo los lugares de filmación. Lo que sí se modifica es la estructura narrativa, particularmente el orden, pues se altera el orden de los eventos de la película original con el objetivo de alargar un poco el desarrollo o bien, tratar de apartarse del material inicial. Una decisión extraña, ya que no sólo da la sensación de extensión innecesaria, sino que expone las carencias argumentales que afectan por completo la tensión dramática. La hacen cansada, pues.
Digo, si la idea era aprovechar la nube de nostalgia que ha invadido a la sociedad occidental y su industria de entretenimiento, hubiera sido mucho mejor irse por la fácil y optar por una calca. Que la adecuación del argumento se hubiera hecho tal cual en los diálogos importantes, incluso en los planos. Se le habría criticado al filme por simplón, pero no por deficiente. No pasó.
El director, Mauricio Valle, quien también funge como crítico de entretenimiento y en éste, su tercer largometraje, opta por un atrevimiento fallido al querer alejarse por momentos de los estigmas comunes propios del género que está abordando: los planos extensos y televisivos, el plano-contra-plano basiquísimo, el chiste sencillo, etc. De nuevo, no pasó. Valle, en lo que aparenta una dirección por demás descuidada, opta por incluir planos con lo que pienso es un desenfoque con motivos expresivos, pero luce como un fuera de foco con toda la pinta de amateurismo.
También, una desastrosa mezcla de sonido que afecta enormemente la calidad de su pieza. Fuera de los retos que posiblemente puso la locación, se nota que, o no supo solventar las dificultades, o simplemente no le interesó elaborar un mejor producto. Extraño, pues su anterior obra, Dariela los martes, había expuesto mejores cualidades como realizador.
Fuera de cualquier prejuicio que haya contra lo que puede ser un género del cine mexicano -refiriéndome a las adaptaciones de argumentos extranjeros exitosos-, cintas como ésta no ofrecen algo en ninguna dimensión de la pantalla como para que el público adopte una postura de tolerancia.
Salvo algunos momentos afortunados de comedia -los cuales casi siempre suceden por obra del elenco secundario, pues la química entre la pareja protagónica es inexistente-, Como si fuera la primera vez no cumple ni la más elemental de sus metas: ser una simple reproducción de un referente cultural extranjero. Lo peor es que el director declaró haber trabajado en este proyecto por dos años. Se dice fácil, pero el tiempo no vuelve. Probablemente -y espero- lo descubra algún día.
Insisto, si nos quejábamos de las repetitivas comedias estadounidenses que, sí, aún formulaicas, conseguían -la mayoría de ellas- la suficiencia técnica y narrativa. El cine mexicano se ha encargado de adaptar varias de estas historias conocidas, algunas clásicas, al contexto nacional; ya sucedió con La boda de mi mejor amigo y ahora tocó al clásico de la filmografía de Adam Sandler -sí, aunque suene raro-, Como si fuera la primera vez (Peter Segal, 2004).
La cinta trata sobre un tipo (originalmente Adam Sandler, ahora Vadhir Derbez) que llega a una isla para trabajar como biólogo marino, enamorándose de inmediato de la encantadora Luci (originalmente Drew Barrymore, ahora Ximena Romo) tras un breve encuentro afortunado. Sin embargo, su historia de amor sufre la complicación del olvido, pues ella padece una condición que la hace olvidar todos los días que ha pasado desde hace varios años, producto de un accidente automovilístico.
En la adaptación mexicana no cambia absolutamente nada de la trama original, salvo los lugares de filmación. Lo que sí se modifica es la estructura narrativa, particularmente el orden, pues se altera el orden de los eventos de la película original con el objetivo de alargar un poco el desarrollo o bien, tratar de apartarse del material inicial. Una decisión extraña, ya que no sólo da la sensación de extensión innecesaria, sino que expone las carencias argumentales que afectan por completo la tensión dramática. La hacen cansada, pues.
Digo, si la idea era aprovechar la nube de nostalgia que ha invadido a la sociedad occidental y su industria de entretenimiento, hubiera sido mucho mejor irse por la fácil y optar por una calca. Que la adecuación del argumento se hubiera hecho tal cual en los diálogos importantes, incluso en los planos. Se le habría criticado al filme por simplón, pero no por deficiente. No pasó.
El director, Mauricio Valle, quien también funge como crítico de entretenimiento y en éste, su tercer largometraje, opta por un atrevimiento fallido al querer alejarse por momentos de los estigmas comunes propios del género que está abordando: los planos extensos y televisivos, el plano-contra-plano basiquísimo, el chiste sencillo, etc. De nuevo, no pasó. Valle, en lo que aparenta una dirección por demás descuidada, opta por incluir planos con lo que pienso es un desenfoque con motivos expresivos, pero luce como un fuera de foco con toda la pinta de amateurismo.
También, una desastrosa mezcla de sonido que afecta enormemente la calidad de su pieza. Fuera de los retos que posiblemente puso la locación, se nota que, o no supo solventar las dificultades, o simplemente no le interesó elaborar un mejor producto. Extraño, pues su anterior obra, Dariela los martes, había expuesto mejores cualidades como realizador.
Fuera de cualquier prejuicio que haya contra lo que puede ser un género del cine mexicano -refiriéndome a las adaptaciones de argumentos extranjeros exitosos-, cintas como ésta no ofrecen algo en ninguna dimensión de la pantalla como para que el público adopte una postura de tolerancia.
Salvo algunos momentos afortunados de comedia -los cuales casi siempre suceden por obra del elenco secundario, pues la química entre la pareja protagónica es inexistente-, Como si fuera la primera vez no cumple ni la más elemental de sus metas: ser una simple reproducción de un referente cultural extranjero. Lo peor es que el director declaró haber trabajado en este proyecto por dos años. Se dice fácil, pero el tiempo no vuelve. Probablemente -y espero- lo descubra algún día.
