Después de la elogiada sátira e ingenio de su ópera prima, ¡Huye! (Get Out), Jordan Peele pretende acercarse de manera mucho más directa al género de horror con su segunda película Nosotros (Us), una propuesta mucho más visceral que su predecesora, en la que no deja de lado el uso de la metáfora y la crítica social, que en definitiva la hacen un producto mucho más digno de análisis de lo que uno podría esperarse.

Lo principal que necesitamos saber de la premisa es que trata de una familia afroamericana de clase media, que se dirige a su casa de verano en la playa de Santa Cruz para disfrutar de unas vacaciones.

La protagonista, Adelaide (Lupita Nyong’o), sufrió un evento traumático en su niñez en esta misma localidad y, por lo tanto, se muestra reacia y cada vez más paranoica ante ciertas coincidencias que se van presentando a lo largo del día de su llegada. Durante la noche, sus temores resultan justificados cuando otra familia parece observarlos desde afuera de la casa.

Parecen estarlos esperando pacientemente vistiendo uniformes rojos, haciendo una pequeña y amenazadora cadena humana. Una vez identificados los rostros de los intrusos, uno de los hijos de Adelaide exclama; “somos nosotros” al quedar en evidencia que se están enfrentando a copias exactas de sí mismos.

La película demuestra ser un escalón más para la carrera de Peele como director. Hay una evidente premeditación e intencionalidad en la forma en que están diseñadas muchas secuencias y al mismo tiempo, son capaces de generar distintos niveles de reacción emocional.

Hay múltiples referencias cinematográficas y a la cultura popular escondidas a lo largo de toda la cinta, pero no distraen, verdaderamente lucen como piezas coherentes y con un propósito dentro de la trama. Toda la primera parte de la casa podría recordar a una película de intrusos a lo Funny Games.

Al igual que Haneke, de hecho, Peele también crea momentos de comedia que pueden parecer disruptivos pero que dejan en evidencia una nueva manera de abordar los géneros cinematográficos, siendo conscientes de sus propias reglas y creando nuevas situaciones que se sienten frescas.

Por ejemplo, los personajes se alejan del estereotípico papel de víctima inconsecuente que solo está esperando ser asesinada y en vez de eso pasan directamente a la acción, la lucha por la supervivencia es real y más todavía al verse obligados a anticipar los movimientos de alguien que piensa exactamente igual a ellos. 

La experiencia de ver la película en sí no es decepcionante, pero su contenido si podría ser un tanto abrumador. Hay muchos significados ocultos que quizás necesitan de una segunda revisión para verdaderamente llegar al mensaje. Cosa que no implica una deficiencia, pero si algo para tenerse en consideración.

El problema se presenta cuando en una segunda revisión se hacen evidentes detalles que rompen la lógica interna dentro del universo ficticio o ante la situación que se nos plantea. Se siente más una necesidad de querer hacer una declaración o un argumento a una problemática en vez de ofrecer respuestas que sean satisfactorias para el espectador que está inmerso descifrando la historia.

Intentado hacer un análisis apropiado sobre el significado del filme (y quizás no deberían seguir leyendo si no desean conocer más detalles); se puede resumir fácilmente a una representación de la desigualdad de clases.

Aunque también aplica la idea de la dualidad y de que “somos nuestro peor enemigo” por ser los doppelgängers o tethered (como se les denomina) versiones más primitivas y sanguinarias de nuestros protagonistas, se establece de forma muy directa que sus acciones no por eso carecen de motivación.

Son “personas” que han vivido toda su vida escondidas e ignoradas durante décadas en una pseudo sociedad subterránea, sin propósitos claros más que solo la repetición de experiencias que se sienten vacías y que no son más que una imitación deficiente de las vidas que llevan sus contrapartes en la superficie.

Se explica brevemente en diálogos que para entender el fenómeno de los Tethered hay que verlo desde la perspectiva de “dos entidades compartiendo una misma alma”, pero mientras una disfruta de los beneficios y privilegios de la superficie, la otra es solo una víctima de las circunstancias o el azar. Pero ambas guardan un vínculo, como el de una sombra.

En pocas palabras, no solo se trata de una manifestación reprimida de nosotros mismos. La película va más allá diciendo que podrían ser una representación de todos aquellos que como individuos nos mostramos apáticos y cuya forma de vida desconocemos, pero que podrían llegar a guardar similitudes con nosotros.

En una de las mejores escenas cargadas de suspenso, la doble de Adelaide (dándole merito a la interpretación doble de Lupita) se dirige a todos los miembros de la familia en un inglés exageradamente pronunciado les dice; “somos americanos”. Quizás esta haya sido la pista más obvia de Peele para hacer referencia a un país dividido no solo en ideas sino en estilos de vida, dos caras de la misma moneda incapaces de reconocerse entre sí.