Solteras: el agraciado espejismo
POR: MAURICIO HERNÁNDEZ
06-06-2019 18:01:48
Las mujeres con cierta desesperación han sido abordadas de diferentes maneras en esta época de comedias románticas en el cine mexicano. Ahorita recuerdo Cómo cortar a tu patán (Gabriela Tagliavini, 2017), cinta que mostraba cómo una especie de especialista en terminar relaciones, ayudaba a mujeres desesperadas a cortar con ellos. Quizá no de la misma manera, pero en Solteras, de Luis Javier Henaine, también se emplea una trama donde existe un “coach” que ayuda a fracasados(as) en algún aspecto.
Después de una larga relación que no se concretó en el altar por la indecisión del novio, Ana (Cassandra Ciangherotti) entra en una crisis por seguir soltera a su edad. Su prima, quien recientemente se comprometió como por acción milagrosa, le recomienda un curso para conseguir marido. Tras no encontrar mayor remedio, decide tomarlo para dejar de ser la solterona. Aguante, no es lo que parece.
Concebida en una consciente zona gris entre la comedia y la comedia romántica, esta película aprovecha todos los mecanismos de humor que pueda desarrollar, sin tapujos para ser correcta o cómoda. De hecho, elabora con soltura su argumento que sí, es en apariencia machista por exponer al matrimonio como máxima meta para la realización de la mujer.
El argumento fluye con eficientes puntos de humor apoyados por la construcción de su protagonista: una mujer acercándose a los 30, incapaz de encontrar la estabilidad que aparentemente permea su entorno familiar y la somete a sus anticuadas ideas, entre las que destaca el “ser la quedada”. Este personaje, sustentado totalmente en el gran desempeño de su actriz principal – Cassandra Ciangherotti- alcanza profundidad al llegar una dimensión de patética, pues ella constantemente se autosabotea cuando la meta se ve cercana entre su extraña interacción social y cierta envidia de ver a otras conseguir su deseo antes. Esta rareza incluso desata un interesante giro en el relato, algo poco común en la comedia romántica mexicana.
A pesar de lo que pueda verse en la publicidad de la cinta, las figuras adicionales que también forman parte del grupo para encontrar marido son meramente dispositivos, pues su participación es apenas complementaria al concentrar la historia casi totalmente en su protagonista; no obstante, sus intervenciones sí apoyan al propósito cómico del filme. Esta idea de la entrenadora que ayuda a los desafortunados a encontrar pareja es similar a la vista en Escuela para idiotas(Todd Phillips, 2006), pero con un desenlace y propósito muy distinto.
El evidente desarrollo que está totalmente cargado con ideas machistas sobre el matrimonio, incluye un -realmente- pequeño arco que destroza los puntos de esta mentalidad retrógrada cuando se muestra un cambio de idea de la protagonista, quien al arruinar su compromiso con un sujeto dispuesto, encuentra el acompañamiento en sus amigas y en sí misma, pues al estar tan obsesionada en formar un compromiso con otro, se había olvidado de sí misma. Es decir, la mayor parte de la película sirve como un espejismo para emplear una conclusión más actualizada y que funciona narrativamente.
En otra forma de virtud, la realización incluye un diseño fotográfico con variedad de planos y recursos como el desenfoque que resulta, de nuevo, una anomalía genérica.
A diferencia de otras similares, refiriéndome de nuevo a Cómo cortar a tu patán que mantiene su carga mental intacta cuando su protagonista mantiene interiorizada su misoginia, Solteras es una farsa completa al aprovechar su apariencia y los prejuicios contra su categoría para incluir provechosas formas discursivas y cinematográficas.
Las mujeres con cierta desesperación han sido abordadas de diferentes maneras en esta época de comedias románticas en el cine mexicano. Ahorita recuerdo Cómo cortar a tu patán (Gabriela Tagliavini, 2017), cinta que mostraba cómo una especie de especialista en terminar relaciones, ayudaba a mujeres desesperadas a cortar con ellos. Quizá no de la misma manera, pero en Solteras, de Luis Javier Henaine, también se emplea una trama donde existe un “coach” que ayuda a fracasados(as) en algún aspecto.
Después de una larga relación que no se concretó en el altar por la indecisión del novio, Ana (Cassandra Ciangherotti) entra en una crisis por seguir soltera a su edad. Su prima, quien recientemente se comprometió como por acción milagrosa, le recomienda un curso para conseguir marido. Tras no encontrar mayor remedio, decide tomarlo para dejar de ser la solterona. Aguante, no es lo que parece.
Concebida en una consciente zona gris entre la comedia y la comedia romántica, esta película aprovecha todos los mecanismos de humor que pueda desarrollar, sin tapujos para ser correcta o cómoda. De hecho, elabora con soltura su argumento que sí, es en apariencia machista por exponer al matrimonio como máxima meta para la realización de la mujer.
El argumento fluye con eficientes puntos de humor apoyados por la construcción de su protagonista: una mujer acercándose a los 30, incapaz de encontrar la estabilidad que aparentemente permea su entorno familiar y la somete a sus anticuadas ideas, entre las que destaca el “ser la quedada”. Este personaje, sustentado totalmente en el gran desempeño de su actriz principal – Cassandra Ciangherotti- alcanza profundidad al llegar una dimensión de patética, pues ella constantemente se autosabotea cuando la meta se ve cercana entre su extraña interacción social y cierta envidia de ver a otras conseguir su deseo antes. Esta rareza incluso desata un interesante giro en el relato, algo poco común en la comedia romántica mexicana.
A pesar de lo que pueda verse en la publicidad de la cinta, las figuras adicionales que también forman parte del grupo para encontrar marido son meramente dispositivos, pues su participación es apenas complementaria al concentrar la historia casi totalmente en su protagonista; no obstante, sus intervenciones sí apoyan al propósito cómico del filme. Esta idea de la entrenadora que ayuda a los desafortunados a encontrar pareja es similar a la vista en Escuela para idiotas(Todd Phillips, 2006), pero con un desenlace y propósito muy distinto.
El evidente desarrollo que está totalmente cargado con ideas machistas sobre el matrimonio, incluye un -realmente- pequeño arco que destroza los puntos de esta mentalidad retrógrada cuando se muestra un cambio de idea de la protagonista, quien al arruinar su compromiso con un sujeto dispuesto, encuentra el acompañamiento en sus amigas y en sí misma, pues al estar tan obsesionada en formar un compromiso con otro, se había olvidado de sí misma. Es decir, la mayor parte de la película sirve como un espejismo para emplear una conclusión más actualizada y que funciona narrativamente.
En otra forma de virtud, la realización incluye un diseño fotográfico con variedad de planos y recursos como el desenfoque que resulta, de nuevo, una anomalía genérica.
A diferencia de otras similares, refiriéndome de nuevo a Cómo cortar a tu patán que mantiene su carga mental intacta cuando su protagonista mantiene interiorizada su misoginia, Solteras es una farsa completa al aprovechar su apariencia y los prejuicios contra su categoría para incluir provechosas formas discursivas y cinematográficas.